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lunes, marzo 12, 2007

Esos extranjeros

INMIGRACIÓN


Inevitablemente hay que pronunciarse sobre el tema de la inmigración masiva, no es posible mirar hacia otra parte con el temor de que el horrible dicterio de xenófobo o acaso racista recaiga a manera de herejía fulminante y descalificadora. Las encuestas manifiestan con reiteración que es el primero o de los primeros problemas que preocupan a la población en general y a los municipios en particular.

La llegada masiva de cinco millones de inmigrantes como poco ha generado tensiones y fenómenos imprevistos en todos los órdenes; y en vista de fenómenos como la desertización, avance de enfermedades incurables, aumento de la red de mafias que trafican con los modernos esclavos, y la expansión de los medios de telecomunicación que dan una imagen desvirtuada del mundo occidental –aunque bastante exacta de la tolerancia y laxitud de la seguridad ciudadana-, probablemente esa cifra sea muy pequeña con la relación a la que habrá presumiblemente dentro de no más de cinco años.

En la actual España se decide de las alturas ministeriales y gubernativas centrales la posibilidad de empadronar inmigrantes. Lo normal –caso suizo- es que cualquier persona sea vecino de un municipio antes que ciudadano de un estado, condición sine qua non, por lo que son en principio los municipios los que deben tener la prerrogativa de admitir o rechazar el asentamiento de nuevos inmigrantes en función de sus necesidades y no Madrid. Lógicamente en la admisión deben ser prioritarios los criterios de afinidad cultural, lengua y ¿porque no? religión; numerosos países practican esa selección, tanto más necesaria cuanto la vecindad al África islámica amenaza con una aluvión poco apetecible de tan tierna, misericordiosa y amantísima religión. Por tanto es el municipio el que debe decidir acerca de la expulsión del término municipal de los inmigrantes ilegales no inscritos en el padrón municipal; establecer el límite máximo de presencia inmigrante en cada municipio; evitar la formación de guetos o la presencia de inmigrantes en un barrio más allá de un porcentaje inquietante.

A este respecto se deben dotar o aumentar las competencias de las policías municipales en materia de extranjería.

Una cosa tan elemental como la preferencia nacional parece que hay que recordarla una vez más La vecindad municipal junto con la nacionalidad española –autóctonos-deben ser prioritarias a la hora de concederse ayudas sociales, becas y gratuidad en los libros de texto, evitándose la situación actual en la que este tipo de ayudas van a parar casi en un 100% a población inmigrante –alógenos-.

En lo que se refiere a las posibles ofertas de trabajo o viviendas municipales vale la misma prioridad de que los beneficiarios de estas ofertas deben ser, inicialmente, los ciudadanos españoles empadronados en ese municipio.

La cautividad hacendística y fiscal de los municipios puede estar tentada con el puro aumento cuantitativo de la población, que hoy por hay no se puede hacer más que a expensas de la población inmigrante; que cada vez tendrá menos las características de una población iberoamericana con más o menos afinidades, para ser mayoritariamente africana e islámica con su proverbial predilección por el derecho civil, el humanismo cristiano y su antipatía manifiesta por el tierno Corán.

A su vez algunos partidos quizá puedan sucumbir al espejismo de que algún día las masas islámicas inmigrantes se laicizarán por arte de magia al estilo descreído y occidental y votarán partidos progresistas y casquivanos de todo pelaje; en consecuencia no dudan en alentar legalizaciones masivas que a manera de boomerang generan un efecto llamada que vuelve a poner el problema de la inmigración a un nivel aumentado y corregido a peor. La ambición de poder es capaz de imaginar escenarios de Antoñita la Fantástica. Las cosas no son exactamente como se desea el caso de la vecina Francia o de Gran Bretaña es muy ilustrativo a este respecto, y ya Giovanni Satori, premio Príncipe de Asturias ha advertido que un verdadero musulmán por principio no es y no será nunca un ciudadano al estilo occidental, y su posible integración es más bien una quimera bientencionada para tranquilizar conciencias blanditas, tiernas y políticamente correctas . El que tenga oídos para oir…

Casa , peculio y mando

VIVIENDA, HACIENDA y SUBSIDIARIDAD.


En lo que se refiere a vivienda, solo con recordar una especie de pequeño catecismo de comportamiento se tiene ya realizada una buena acción:

1º .El poder municipal es, en estos momentos, el más afectado por la corrupción, con la colaboración del poder autonómico. Esa corrupción tiene un nombre: recalificaciones. La posibilidad de lograr “pelotazos” obteniendo la recalificación de terrenos adquiridos a bajo coste, en su inmensa mayoría rurales, revenderlos y promover urbanizaciones y viviendas, se ha convertido en el motivo por el que hay navajazos para entrar en las listas municipales de los grandes partidos y por el que el transfuguismo es una práctica habitual.

2º El déficit municipal deben evitarse, pero sobre todo debe evitarse que sean cubiertos mediante la venta de suelo de titularidad pública. Paradójicamente, los ayuntamientos se sitúan en vanguardia del proceso que veda el acceso a la vivienda digna para jóvenes y capas más desfavorecidas. Los ayuntamientos estan obligados a construir viviendas sociales a precios populares para familias de la localidad, previendo espacio suficiente para los futuros hijos. La superficie total habitable de los proyectos urbanísticos aprobados en los municipios nunca podrá ser superior al de viviendas sociales impulsadas en ese mismo municipio. La vivienda para las familias jóvenes debe estar subvencionada y ser la primera de una serie de medidas sociales para favorecer la paternidad y la revitalización de nuestra demografía.
He hay todo un programa de vivienda, cúmplase.
La cuestión de la autogestión en el dominio económico-fiscal es clave para el mantenimiento de un municipio autónomo. La primera premisa para la desestatalización es disminuir el dinero administrado por el Estado y sucedáneos autonómicos en la lejanía del ciudadano; actualmente en España el reparto para los recursos de la gestión pública son un 40% para el Estado, un 40% para las comunidades autónomas y entre un magro 12 a 15% para los ayuntamientos, que no se corresponde con los problemas de gestión de transporte, urbanismo, servicios públicos de asistencia, seguridad y otros. Solo como indicativo en la Confederación Helvética el 80% de los impuestos son para los cantones y las comunas y el 20% restante para la Confederación. En cualquier caso ya se empieza a reconocer sin ambages que el principal obstáculo para la descentralización municipal en España es hoy día no es el centralismo estatal sino el centralismo autonómico. Mientras el municipio tienda la mano para recibir numerario del estado central o del sucesor e imitador poder autonómico seguirá siendo la puerca cenicienta arrastrada y sometida.
Hay infinitas cuestiones que una recta compresión del principio de subsidiariedad debían estar atribuidas al municipio y no al estado o poderes autonómicos herederos. Serían innumerables las cuestiones arrebatadas a la Diputación provincial de Ávila que han ido ha engrosar la máquina centralista y burocrática de Valladolid con la tácita aprobación de los partidos mayoritarios que manda o pretenden mandar en ambas.
Solo por si aún queda un ligero recuerdo de cuando era bastante común el pensamiento y la sensibilidad cristiana en Ávila se trae a colación la encíclica papal Quadragesimo Anno , aún asumiendo el riesgo de caer de lleno en el dicterio oprobioso de carca y antediluviano:
"Como no se puede quitar a los individuos y dar a la comunidad lo que ellos pueden realizar con su propio esfuerzo e industria, así tampoco es justo, constituyéndose un grave perjuicio y perturbación de recto orden, quitar a las comunidades menores e inferiores lo que ellas pueden hacer y proporcionar y dárselo a una sociedad mayor y más elevada, ya que toda acción de la sociedad, por su propia fuerza y naturaleza, debe prestar ayuda a los miembros del cuerpo social, pero sin destruirlos y absorberlos" (Q.A.79; p.93).
El principio de subsidiariedad necesita para ser efectivamente aplicado la previa recomposición del cuerpo social alrededor de principios mutualistas. Esta recomposición al menos en intención, primer paso de la larga marcha, ya está en curso, pero irá cada vez más contra las instituciones legales nacional-estatales y europeas, cosa que conviene tener en cuanta a manera de aviso para navegantes. La legítima voluntad de los pueblos a hacerse cargo de su destino –incluido el abulense- a través de la aparición de estas nuevas comunidades generatrices de solidaridades concretas y de verdadera convivencia – entre ellas el municipio autónomo, autogestionado y autodefendido-, se nutrirá irremediablemente del sistema de partidos y de lobbys portadores de ideologías obsoletas, y que son hoy en día, los únicos beneficiarios del sistema oligárquico vigente, y podemos estar seguros de que no les hará mucha gracia.

viernes, marzo 09, 2007

Cultos y bien educados

CULTURA

Parece una pretensión desmedida proponer algo cultural en la ciudad Ávila con una fenomenal institución como es La Institución Cultural Duque de Alba de la Diputación Provincial de Ávila, o el futuro palacio de congresos de la ciudad, el auditorio de San Francisco ejemplar muestra de cómo se puede recuperar un edificio histórico y darle vida, sin olvidar el apoyo que Caja de Ávila ha prestado en este sentido –Palacio de los Serranos- y otros muchos de imposible enumeración.

Desde el punto de vista de Juan pueblo cuyas aficiones culturales, cuando no está fuera de la fascinación constante de los medios, no van mucho más allá de un concierto pop-rock, de una fiesta de barrio o de los sones de una tonadilla de gaitilla se pueden hacer un par de observaciones:

1º La cultura sucumbe en demasiadas ocasiones en los esos cementerios que son las estanterías bibliotecarias, hoy perfectamente ordenadas e incluso informatizadas, pero ajenas a la memoria, al corazón y sobre todo a la vista del pueblo; ajenas en definitiva a la calle.

2º Los medios financieros y materiales son capaces de hacer buenos continentes, pero es más dudoso que se acierte en los contenidos. Incluso a veces da la sensación de que los grandes y numerosos continentes acarrean fatalmente unos contenidos deleznables, un ejemplo claro son los muchos canales actuales de televisión.

Eso no es óbice para estar de acuerdo en que cuantos más medios y dineros se empleen en la cultura mejor –bibliotecas, exposiciones, conciertos, teatro, , artesanía tradicional, agrupaciones de folklore autóctono, etc. Sin perjuicio que sea el propio pueblo el que pueda ser el último en decidir, cuando la cuantía de un desembolso sea muy grande, el destino más apropiado del dinero –referéndum, iniciativa legislativa popular-.

Se pueden con todo enumera unas modestas proposiciones para cubrir unos vacíos que de alguna manera empañan un digno pasado abulense y priva a sus ciudadanos de unos momentos festivos de conmemoración y recuerdo.

El primero se refiere al 29 de julio de 1520 , día de la inauguración de la Santa Junta de los comuneros reunidos en la catedral del Salvador de Ávila, que entre otras cosas fue el punto de partida para redactar la llamada Constitución de Ávila , primer texto de carácter constitucional del mundo, y que se invocó más de una vez en 1787 en los debates de la Constitución norteamericana, y que en el período constituyente de Filadelfia (25 de mayo de 1787 - 17 de septiembre de 1787), se aludiera con reiteración a la llamada «Constitución de Avila», como documento inspirador de la Carta Polí­tica de los Estados Unidos de América.

Con motivo de esta posible y debida conmemoración –primera proposición- se podrían realizar además de los discursos y reverencias al uso – preferentemente en las lugares donde ocurrieron- exposiciones, ciclos de conferencias, representaciones teatrales, recitales de música instrumental y coral, jornadas de puertas abiertas en archivos municipales, provinciales, institucionales. Esta puede ser una buena fecha para recuperar la historia y la memoria abulense. La cultura no se puede localizar, pero los lugares si se pueden y se deben culturizar. Así como el ideólogo de la llamada tercera vía Anthony Giddens hablaba de una restitución de la soberanía del estado a las instituciones básicas que le precedieron y conformaron históricamente, así también está por delante toda una labor de restitución histórica de la cultura abulense. ¿ Cuantos abulenses saben lo que son cosas como: el fuero de Ávila, la comunidad de villa y tierra de Ávila, sus sexmos, su extensión a lo largo de los siglos, cual fue la obra del Tostado, de Nalvillos, de Zurraquín, del Gran Duque de Alba, de Duperier, de Portillo, de Somoza, de.......?.

De la triada habitual con que se denomina Ávila, a saber: Ávila del Rey, Ávila de los Caballeros o Ávila de Santa Teresa, la primera de todas es una de las más olvidadas, apenas algunos historiadores locales hablan con un estilo un poco refitolero de Ávila como de reyes Alfonsos madre. Pues bien el día de Pentecostés se conmemora en Atienza – ciudad a hermanar con Ávila- el día de “la cabalgada” en recuerdo de la salvación por los vecinos de la villa del rey niño Alfonso VIII ,último rey de Castilla, de las manos de las familias de Castros y Laras, y falta añadir: de su traslado a Ávila.

Hoy día que tantas concentraciones hay de moteros, de rockeros y de futboleros, no es nada descabellado proponer – segunda proposición-prolongar la caballada de Atienza hasta Ávila, es decir una caballada de dos o tres días cuyo destino final sería Ávila –el día de Pentecostés o el siguiente fin de semana-. Durante tres días en nombre de Ávila expectante en los medios; sin duda la hostelería, el turismo e industrias afines agradecerían este acontecimiento. El ayuntamiento abulense podría decir algo acerca de esto.

Otra cuestión aparentemente sin importancia pero que puede cambiar mucho la manera de ver una ciudad es el referido a una posible semana cultural –tercera proposición-, a diferenciar un poco de las llamadas fiestas de Santa Teresa, y de las fiestas de julio. No es ninguna novedad puesto que ya la hacen algunas ciudades de España. Tal semana a diferencia de otros periodos culturales y festivos debería concentrase mucho más sobre los aspectos propiamente locales; la fecha, ya propuesta en otras ocasiones, puede coincidir con el llamado mercado medieval, hasta el momento con notable éxito de público. Pero se propone un ligero cambio: hacer una semana cultural de Ávila en la que se incluya el mercado medieval, que a pesar de su éxito no es algo propiamente abulense sino una industria extendida por todo el ámbito peninsular.

Otra modesta propuesta – cuarta proposición- sería ayudar a los jubilados que voluntariamente lo quieran a montar circuitos par enseñar los rincones más inéditos y más alejados de circuitos turísticos habituales de la ciudad a los foráneos, de manera gratuita, amigable y distendida.

Ganarás el pan con el sudor de tu frente. Trabajo y empleo

TRABAJO Y EMPLEO

La administración local solo puede en muy escasa medida favorecer la creación de empleo y mantenerlo. Vivimos épocas en que se empiezan a recoger las consecuencias de muchos años de renovación en informática, robótica, telemática, automatización y otras muchas innovaciones técnicas que han disminuido la necesidad de mano de obra, por lo que lo que antaño llamaban los economistas pleno empleo es prácticamente imposible alcanzarlo. El antiguo consejero presidencial americano Jeremy Rifkin denominó la etapa actual que vivimos como la época del fin del trabajo. La expresión hay que interpretarla en un sentido relativo, es obvio que no se va acabar del todo el castigo del trabajo, ya nos advirtió la Biblia que se trataba de una maldición de la que no nos liberaremos hasta que alcancemos la Jerusalén Celeste.

Aún quedan una serie de trabajos duros difícilmente mecanizables tales como: faenas agrícolas, albañilería, construcción, minería, reparación mecánica, pesca, hostelería y otras que precisan una utilización de mano de obra en general poco cualificada y relativamente abundante que se encuentra no obstante hoy día bajo una fuerte demanda debido a la marea migratoria; los patronos, en aplicación de la ley de la oferta y la demanda, la cubren con una retribución claramente a la baja de manera unas veces legal y otras ilegalmente, y esto último no pequeña medida. Aunque la inspección laboral no es competencia de la administración local si puede colaborar con ella.

La ciudad de Ávila cuenta hoy día no con una sino con dos universidades, aunque una de ellas sea solo una parte de la Universidad de Salamanca. Conviene recordar que este estatus de ciudad universitaria no es una especie de insólita situación debida al progreso y la modernidad; Ávila tuvo universidad desde hace varios siglos en el convento dominico de Santo Tomás hasta su desaparición con la Desamortización. Pero incisos aparte, la situación actual es la de una producción anual de hornadas de titulados que obviamente el mercado laboral abulense no puede absorber ni remotamente, lo que alimenta una espiral de decepciones y paro primero, subempleo después y finalmente emigración con la consiguiente despoblación de autóctonos. Eso sin entrar en ciertas consecuencias de botellón, drogas y otras disipaciones que puede alentar el paro.

Los jóvenes se encuentran ante un círculo vicioso difícil de romper: se busca empleo por primera vez pero el requisito habitual es la experiencia, es decir haber tenido ya empleo; por lo que para tener un primer empleo es menester haber tenido antes un empleo, dilema irresoluble. Y además la acumulación de pergaminos académicos, títulos y masteres no necesariamente rompe este círculo vicioso.

Una solución aplicada en algunos países centroeuropeos (Alemania y Suiza) para evitar que cuando se acabe o se abandone por otros motivos el instituto, el colegio, o la escuela superior el joven quede en la calle sin ninguna ocupación, consiste en lo que llama contrato de “aprendizaje en empleo” en una empresa de cualquier sector – electricidad, mecánica, informática, construcción, química, artes gráficas, alimentación, comercio, etc.-. Este pacto singular, de duración variable según la dificultad, compromete el patrón a poner a disposición del aprendiz los talleres y una persona competente que guíe sus prácticas y una pequeña retribución más o menos discrecional -no sometida en principio a la reglamentación laboral-, a cambio el aprendiz se compromete a seguir uno o dos días cursos organizados por el estado y a trabajar en la empresa el resto de la semana; acabado el aprendizaje se realiza un examen y se puede obtener el título correspondiente. Terminado el contrato –no exactamente laboral sino de aprendizaje- , patrón y aprendiz quedan libres de obligaciones. Los datos suizos confirman que los aprendices encuentran bastante pronto empleo (evidentemente ya no el primero).

No es del todo desconocido este tipo de prácticas de aprendizaje en España, pero está restringido a ciertas profesiones, como médicos, farmacéuticos y biólogos que en principio tienen la posibilidad de acceder a número limitado de plazas de residentes en los hospitales públicos.

En cualquier caso esta posible solución solo se puede introducir y extender mediante la práctica, el pacto y la negociación con los patrones; solo después de afianzado el procedimiento se puede plantear la eficacia de una regulación por el B.O.E.

Aquí la administración local si puede jugar un papel esencial como pionera para introducir este tipo de contratos. Por número de personal, y dinero en circulación el ayuntamiento de Ávila es de las primeras sino la primera corporación – para no usar la denominación de empresa- de la ciudad; sus tareas administrativas abracan tareas propias del, derecho, la economía, la fiscalidad, contabilidad e intervención de cuentas, la organización de trabajo, recursos humanos, la arquitectura, la ingeniería civil, el turismo, la cultura, las finanzas, el mundo editorial, la mecánica de su parque móvil, la hidrología, la química, el comercio etc. Ninguna empresa de la ciudad puede ofrecer ni remotamente tan amplia gama de actividades,

Cualquiera que conozca el mundo de las covachuelas de la administración pública, se puede hacer una ligera idea del terremoto que supondría aceptar contratos de aprendizaje en la administración: delimitar, concretar y normalizar tareas, regular como un reloj los circuitos burocráticos, agilizar y fluidificar los canales jerárquicos, planificar por objetivos, delimitar funciones, programas y proyectos y un sin fin de cosas que no es que no se hagan sino que al tener que ser posible objeto de enseñanza y disertación magistral para un aprendiz a su vez ciudadano, convertirían al ayuntamiento en la más ejemplar institución humana que se recuerde en los fastos de la historia.

Predicar con el ejemplo siempre ha sido un buen antecedente para negociar cosas de amplio alcance

Otra cuestión a no olvidar es la denominada educación en casa que a poco que alcance alguna extensión, probablemente no mucha puesto que lo bueno no abunda, necesitará de ayudas y consejos de personas con adecuada especialización que aunque dentro del ámbito del pacto privado, pueden ser alentadas por la administración local facilitando entre otras cosas información y orientación.

jueves, marzo 08, 2007

La llamada tercera edad

TERCERA EDAD

Parece que es una reverencia al uso hablar de la tercera edad, cada día más numerosa pero siempre como algo ajeno de la que no es nadie que está en el barullo habitual de la vida. ¿Porqué son tres las edades de la vida y no una docena? Eso es un misterio que nadie ha resuelto pero que probablemente escritores y pintores a lo largo de los siglos han decidido esa división tripartita.

La tercera de edad en los discursos sociales es objeto de atención como lejano tema referido a las pensiones de jubilación de la seguridad social, del sistema de salud o más recientemente de la llamada dependencia. La sociedad moderna ha dispuesto que la más importante tarea que pueden cumplir los viejos es recluirse en centros de la tercera edad, residencias o el pijama de madera -con o sin muerte intervenida-, reclusión que tampoco es exclusiva edad puesto que a otra edad muy distinta de esta como es la primera infancia, cada vez más escasa en lo que a producto nacional se refiere, se la aparca en guarderías para que moleste lo menos posible a la familia, en especial a la madre moderna que al parecer se realiza mucho más realizando cualquier vil trabajo mercenario por cuenta ajena que ejerciendo en plenitud su papel de madre, elección que hoy se intitula con el pomposo nombre de liberación de la mujer. Los hijos ya se encargan de producirlos en el tercer mundo para luego importarlos vía inmigración masiva.

El problema político convencional al hablar de tercera edad consiste fundamentalmente en las pensiones de vejez, tema en el que no compete en absoluto a la administración local, pero que solo para mencionarlo de pasada debido a su sistema de financiación en reparto y al vertiginoso envejecimiento de las poblaciones occidentales –pequeña factura a pagar por liberaciones de diverso tipo- tiene un pronóstico financiero no muy brillante, habida cuenta que si las viejas poblaciones europeas serán minoría dentro de muy pocos decenios y no está claro si las nueva población mayoritariamente foránea e islámica querrá asumir el pesado fardo financiero del pasado y no más bien sustituirlo por la limosna del Ramadán, naturalmente solo para musulmanes y no para cristianos cruzados. Ligeros problemas no previstos de una civilización que creía tener ya resueltos algunos problemas de libertad individual y de seguridad vital.

Pero resulta que esa tercera edad acumula una cantidad extrema de experiencia vital en todas sus variantes, y además el ordinal tercero oculta el hecho de que también hay viejos de primera que no aprovecha la sociedad en la mayoría de los casos. Es curioso como una de las políticas sociales más activas de los últimos años ha sido buscar unos huecos para aparcar a la llamada tercera edad en centros de la tercera edad, donde se dedican fundamentalmente a unas actividades no siempre sublimes como son jugar a las cartas o bailar pasodobles los domingos. La cadencia de construcción e inauguraciones recuerda la época de un espadón gallego del pasado con los pantanos, aunque no se pretende en absoluto comparar la utilidad social de los pantanos con la de los centros de la tercera edad.

Ha habido ciertamente iniciativas para aprovechar esa experiencia acumulada de los jubilados, desde la golfería de seguirles empleando bajo cuerda y ahorrándose el pago de las cuotas de seguridad social, pasando por sustituir el papel de las madres, o hacer turismo insersial en autobuses de dudosa revisión técnica, con percances lamentables en ocasiones. En cualquier caso hay que reconocer que la vieja dignidad senatorial – de los ancianos- del imperio romano ha desaparecido en nuestros días, quizá sea en Italia, como heredera remota de Roma, donde algo de eso se ha conservado, de hecho sus políticos son los más viejos de Europa.

Ante una institución familiar lábil y cada vez más inestable donde apenas conviven no ya tres generaciones como en las antiguas familias extensas sino ni tan siquiera los padres con los hijos, se podría fomentar la transmisión de la experiencia de los jubilados a niños y adolescentes, de oficios y trabajos que han sido arrinconados por la mecanización e informatización de la sociedad y que probablemente desaparecerán con los actuales jubilados. Solo por poner un ejemplo, como se fabrica una vela, o el jabón, como se trillaba y se molía el trigo, en que consiste un yunque o un fuelle y como se trabajaba el hierro, como se pone una suela a un zapato, como se curte una piel, como se carda la lana, como se teje el lino, como se hace mermelada o encaje de bolillos, como se maneja un torno, como se da forma a una piedra, como trascurre un juicio, que papel juega el abogado, el fiscal, el juez, como se hace una casa, que son los cimientos, como se maneja la paleta catalana y otras miles de cuestiones que no tiene cabida hoy por hoy en la enseñanza regular y de paso permite a la gente menuda ver de cerca de un viejo. Organizar periodos de exposición de estas actividades, coordinarse con escuelas e institutos si es una tarea que cae de pleno en el ámbito de la administración local.

Otra tarea muy importante sería ayudar a la enseñanza en familia, en cuya coordinación si puede ayudar la administración local.

En algunas ciudades se han organizado grupos de jubilados par enseñar la ciudad a los foráneos, tarea que la masiva afluencia de turistas a Ávila los fines de semana podría redundar en el buen recuerdo que se llevaran de la ciudad. Sin interferencias claro está con los profesionales del turismo, se trataría de cubrir los flancos que nadie atiende, ¿ Alguien lleva a los turistas al Soto, o al jardín de la Viña, a la ermita de Sonsoles , al pantano de las Cogotas o al cerro Hervero?.

No menos importante es la tarea que los jubilados pueden realizar en lo que se refiere a soberanía social, tienen abundante, tiempo, conocen muchas personas, son idóneos par buscar contactos cuando se precise realizar las tareas inherentes a la democracia directa – referéndum e iniciativa legislativa popular-, tienen por tanto un papel senatorial que recuperar en la ciudad de Ávila, mucho más importante que envilecerse con los naipes en los centros de la tercera edad. Claro está que este papel senatorial ala par que popular es justamente el que no interesa mucho que ejerzan los actuales poderes establecidos. Naipes, tabaco, pasodobles, viajes del Imserso, todo antes que eso. Además se dirá ¿que pintan en política?, son viejos, pelos grises, escasos dientes, algunos inteligentes e incluso sabios, la política precisa jóvenes de buen aspecto, analfabetos, ignorantes enciclopédicos, sonrisas profidén , hablar majaderías sin límite, cerebros de mosquito, (bambis) ¡ Vamos hombre! Que se habrán creído estos viejos





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La educación para hacer hombres de provecho

EDUCACIÓN

Difícilmente se puede considerar la enseñanza pública actual conserva algo del antigua sentido de la palabra latina educare, más bien se debería denominar con el término mucho más neutro de instrucción, y así al menos se entendía a durante el siglo XIX y principios del XX, con sus ministerios de instrucción pública, ley Moyano y demás. Y por cierto que hacía homenaje a la verdad la palabra instrucción, idéntica a la empleada antiguamente en los cuarteles donde con el nombre de instrucción se entendía en periodo de tiempo en que se aprendían unos automatismos y condicionamientos a base de gritos, palos y castigos muy similares a los de los maestros de antaño, tiempos no muy añorados de la letra con sangre entra, de antes de que salieran los derechos del niño –el soldado nunca tuvo muchos derechos-. En ambos casos se trataba de formar hombres, o eso era la menos el discurso convencional. Desde luego no parece que se tratara de formar hombres libres, ni los automatismos y condicionamientos empleados eran lo más adecuado para dicho propósito.

La actual educación pública no ha cambiado un ápice la pretensión de instruir al niño a base de automatismos y condicionamientos, pero si ha añadido algunas complicaciones suplementarias, tales como recortar ostensiblemente la autoridad del maestro, y una clara complacencia con el cabestrismo del alumno. Para estar a tono con los tiempos modernos no estaría mía ir pensando en instalar detectores de armas a las puertas de escuelas e institutos como sucede ya en el imperio. En cualquier caso no siendo la educación pública siendo una competencia específica de la administración local, no se me alcanza que papel pudiera jugar esta en este fregado, salvo acaso aconsejar la marca del detector.

Tímidamente en pueblo empieza a comprender que la instrucción pública que el estado moderno pretende inculcar a sus retoños desde hace unos dos siglos aproximadamente – beneficios de la ilustración emancipadora- empieza a tener unos efectos colaterales que progresivamente entran en un umbral de riesgo bastante temible: analfabetismo funcional, enganche a drogas, posibilidades nada despreciables de recibir linchamientos y palizas por parte de unos compañeros –en el caso de los maestros de los alumnos- que en teoría debían ayudar a socializar, ausencia de verdaderos principios asentados en lo profundo del corazón, violaciones, embarazos, y sobre todo una nula preparación para su tarea en esta vida o sea trabajar para salir adelante, siempre que no se reciba una herencia o legado imprevisto. La actual escuela primaria y secundaria que tantísimos millones cuesta solo trata de enseñar las bases para que otros a su vez enseñen más tarde – o al menos eso se supone- lo que verdaderamente va a ser útil en la vida; el único problema es que para la mayoría de los niños nunca llega ese más tarde no llegan nunca a aprender nada directamente útil para su vida laboral posterior. Es decir una extraña máquina que trabaja en el vacío: enseñar unos supuestos previos para que más tarde les enseñen algo de verdad útil, pero probablemente e ese más tarde a su vez reiterará de nuevo un ciclo del vacío: enseñar abstracciones para que un día puedan aprender más tarde concreciones útiles; de esta forma es posible encontrar hoy personas pluritituladas, masteres e idiomas muchos – como en ninguna época anterior se habían producido-, pero horros de cualquier destreza y experiencia operativa.

Durante milenios la vieja transmisión maestro, oficial , aprendiz, creo en Ávila obras imperecederas como la catedral del Salvador, la estatua yaciente del príncipe don Juan,o la custodia de Arfe , el retablo de Berruguete y tantas otras obras de imposible enumeración. ¿ Que producirá la máquina de vacío?

Por otra parte la formación profesional en España nunca tuvo buen cartel ni estuvo muy desarrollada, puesto que el hidalgüelismo hispano impera en nuestros lares, y un hidalgo que se precie no trabaja con las manos, y si posible con ninguna otra cosa.

Hace ya tiempo que algunas familias decidieron salir de estos oscuros laberintos de manera práctica o sea tirando por la calle de en medio, es decir educando a sus hijos en casa. La ley tenía un extraña laguna en este caso – uno de tantas lagunas que debe aprovechar la soberanía popular- , dice el papel que todos los niños deben ser educados no que todos los niños deban ser escolarizados. La cosa en realidad no es tan nueva y sorprendente, antiguamente había en este país dos tipos de enseñanza: oficial y libre, y hubo gente que hizo todo el ciclo primario, secundario y universitario en la modalidad de enseñanza libre. La modernidad y el progreso suprimieron la enseñanza libre; la libertad es siempre peligrosa y hay que atar en corto al personal, que luego se desmadra y le da por eso de la soberanía social y se empiezan a tambalear las canonjías.

El caso es que hay un pequeño grupo de pioneros de la enseñanza familiar, sometido eso si a las regulaciones mínimas estatales, que asombrosamente y sin necesidad de ayuda del cuerpo de funcionarios docentes saca calificaciones muy superiores a las de la enseñanza pública. En Estados Unidos, país más avanzado en el desastre de la enseñanza pública y como reacción también en el de la enseñanza libre familiar, hay una importante y conocida organización –con sucursal en España- de las familias que enseñan en casa y sus resultados, con dedicación de horas mínima al día – entorno a dos horas-, son contundentes.

No estaría nada mal que la administración local ayudara y alentara a los que se han decidido por este estilo de enseñanza libre y de excelencia, que además no cuesta un duro al contribuyente. Tal vez podría ayudar a crear preceptores –que no profesores- que ayudaran en el sentido deseado por esas pocas familias pioneras que han optado por la libertad de enseñanza –libertad frente al frío monstruo estatal-; de paso eso podría ser una nueva aunque pequeña ocasión de empleo para aquellos con vocación más de enseñanza libre y creadora que de funcionatas de la máquina del vacío estatal.

Y por favor evítese el prejuicio descalificador de: práctica de privilegiados; los potentados muy por el contrario son los que más escolarizan a sus retoños, obviamente no en la escuela pública; lo cutre, lo deteriorado y lo peligroso es la prebenda maravillosa de las clases modestas, por la que muchos claman como conquista irrenunciable. Dado el elevado paro registrado entre mujeres, no estaría mal fomentar la educación en casa, con las ayudas que se pueda y descontando en la declaración de la renta el esfuerzo educativo que las madres hagan con los hijos. Es posible que algunas mujeres prefieran educar a sus hijos a un mediocre trabajo por cuenta ajena.

Todo ello sin perjuicio de que se ayude a apuntalar la enseñanza pública que en vías de desintegración difícilmente va a integrar a nadie ajeno a la llamada cultura occidental. Posiblemente haya que ayudar a engrosar la partida de ayuda destinada a armaduras y armas defensivas para maestros, así como las antes mencionadas máquinas detectoras de armas.

Eso del juicio de residencia

JUICIO DE RESIDENCIA

Es muy probable que nadie o casi nadie sepa hoy en día que es eso de juicio de residencia, que en realidad no consistía más en un procedimiento mediante el que el rey – entonces suprema instancia judicial- examinaba a todas las autoridades al fin de su mandato para ver como iba la cosa de la honradez, o también eventualmente antes de prorrogar un nuevo mandato. Este juicio de residencia ha desaparecido quizá por una creencia demasiado obstinada en que el tiempo corre a favor del progreso y de lo mejor, y que el mal tiende a evaporarse por la misma naturaleza de las cosas, pero la realidad de los hechos es bastante tozuda y periódicamente surgen escándalos entre los representantes democráticamente elegidos que cuando menos hacen pensar que aquella redacción de la primera Constitución española del año 1812, exageró un poco al redactar que los españoles serán benéficos.

Todo lo más que se hace hoy día es una declaración de bienes de los representantes electos. Es difícil creer que el antiguo procedimiento de investigación y control se pueda restablecer desde al propio poder, no es muy limpio eso de ser a la vez juez y parte. ¿Y entonces quien le pone el cascabel al gato? La respuesta del poder establecido es simple como el viento: nadie; estamos muy bien como estamos, responderán con aplomo, y si alguno es tan panoli como para que le pillen trincando que se fastidie y que espabile.

El pragmatismo imperante es sencillamente desolador, pero la lógica es impecable: el poder político por principio no se controla a si mismo, sino que pretende más poder todavía; quien fuera un cándido Montesquieu. Por tanto se impone con evidencia una conclusión meridiana: solo la soberanía social puede poner un dique y una limitación al poder electo, el hecho de su elección por un procedimiento democrático no es ninguna garantía de su honradez. Y no esta mal que cada cargo electo tenga en cuenta que al final de su mandato le espera un cotilleo minucioso de su peculio. No existiendo por el momento comisiones populares democráticas de investigación podría comenzarse por ejemplo con publicar en la prensa y los medios diversos al final de cada mandato ingresos, propiedades, signos externos, proporción entre ingresos y patrimonio y algún que otro ratio contable esclarecedor; un hombre público no debe tener ningún secreto patrimonial que no pueda airearse. Superar este examen sería sin duda un título de orgullo para cualquier político con cargo de responsabilidad, una verdadera salvaguardia de su buen nombre.

Muy distintos que los tiempos del antiguo régimen, los actuales son endiabladamente enrevesados, las posibilidades de metamorfosear el dinero negro, los paraísos fiscales y un amplio elenco de granujería transnacional, hace que el fiarse de un simple y honradote examen de lo que está a tiro sea más bien una precaución enternecedora de capullo integral. Hoy día vehículos, edificios y un sin fin de cosas están sometidos ha inspecciones periódicas de todo tipo y clase como posible garantía y precaución de buen funcionamiento, solo el cargo político se halla exente de tales precauciones, cuando lo normal es que todo cargo político no solo sea examinado al acabar su mandato sino que también deberá someterse a una inspección técnica de honradez por un periodo cautelar más o menos razonable, tal vez diez años. Ya se sabe que la que la mujer del Cesar no solo ha de ser una furcia, sino también parecerlo, o al revés, pero en el fondo lo mismo.

Frente a todo esto se puede esgrimir que la ley no contempla nada de esto y por tanto al que Dios se la de, que San Pedro se la bendiga. La corrección siempre es inasequible al desaliento. La ley hereda en buena medida los usos y costumbres, a veces para negarlos, lo que fue justamente el caso de Ávila, de disponer un fuero propio y particular de pequeña república o comunidad en la Edad Media, pasó un estatuto eminente más avanzado y progresista como es el de depender de la regulación abstracta del Boletín Oficial del Estado, de un ukase madrileño vamos. No se sabe como serán las cosas en el futuro, lo de la segunda descentralización no suena mal en principio, pero en principio hay fundadas razones para sospechar de que no se trate más que de otro ukase del B.O.E. Está en el recuerdo de todos como se hizo la autonomía de Castilla y León sin consultar al pueblo si la quería o no, sin decidir que tierras comprendía o dejaría de comprender; desde luego que a leoneses y segovianos aunque no la quisieron se las impuso por el artículo 33, faltaría más.

¿Hay una constitución de Ávila?, no diga usted disparates hombre de Dios, como va a haber una constitución de Ávila. Pues si señor hubo una constitución de Ávila redactada por los comuneros de la Santa Junta en 1520, la primera por cierto del mundo. Pero como se trata de un asunto políticamente incorrecto, poco acorde con las grandezas imperiales de Carlos V y otros fastos importantísimos de las glorias hispanas no se hablado apenas de esa constitución.

Pero no se trata solo de constituciones escritas, muchos cantones helvéticos tienen constituciones de origen medieval que no están en ningún texto, sino en los usos, la costumbre y la práctica. Inglaterra no tiene constitución escrita, están tan atrasados que aún no usan el B.O.E. como en Ávila. Ávila tiene una constitución virtual o potencial que es la que decide la soberanía popular, su actualización depende solo del propio pueblo de sus usos, prácticas y costumbres, y esta constitución, carta o como se decía en la Edad Media fuero antes que en el papel debe estar primero en la inteligencia y en el corazón. Como dice el refrán a Dios rogando y con el mazo dando; a por el fuero mediante el huevo. La usurpación de sus funciones por altisonante y bienintencionada que sea no puede contribuir en nada a realizarla; no se puede confundir con la mejora de la asistencia sanitaria, con una línea de tranvías o con un polideportivo. Si se empieza a entender estas cuestiones tal vez la segunda descentralización se pueda llenar de un contenido verdadero.

Recordaba Anthony Guiddens en su libro “la tercera vía” la deuda que tiene pendiente estado nacional moderno en el sentido de restituir la soberanía que vampirizó a las organizaciones que le antecedieron. Ciertamente que en España se ha producido de hecho una interpretación reductora y drástica de esta interpretación: reinos y señoríos tradicionales igual que estados modernos, pueblos igual que los partidos políticos que los mandan, independencia ya, guerra a muerte. Es posible que los pueblos lleguen a entenderse e incluso a pactar (foedus pacto); los partidos buscan por principio el poder no el entendimiento –y este solo en tanto apuntale su poder-. En la medida que se restaure la soberanía popular abulense, no de que gane un partido mayoritario, se podrá contribuir a un nuevo entendimiento.

miércoles, marzo 07, 2007

Algo sobre la soberanía social

SOBERANÍA SOCIAL


Desaparecidos los viejos estamentos, no ha quedado en la moderna nación más que una grisura uniforme de ciudadanos teóricamente iguales que viven en sociedad más que en comunidad, que no quedan en absoluto comprendidos en organización, partido ni cofradía que valga. Y sin embargo es precisamente esa masa anónima la que es buscada con deseo lascivo en tiempos de campaña electoral para intentar llevarla al lecho de Procusto político a base de tópicos troleros y cuentos chinos perfectamente desmentidos por la realidad; las más de las veces resulta todo una caricatura esperpéntica. Me viene ahora a la memoria la propaganda de un partidillo en liza, que horro de ideas y proyectos promete un polideportivo más, un espacio de sudores deportivos sin duda para mantener un poco más en forma el narcisismo somático ciudadano; otro partido habla no se que de su elevado concepto de lo público, sin duda con la idea de elevar a los altares legales a las mujeres públicas.

En realidad todo esto parece que le pone bastante al personal, los datos que arrojan los expertos en cuestiones de medios de comunicación son bastante desoladores: solo un 7% aproximadamente de los ciudadanos no tiene dependencia acusada de los medios, es decir que el 93% de los ciudadanos depende de manera importante un descomunal poder mediático bien entrelazado con las cúpulas de los partidos mayoritarios y que deja muy escaso margen a la independencia silvestre, vamos algo así como la prédica en el desierto.

La tarea heroica es por tanto despertar lo que muchos han captado con diversos nombre: poder social, soberanía social, poder verificativo de la sociedad, democracia semidirecta y algún que otro nombre. La tarea en cuestión no es solamente política, tiene unas ínfulas propias de la antigua caballería andante que cualquiera que reflexione puede fácilmente apreciar, se trata de despertar a una bella princesa que está cautivada por un ogro feroz, y que más que sufrir penoso cautiverio tiene síndrome de Estocolmo, esto es admira a su secuestrador – partidos troleros, prensa canallesca, televisión basura, y todo tipo de fabulaciones correctas- , por que es muy inverosímil suponer que tenga mucho interés en organizarse, liberase o cualquier otra bienintencionada disposición al esfuerzo. Ningún silogismo sobre su inherente propiedad y soberanía de la cosa pública o res pública va a concluir en un diagnóstico pertinente. El buen pueblo está ido y chiflado, está psíquicamente desvalido, con un poco de maldad se puede abusar de él e incluso vejarlo y sodomizarlo, y el pobre ni se entera, va y se cree que es una reinona.

La última boutade de antes del gobierno del actual partido en el poder tenía el pomposo nombre de “segunda descentralización”, sin duda parece que la primera centralización consistió en crear diecisiete autonomías como mínimo tan centralistas como el estado central de partida sino más, camino de convertirse en un puzzle balcánico, que esperemos no traiga demasiada sangre y atrocidades. No está claro de que se trata la segunda descentralización, auspiciada no por el pueblo sino por uno de los partidos más fuertes de España, que en absoluto está dispuesto a abdicar de sus cotas de poder en el estado y las autonomías para cederlas generosamente a los paletitos de provincias, por otra parte ansiosos a su vez de catar poder. Es bien sabido que la pretensión ilusa era sencillamente deteriorar un poco la fuerza política de los partidos con dominio en las autonomías con un micronacionalismo más histérico, pero por otra parte descentralizar poco o nada en los dominios propios, un ligero maquillaje para que prosiga la función teatral, y el poder que lo ceda Rita la cantaora, c’est tout.

El estado moderno es una totalidad de poder -sin autoritas- incapaz de autocorregir su acumulación de poder sin poner en serio peligro su misma existencia o incluso acabar con él mismo, la mejor ilustración de este hecho es España.

Municipio de Ávila regulado por una ley de bases que apenas permite su autonomía, una praxis administrativa, jurídica y económica llena de condicionamientos por el estado y la Junta de Castilla y León que apenas de una autogestión anémica y una ideología imperante que independiente de su tendencia es casi siempre estatalista y apenas ve en el municipio algo más que el último apéndice de la administración central compromete seriamente su autodefensa.

¿ Es posible a pesar de todo hacer algo en vista de este diagnóstico desolador y de moribundia anunciada?. La respuesta de la corrección sensata surgirá con prontitud de misil: solo un partido fuerte puede conseguir cambiar las cosas; respuesta de titán, de coloso –en el fondo con los pies de barro-, el duro estilo yang; un partido fuerte solo va hacer un simulacro de cambio, en el mejor de los casos un ligero paliativo de los síntomas y al final la cosa seguirá igual pero en una espiral de la catástrofe más avanzada, es decir peor.

¿Entonces que?, la pregunta estrecha al cerebro como el enigma de un cuento hassídico o de un koan del zen. La sabiduría taoísta tiene una respuesta difícil de entender para una mentalidad occidental: lo fuerte es lo yin,o para remarcar aún más la paradoja, lo fuerte es lo débil. La constancia de la gota puede con la dureza del granito. Es decir aparece ahora un grupo de independientes, que no son ni quieren ser partido, ciudadanos y no militantes de partido
o si lo son –como decían antaño unos amigos del terror- lo son solamente por imperativo legal, van y se lanzan por los caminos como una especie de quijotes pobres de solemnidad y harapientos y proclaman que no tienen ni para rellenar una lista de candidatos, pero eso incluso es lo de menos, no pretenden ninguna representación política; hoy día en sentido estricto ya no existe tal cosa, tan solo simulación y opereta política. Vamos a por lo casi imposible, a liberar a la cautiva de las garras del secuestrador, o por los menos un cacho de la cautiva, y como nunca se sabe igual se monta el momento menos pensado una de mucho cuidado. Y todo eso no la lejana Pernambuco sino en la adusta ciudad de Ávila de los Caballeros, ¡de locos!

Cabría hacer un muestrario de buenos propósitos normalmente expresados en frases ya muy manoseados del tipo,: vamos a acabar con la corrupción, vamos a traer definitivamente la honestidad, vamos a limpiar el establo infecto de Augías y otras heroicidades pomposas y altisonantes, pero siendo modestos dejamos para otros estas declamaciones de ventrílocuo , sabiendo que tal cosa es totalmente imposible sin esos contrapoderes de la soberanía social , que pasan por la iniciativa legislativa popular y el referéndum, que es precisamente el pueblo y no los partidos quien lo puede realizar. Lo más que podemos ofrecer, cuando las circunstancias lo demanden, es representación al pueblo ante un registro administrativo, ante un abogado, ante un notario, ante un director de medios de comunicación, ante una organización política que sintonice con el tema y cosas de ese jaez necesarias para ejercer de verdad la soberanía popular y la democracia semidirecta .

Incuso cabría tirase un farol y hacer propuestas convencionales ilusorias del tipo de ofrecer un caramelito de menta o un tranvía, tolerable en una ciudad industrial más menos deteriorada, pero una auténtica blasfemia en una ciudad artística medieval que dado además el elevado coste del servicio municipal de transportes, se podría sustituir con ventaja estética y económica por un coche de caballos con palafreneros vestidos con indumentaria renacentista.

Y ya recordando aquel libro de Vladimir Volkoff “Porqué no soy más que medianamente demócrata”, en el improbable caso de el pueblo tomara consciencia de su poder y lo ejerciera, solo cabe esperar cosas buenas cuando las personas que lo deciden son buenas; no se puede sacar de donde no hay, ni con métodos democráticos ni con métodos autocráticos.

El propio ordenamiento legal actualmente vigentes tiene muchos más resquicios y posibilidades de lo que parece a primera vista, la cuestión es quererlos desarrollar. Como no hay que renunciar del todo a los eslóganes se puede prometer, y por tanto prometer que todos los varones que colaboren el la magna obra de los independientes serán temidos por los hombres y admirados por las mujeres; y en el caso de las mujeres tendrán la gloria imperecedera de una Agustina de Aragón ( o en versión abulense de Jimena Blázquez)

Iniciativa legislativa popular

INICIATIVA LEGISLATIVA POPULAR



por la Agrupación de Independientes de Avila
independientesdeavila@yahoo.es

La iniciativa legislativa popular es al igual que el referéndum es en primer lugar un instrumento de oposición contra una mayoría política y las autoridades de las que se desconfía, en principio consiste en ofrecer al pueblo la posibilidad de presentar proposiciones de revisiones legislativas. Mientras el referéndum trata de mantener una situación a más bien que una situación no se salga de madre, la iniciativa legislativa popular trata de introducir un cambio en el dominio de la competencia de la autoridad elegida o mejor dicho del poder elegido. Si hubiera que usar la denominación extremo-oriental se podría decir que el referéndum es yin y la iniciativa legislativa es yang.

En algunas ocasiones es posible usar directamente el mecanismo del referéndum sin más, pero cuando los suizos ponen en marcha un proceso de iniciativa legislativa popular, que necesita el mismo porcentaje de firmas del cuerpo electoral que el referéndum y además está sometido igual que este a la posibilidad de hacer un contraproyecto simultáneo, es bastante corriente que tenga que refrendarse posteriormente dicha iniciativa con un referéndum. Es decir es muy habitual que las iniciativas legislativas populares estén seguidas de referéndum posterior.

Al igual que el referéndum la iniciativa popular legislativa helvética se desarrolló durante mucho tiempo como un uso o práctica que posteriormente encontró una plasmación legal cada vez más precisas. Por lo tanto no conviene sofocar la disertación con la milonga de que no está contemplado en el ordenamiento legal. La ley es la rígida plasmación final de algo más vivo que es el uso, el pacto y otras muchas figuras que conocen bien los tratadistas del derecho. La vieja sabiduría taoísta nos recuerda que el hombre en su rectitud originaria no precisaba de leyes y se olvidaba de que existían tales artificiosidades, solo cuando ocurren los conflictos, los desgarramientos y las desarmonías se encuentra con la necesidad de echar mano de ellas, para lo cual hay que procurar que en lo posible sean buenas leyes. Igualmente cuando los ciudadanos son buenos no precisan de partidos políticos que los representen, se supone que los engranajes administrativos –tales como los ayuntamientos – cumplen con normalidad las tareas administrativas asignadas y nadie se preocupa de esas tareas tan aburridas y rutinarias; lo malo es cuando surgen las discordias, las pretensiones de alcanzar la optimizad utópica, los delirios colosalistas y las partes enfrentadas, entonces surgen los partidos y sus ansias de dominar, entonces hay que poner coto a los partidos y sus ambiciones maléficas. El pueblo acudía antaño a la asamblea como medio de limar asperezas por medio de lo que se llama democracia directa; pero como al pueblo le dio por abarrotarse en insanas megápolis que hacen inviables una magna asamblea popular, debe dotarse entonces de herramientas como la iniciativa legislativa popular y el referéndum mecanismo de democracia semidirecta de las que el pueblo helvético nos ofrece unas lecciones elementales.

Nuestros mayores entendieron bien esos mecanismos elementales de convivencia política y así los abulenses del bajo medioevo crearon o mejor dicho practicaron la institución de la comunidad de ciudad y tierra abulense de la que era pieza básica el concejo abierto, mediante el que fue posible practicar una democracia de tipo directo, donde se daban costumbres tan atrasadas y bárbaras como elegir directamente las autoridades locales tales como jueces y alcaldes, sin echarse en manos de intermediarios ni organizaciones políticas, ni de expertos. El caso es que sucesivos enrarecimientos hicieron que poco apoco desapareciera aquella vieja institución y advinieron cacicatos y similares cada vez más feroces pero siempre camuflados con alguna intención honorable. La última versión de este progreso imparable consistió en un enquistamiento del poder municipal en único partido, que no partido único –eso fue la etapa inmediatamente anterior-, que al parecer se trata de la sacrosanta voluntad popular, Como dijo Don Benito Perez Galdós en sus Episodios Nacionales: “hay gustos que merecen palos”, y este es precisamente el caso abulense.

A pesar del vacío legal la práctica de una iniciativa legislativa popular es siempre posible mediante procedimientos tales como recogida de firmas, presentaciones en registro administrativo, listados en la prensa, documentos notariales, sin contar con la ayuda que pueden proporcionar el correo electrónico y los mensajes desde móviles y otros. Si no se ponen en práctica es más bien por abulia, desánimo y desgana.

Puede parecer que el derecho de iniciativa popular legislativa es algo moderno y que no existía en tiempos pasados, pero en realidad de una manera amplia comprende lo que antaño se denominaba mandato imperativo y el derecho de revocación.

Por el mandato imperativo las ciudades mandaban en el antiguo régimen sus procuradores acortes con un compromiso claro acerca del sentido de su voto, es decir una iniciativa popular donde las haya. En realidad la cosa no era tan fácil, puesto que los procuradores eran sometidos a toda clase de sobornos, chantajes, amenazas, vamos más o menos igual que hoy. En las cortes de Santiago convocadas en 1520 por Carlos V, los procuradores de la ciudad de Segovia cedieron a las proposiciones corruptoras de la autoridad real y votaron a favor de los servicios exigidos en contra del mandato explícito de los segovianos; a resultas de ello uno de los procuradores –Juan Vázquez de Espinar- no se atrevió a poner los pies en Segovia; otro procurador - Rodrigo de Tordesillas- fue ahorcado. Que duda cabe que este procedimiento es bastante efectivo, evita los engorrosos procedimientos de la democracia semidirecta y permite asustar a cualquier representante que actúe a espaldas de la voluntad popular.

El moderno derecho político y constitucional da libertad absoluta al representante político, que no queda atado a programa, promesas, ni pacto alguno con sus electores, salvo la confianza más o menos vaga que se deposite en el. Tanto es así que el viejo profesor antiguo Alcalde de Madrid –Enrique Tierno Galván – se le escapó aquel brutal y cínico exabrupto: “los programas se hacen para no cumplirlos” .Si hubiera existido la posibilidad de haberle aplicado el procedimiento sumario y breve aplicado a Rodrigo de Tordesillas en 1520, a buen seguro que el profesor se hubiera mordido la lengua. Sin esos instrumentos de oposición que son la iniciativa legislativa popular y el referéndum podrán existir toda clase de músicas celestiales pero nunca habrá garantías reales de que los políticos cumplan con su programa electoral, y además ambos instrumentos son menos traumáticos que la horca.

El derecho de revocación permite someter al voto del pueblo una iniciativa popular reclamando la destitución de autoridades tales como el parlamento, el consistorio municipal, el gobierno, y de una manera más general todas las autoridades elegidas por el pueblo, e incluso otras (funcionarios, jueces), fiscales).

La admisión de este derecho sería lo último que estarían dispuestos a admitir los actuales políticos españoles a los que constitucionalmente se les concede un amplio estatuto de irresponsabilidad; da igual gobierno que oposición, existe un implícito pacto de bandoleros, quiero decir de caballeros, que dice así:”hoy por mi mañana por ti”. Pero no solo los políticos; comoquiera que una buena proporción de estos últimos son funcionarios, no cabe esperar que sean imparciales con relación a la misión de los funcionarios, en virtud del mismo pacto anteriormente mencionado. Y no hablemos de la justicia, famoso poder independiente en teoría pero desde luego escasamente independientes de los partidos políticos. Probablemente derivan estas situaciones de esa dogmática doctrina democrático-liberal que asegura que el poder se divide a si mismo en tres partes independientes, es decir que el poder se constituye en poder contra si mismo y por eso se equilibra, no se sabe bien si en equilibrio estable, inestable o indiferente.

Muchas cuestiones planteadas acerca de la posible elección de tribunales e interventores de cuentas públicas, jueces, fiscales y otros servidores públicos cobrarían un sentido diferente si el derecho de revocación estuviera claramente asentado y reconocido. Elegidos o no la espada de Damocles pendería sobre ellos.

Por el momento solo cabe intentar la práctica y el uso con todos los obstáculos y amenazas que se opondrán a esos intentos.

martes, marzo 06, 2007

REFERENDUM

Los referéndum que se celebran por estos pagos son escasísimos y generalmente son meros trámites reglamentarios y no demandas de la voluntad popular, los últimos resultados en Cataluña y Andalucía prueban bastante bien esto último. Muy distinto del imperativo legal a cumplir en determinadas situaciones, hay otro concepto muy distinto del referéndum popular como instrumento de oposición contra una mayoría política y las autoridades de las que se desconfía, cuya utilización paradigmática por excelencia es la realizada en Suiza en los diversos escalones comunal, cantonal o confederal. El referéndum popular es un derecho gracias al cual el pueblo suizo tiene mucho menos que otros pueblos la impresión de que los poderes delegados a sus representantes elegidos se le escapan. Habida cuenta de que la representación es la mayor parte de los casos no es tal sino un enrarecido sofisma con el que se trata de encubrir un teatro de suplantación, no es nada raro que entre los españoles la sensación de que el poder, no ya es que se escape de las manos, sino que les es absolutamente ajeno es rotunda y total.

La realidad no es exactamente que los suizos tengan un gen especial que les condiciona con fatalidad biológica para la práctica del referéndum, su decantación legal ha tenido sucesivas etapas que fueron precedidas por un uso masivo y decisivo de peticiones que preludió la Regeneración. Muy al contrario que en Suiza se pudiera pensar que acaso los españoles tengan genes caciquiles, pucheriles, y dictatoriales, pero no, se trató más bien de unos usos perversos que en principio no tienen porqué transmitirse somáticamente de manera lamarckiana –esperemos-. No se diga pues que en España no está prevista en la ley la realización de consultas populares, y por lo tanto no se hacen: en Suiza tampoco había ley de referéndum en los comienzos, sencillamente se practicaba o se usaba, la regulación legal vino después.

Las últimas disposiciones legales suizas del año 2000 han fijado el nivel mínimo de recogidas de firmas para un referéndum en un 2,1%. La frecuencia de consultas populares helvéticas ha sido tanta que se aprovechaba muchas veces a la salida de los colegios electorales para recogida firmas para la próxima consulta. La introducción del voto por correspondencia en los años noventa parece que ha introducido dificultades suplementarias a la recogida de firmas. Es de suponer que la generalización de Internet en la actualidad pueda ayudar en un sentido favorable.

Como derecho de participación popular se denomina a veces un mecanismo de democracia semidirecta, claro que en cuanto instrumento de oposición lo menos que desean los partidos mayoritarios es precisamente la instauración de ese mecanismo de democracia semidirecta que es el referéndum popular, en principio bastante más incontrolable por los poderes establecidos que el raro referéndum reglamentario. En la Confederación Helvética es tan importante el refrendo popular en cualquiera de sus niveles que condiciona de manera decisiva el funcionamiento del ejecutivo; la posibilidad de que la oposición tenga capacidad de movilizar la opinión ciudadana con vistas a un referéndum en un tema concreto – muy diferente de los juegos de prestidigitación de una campaña electoral ordinaria- implica la necesidad de hacer y rehacer constantemente pactos de gobernación, lo que a menudo redunda en favor de don Juan pueblo. Porque, esa es otra, a todos los niveles los gobiernos helvéticos son colegiados, es decir que participan proporcionalmente a los organizaciones políticas en liza, y no solo eso sino que los cargos son rotativos, nada estridente desde el momento en que la responsabilidad es colegial, y la presidencia de los consejos también, habitualmente rotan anualmente por orden de antigüedad.

El derecho de referéndum popular tiene diversas modalidades, la más importante de las cuales es el referéndum financiero que somete a la decisión del pueblo los gastos públicos importantes; está también el referéndum contra el otorgamiento de concesiones, referéndum de revocación de un parlamento o asmblea , referéndum de revocación de un gobierno, o de una manera más general de cualquiera de las autoridades elegidas por el pueblo o de otros poderes (v.g. jueces).

Para dar una pequeña ilustración y tomando solo el cantón de Ginebra en el periodo de 1975 a 1980 hubo referéndum acerca de: crédito de participación cantonal en la construcción de autopistas, acerca de un crédito para el Palacio de Exposiciones, acerca de Impuestos sobre vehículos a motor y remolques, acerca de la concesión y utilización de un dominio público en la plaza de Cornavin, acerca de la subvención de cajas de enfermedad, acerca de una carretera nacional hasta la frontera francesa.

Todo esto recuerda claramente el caso abulense donde el ayuntamiento decide por su cuenta y riesgo subidas y bajadas de tributos, obras donde y cuando le place, tira edificios del patrimonio, edifica abortos al lado de joyas arquitectónicas del pasado y otras atrocidades. Y el buen pueblo no dice esta boca es mía, ni la oposición organiza fenomenales zapatiestas azuzando al primero a manifestar su opinión con recogidas de firmas y otras posibles trifulcas. Y no se diga que la ley no contempla la figura del referéndum en la ley de régimen local – tampoco estaba contemplada en la Suiza de hace 150 años ; con los medios hoy existentes se puede consultar perfectamente la opinión del vecindario eso no lo impide nadie, salvo la desidia, incuria y vagancia de los políticos y del propio pueblo: Una cosa es que en principio un referéndum popular no tenga una consideración legal vinculante y otra cosa muy distinta es que no se haga. Un referéndum con resultado adverso al gobierno puede que no importe mucho, pero si en vez de uno es una docena otro gallo nos cantara, las buenas prácticas valen más que las malas leyes. El uso y la costumbre es una de las fuentes de la ley, comiéncese con aquellas y ya acabarán decantándose en estas.

Otra cuestión acerca del referéndum que empezó siendo uso o práctica pero que acabó recogida en ley muchos años después, es el derecho a contra-propuesta, que incluye entre otros: la facultad de negociar los compromisos, modificar el proyecto del texto a refrendar y el derecho a desconvocar el referéndum en caso de satisfacción entre las partes. De manera que puede presentarse simultáneamente una propuesta de referéndum y una contra-proyecto, de manera que puede darse el caso de que aparecezcan al final dos proposiciones concurrentes. En Ávila se ha tenido la oportunidad de asomarse a estas cuestiones en los artículos periodísticos del abulense afincado en Ginebra Gaudencio Hernández

Cuesta imaginar un ayuntamiento de Ávila funcionando en régimen colegial, con los carguitos rotativos y el alcalde más rotativo todavía, y con el agua al cuello por si el pueble reclama refrendo de sus decisiones. Difícil imaginar el fin del eterno dominio de un solo partido, y de las quejas plañideras de la oposición acerca de la maldad infinita de esos eternos reaccionarios; obligados a mojarse todos en las tareas de gobierno con el riesgo de que los colegas del partido los llamen traidores; el cargo de alcalde no es prebenda y canonjía de la que disfrutar todo un periodo electoral, no es una especie de espada taurino con cartel y público entregado, sino mero testimonio honorífico anual de un consejo colegiado rector, entre cuyas obligaciones debería figurar sin dilaciones que en el ejercicio de su mandato llevara siempre consigo la vara de mando, ir vestido con capa castellana, faja morada y sombrero antiguo de campesino en el caso de ser hombre y sombrero campesino al estilo del valle Amblés , pendientes de plata, vistoso pañolón y falda recamada de lentejuelas en caso de ser mujer; no se arguya que a lo mejor le da vergüenza al máximo edil ir vestido de ese jaez , si se avergüenza de los símbolos avileses no debe siquiera intentar representarlos. Otrosí deberíase realizar un concejo abierto anual en recuerdo del viejo concejo de la comunidad de ciudad y tierra abulense presidido por el alcalde en sitios tale como el atrio porticado de San Vicente, galería porticada de la Iglesia de San Juan, patio delantero de la Iglesia de San Pedro, plaza de Santo Tomé el Viejo, a plaza de San Andrés, entre otros sitios posibles.

Es bastante cierto que el nuevo estilo de gobierno propugnado implicaría un duro golpe al divismo al estilo de artistas de revista de peluquería que exhibe tanto político o aspirante a tal por nuestros pagos; de vez en cuando surge algún pretendiente a genial gestor de la cosa pública, quien de tal talento presuma que lo pruebe en el foro del gobierno colegiado; magnífica sala donde exhibir la más fina esgrima política en directo, críticas y a ataques en vivo, argumentos y réplicas sin doblez, estocadas agudas, defensas en caliente, soluciones en frío.

lunes, marzo 05, 2007

REPRESENTACIÓN

por la Agrupación de Independientes de Avila (AIA)

independientesdeavila@yahoo.es




Otra vez elecciones, otra vez elección de representantes; pero ¿representantes de quien? la respuesta tópica y lábil es: representantes del pueblo, cosa que según las muy diferentes nociones de pueblo, de las que no es cuestión profundizar ahora, puede ser completamente incorrecta, por lo que es preferible decidirse por representantes de los electores.

Ahora bien lo más general que se puede hablar de la representación es que la representación es siempre una función, en otras palabras la representación es siempre funcional, no cabe en ese sentido representar en abstracto a un ser humano, que es justamente el significado implícito de los medios, con cargas emocionales de diversa intensidad según el lugar y el tiempo. Retrotrayéndose pues a la noción de función, cabe pues hablar de la función ciudadana del hombre más o menos reconocida potencialmente en su condición de elector, cuyo dominio de definición no contiene la humanidad total. Pero el estado democrático liberal cree en la posible la reducción total del ser humano a su condición de ciudadano y de elector, henos pues reducidos a la obviedad y trivialidad de una función identidad, el ciudadano elector es el ser humano en su totalidad, no quedan resquicios relevantes fuera de esa identidad trivial y reductora. Esa totalidad potencial atribuida al ciudadano es por otra parte un nulidad factual como bien decía Hegel: el todo es la nada. Esa totalidad del estado cuyo fundamento es el ciudadano, es nada para el ciudadano en cuestión, en otras palabras al ciudadano le importa un rábano esa imponente totalidad del estado. Es tan ajena a él que no duda en proyectar sus males sobre ese extraño y atribuirle cuando así lo crea toda clases de perversidades; en España cuna inveterada de toda clase de anarquismos se sabe un poco de eso.

Se podría pensar que lo local, el ayuntamiento, el cabildo, la diputación y otros organismos locales, son algo diferente de ese monstruo frío y total, pero no es así exactamente, la regulación local viene impuesta hoy día desde arriba, con ligeros recuerdos de prácticas de antaño pero nada más. Resumiendo con brevedad el ayuntamiento actual es el último y despreciado apéndice del omnipresente estado.

Una buena ilustración de esta situación la proporcionó en su día Salvador de Madariaga :

«No considero que el sufragio universal directo sea condición esencial ni del liberalismo ni de la democracia. Estimo que el sufragio universal directo no pasa de ser un mecanismo sociológico-político que cabe adoptar o rechazar sin tocar para nada a los principios. A mi ver, el sufragio universal directo sólo puede funcionar bien en comunidades pequeñas, y, por tanto, hay que limitarlo al Municipio Pero en cambio, este Municipio, hoy privado de vitalidad política por la centralización, debe asumir amplios poderes que hoy usurpa el Estado central y, en particular, la iniciativa en cuanto a los impuestos, de modo que los organismos más vastos, como la provincia, la región o el Estado federal, recibieran sus fondos del Municipio, y no como hoy, al revés. Los Municipios serían, pues, Estados casi soberanos, lo que sitúa la limitación del sufragio directo al Municipio en su verdadera perspectiva, ya que el ciudadano gana en poder de gestión inmediata casi todo lo que pierde en amplitud de ese voto teórico y más bien vacío que ejerce cada cinco años, y que apenas si consiste en otra cosa que el meter el boletín en una urna. Estimo también que la nación no es la suma aritmética de sus habitantes, sino la integración de sus instituciones y que, por consiguiente, los Municipios, una vez constituidos, no deben quedarse - como hoy sucede- al margen de la corriente vital que va del ciudadano al Estado federal. Porque hoy esta corriente los rodea y aísla de la vida nacional, reduciéndolos a la administración de tranvías y alcantarillas. Los individuos sueltos eligen hoy el Parlamento y el Gobierno sin consideración alguna para con el parecer municipal, parecer que en el plano de las instituciones políticas se me antoja más importante y más competente que el del individuo. Mi crítica apunta a la usurpación por los partidos de una función que en realidad incumbe a los Municipios. Los partidos son abstractos e ideológicos, mientras que los Municipios son concretos y empíricos. El ciudadano que viera limitado su sufragio al Municipio, puesto que éste quedaría elevado a una cuasi soberanía, tendría que aplicarse mucho más de lo que hoy hace para seguir de cerca la vida municipal. Si, para concretar, aplicásemos este sistema a España, los ciudadanos elegirían los concejos; éstos, los concejos de comarca; éstos, los doce Parlamentos' uno por cada región o país, y los doce Parlamentos elegirían un Senado nacional que se ocuparía tan sólo de los asuntos cuyo interés abarcase a la nación entera. No alcanzo a comprender por qué ha de escandalizar este esquema a los liberales demócratas. Por tanto, eliminaría los dos males más graves de que adolece el sistema actual: los «slogans» y el alto costo de las elecciones, que supeditan la vida política al dinero.

(diario “Excelsior” de Méjico 1958):

Así pues la antigua participación concejil castellana, foro singular de libertades forales, de dignidad y de orgullo se ha convertido en virtud del progreso de los tiempos en administrar unas migajas de lo que el estado se ha dignado dejar, que en lenguaje madariaguil se puede denominar : alcantarillas y tranvías –en Ávila de los Caballeros ni siquiera hay tranvías-, de caballeros a basureros y tranviarios-, que diría Don Diego de Bracamonte o el Rey Nalvillos de los modernos abulenses.

Ese apéndice burocrático que poco tiene que ver con los vecinos, salvo el inconveniente de pagar, contribuciones, ibis y desagradables multas resulta bastante incordiante. Aún recuerdo una conversación con un taxista que me trasladaba de la estación a casa, hablando de un genial anexo a los alcantarillas y tranvías, se trataba en aquella ocasión del monumental aparcamiento de debajo del paseo del Rastro, entonces sin los accesos peatonales previstos, sin facilidades para el acceso de autobuses, y sin el espacio de servicios previsto inicialmente en la terraza; decía el taxista : un alcalde lo hace mal, otro alcalde corrige peor, y el tercero remata en desastre había que colgarles a todos en las almenas de las murallas. La pataleta era fenomenal, pero no hay que engañarse seguro que ese taxista al final acababa votando a “los de siempre”, independientemente del disfraz de siglas de cada momento.

Llega un periodo de elecciones se supone que el ciudadano elector , fuente del poder soberano – la autoridad ya no se sabe hoy día en que consiste- , ejerce su función ciudadana y decide lo que quiere, eso al menos es la teoría. Pero la realidad es que el ciudadano no sabe que decidir, y no solo eso sino que de una forma general le importa bastante poco el monstruo estatal y no demasiado ese su apéndice ínfimo denominado municipio –tranvía, alcantarillas y cementerios se la traen al pairo- . No queriendo y no sabiendo ejercer su función difícilmente tiene sentido hablar de representar una función.

Entonces la realidad está preparada para una sesión teatral de gran calado, los partidos políticos –algunos autotitulándose incluso vanguardia del pueblo, otros partido de la libertad, otros partido de la justicia- deciden por su cuenta no representar una función exigida por los electores, que no existe, sino más bien suplantar la abulia, indecisión o ignorancia del elector e inventarse o fabular una especie de cometidos funcionales más o menos atractivos por sus etiquetas y rótulos que venden con mayor o peor fortuna a la masa electoral; invento o fábula según los casos que ni siquiera hacen los partidos sino más bien sus cúpulas. Así el día de la votación los electores –reinas por un día-, se deciden no por ejercer su función, que no la ejercen, ni tampoco por elegir sus representantes que difícilmente pueden representar una función que no se ejerce, sencillamente eligen ilusiones y señuelos. El simulacro teatral es total, electores que no ejercen su función, representantes de ninguna función, y espejismo ilusorio de realización de ambas vacuidades a la vez. Acabada la representación teatral el cuerpo electoral no tiene ya nada más que elegir, en realidad no ha elegido nada por si mismo, y si obedecer sin rechistar a sus denominados representantes que con un truco consentido pretenden llevar a cabo sus manejos diciendo que eso es lo que ha elegido el pueblo, en torpe confusión de elección con sugestión.

No fueron así las cosas en el pasado, los municipios eran la célula de los diversos reinos medievales españoles, en el caso castellano fueron más bien las comunidades de villa y tierra que comprendía un sistema organizado de villa con sexmos que englobaban aldeas y lugares de la tierra con sus correspondientes concejos y jurisdicciones escalonados y autónomos por sus fueros.

Como no es una cuestión demasiado conocida es conveniente reflexionar acerca de aquella institución tan castellana de la comunidad de villa y tierra, de la que fue ejemplo Ávila:

· Ocupaban un territorio, de extensión muy variable, sobre el que tenían soberanía libre de todo poder señorial.

· El poder de la comunidad emanaba del pueblo. Los órganos de gobierno, municipales y comuneros, eran en Castilla los concejos elegidos por todos los vecinos con casa puesta..

· El territorio de la Comunidad -excluido el de la Ciudad o Villa cabecera- solía llamarse la Tierra. Cuando ésta era muy grande se dividía en distritos que abarcaban varios pueblos, a los efectos de nombrar representantes en el Concejo de la Comunidad (en la de Ávila, estos distritos recibían el nombre de sexmos y sus representantes o procuradores el de sexmeros).

· Las comunidades tenían leyes y jurisdicción única para todo su territorio. Las Comunidades de Ciudad y Tierra, verdaderas repúblicas populares que dentro del reino de Castilla poseían los atributos de los estados autónomos de una federación, constituían los núcleos fundamentales de la estructura política y económica del estado castellano.

· Los municipios de la tierra disfrutaban de autonomía local. Los alcaldes y los demás funcionarios de la comunidad y sus municipios eran de elección democrática. Las asambleas populares solían celebrarse en los atrios exteriores de las iglesias, tan característicos de esta parte de España, que desempeñaban así una función civil, o en la plaza pública « estando ayuntados a campana repicada según lo habemos por uso e costumbre de nos ayuntar», dice textualmente un acta concejil.

· El concejo de la comunidad ejercía la función de medianero o derecho de dirimir contiendas entre ellos o entre vecinos de diferentes municipios,

· Los ciudadanos de las comunidades castellanas y aragonesas eran todos iguales ante la ley, sin distinciones por causa de linaje o riqueza ("el rico, como el alto, como el pobre, como el bajo, todos hayan un fuero e un coto", dice el Fuero de Sepúlveda). Restricción frecuente era que para ocupar algunos cargos del concejo -como el de capitán de milicias- había que ser caballero; pero en las viejas comunidades castellanas se entendía sencillamente por tal al que mantenía caballo con armas para la guerra.

· En los fueros de algunas comunidades aparece un señor -"Señor de la Villa"- funcionario que representaba al monarca en ejercicio de las facultades reales, en su origen muy limitadas, pues se reducían a estas cuatro: justicia (en grado supremo y con arreglo al fuero y las costumbres del lugar); moneda (común para todo el reino); fonsadera (o dirección de la guerra, a la que todas la comunidades contribuían economicamente y acudían con sus milicias, capitanes y pendones); y suos yantares (es decir, el mantenimiento por toda la federación de oficio y casa del rey).

· Los bosques, las aguas y los pastos -principales fuentes de producción en la economía del país- eran patrimonio de la comunidad. Con esta propiedad comunera coexistía la privada de las casas y tierras de labor. También era propiedad de la comunidad el subsuelo . Ciertas industrias de interés local (caleras, tejares, molinos, etcétera) eran con frecuencia propiedad de los municipios.

· Las comunidades poseían ejércitos con capitanes designados por el concejo, que seguían el pendón concejil y en caso de guerra se ponían a las órdenes del rey o persona que lo representara.

· Aspecto muy interesante de las comunidades castellanas era su laicismo, en el sentido de instituciones que apartan a la Iglesia de las actividades políticas, a la vez que la respetan en la esfera religiosa. Los clérigos -por fuero o por costumbre- no podían ocupar cargos en los concejos castellanos, ni comprar ni recibir tierras de los vecinos, lo que contrasta con el enorme político, económico y militar que los obispos y abades tenían en otros países de España y en toda la Europa feudal.

· Los concejos rechazaban los mandatos reales que estimaban contrarios a los fueros, de aquí la histórica frase castellana: «Las órdenes del rey son de acatar, pero no son de obedecer si son contra fuero» (pase foral)

· La suprema autoridad del estado castellano residía en el rey, que debía ejercerla con sujeción a los fueros. Era tal el prestigio popular de éstos, que todavía la palabra 'desafuero significa en el lenguaje llano acto contrario a la razón o a las buenas costumbres. La justicia correspondía al monarca, pero en suprema instancia y con arreglo a «fuero de la tierra». Los ciudadanos de las comunidades elegían sus autoridades judiciales y no se les podía obligar a comparecer ante los oficiales del rey sin haberlo hecho previamente ante sus propios alcaldes.

La verdad que eso de elegir anualmente el juez, alcalde y autoridades, -sin la mediación obligada de partidos-, disponer de la política exterior con otras comunidades, pase foral frente a la suprema autoridad real, jurisdicción propia, ejército propio, ser en definitiva una pequeña república era bastante más importante que las alcantarillas y tranvías actuales.

Parece todo demasiado bonito, sino fuera porque estas instituciones existieron en medio de una guerra plurisecular muy dura, nada raro pues que el absolutismo , invasor real o señorial , según los casos, liquidara poco a poco fueros y autonomías, fraccionando y reduciendo progresivamente las comunidades a municipios, sustituyendo la legislación foral por la real y otras invasiones de modernidad reductora absolutista. La guinda final fue el régimen liberal del XIX, que acabando con los residuos de antiguallas que aun subsistían como municipio forales, comunidades de villa y tierra y las mínimas autonomías y libertades que aún quedaban, se ascendió a toda aquella batahola de reliquias a la superior condición de apéndice del estado soberano dedicada a alcantarillas, tranvías, cementerios y basuras, vamos lo que en la doctrina filosófica hegeliana se llama realización del espíritu objetivo.

Es curioso que en una extensa Historia de Ávila , publicada por la Institución Cultural Duque de Alba de la Diputación de Ávila se pasa rápidamente sobre el régimen foral concejil de los siglos XI, XII Y XIII bajo la excusa de no disponer de documentos exhaustivos –entre ellos el fuero de Ávila-; trescientos años en blanco, justo los años de protagonismo popular; leyendo atentamente no es sencillo hacerse una idea de lo que fue la comunidad de Ávila. Se insiste mucho por el contrario sobre el final de ese régimen foral y comunitario, infinitas minucias sobre los posteriores linajes caballerescos de la nobleza local, los poderes del obispo y del cabildo con todos sus excesos y abusos. Del pueblo ni antes ni ahora se ocupa mucho nadie.

Se trata ahora por tanto de volver sino de asumir lo mejor del pasado abulense olvidado, intentar restaurar la función ciudadana popular con su concreción modesta y su limitación patente, algo que desde luego no es ninguna prioridad para el propio pueblo; una auténtica democracia de participación, que comprometa en la gestión de la cosa pública, exige poner al servicio del interés general un tiempo, esfuerzo e ilusiones que la inmensa mayoría de la gente prefiere hoy día dedicar a sus propios intereses y complacencias individuales; casi es preferible no mencionar la serie infinita de enredos: fútbol, telebasura, botellón, etc. . Los comienzos solo serán patrimonio de una minoría de resistentes.

En cualquier caso conviene protestar contra el intolerable espectáculo que se nos avecina con el pomposo título de campaña electoral; esa infame comedia bufa o pésimo esperpento que no llega ni a valleinclanesco en que partidos y partidillos pretenden suplantar, que no representar, la apatía e incuria del pueblo. Lo que entre otras cosas cada vez tiene menos justificación, los medios de comunicación y telecomunicación hacen cada día menos necesaria la función representativa convencional; si los partidos políticos pudieran hacer un pequeño resquicio – lo que es altamente dudoso – a sus ansias de poder y ventajas, tal vez pudieren reencontrar una nueva representación funcional para los intereses más alejados del ciudadano común y desde luego no el ámbito local de una pequeña ciudad.

Resistamos.