CALLOS
A la manera de Gregorio Marañón apetece hacer un elogio y nostalgia de los callos del Narizotas al lado de la Iglesia de San Juan, hoy substituida por una tienda de pretendidas delicatesen, que incrementa un poco más el stock de pijería de la ciudad enfocada a turistas. Ciertamente que aún queda la venta de San Isidro, ya sin aquellas mesas y bancos de madera que daban un toque de reciedumbre rural ya desaparecido.
A la manera de Gregorio Marañón apetece hacer un elogio y nostalgia de los callos del Narizotas al lado de la Iglesia de San Juan, hoy substituida por una tienda de pretendidas delicatesen, que incrementa un poco más el stock de pijería de la ciudad enfocada a turistas. Ciertamente que aún queda la venta de San Isidro, ya sin aquellas mesas y bancos de madera que daban un toque de reciedumbre rural ya desaparecido.
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