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jueves, enero 22, 2015

La Mancha, ¿esencia de Castilla? El caso de La Membrilla.

La Mancha, ¿esencia de Castilla?  El caso de La Membrilla.



 En la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos (Historia y Ciencias Auxiliares) de Febreo de 1904 apareció el artículo "El Itinerario de D. Fernando Colón y las Relaciones Topográficas", el cual plasma un viaje por ciertos lugares de la piel de toro. En ese momento la literatura de viajes era popular.

Ejemplar de la Revista
 
 
 
En su recorrido al pasar por la localidad de Membrilla , situado en el lugar que pueden ver:
 
 


el autor nos dice:







"Al quarto capitulo decimos que esta villa está en el reino de Toledo y su asiento es Mancha y es el primer pueblo del Campo de Montiel, viniendo de Toledo hacia el sol á medio día."
 


Es decir, no en Castilla sino en el Reino de Toledo, y dentro de el en La Mancha. Es hora ya de deshacer el embrollo existente entre Castilla y Toledo.

martes, abril 09, 2013

Los 3 Reinos (Castilla, León, Toledo)

 
Detalle de un mapa inglés de 1728, del cartógrafo Johann Baptiste Homann.

jueves, febrero 14, 2013

Definición de Castilla-La Mancha

(Nota de Breviario Castellano: La siguiente nota de prensa pertenece a la Comunión Tradicionalista. Sin entrar a valorar a esta organización, o sus planteamientos ideológicos, en ella se esconde una perfecta definición de lo que es Castilla-La Mancha. Parece que no somos los únicos que pensamos del mismo modo, aunque les duela a algunos.... La negrita es nuestra)

Madrid / Toledo, 10 febrero 2013, Domingo de Quincuagésima; Sta. Escolástica, virgen. El liberalismo vuelve por donde solía, y la corrupción e incompetencia del Partido Popular siguen creciendo. La actual Gauleiter de la denominada "comunidad autónoma de Castilla-La Mancha" (invento constitucional de 1978 confeccionado con retales de los reinos de Castilla, Toledo y Murcia), María Dolores Cospedal García (PP), se dispone a privatizar montes de utilidad pública. El Colegio de Ingenieros de Montes ha criticado el plan. Y lo ha hecho con una lección de historia: "Las desamortizaciones de la propiedad forestal en el siglo XIX tuvieron desastrosas consecuencias para nuestra naturaleza que aún hoy no hemos logrado reparar. Destruyeron cinco millones de hectáreas de capital natural".

jueves, enero 31, 2013

El Pavo de los Habsburger. Otra vez los 3 Reinos (León, Toledo y Castilla).

El “Habsburger Pfau” es una ilustración representando 81 escudos de los dominios de Carlos I. Fue pintada por un autor anónimo en Augsburgo en 1555 y pronto el archiduque Fernando II de Austria, sobrino de Carlos I, lo llevó a su residencia del castillo de Ambras, en Innsbruck. Allí reposó hasta que, un siglo después, el Emperador Leopoldo I se llevó la mayoría de documentos y colecciones del castillo de Ambras a Viena.

 
Con flechas Rojas podemos observar en este detalles, los escudos correspondientes a los Reinos de León, Toledo y Castilla.
 
 

martes, abril 06, 2010

Castilla y La Mancha (Comunidad Castellana 1981)

Castilla y La Mancha

Respuesta de Comunidad Castellana


Un “grupo de manchegos” nos distingue con una carta abierta, publicada en varios periódicos de la región, en la que manifiestan su desagrado porque en el órgano informativo de Comunidad Castellana han leído que La Mancha es una entidad diferente de Castilla.

Comunidad Castellana tiene un pensamiento acerca de España y de los pueblos que la integran y, por supuesto, acerca de Castilla. Se podrá estar o no de acuerdo con ese pensamiento, será acertado o no, pero en todo caso creemos que no da motivo razonable a que nadie se pueda sentir molesto u ofendido. Comunidad Castellana se caracteriza por su sincero respeto a los criterios de los demás. Y, muy singularmente, por sus sentimientos de afecto y solidaridad hacia todos los pueblos que constituyen España, es decir la patria común de todos los españoles.

La confusión de nuestros comunicantes deriva, una vez más, de una errónea identificación de Castilla con el Estado o corona de “Castilla y León”. Paralelamente al caso de la otra corona española, el reino de-Aragón o confederación catalano-aragonesa, la titulada corona de Castilla no era un ente unitario, sino un conjunto de reinos, países o regiones: León, Galicia, Castilla, Toledo, Córdoba, Sevilla, Jaén, Murcia...

En los tiempos que vivimos, es decir, en la era del regionalismo -fenómeno vigente en toda Europa- no se trata del resurgimiento de los estados de la Edad Media. Los antiguos estados convergieron y desembocaron en el actual Estado español. Se trata de la recuperación de las regiones o pueblos que permanecen bajo las estructuras de poder. Castilla es una de esas regiones. Otra es el reino de Toledo, o País Toledano, del que La Mancha es una de sus comarcas más extensas y caracterizadas. Alfonso VI, como saben nuestros comunicantes, se titula rey de León, de Castilla y de Toledo.

El País Toledano es una entidad histórica, ciertamente ilustre, con personalidad propia, diferente de la de Castilla. (Se entiende de la Castilla-región o pueblo; no de la Corona de Castilla; como Cataluña por ejemplo, aunque históricamente integrante del reino de Aragón, no es aragonesa»).

La formación 'histórica y cultural de Toledo y La Mancha, su repoblación, sus estructuras sociales y económicas, difieren radicalmente de las de Castilla. No es este, sin duda, el lugar y momento de mayores ampliaciones.

Es cierto, como nos dicen, que en La Mancha se habla el castellano; como también en Murcia, en Canarias o en el Perú. Países que pertenecieron a la corona de Castilla, que por ello fueron políticamente castellanos», pero que hoy, obviamente, son murcianos, canarios o peruanos.

Por lo demás, es evidente que la condición de manchego es tan honrosa como la de castellano. Y la existencia de una identidad manchega no es que la mantenga Comunidad Castellana, sino que la proclaman, por ejemplo, entidades culturales de La Mancha como el ,Movimiento autonomista popular manchego (Puertollano) o la Asociación cultural manchega (Ciudad Real).

Fraternalmente, en el marco de una honda solidaridad española, pero sin las resonancias imperiales de una falsa idea de Castilla, deseamos todo lo mejor al noble y apreciado pueblo de La Mancha. Y saludamos muy atentamente a nuestros comunicantes.

COMUNIDAD CASTELLANA

Informativo Castilla nº 12 febrero marzo 1981

miércoles, marzo 26, 2008

Escudos de los Reinos de Castilla, León y Toledo








Por su interés reproduccimos la siguiente entrada del blog de Ricardo Chao: "Corazón de León", que se encuentra en: http://corazonleon.blogspot.com/


"un cuadro que representa la apoteosis de Carlos I de España y V de Alemania, y que me facilitó el mencionado José Manuel Díez. Cada país aparece personificado en una mujer. En el caso de España (o Hispania), el primer escudo es el de Castilla, el segundo el de León, el tercero el de Aragón, 4º Navarra, 5º Granada, etc. Desconozco el título y el autor. Os dejo la vista general, y otra con el detalle de los escudos, con el de León resaltado."

[NOTA DE BREVIARIO CASTELLANO: Debajo de las barras aragonesas, está situado el del Reino de Toledo]

miércoles, noviembre 08, 2006

Para una historia del regionalismo manchego:la bandera y el himno de la Mancha (Francisco Fuster Ruiz)

PARA UNA HISTORIA DEL REGIONALISMO MANCHEGO: LA BANDERA Y EL HIMNO DE LA MANCHA

Por Francisco FUSTER RUIZ (de la Revista Al-Basit)

En la Mancha (considerando incluidas en esta región a las cuatro pro­vincias de Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Toledo) ha existido históri­camente un movimiento regionalista de cierta importancia. Esta es la conclusión provisional que puede sacarse de una investigación histórica sobre el regionalismo, que el autor de este trabajo empezó aproximada­mente hace un año y que aún no ha concluido. Corno la fase de redacción de dicho estudio aún está lejana, hemos considerado necesario adelantar la publicación de algunos de los descubrimientos. Y entre ellos, ninguno más popularmente interesante que el de los símbolos regionales: la ban­dera y el himno de la Mancha.

Estudiemos pormenorizadamente los avatares históricos por los que ha ido pasando la bandera manchega, para lo cual tenemos que dar tam­bién un repaso a la actuación de una sociedad madrileña, el Centro Re­gional Manchego, que desde 1906 se constituyó en el verdadero adalid de nuestro regionalismo.

Según Daniel Bascuñana Charfolé, uno de sus primitivos fundadores, la idea primordial de la creación del Centro Regional Manchego fue que constituyera "una especie de Cámara Regional y tuviera viso de Consulado de la Mancha en Madríd", como un órgano de gestión colec­tivo de las aspiraciones y necesidades de las provincias y localidades manchegas frente a la Administración Central. (1)
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(1) BASCUÑANA CHARFOLE, Daniel: ¿Qué fue de aquella bandera? (Vida Man­chega, Ciudad Real, 26 junio 1913).
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En este sentido, en el artículo 1° de su Reglamento, el Centro se auto­calificaba como "la más genuina representación regional" y entre sus as­piraciones estaba la de fomentar la conciencia regionalista de la Mancha, estrechando "los lazos de solidaridad entre las cuatro provincias de Al­bacete, Ciudad Real , Cuenca y Toledo". (2)

Para intentar esa aspiración suprema de que el Centro Regional Man­chego fuera un verdadero órgano de gestión colectivo de los problemas manchegos frente a la Administración Pública, se inició una campaña propagandística por todo el territorio, a fin de conseguir la formación de diversas Juntas Locales en las poblaciones más importantes de la re­gión. El Centro se encargaría de atender y gestionar las peticiones y re­clamaciones que formulasen estas Comisiones o Juntas locales, en de­fensa de los intereses morales y materiales de la Mancha.

El 22 de agosto de 1906, primer año de la existencia del Centro Re­gional Manchego, la directiva del mismo aprobó una circular con instruc­ciones para la formación de las Juntas locales ya mencionadas. Entre es­ta fecha y el 10 de septiembre del mismo año (en que fue publicada una información en el periódico La Voz de la Mancha) se exhibió por vez primera la bandera regional, en un mítin propagandista celebrado en Daimiel por el Centro Regional Manchego.

La bandera, según parece, había sido creada y confeccionada en Dai­miel, por un grupo de simpatizantes regionalistas de aquella ciudad. A la terminación del acto, multitudinario según las informaciones que se con­servan, en el que se vió manifiestamente "el criterio favorable y entusiás­tico del pueblo hacia la redentora obra de levantar el espíritu regional", se "impuso a la bandera una preciosa corbata, regalada por el Centro Manchego, solemnizando este momento los acordes del himno nacio­nal". (3)

La idea de los organizadores del acto regionalista es que la bandera exhibida en Daimiel constituyera desde entonces el símbolo representa­tivo de la región manchega. Sin embargo los creadores de la idea tuvieron
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(2) REGLAMENTO del Centro Regional Manchego, aprobado por el Excmo. Sr. Gobernador civil de esta provincia en 14 Marzo 1906. Madrid, Imprenta Emilio González, 1906, págs. 3-4.
(3) MAJAN PINILLA, A.: ¿Qué fue de aquella bandera? (Vida Manchega, 31 julio 1913).
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un fallo. Si hubieran regalado la bandera al Centro Regional Manchego, éste la habría desplegado desde entonces en sus mítines regionalistas por todas las poblaciones de la Mancha, y la enseña hubiera acabado por gozar del fervor popular, multiplicándose copias de la misma por toda la región. Sin embargo a nadie del Centro se le ocurrió realizar otro y el úni­co ejemplar existente se quedó en Daimiel, donde al cabo de los años fue casi totalmente olvidado.

El tema surgió de nuevo entre junio y julio de 1913, en el semanario de Ciudad Real Vida Manchega, donde Bascuñana Charfolé suscitó una campaña, preguntando públicamente a los regionalistas de Daimiel "¿Qué fue de aquella bandera?"

En esos pocos años que mediaban entre 1906 y 1913, decía, "la apa­tía manchega, la abulia de las llanuras, la execrable pasividad regional", había hecho olvidar a los manchegos la existencia de su enseña regional. "Y yo insisto - ¿no he de insistir? - en saber qué fue de aquella bande­ra, y qué inspiró a la culta Ciudad para que mereciera tremolarse; y qué ha ocurrido después que justifique el arrinconamiento, acaso el destro­zo, para usos domésticos, de aquellos simbólicos percales." (4)

Los siguientes párrafos de Bascuñana Charfolé son un cántico deses­perado hacia el resurgimiento del regionalismo manchego, simbolizado en su olvidada bandera:
"Y por si acaso aquella bandera ya no existiera, yo pregunto a mis conterráneos: ¿Interesa el tema de la bandera a los regionales de la Man­cha? ¿Quieren sólo imitar los manchegos a otras regiones españolas que tienen bandera y la adoran. . ., y ti la enaltecen? ¿Sí? Pues vengan plu­mas animosas a la palestra; vengan ímpetus patriotas contra el Centra­lismo que malversó nuestro riquísimo imperio colonial, que puso sordi­na a los gritos del tesoro nacional, que tiene comprometido nuestro cré­dito mundial y acaso nuestra nacionalidad para fecha más o menos re­mota. . ."

"Bajo nuestra bandera cabe el Rey. ¿Cómo no? Bajo nuestra bande­ra, España, federada e indivisible, acaso logre regenerarse... Nuestra bandera tiene ya un himno. Y de nuestra bandera serán fieles prosélitos todos los manchegos honrados de verdad y conscientes patriotas sin fal­sía. Nuestra bandera debiera llegar a ser el terror del caciquismo; ¿qué
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(4) BASCUÑANA CHARFOLE, op. cit.
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mayor gloria para los prosélitos de la bandera?"

"Pero si el tema de la bandera regional no tuviera ambiente en las comarcas españolas, ¡desdichado país!, porque el Centralismo acabaría de descuartizar y arrojar a la jauría imperialista de la vieja y podrida Euro­pa lo que nos queda de LAS ESPAÑAS de Carlos V y Felipe IV' (4)

La contestación a estas preguntas apasionadas fue publicada un mes más tarde en el mismo semanario Vida Manchega, bajo la firma de A. Maján Pinilla, Maestro Nacional de 11 Enseñanza de Daimiel, quien afir­maba que la bandera regional de la Mancha no había sido olvidada. Y como prueba citaba una composición literaria de la que era autor, titulada Gloria a Cervantes (publicada también en Vida Manchega, el 13 de febrero de 1913), en la cual se veían "abrazadas cual madre e hija las banderas Nacional y Regional que con el escudo de Daimiel orgullosa­mente cobijan a los inmortales personajes que la fecunda mente del man­co de Lepanto creara y cuyo busto rodean".

Pero, añadía, lo de menos es que la bandera regional se haya o no olvidado: "El espíritu regional se hace forjando ciudadanos conscientes, modelando su psicología en el mútuo y estricto cumplimiento de dere­chos y deberes a fin de que surjan esforzados varones honrados y dignos, que arrancando de raiz ese cáncer social llamado CACIQUISMO, vergüen­za del siglo XX y causa inmediata de nuestras desdichas, den a la nación días de paz, de gloria y de engrandecimiento. No se fomenta el patrio­tismo izando divisas y ostentando enseñas; guárdense para cuando los portadores de ellas sepan darles el valor y la trascendencia encarnados en los emblemas representativos de región y patria." (5)

Entre las causas esterilizadoras del movimiento regionalista manche­go, había una muy importante: las crisis internas del verdadero adalid de la idea, del Centro Regional Manchego.
El éxito primitivo de la sociedad había sido total. Cerca de tres mil socios se inscribieron en los primeros años. Según una información de prensa, "personas de todas las condiciones sociales, en las que abundaba un número considerable de representaciones parlamentarias de la Man­cha, vinieron a inscribirse en las listas del Centro. Desde las más altas je­
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(4) BASCUÑANA CHARFOLE, op. cit.
(4) MAJAN PINILLA, op. cit.
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rarquías de la milicia, hasta simples soldados rasos. . ." El albaceteño ge­neral Ochando fue el primer Presidente del Centro Regional Manchego.(6) Pero la misma dinámica democrática del Centro fue su perdición. Sus creadores habían intentado que fuera "un Comité de acción ince­sante" regionalista, "la más genuina representación regional", un verda­dero adalid del regionalismo manchego. Y las primeras Juntas Directi­vas, en que esta idea imperaba sobre todas las demás, tuvieron, demo­cráticamente, que dejar paso a otras menos entusiastas con la idea del regionalismo y, al final, como decía amargamente Bascuñana Charfolé, "los fines del Centro Regional Manchego fuelbn secuestrados y desna­turalizados por el Centralismo y sus secuaces". (7) Ante ello, los primi­tivos socios fundadores abandonaron casi en masa la sociedad, y en los diez primeros años de su existencia el Centro estuvo constantemente "sorteando obstáculos y dificultades, en tal número que las Juntas Di­rectivas, en varios años, pensaron más de una vez si había llegado el caso de renunciar a que en Madrid existiera un hogar que era la prolongación, a la vez, del siempre bien amado suelo manchego." (8)

Todas estas crisis se resolvieron hacia 1910, en que tomó la presiden­cia del Centro don Tomás Romero, quien, con ayuda de una Junta Di­rectiva entusiasta, dió un nuevo giro a la sociedad. El primitivo local de la calle de la Bolsa número Ib fue dedicado totalmente a los fines didác­ticos del Centro (se daban clases gratuítas de cerca de treinta asignaturas) y la nueva sede, en la calle del Príncipe número 12, principal, se dedicó a los restantes fines sociales. Entre sus dependencias destacaban un gran salón de actos y otro para reuniones de las comisiones oficiales o priva­das (Ayuntamientos, Diputaciones, Cámaras de Comercio, agricultores, viticultores, etc. ) que llegasen a Madrid a iniciar cualquier gestión en provecho de los intereses manchegos. El Centro no sólo ponía a su dis­posición estos locales, sino también los empleados y elementos informa­tivos de todas clases que pudieran facilitar su gestión en Madrid. (8) En
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(6) HERNÁNDEZ BORONDO, Francism: El Centro RegionalManchego deMadrid. Su pasado, su presente y su porvenir. (Vida Manchega, 25 mayo 1916).
(7) BASCUÑANA CHARFOLE, op. cit.
(8) HERNÁNDEZ BORONDO, op. cit.
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mayo de 1918 (aunque definitivamente no sería hasta diciembre) se creó una filial del Centro, la Juventud Central Manchega, con domicilio en la calle de la Cruz números 5 y 7, con el fin de agrupar las actividades de todos los jóvenes manchegos residentes en la capital de España. (9)
Con todo ello, no cabe duda que el CentroRegional Manchego fue una sociedad modelo entre las de su género, y que cumplió espléndida­mente todos los fines para los que había sido creada. Y si no pudo lo­grar mucho en pro del movimiento regionalista manchego no fue por su culpa, sino por aquellas razones de "pasividad regional, de abulia de las llanuras, de apatía manchega" que ya indicaban los escritores regiona­listas de 1913, y que eran privativas de todos los hombres de la Mancha y no sólo de los que habían trasladado su residencia a Madrid.

A raiz de la polémica de 1913, el tema de la bandera de la Mancha volvió a cobrar actualidad, aunque no sabemos si llegaron a realizarse ejemplares de la enseña y que fueran exhibidos en Madrid o en algún punto del territorio de la región manchega. Posiblemente, tanto la ban­dera como el mismo regionalismo manchego, salieran perjudicados con la polémica entablada en 1914 y 1915 entre los partidarios de la Manco­munidad Castellana y los de la Mancomunidad Manchega; polémica es­téril y negativa pues el resultado de la misma fue que ninguna de las posibles Mancomunidades se llevara a efecto. Aunque está claro que las provincias manchegas no querían formar parte de la Mancomunidad Castellana porque se sentían completamente diferentes de Castilla, e in­cluso algunos escritores regionalistas nos hablan de la Mancha como re­gión diferenciada incluso de la misma Castilla la Nueva. De todas formas, no podemos afirmar tajantemente que en estos años la bandera manche­ga no fuera izada solemnemente en la región. Nuestra investigación do­cumental y bibliográfica aún no ha terminado, y por otro lado se hace muy difícil - por no decir imposible - por la casi total desaparición de colecciones de periódicos antiguos de la Mancha, principalmente en Cuen­ca y Ciudad Real.

Por fin volvemos a encontrar referencias interesantes a la bandera manchega a finales de 1918, y esta vez las protagonistas de la resurrec­ción del tema son un grupo de señoritas de Albacete, a quienes la histo­

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(9) JUVENTUD Central Manchega. .4 las hijos de la región. (Vida Manchega, 25 agosto 1918).
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ria había reservado el honroso privilegio de convertirse en las `Marianas Pinedas" de la Mancha.
En diciembre de 1918, un grupo de alumnas de la Escuela Normal de Maestras de Albacete, acompañadas de sus profesoras, realizó un via­je de estudios por Toledo y Madrid. Después de las correspondientes vi­sitas a los museos y monumentos artísticos, el Centro Regional Manche­go tuvo la gentileza de realizar un acto social en su honor. Al final de la velada, el Senador del Reino don Vicente Buendía, Presidente del Centro, pronunció unas palabras de salutación que fueron coreadas con vivas a Albacete, a la Mancha y a España. Habló también el Presidente de la co­misión organizadora de la Juventud Central Manchega, don Francisco Hernández Borondo, y, finalmente, la profesora de la Normal de Maes­tras de Albacete, doña Pilar Bris, en nombre de sus compañeras y alum­nas, para agradecer el agasajo y ofrecer que en la Escuela se bordaría la bandera regional, para que sirviera de enseña de las proyectadas juventu­des. "Con lo cual - dice el cronista del acto --- se desbordó el entusias­mo (... ) por el ofrecimiento y por el acta de afirmación manchega que su realización originará". (10)

El ofrecimiento de las alumnas de la Normal de Albacete de confec­cionar inmediatamente una bandera de la Mancha venia muy oportuna­mente, ya que en esos días se estaban germinando actitudes regionalistas muy profundas. El 15 de diciembre de 1918 se constituía definitiva­mente la Juventud Central Manchega, que aglutinaba a todos los jóvenes de la región que estaban estudiando en Madrid. Y el 19 de enero de 1919 se celebraba, con el salón de actos del Centro Regional rebosante, una "Asamblea Magna" de la Juventud Central Manchega en la que los diferentes oradores propusieron que se pidiera a las Diputaciones pro­vinciales de Ciudad Real, Cuenca y Toledo que desecharan cualquier inteligencia con Castilla y que, por el contrario, "se pusieran de acuerdo con su hermana la de Albacete" para llevar a efecto una Mancomunidad Manchega, "formando una región político-administrativa con carácter propio". (11)

Todos los oradores estuvieron de acuerdo con la inclusión de Alba­cete en esta región, y los que hablaron en representación de Ciudad Real,
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(10) SERRANO, Marino: Las nomratistas de Albacete en Madrid. (Defensor de Albacete, 8 enero 1919).
(11) S(ERRANO), M(arino): La Juventud Central Manchega. (Defensor de Alba­cete, 21 enero 1919).
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Cuenca y Toledo hicieron manifestaciones de cariño hacia Albacete, de quien sus provincias se sentían "hermanas incondicionales". Los repre­sentantes albaceteños dieron las gracias por la adhesión de su provincia y ensalzaron el ideal regionalista manchego de Albacete por su posición geográfica, por sus caracteres y por sus costumbres. La región manche­ga --- dijo uno de ellos, Marino Serrano - "ha existido y existirá siempre, a pesar de las artificiosas divisiones llevadas a cabo en el transcurso de la historia". (1 1).

La pujanza del regionalismo manchego y su impulso a través de la representación regional madrileña se hizo palpable también, por estas fechas (febrero de 1919), con la aparición de Ecos de las provincias, re­vista quincenal ilustrada, defensora de los intereses de la región manche­ga y órgano oficial del Centro Regional Manchego. (12) El título del periódico, que dirigía el líder de la Juventud Central Manchega Francis­co Hernández Borondo, fue cambiado enseguida por el de Ecos de la Mancha, de mayor impacto regionalista. (13) Unos años más tarde, ha­cia junio de 1922, el Centro Regional Manchego editaría, también en Madrid, otra interesante revista, La Mancha Agrícola e Industrial. (14) ¡Lástima que no hayamos encontrado ninguna colección de estos pe­riódicos, que nos podrían indicar cosas muy interesantes sobre la bande­ra y sobre el regionalismo manchego!

Mientras tanto, en la Escuela Normal de Maestras de Albacete, curm­pliendo la promesa ofrecida, se trabajaba intensamente en la confección de la bandera de la Mancha. El equipo estaba dirigido por la profesora de labores, doña Angeles Miranda e integrado por sus alumnas las seño­ritas Manuela Bullón, Dolores Palomares, Adilia Massó, Conchita Bello, Ana Pérez, Pilar Jimenez y Julita Fresno. (15)

Todos los intentos de localizar a estas indudables protagonistas de
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(12) REVISTA regional (Defensor de Albacete, 26 febrero 1919).
(13) Hay referencias a Ecos de la Mancha en Defensor de Albacete (27 agosto 1919) y Vida Manchega (5 noviembre 1919).
(14) Referencias a este periódico hay en La Voz del Distrito, Casas lbañez (18 agosto 1922) y La Lucha, Albacete (23 agosto 1922).
(15) LA BANDERA MANCHEGA. (Vida Manchega, 5 septiembre 1919).
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nuestra historia regional han sido en vano. Al parecer todas ellas han fa­llecido ya, desgraciadamente, y no pueden servirnos de fuente oral in­teresantísima. Tan sólo los hijos de doña Angeles Miranda conservan unas fotos del acto de entrega de la bandera que nos han sido de impor­tancia vital a la hora de determinar algunos detalles fundamentales de la misma. Igualmente nos han sido muy valiosas las observaciones técnicas del gran fotógrafo albaceteño don Jaime Belda, que nos han servido pa­ra poder identificar los colores, teniendo en cuenta las características de las películas de blanco y negro de aquella época.

El ejemplar de la bandera que elaboraron las señoritas albacetenses era de gran tamaño (16). La enseña se dividía en cuatro cuarteles, con los colores negro, rojo, azul y blanco, que pertenecen respectívamente a Toledo, Cuenca, Ciudad Real y Albacete, y en el centro, bordado en oro, plata, sedas, perlas y piedras, aparecía un gran-escudo de España. En la parte superior del asta pendía también una corbata de seda con los colores nacionales. (17)

Los colores representan los fondos de los escudos de las capitales de las cuatro provincias manchegas. En cuanto al escudo nacional corres­ponde al del rey Alfonso XIII, con el Toison de Oro y los escudos de los estados europeos que figuraban entre sus títulos. Afortunadamente, ya sea por iniciativa de la profesora doña Angeles Miranda, o porque había sido cambiada anteriormente, la bandera ya no era exactamente igual a la exhibida en Daimiel, donde en el cuartel correspondiente figuraba también el escudo de la capital de provincia respectiva. (18) Aquello era dar un abigarramiento excesivo a la enseña, ya que cada provincia quedaba suficientemente representada con el color que se le asignaba. Por otro lado el escudo nacional en el centro, además de darle una gran armonía estética, servía simbólicamente para reflejar el espíritu de la idea regionalista que se propugnaba: unas provincias manchegas unidas, pero formando parte inseparable de la unidad de la nación española.
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(16) Estudiando las proporciones lógicas con las personas que aparecen en las foto­grafías, el profesor de dibujo don José García García, a quien agradezco pú - blicamente su valiosa ayuda técnica, le calcula unas dimensiones de 2,40 metros de largo por 1,60 de ancho.
(17) Vida Manchega, 5 septiembre 1919.
(18) ¿QUE, fue de aquella bandera? (Vida Manchega, 5 junio 1913).
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En cuanto al órden de colocación de los colores, en un principio tu­vimos serias dudas. Estaban claros los dos de abajo, azul y blanco, pero dudábamos con los de arriba, ya que en las reproducciones en blanco y negro que nos han llegado, ambos colores, el negro y el rojo, aparecían totalmente en negro. Finalmente, con ayuda de las fotografías origina­les, llegamos a la conclusión de que primero sería el negro y después el rojo, comparando detalles de intensidad con la corbata roja y gualda que pendía del asta.

Posiblemente, aunque la confección de la bandera fue realizada gra­tuítamente en la Escuela, los gastos de material, que debieron ser consi­derables, correrían a cargo del Centro Regional Manchego, a quien se destinaba el ejemplar. Ello explica que, entre las cuentas de material de la Escuela Normal de Maestras de Albacete, que hemos consultado en su Archivo, no figure ninguna partida referente a esas sedas, perlas, piedras e hilos de oro y plata que fueron utilizados. ¡Y los presupuestos de nuestro centro decente no eran tan cuantiosos y complicados como pa­ra que un gasto de esta índole quedara olvidado!

El 14 de junio de 1919, en el Teatro Cervantes de Albacete, se hizo entrega solemne de la bandera de la Mancha a los directivos del Centro Regional Manchego, que se desplazaron para este objeto a nuestra ciu­dad_ El acto, según la prensa, constituyó "una hermosa fiesta de solida­ridad regional... Una prueba indiscutible y patente de los estrechos la­zos de afecto y simpatía que unen a las provincias de Cuenca, Toledo, Ciudad Real y Albacete". Entre la representación del Centro Regional Manchego se encontraban los albaceteños don Gabriel Navarro Brú y don Antonio Gotor Cuartero, quienes, junto a la profesora de la Escue­la Normal, doña Josefa Coleto, pronunciaron elocuentes discursos en el acto de solidaridad y afirmación regional que estaban protagonizando las maestras de Albacete. (19)

Los directivos del Centro Regional Manchego debieron sentirse en­tusiasmados con el magnífico ejemplar de la bandera que recibían. Has­ta tal punto que, inmediatamente, a través de su órgano de expresión, Ecos de la Mancha, solicitaron de la prensa de las provincias de Albace­te, Ciudad Real, Cuenca y Toledo la cooperación necesaria para organi­
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(19) Defensor de Albacete (14 y 16 junio 1919) y Vida Manchega (20 junio 1919).
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zar en Madrid una "Fiesta de la Bandera" en la que se reunieran en asam­blea todos los manchegos que pudieran, Ayuntamientos, Corporaciones, Círculos, Sociedades y otras entidades de la región. "En este acto - se decía - podrían echarse los cimientos de la Mancomunidad Manchega y organizarse en Madrid una Exposición de Productos Manchegos". Sin embargo, a pesar de que su iniciativa recibió el aliento de muchos perió­dicos de la región, entre ellos La Voz del Distrito, de Casas Ibañez, De­fensor de Albacete y Vida Manchega, en noviembre de 1919 aún no se había podido celebrar la Fiesta de la Bandera ni la Exposición de pro­ductos manchegos en Madrid. (20)

La Fiesta de la Bandera no sabemos si llegaría a realizarse alguna vez. En cuanto a la Exposición Regional de Productos Manchegos se celebró por primera vez en Ciudad Real a finales de agosto o principios de sep­tiembre de 1919. Según las informaciones de prensa, por la premura de tiempo en su organización, las restantes provincias (Albacete, Cuenca y Toledo) apenas sí pudieron enviar sus productos. Al acto inaugural de esta Exposición acudieron todas las autoridades civiles, militares y reli­giosas de la provincia de Ciudad Real y una comisión del Centro Regio­nal Manchego, que se desplazó desde Madrid con la bandera de la Man­cha, que fue desplegada solemnemente, figurando en todas las fotogra­fías que se publicaron del acto. (21)
No sabemos cuándo se perdió la bandera, ni cuando llegó a borrarse incluso de la memoria de las gentes. Durante la Dictadura de Primo de Rivera el Centro Regional Manchego fue clausurado, igual que otras mu­chas sociedades regionalistas de toda España. En 1931 aparece una Casa de la Mancha en Madrid, con domicilio distinto al del Centro Regional Manchego. Esta nueva sociedad, que posiblemente no heredara ni el Ar­chivo ni las pertenencias de la anterior, sería nuevamente disuelta en 1936, con los avatares de la guerra civil. Por fin, en 1951 se establecía la actual Casa de la Mancha, donde tampoco se conservan los archivos ni las pertenencias de las sociedades regionales que le precedieron. (22)
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(20) SOLIDARIDAD Manchega (Defensor de Albacete, 27 agosto 1919) y LA
FIESTA de la Bandera (Vida Manchega, 5 noviembre 1919). (21) LA EXPOSICIONRegional (Vida Manchega, 5 septiembre 1919).
(22) "CASA de la Mancha" de Madrid. Reglamento. Madrid, 1951. - En conversa­ción con el actual Presidente de la Casa de la Mancha, don José López Martí­nez, me indicó que allí no se guardan archivos anteriores a 1951 y que deseo­cía totalmente la existencia de la bandera y del himno, e incluso del histórico Centro Regional Manchego.
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22
¿Cuándo se perdió la bandera? Posiblemente cuando la disolución del Centro Regional Manchego. El artículo 41 de su Reglamento especi­ficaba que en caso de disolución, "su haber íntegro se distribuiría entre los establecimientos benéficos de las cuatro provincias y los manchegos pobres residentes en Madrid, a cuyo fin se harán cinco partes iguales." 'Pero no se determinaba nada respecto a los enseres y al Archivo. Todo aquello que pudiera convertirse en dinero, por supuesto, sería vendido o subastado, o distribuido entre los establecimientos benéficos d"s pro­vincias. Al Archivo, como siempre suele suceder, no se le concedería el más mínimo valor y acabaría en un trapero o en manos de algún socio curioso o erudito. Cualquiera de estas posibilidades últimas sería el des­tino final de la bandera de la Mancha. Aunque lo más lógico es pensar que el artístico escudo de la Monarquía, donde estaban las perlas y pie­dras, tal vez recortado del resto de la bandera, sí sería aprovechado.

Digamos algo también sobre el himno de la Mancha. Ya vimos que, en 1913, Bascuñana Charfolé, al hacer el apasionado panegórico de la enseña manchega, nos decía: "Nuestra bandera tiene ya un himno". (23) ¿Qué himno sería aquel? Porque unos años más tarde, el 20 de marzo de 1919, en la revista Vida Manchega se publica la versión para piano de un himno a la Mancha, música del maestro Segura y letra de Martín Ra­males. Y unos años más tarde, hacia 1927, se divulga una versión mejo­rada de la letra de este himno, en la que la firma de Martín Ramales ha sido sustituida por la de Francisco Colás.

En láminas aparte reproducimos, facsímil, las páginas correspondien­tes a la versión para piano publicada en Vida Manchega el 20 de marzo de 1919, y un pliego suelto, primorosamente impreso en Ciudad Re¡.¡, en la Imprenta del Hospicio Provincial, con la segunda versión de la letra. Este impreso sin fecha debió editarse con motivo de la fiesta de presen­tación del himno de la provincia de Albacete, que se celebró en septiem­bre de 1927, tal y como se desprende de la salutación y del contexto del pliego. Un ejemplar del impreso fue regalado hace algunos años al Archivo Histórico Provincial de Albacete por su poseedor don César Orovitg Gil, a quien desde aquí, públicamente, expresamos de nuevo el agradecimiento por su honroso gesto.

Desconocemos totalmente la di­fusión que consiguiera este himno regional de la Mancha, y si en la ac­tualidad aún se sigue interpretando. No obstante, por el silencio total
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(23) BASCUÑANA CHARFOLE, Daniel: ¿Qué fue de aquella bandera? (Vida Manchega, 26 junio 1913).
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27
que hemos visto sobre este asunto, silencio muy sospechoso en nuestros días en que el resurgimiento del tema regionalista debía haberlo puesto de nuevo en actualidad, creemos que este himno, como la bandera, ha sido totalmente olvidado.

¿Qué ha sucedido en la Mancha, en todos estos años, que justifique este olvido total de los símbolos de nuestro regionalismo? El tiempo ha pasado inexorablemente por nuestros lares y "la abulia de las llanuras, la apatía manchega, la execrable pasividad regional" haría el resto. Las gentes se hicieron vicias y olvidaron; la mayor párte de los regionalistas de antaño han fallecido; de nuestras bibliotecas y archivos (no hablemos de hemerotecas, porque no existe ninguna como tal en la región) han desaparecido casi totalmente las colecciones de periódicos antíguos, principalmente en Cuenca y Ciudad Real; nuestro tradicional desierto cultural ha impedido la realización de estudios regionales profundos.. . Todo esto, ¿no es suficiente para comprender que cuando en nuestros días se ha vuelto a hablar de regionalismo, nadie recuerde nuestros anhelos regionalistas del pasado y que se haya olvidado que tenemos un himno, que se haya olvidado por completo que hubo un tiempo en que nosotros también tuvimos una "ikurriña", una "senyera", una bandera de la Mancha?

F. F. R.
* * * * *

Himno a la Provincia de Albacete

¡Salve, Albacete, Salve,
Salve a ti tierra diversa,
la de las llanuras pardas
y la de las crespas sierras!
¡Salve, que yo te saludo
porque en tu distinto ser
lo eres todo, ya que en tí todo
se encierra a la vez.
Eres jirón de la Mancha, tierra llana y ejemplo
, y a tu llanura sin fin va la grandeza prendida,
que tus horizontes hablan de caminos y de vida
como el cielo y como el mar.
A veces te transfiguras, y asi, cuando a Andalucía
te acercas, quiebra tu llano la majestad de la sierra;
sierra brava que, en un ímpetu se levanta, como tierra
que cansada de arrastrarse, por ver más lejos, varia.
Y cuando a Murcia y Valencia toca tu suelo fecundo,
de tus rios transparentes Segura, Júcar y Mundo
sacas las aguas, te riegas
y te salpicas de flores y dei verdor de tus vegas.
Vegas que son como notas de juventud y esperanza,
sierras que son como sueños que despuntan en tu arcano,
y todo prendido y lleno de los aires de tu llano
que ponen en tu grandeza quietud, reposo y templanza.
Y así se hicieron tus hijos,
de almas recias y calladas .
pero repletas de sueños
de juventud y esperanza.
Y tu mujer así es,
y su vida está formada

de la inmensidad del llano y
de la savia serrana; mujer
que en silencio vive las
grandezas de su alma.
¡Salve, Albacete, Salve! ¡Salve
a tí tierra diversa, l
a de las llanuras pardas
y la de las crespas sierras! ¡Que
por ser diversa y varia nada
puedes extrañar
y eres siempre acogedora
honrada, franca y leal

Manuel López Vareta Eduardo Ouijada Alcázar



HIMNO A LA MANCHA

Nuestra canción viene a representar
de la Región el cántico, triunfal.

Parra emular a otras regiones
la Mancha fecunda se ve resurgir, llevando
a su triunfo los nobles pendones de un
Himno al trabajo vibrante y viril.

Nuestra canción viene a representar, etc.

Cantemos el Hinnro con amor ferviente;
las secas estepas que el sol calcínó,
han dado una raza serena y valiente
que al par que sus rubios trigales creció.
Reclama a sus hilos la tierra manchega.
Todo buen manchego se postra a sus pies, y
ofrenda de ancores a sus plantas lleva, su
amor hecho nanes en la rubia mies

Nuestra canción viene a representar, etc.

fruuto de peones en la gaiñanía
cuando en los destajos limpian su sudor,
cantando manchegas de la patria mía
que hablan de su Virgen y hablan de su amor.

Nuestra canción viene a representar, etc.

Este Hinnro es un canto de amor al trabajo,
de amor al terruño que nos vió nacer,
Himno sacrosanto que desde el destajo
de la parda tierra nos invade el ser.
Himno sacrosanto de los que remueven
los pardos terrones del triste erial,
y al cielo mirando, con su fe se atreven
a esparcir los granos del rubio candeal.

Nuestra canción viene a representar
de la región el cántico triunfal
¡Viva La Mancha!, ¡ Viva la Región!

jueves, septiembre 21, 2006

LA VILLA DE MAQUEDA Y SU TIERRA (Enrique Rodríguez- Picavea ,Talavara 1996)

LA VILLA DE MAQUEDA Y SU TIERRA EN LA EDAD MEDIA.

Evolución de un concejo toledano desde el realengo hasta el final del señorío calatravo (siglos XI-XV)

Enrique Rodríguez-Picavea –Matilla

Instituto Provincial de investigaciones y estudios toledanos.

Diputación Provincial de Toledo

Toledo 1996

(Premio investigación “Conde de Cedillo” 1993)

En un primer momento, la articulación del espacio en la zona más sep­tentrional del reino de Toledo estuvo fuertemente dirigida por la monarquía, que organizó el territorio en función de villas que controlaban un amplio alfoz, siguiendo el modelo que tan buenos resultados había dado en la Extremadura castellana. Esta primitiva estructura originó más de una veintena de tierras diferentes (3).

De todo el amplio territorio que comprendía el reino de Toledo, nuestro interés se va a centrar en la zona más occidental, aquella que se articulaba en el siglo XII en torno a cuatro territorios: Talavera, Escalona, Santa Olalla y Maqueda. Entre todos ellos nos decidimos en esta ocasión por el análisis del concejo de Maqueda, ya que era el único de los cuatro que durante la Edad Media había pasado por tres jurisdicciones diferentes -realengo, señorío ecle­siástico de la Orden de Calatrava y señorío laico- y además porque los conce­jos de Escalona y Talavera contaban ya con alguna monografía específica (4), mientras el de Santa Olalla había sido estudiado, en parte, en relación a sus fueros (5) y a la intervención en el mismo de la poderosa familia de los Haro (6).


Una vez realizada la elección geográfica, quedaba por delimitar el m cronológico. En el contexto generalizado de la organización social del reino de Toledo nos interesaba especialmente el estudio de la implantación y posterior consolidación del feudalismo en la región. A este interés contribuía también hecho de que la etapa de señorialización laica de la tierra de Maqueda ha sido objeto de análisis de la obra de Salvador de Moxó (7), aunque es verdad de forma muy somera para la época medieval. En cualquier caso, pensar que la etapa que transcurre entre la conquista cristiana de Maqueda a fir del siglo XI y el final del señorío calatravo sobre la villa al inicio del segundo tercio del siglo XV constituye un período cronológico de gran coherencia, lo tanto, ésta será la etapa en la evolución de la villa de Maqueda que va a abordar en el presente estudio.

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(2) Vid. «En torno al féudalismo hispánico». I Congreso de Estudios Medievales, Fundación Sánchez-Albornoz, Ávila, 1989. No obstante, algunos trabajos se han ocupado de trazar las líneas maestras del feudalismo en el reino de Toledo, que deberán ser completadas con las futuras investigaciones. Fundamentalmente nos referimos a las aportaciones de Reyna, PASTOR DE TOGNERI, «Poblamiento, frontera y estructura agraria en Castilla la Nueva (1085­1230)», CHE, pp. 47-48 (1968), pp. 171-255; id., «La conquista cristiana de Castilla la Nueva y el desarrollo de las estructuras feudales», I Congreso de Historia de Castilla-La Mancha, Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, V, 1988, pp. 127-136; Ángel BARRIOS, «Del Duero a Sierra Morena. Estructuración y expansión del feudalismo medie­val castellano», en Felipe MAILLO (ed.), España. Al-Andalus. Sefarad: Síntesis y nuevas perspectivas, Salamanca, 1988, pp. 37-48; J.A. GARCÍA DE CORTÁZAR, «De una sociedad de frontera (El Valle del Duero en el siglo X) a una frontera entre sociedades (El Valle del Tajo en el siglo XII)», en Las sociedades de frontera en la España medieval, Zaragoza, 1993, pp. 51-68.
(3) Sobre ellas vid. G. MARTÍNEZ DIEZ, «Estructura administrativa local en el naciente reino de Toledo», Actas del 11 Congreso Internacional de Estudios mozárabes. Estudios sobre Alfonso VI y la reconquista de Toledo, Toledo, 1988, 11, pp. 43-162.
(4) J. GóMEZ-MENOR, La antigua tierra de Talavera, Toledo, 1965; M.J. SuÁREz ÁLVAREZ, La villa de Talavera y su tierra en la Edad Media (1369-1504), Oviedo, 1982; F. JIMÉNEZ DE GREGORio, Los pueblos de la provincia de Toledo hasta finalizar el siglo XVIII. IV. Talavera de la Reina, Toledo, 1983; A. MALALANA, Escalona medieval (1083-1400), Madrid, 1987.
(5) A. GARCíA-GALLO, «Los fueros de Toledo», ARDE, 45 (1975), pp. 341-488.
(6) J. LUCAS DE LA FUENTE, D. Diego López de Haro V.- Magnate de Castilla, Señor de Vizcaya .y fundador de Bilbao, Bilbao, 1986.
(7) Los antiguos señoríos de Toledo, Toledo 1973, pp. 166-173.
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(LA VILLA DE MAQUEDA Y SU TIERRA EN LA EDAD MEDIA.Enrique Rodríguez-Picavea –Matilla,
Toledo 1996, pp 14-15)


En cualquier caso, fuera como consecuencia de una conquista militar o por el pacto de 1085, lo que parece indudable es que la incorporación de Maqueda y su territorio se realizó en el contexto de la anexión del reino de Toledo a la monarquía castellano-leonesa.

Sí sería importante conocer las circunstancias de la incorporación de la villa para saber en qué condiciones quedó la estructura socio-económica de su tierra. La impresión que tenemos es que su estructura económica se resintió profundamente como consecuencia de las expediciones cristianas y la pobla­ción que permaneció en la villa -tanto por lo que se refiere a musulmanes como a mozárabes- no debió ser muy numerosa.

Con estas bases resultaba fundamental reactivar la economía y fomentar la llegada de nuevos pobladores. Para ello se organizó el territorio en función de un concejo de realengo, con cabeza en la villa de Maqueda, que controla­ría un alfoz de medianas dimensiones, cuyo precedente debía estar en la orga­nización territorial musulmana. Dos eran las características fundamentales que tenía Maqueda en época islámica. En primer lugar destacaba su valor como fortificación -el topónimo árabe Makkada tenía un significado de estable, fijo o firme (4) que, en los inicios del dominio cristiano, permitió soportar las raz­zias almorávides en los años más difíciles. En segundo lugar, los propios musulmanes habían restablecido la población sobre un antiguo asentamiento de nombre perdido para controlar un importante cruce de caminos (5), que posi­bilitaba la canalización del futuro tránsito comercial. Estas dos funciones -militar y control de comunicaciones- debieron ser también las más impor­tantes en la fase inicial del concejo cristiano.

A pesar de todo, la villa, y sobre todo su territorio, fueron despoblándose, en un proceso que ha quedado plasmado en la escasez de topónimos árabes en su alfoz (6).

No obstante, antes de finales del siglo XI, se detecta cierta reactivación económica en Maqueda. Tal circunstancia suscitó los intereses de los poderes eclesiásticos toledanos. En 1098, un tal Sancho -tal vez un caballero del con­cejo de Maqueda- entregó a la catedral unas casas, una heredad, una huerta y una aldehuela en Maquedal (7). Al año siguiente, el propio Alfonso VI donaba al monasterio de San Servando unas domos in civitate et de foris suas heré tes determinatas sicut ab omnibus vicinis note sunt (8).

La villa de Maqueda sobrevivió a las dificultades de las dos prir décadas del siglo XII y entonces se aprestó a sellar las bases definitivas la consolidación y el desarrollo de su organización concejil. Para ello resultaba imprescindible adoptar un ordenamiento foral que rigiese en la villa y su terriorio. En 1118, tres moradores de Maqueda -Miguel Vivas, Pelayo Gusi y el mozárabe Galib ben Abd-al-Aziz- confirmaron la recopilación de fueros atribuida a Alfonso VII, que como es bien sabido fue redactada hacia 1166 De este hecho parece que se desprende la aceptación de los fueros toledanos para la propia villa de Maqueda por parte de sus representantes. Por otra parte la presencia de pobladores de Maqueda en un documento tan importante confirma la consolidación alcanzada por la villa. Opinión que se ve reforzada si tenemos en cuenta que a confirmar los fueros toledanos sólo acudieron más de los tres pobladores de Maqueda- representantes de los concejos de Madrid, Talavera y Alamín. Sin embargo, Julio González piensa que el reducido número de representantes de Maqueda puede indicar la escasa relevancia demográfica de esta villa tolednna (10).

Paralelamente, se afianzaba también la organización eclesiástica. década de 1120 se documenta un tal Geraldo como clérigo de Maqueda en el testamento del noble leonés Bermudo Pérez ". Poco después (en 1138) el arzobispo don Raimundo entregaba a la mesa capitular, entre otras muchas rentas en diversos lugares de su arzobispado, la tercera parte de las rentas de Maqueda (12). En la década siguiente, un clérigo natural de Maqueda, Juan, llega a ser canónigo de Toledo (13).

Años atrás, en marzo de 1127, una bula de Honorio II incluía a Maqueda entre los quince oppida que formaban parte del territorio de la diócesis toledana. Esta circunstancia sería confirmada en 1148 por una nueva bula con


Eugenio III, que añadía a las anteriores los oppida de Calatalifa, Zorita, Calatrava y Escalona '4. Esto consolida definitivamente la importancia de Maqueda como parte integrante en la articulación jurisdiccional de la diócesis toledana.

Buena prueba de ello es el interés que tenían en la villa algunos particu­lares. Ese interés reclamó la atención del propio Alfonso VII, que en noviem­bre de 1139 donó a Miguel Cortide de Santa Olalla y a Andrés de Fajeje un molino destruido en el riachuelo de Maqueda, con la condición de repararlo, además de los linares situados en sus proximidades. El monarca se reservaba la mitad de los frutos de todas las propiedades (15)`. Poco más de una década des­pués, el concejo maquedano tenía la suficiente solvencia económica como para comprometerse a pagar los Votos de Santiago (16), tal y como habían pro­metido previamente a la iglesia compostelana el emperador y los concejos toledanos (17).

Antes de mediar el siglo XII, Maqueda contaba ya con un arrabal, donde en mayo de 1146 Eulalia dio a su hija Gometiza la mitad de sus casas a cam­bio de una ración de majuelo (16). El crecimiento del concejo maquedano acaba­ría plasmándose en la constitución de cuatro colaciones: Santa María, San Pedro, Santo Domingo y San Juan. Sin embargo, no podemos precisar la fecha de constitución de cada una de estas cuatro circunscripciones administrativas concejiles, pero parece probable situar la creación, al menos de las tres prime­ras, antes de finalizar el siglo XII.

El afianzamiento del concejo de Maqueda atrajo también la atención de algunos magnates con el objetivo de conseguir la tenencia de la villa. En un primer momento ésta pudo estar unida a la tenencia de la cercana villa de Santa Olalla. En 1139 Melendo Bofín ostentaba la tenencia de estas dos pobla­ciones toledanas (19)`. En 1146 la tenencia de Maqueda aparece ya individuali­zada y en manos de Fernando Ibáñez, que figura como confirmante de dos pri­vilegios de Alfonso VII (20). En mayo de ese mismo año el propio Fernando Ibáñez, sin duda un personaje destacado en la corte del emperador, aparece no ya como tenente sino como seniore de Makeda (21). Una década después la villa de Maqueda estaba bajo la tenencia de García García de Aza, uno de magnates más importantes del reino castellano-leonés, alférez de Alfonso VII y amo de Alfonso VIII. Por eso no extraña que en 1156 el emperador le donase un molino en Maqueda (22). En marzo de 1158, su hijo Pedro García de Aza le había sustituido al frente de la tenencia de la villa`. El interés de la Aza por conservar la tenencia en su poder indica indudablemente la entidad alcanzada por Maqueda a mediados del siglo XII.

El propio Alfonso VII -con su curia- estuvo varias veces en la villa toledana, emitiendo desde allí algunos documentos, entre los que destaca confirmación de los privilegios a los clérigos toledanos (24).

El mismo monarca castellano-leonés acudió a ciertos «hombres buenos de Maqueda que, junto a otros de Talavera, Toledo y Santa Olalla, le a: a delimitar los términos del castillo de Bolobras con ocasión de donarlo a la catedral de Toledo en 1152 (25). Estos «hombres buenos» eran sin duda los caballeros del concejo de Maqueda, cuya posición y prestigio social les permitía intervenir en cuestiones jurisdiccionales acompañando al mismísimo Rey.

Posteriormente, y en el transcurso de la guerra civil castellana de la minoría de Alfonso VIII, la villa de Maqueda fue utilizada por los partidarios del ,­monarca como la última base para recuperar Toledo, que estaba en poder de Fernando Ruiz de Castro. Inmediatamente antes de que el Rey-niño el Toledo, desde Maqueda, en agosto de 1166, entregó al concejo de Segovia el castillo de Olmos, en presencia de los concejos de Ávila y Maqueda (26).
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Consolidada la villa, restaba la labor de articular socialmente su alfoz. Como ya veremos más adelante, desde mediados del siglo XII, varios poderes señoriales se implican de diversas formas en la tierra de Maqueda. Junto a esto, en mayo de 1174, doña Setí, viuda del mozárabe Juan ben Abd al-Malik, donaba a la iglesia de San Andrés de Maqueda, situada en dirección al Alberche, las tierras que la circundaban, con el objetivo de fundar allí un monasterio de monjas bajo su dirección vitalicia. Todo ello era aprobado y confirmado por el arzobispo de Toledo don Cerebruno, que presenció la fun­dación del nuevo cenobio (27).

Sin embargo, todos los intentos de la nobleza laica, los señoríos eclesiás­ticos y las órdenes militares por articular socialmente el alfoz de Maqueda se vieron truncados a raíz de la ofensiva almohade que culminó en la batalla de Alarcos (1195). Como consecuencia de este enfrentamiento la frontera caste­llano-andalusí pasó de Sierra Morena a los Montes de Toledo, quedando de este modo expuestas al ataque musulmán todas las tierras toledanas. Mucho más peligrosa para la tierra de Maqueda fue la campaña del verano de 1196, en la que los almohades tomaron Trujillo, Montánchez, Santa Cruz y Plasencia, dejando el camino libre para arrasar los campos de Talavera, Santa Olalla y Escalona, y cercar Maqueda, a la que no consiguieron capturar debido a la solidez de su fortaleza: Priso el Rey de Marruecos a Montanchez, e Santa Cruz, e Trugiello, e Placencia, e vinieron por Talavera, e cortaron el Olivar, e . Olmos, Santa Olalla, e Escalona, e lidiaron Maqueda, e non la prisieron, e vinieron cercar Toledo, e cortaron las viñas, e los arboles, e duraron y X dias en el mes de Junio, Era MCCXXXIV (28). Al año siguiente, los musulmanes vol­vieron a arrasar los maltrechos campos de Talavera y Maqueda (29). Las treguas firmadas en el mismo año de 1197 acabaran con el peligro constante que para Maqueda habían significado los ataques almohades (30).

En este contexto de quiebra generalizada de la estructura defensiva caste­llana, que afectó muy particularmente a la Orden de Calatrava con la pérdida de su plataforma nuclear y más extensa, Alfonso VIII decidió atender al refor­zamiento del flanco occidental de la frontera castellano-andalusí, que había quedado al descubierto tras la caída de Trujillo, Montánchez y Santa Cruz. Para alcanzar este objetivo el monarca castellano entregó a la Orden de Calatrava la villa de Maqueda y su tierra". Así se iniciaba la etapa más larga y significativa de la historia medieval de Maqueda, que pasaba de la jurisdic­ción de realengo al abadengo calatravo.


2, LA ÉPOCA DEL SEÑORÍO CALATRAVO (1201-1434)

En consecuencia, a partir de la donación de Alfonso VIII en 1201, se ini­ciaba una nueva etapa en la historia de Maqueda y su tierra; un período que se prolongaría durante más de 230 años, hasta que en 1434 la villa de Maqueda, junto a la de San Silvestre, fueron a parar a manos del condestable de Castilla Don Álvaro de Luna. Durante esos dos siglos largos, la Orden de Calatrava (32) detentó el señorío sobre la villa y aldeas de Maqueda. Para administrar este señorío los calatravos constituyeron dos encomiendas: Maqueda y Carmena. En líneas generales, la primera de ellas se encargó de controlar los bienes de la Orden en la zona septentrional y central del alfoz de Maqueda, mientras que la segunda gestionaba las propiedades situadas en la zona meridional y en el vecino alfoz de Santa Olalla (33) (Mapa 1).
2.1. La encomienda de Maqueda

La primera posesión que la Orden de Calatrava adquirió en el alfoz de Maqueda fue la aldea de Mendeño, permutada en 1183 por una heredad en Trigueros (Palencia), que se entregó al mayordomo regio Rodrigo Gutiérrez ". Tres años después, Domingo García y su mujer Dominga Fernández vendie­ron a la Orden de Calatrava una viña en Sotillo, en un pago de especialización

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(4) M. AsíN PALACIOS, Contribución a la toponimia árabe de España, Madrid-Granada, 1944, p. 118.
(5) GONZÁLEZ, Repoblación, 1, p. 45.
(6) Ibid., 1, p. 122.
(7) AHN, Códices, sign. 996, B, fol. 94 v. Reg. F.J. HERNÁNDEZ, Los Cartularios de Toledo. Catálogo documental, Madrid, 1985, n.° 7.
(8) ACT, sign. V.11. B.1 .4. Publ. M. GUÉRARD, Cartulaire de l'abbaye de Saint Victor en Marseille, I, París, 1857, n.° 829; F. FiTA, «EL monasterio de San Servando en la sc mitad del siglo XI. Estudio crítico», BRAH, 49, (1906), pp. 292-296.
(9) Para todo lo anterior vid. el completo trabajo de A. GARCíA-GALLO, «Los fueros Toledo», pp. 341-488. La publicación de la recopilación atribuida a Alfonso VII 473-483.
(10) GONZÁLEZ, Repoblación, I, p. 123.
(11) AHN, Códices, sign. 996 B, fol. 104 v. Reg. HERNÁNDEZ, Cartularios, n.° 31.
(12) ACT, sign. Z.1.G.1.1. Publ. F. FITA, «Madrid en el siglo XII», BRAH, 8 (1866), pp.51-
(13) ACT, sign. E. 12.M.1.14. Publ. A. GONZÁLEZ PALENCIA, «Noticias sobre don Raimundo arzobispo de Toledo (1125-1152)», Spahische Forsehungen der Górresgesellsc (1937), p. 116.
(14) J.F. RIVERA REcio, La Iglesia de Toledo en el siglo XII (1086-1208), 1, Roma, 1966, pp. 80-81.
(15) Publ. P. RASSOW, «Die Urkunden Kaiser Alfons'11 von Spanien. Eine palíiogafisch-diplo­matische Untersuchung», Archiv fur Urkundengorschung, 11 (1930), pp. 84-85; A. BARRIOS, Documentación medieval de la catedral de Ávila, Salamanca, 1981, n.° 2.
(16)A. López FERREIRO, Historia de la S.A.M. Iglesia de Santiago de Compostela, IV Santiago, 1898, n.° 20.
(17)Ibid.; J.M.a FERNÁNDEZ CATóN, El llamado Tumbo Colorado y otros códices de la iglesia compostelana. Ensayo de reconstrucción, León, 1990, n.° 29.
(18)R. MENÉNDEZ PIDAL, Documentos lingüísticos de España. I: Reino de Castilla, Madrid, 1919, p. 351.
(19)RASSOW, «Die Urkunden», pp. 84-85; BARRIOS, Documentación, n.° 2.
(20) AHN, Códices, sign. 996 B, fol. 52; ACT, sign. A.5.G.2.1. Reg. HERNÁNDEZ, Cartulariop n.°' 53 y 56.
(21) MENÉNDEZ PIDAL, Documentos, p. 351.
(22) BN, ms. 13.093, fol. 165. Reg. P RASSOW «Die Urkunden Kaiser Alfons’ VII Spanien. Eine palliogafisch-diplomatische Untersuchung», Archiv fur Urkundengorschum 10 (1929), p. 466; M. LuCAs ALVAREZ, El Reino de León en la Alta Edad Media. V. Las cancillerias reales (1109-1230), León, 1993, p. 308.
(23)La importancia de la familia Aza y su relación con Maqueda en J. GONZÁLEZ, El reino de Castilla en la época de Alfonso VIII, 3 vols., Madrid, 1960, 1, pp. 293-296.
(24)19 de mayo de 1128. Publ., entre otros, J.A. GARCÍA LUJÁN, Privilegios reales de la catedral de Toledo (1089-1462), 2 vols., Toledo, 1982, 11, n.° 11.
(25) Publ. GARCÍA LUJÁN, Privilegios, n.° 14. Sobre la fecha vid. HERNÁNDEZ, CC n.° 84.
(26) GONZÁLEz, Alfónso VIII, 1, p. 174.
(27)ACT, sign. V.6.B.1.46. Reg. HERNÁNDEZ, Cartularios, n.° 167.
(28)J. POBRES MARTíN-CLETO, Los Anales Toledanos I y 11, Toledo, 1993, pp. 161 y 163.
(29) Ibid., pp. 163 y 165.
(30) La ofensiva almohade de 1196-1197 en GONZÁLEZ, Alfonso VIII, 1, pp. 973-979.
(31) Para situar adecuadamente la donación de Maqueda en el contexto de las relaciones entre Alfonso VIII y los calatravos y en el marco de la reestructuración de la frontera castellana vid. E. RODRÍGUEZ-PICAVEA MATILLA, «Primeras tentativas de jurisdicción territorial de la monarquía castellana: Alfonso VIII y la Orden de Calatrava», II curso de Cultura Medieval, Aguilar de Campoo, 1-6 octubre 1990, pp. 370-372.
(32) La extensa bibliografía que ha producido el estudio de la Orden de Calatrava puede verse en Derek W. LOMAX, Las órdenes Militares en la Península durante la Edad Media. Insituto de Historia de la Teología Española, Subsidia 6, Salamanca, 1976; y Carlos de AYALA MARTíNEZ y otros, «Las órdenes militares en la Edad Media peninsular Historiografía 1976-1992», Medievalismo. Boletín de la Sociedad Española de Estudio; Medievales, 2 (1992), pp. 119-169; 3 (1993), pp. 87-144.
(33) Para el análisis de estas dos encomiendas calatravos seguiremos las directrices trazada; en E. RODRíGUEZ-PICAVEA MATILLA, La Formación del Feudalismo en la Meseta meri­dional castellana. Los señoríos de la Orden de Calatrava en los siglos XII-XIII, Madrid 1994,pp.120-128.
(34) GONZÁLEZ, Alfónso VIII, 11, pp. 691-692.
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(Op Cit. Pp 20-25)

No obstante, probablemente desde mediados del siglo XIII, la enco­mienda empezó a denominarse bailías' de Carmena, pues ya en mayo de 1269 fue cedida con esa denominación al infante don Felipe y a su mujer Leonor Ruiz de Castro, con las casas de Pedrañana y las aceñas de Ronda`.

Esta cesión vitalicia abrió paso a un nuevo y decisivo episodio de la tur­bulenta relación entre los calatravos y la familia de los Castro. Así, en abril de 1275, doña Leonor Ruiz de Castro cedió en su testamento al maestre calatravo la villa de Santa Olalla hasta que se cumplieran las mandas testamentarias y su sobrino Pedro Fernández tuviera descendencia legítima", ya que en caso con­trario la villa con todas sus aldeas pasaría a ser propiedad, a partes iguales, de la Orden de Calatrava y el monasterio burgalés de San Felices de Amaya (84). Pocos meses después, en diciembre de aquel mismo año, la señora de Santa Olalla se decidía por la entrega efectiva de esta villa toledana a favor del maes­tre calatravo y de la abadesa del monasterio de San Felices`.
La donación definitiva de la villa significaba que Santa Olalla escaparía de la herencia nobiliaria de los Castro. Estos derechos hereditarios recaían en la cuñada de doña Leonor, doña Urraca Díez de Haro, que no estaba dispuesta a ceder en sus pretensiones. Por esta razón se recurrió al arbitraje de Alfonso X (86), cuyo fallo fue favorable a los intereses de los calatravos y el monasterio de San Felices de Amaya. Ante esta postura del monarca, la respuesta de doña Urraca no se hizo esperar, prohijando al heredero, al trono el infante don Sancho, y pasando a ingresar las filas de los partidarios de la sublevación con­tra Alfonso X. Eso explicaría que a la muerte de Urraca Díez en 1283, la villa de Santa Olalla, junto a otras posesiones de los Castro, pasara a poder del


infante rebelde, que a su vez la cedió a don Diego y don Lope, hermanos de la fallecida (87). Sin embargo, una vez alcanzado el trono por parte de Sancho IV y con la intención de recuperar el apoyo de la Orden de Calatrava, en 1285 el propio monarca castellano confirmó a favor de la Orden y del monasterio de San Felices de Amaya los derechos cedidos por doña Leonor Ruiz de Castro en relación a la villa de Santa Olalla".

De nada sirvió esta confirmación real, ya que el señorío de Santa Olalla continuó en poder del linaje de los Haro, según Rades por que lo ganaror mediante pleito (88). De una u otra forma, los Haro disponían libremente delak villa. Así, en abril de 1287, don Diego López de Haro cedía la aldea de Segoviana, situada en el alfoz de Santa Olalla, a su hermana Sancha Díaz (90). En ese mismo mes, el magnate castellano confirmaba al concejo de Santa Olalla los fueros concedidos en 1242 por la condesa doña Elo (91). Sin embargo, en abrí de 1290 los calatravos y el monasterio de Amaya conservaban todavía su; derechos sobre la villa, ya que en esa fecha la abadesa de este cenobio comunicó al maestre de la Orden que, en el caso de enajenar su mitad correspondiente de la villa de Santa Olalla, los calatravos tendrían la primera opción para su adquisición (92). En cualquier caso, se trataba de unos intereses mera mente hipotéticos, ya que la villa continuó bajo el señorío de la poderosa familia de los Haro. Durante el primer cuarto del siglo XIV, la villa pasó a pode de los hijos de don Diego López de Haro, que continuaron ejerciendo el seño río sobre la misma y confirmando sus fueros`. A pesar de ello, en abril di 1321, el maestre calatravo Garci López de Padilla todavía defendía los intereses de la Orden mediante una petición realizada al infante don Juan Manuel para que no comprara la villa de Santa Olalla`. Todo esfuerzo resultó inútil Santa Olalla no volvió a integrarse al señorío calatravo.


A partir del siglo XIV, la bailía de Carmena desaparece de la documenta­ción calatrava, sin que sepamos las causas. Tal vez su patrimonio pasó a inte­grarse en la encomienda de Maqueda.

3. LA INTRODUCCIÓN DE OTROS PODERES SEÑORIALES

Al mismo tiempo que la Orden de Calatrava desarrollaba el proceso de constitución de su señorío, articulado en las dos encomiendas que acabamos de analizar, otros poderes señoriales de la región fueron adquiriendo diversas propiedades en la tierra de Maqueda. Entre estos propietarios se contaban otras órdenes militares, cabildos catedralicios, obispados, monasterios, con­ventos, caballeros y otros propietarios particulares. Veamos a continuación como se repartían cada una de sus propiedades.

3.1. Órdenes militares
Junto a la Orden de Calatrava, las otras dos instituciones de monjes-gue­rreros más importantes del reino de Toledo eran las órdenes de Santiago y San Juan. Es lógico, en consecuencia, que ambas estuvieran presentes en el alfoz maquedano.

La primera en adquirir propiedades en Maqueda, incluso antes que la de Calatrava, fue la Orden de Santiago, cuando, en marzo de 1171, Alfonso VIII le donó unas casas con sus viñas en Maqueda (95). Los freires santiaguistas poseían además unas heredades en Gualavisa, una aldea del término de Maqueda, desde antes de 1180 (96), así como diversas propiedades compradas por los freires de Ávila en la Aldea de Vicente Patiño, en Prada, territorio también de Maqueda (97). La importancia de las propiedades adquiridas en la zona hizo aconsejable la constitución de una encomienda de la Orden con cabeza en las villas de Maqueda y Santa Olalla, al frente de la cual, en 1180, se encontraba el comen­dador Pelayo Peláez (98).

Precisamente, la vinculación de la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén con la tierra de Maqueda se remonta a la década de 1180. En con­creto a febrero de 1182, cuando Pedro Porcón y su mujer Senice donaron a los hospitalarios totam illam quam habemus super aldea de filia de Dominici Stephani, cum domibus et vineis, con retención de usufructo vitalicio, además de las domos que fuerunt de Johannes Vicencii y la mitad de las viñas que tenían en el valle de Martino Cavallero (99). Treinta años después, en junio de 1212, doña María Cristóbal vendió a Pedro Ballestero, comendador sanjuanista de Olmos, una aldea y una heredad en término de Maqueda, cerca de la heredad que ya tenían los freires hospitalarios, además de unas tierras situadas cerca del molino del Herrero, todo ello por 150 maravedís. Pedro Ballester compró la aldea por mandato del prior hospitalario Gutierre Armildez y del comendador de Consuegra Rodrigo Muñoz (100). No obstante, la intervención del comendador de Olmos en la compra pudiera indicar que estas propiedades pasaron a integrarse en esta circunscripción hospitalaria.

Por último, conviene recordar que la Orden del Temple contó, de primera mitad del siglo XIII, con el señorío sobre dos aldeas del sector meridional del alfoz de Maqueda: San Pedro y El Carpio.

3.2. Obispados y cabildos catedralicios

Las propiedades pertenecientes a los poderes que ejercían la jurisdicción eclesiástica ordinaria también estaban presentes en la tierra de Maqueda por ejemplo, en enero de 1236, el obispo de Cuenca compró la aldea de Fuente Altamia, situada en el término de Maqueda, por 170 maravedís (101). Por otra parte, en el alfoz maquedano tenía el arzobispo de Toledo numerosos intereses que residían más en la percepción de rentas eclesiásticas y comerciales -alcabala y portazgo- que en la posesión de bienes raíces.

Sin embargo, entre todos los bienes acumulados por poderes eclesiásticos ordinarios, destacaban los del cabildo de la catedral de Toledo. Su patrimonio fundamental se concentraba en la aldea de Fuente Altamia, en la que tenía una heredad desde la primera mitad del siglo XIII, que en 1234 rentabaquince maravedís (101). En la misma aldea, el deán y el cabildo de Toledo compraron en 1251 a don Juan Esteban de Maqueda toda su heredad, con casas, alcaceres, olivos, tierras y otros bienes por 60 maravedís. La venta se realizó a ft Toledo con marjadraque (103). A principios del siglo XV la aldea de Fuente Altamia se mantenía entre las propiedades del cabildo toledano, con una renta anual no inferior a 400 maravedís (104). Otra propiedad del cabildo de Toledo era la heredad de Hurtada, que se documenta en su poder desde 1253 (105); a partir de 1281 sabemos que rentaba anualmente catorce maravedís y quince dineros (116). Por otra parte, un miembro del cabildo toledano, el arcediano de Calatrava, tenía en su poder el molino de Santa María de la villa de Maqueda (107).

Otro cabildo con propiedades en el alfoz de Maqueda era el de la catedral de Ávila, que tenía ocho yugadas de tierra, una huerta, varias casas y prados en la aldea La Higuera (108).

3.3. Monasterios y conventos

Las propiedades del alfoz maquedano eran ambicionadas también por importantes monasterios de la zona toledana. En primer lugar, por la abadía de San Vicente de la Sierra que, además de la mencionada heredad en Carmena, con­taba con propiedades en El Carpio, Fuentetejada (109), Val de Santo Domingo (110) y en la propia villa de Maqueda (111). Andando el tiempo, también consiguió sig­nificativas propiedades el convento de Santo Domingo el Real de Toledo. En concreto importantes tierras y bienes en la parte central del alfoz de Maqueda, distribuidos entre las aldeas de Hurtada, Perovequez, Aldehuela de los Judíos y Val de Santo Domingo (112). En todas estas aldeas, a excepción de Hurtada, tam­bién tenían notables intereses, orientados fundamentalmente hacia la explota­ción agraria, las monjas cistercienses de San Clemente de Toledo (113). Por último, cabe reseñar que, desde finales del siglo XIII, el convento de los trinitarios de Toledo tuvo una heredad con casas y yunta de bueyes en Aldehuela `, que pro­bablemente se trata de una aldea del alfoz de Maqueda.


3.4. Magnates y caballeros

Medio siglo antes de que Maqueda pasara a integrarse en el señorío cala­travo, su tierra conoció la introducción de algunos magnates y caballeros que se hicieron con la propiedad de determinadas aldeas. Este es el caso del ada­lid Gómez Fuertes, a quien en marzo de 1158 Sancho III cedió la áldea de Higuera, en término de Maqueda (115). Mayor relevancia social tenía don Rodrigo Gutiérrez, magnate que ocupó el cargo de mayordomo durante una veintena de años (1173-1193) del reinado de Alfonso VIII (116). Antes de 1183 consiguió adquirir la aldea maquedana de Mendeño, que en esa fecha cambió a la Orden de Calatrava por una heredad en Trigueros (117). Por otra parte, en esa misma década de 1180, Munio Macho aparece como señor de la aldea de San Silvestre (118), que como ya sabemos pasó también a poder de los calatravos antes de 1192.

Una vez que Maqueda se hubo integrado en el señorío calatravo, los prin­cipales propietarios laicos que encontramos en su tierra son caballeros de los concejos de Toledo y la propia villa de Maqueda. Ya hemos aludido al con­flicto que tuvo lugar entre los calatravos y los caballeros toledanos por causa de la posesión de heredades en el término de Maqueda. Sin embargo, algunos caballeros del concejo toledano conservaron ciertas propiedades en el alfoz maquedano. Es el caso de Ferrán González, que en abril de 1334 cedió al maestre calatravo todos los bienes que tenía en el término de Maqueda (119). Por otra parte, se conocen importantes propiedades de algunos caballeros del con­cejo de Maqueda como las'48 tierras, diez viñas, cuatro pares de casas y seis solares que, a mediados del siglo XIII, tenían en Perovequez los hijos de don Gil, que había sido alcalde de Maqueda (120). Durante la segunda mitad del siglo XIII, Juan Domínguez, otro alcalde de Maqueda, y sus descendientes conta­ban con numerosas tierras en Torrecilla (121).

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(81) Hasta ahora el término bailía se había relacionado con circunscripciones de las Órdenes militares internacionales, pero la existencia de la bailía calatrava de Carmena y la santia­guista del Sancti Spiritus de Salamanca (RADES, Chronica de Sanctiago, fol. 33 v) demuestra que también se utilizaba esta denominación para las circunscripciones de las Órdenes militares hispánicas. Por otra parte, el significado preciso del término bailía no aparece demasiado claro, pero por lo que refleja la documentación de la Orden de San Juan es posible identificarlo con una encomienda.
(82) AHN, OO.MM., carp. 459, n.° 123. Publ. L. SALAZAR Y CASTRO, Pruebas de la Historia de la Casa de Lara, Madrid, 1694, pp. 632-633; ORTEGA Y COTES, Bullarium, pp. 456-457.
(83) AHN, OO.MM., carp. 460, n.°s 128 y 129. Publ. SALAZAR, Pruebas, pp. 633-634
(84) . Sobre este monasterio burgalés y su papel en el marco de las relaciones entre los Castro y los calatravos vid. Carlos de AVALA MARTÍNEZ, «San Felices de Amaya, monasterio medieval de la Orden de Calatrava», en Medievo Hispano. Estudios in memoriam del Prof Derek W. Lomax, Madrid, 1995, pp. 17-34.
(85) AHN, OO.MM., sign. 1344 c. fol. 78; RAH, col. Salazar, sign. 9-614, fols. 217 v-218.
(86) AHN, OO.MM., carp. 425, n.° 123; ibid., sign. 1344 c, fols. 87-88; RAH, col. Salazar, sign. 9-614, fols. 228-231.
(87) Para todo lo anterior vid. LUCAS DE LA FUENTE, D. Diego Lope de Haro, pp, 72-73 AVALA, «El monasterio de San Felices».
(88) ZAPATER, Cister militante en la lucha de la Iglesia contra la sarracena furia. Zaragozz 1662, p. 236.
(89)RADES, Chronica de Calatrava, fol. 46.
(90)Publ. LUCAS DE LA FUENTE, D. Diego López de Haro, p. 257.
(91) BN, ms. 13.080, fols. 121-122.
(92) AHN, OO.MM., carp. 460, n.° 150; ibid., sign. 1344 c, fol. 153; RAH, col. Salazar, sigr 9-614, fol. 298 v.
(93)BN, ms. 13.080, fols. 121-124.
(94) LUCAS DE LA FUENTE, D. Diego López de Haro, pp. 75-76, 134, 146, 151, 155, 200-201 247-248.
(95) MARTÍN, Orígenes, pp. 217-218. 96
(96) Ibid, p. 115.
(97) Ibid.
(98) Ibid, n.° 107.
(99) Museum and Library of St. John de Londres, sign. H.211, Book of Privileges, Grc made for the Order of St. John in Spain, (fol. 321). Publ. Carlos de AVALA y otrc de Privilegios de la Orden de San Juan de Jerusalén en Castilla y León (siglos.
Madrid, 1995, n.° 141. La aldea donada se relaciona con el alfoz maquedano a entre las autoridades de referencia imperante sub eo Maquede, Didacus Simeón
(100) Publ. Ibid., n.° 209.
(101) ACT, sign. 0.2.x.3.3.
(102) Ángel GONZÁLEZ PALENCIA, Los mozárabes de Toledo en los siglos XII-XIII, Madrid, 1926-1930, vol. preliminar, p. 164.
(103) Publ. FITA, «Marjadraque según el Fuero de Toledo», pp. 376-377.
(104) Pilar LEóN TELLO, Judíos de Toledo, 2 vols., Madrid, 1979, 11, n.°' 700, 714, 732 y 753.
(105)ACT, sign. V6.B.1.1.
(106) ACT, sign. V6.B.1.2.
(107)ACT, sign. V6.B.1.6.
(108)BARRIOS, Documentación medieval de la catedral de Avila, pp. 221 y 367-368.
(109)A. CALvo DíAz, «La abadía de San Vicente de la Sierra (Toledo). Aportación documental para su estudio histórico», I Congreso de Historia de Castilla-La Mancha, V, Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, 1988, p. 242.
(110) LEóN TELLO, Judíos de Toledo, 11, n.° 694.
(111) ACT, sign. 1.11.A.3.1.
(112)AHN, Clero, Santo Domingo el Real de Toledo, carps. 3.070 y 3.071.
(113)Archivo del Monasterio de San Clemente de Toledo, carp. 9, n.° 7 y carp. 17, n.° 3.
(114) Publ. FiTA, «Marjadraque según el Fuero de Toledo», pp. 380-383.
(115) Publ. GONZÁLEZ, Alfonso VIII, II, pp. 72-73.
(116)GONZÁLEZ, Alfonso VIII, I, p. 242.
(117) Ibid.,11, pp. 691-692.
(118) H. GRASSOTn, «`Inimicitia' y señoríos», Estudios Medievales Españoles, Madrid, 1981, pp. 216-217.
(119)AHN, OO.MM., carp. 464, n.'262.
(120)AHN, Clero, Santo Domingo el Real de Toledo, carp. 3.070, n.° 13. Publ. (parcial), MENÉNDEZ PIDAL, Documentos, pp. 385-387.
(121)AHN, OO.MM., carp. 461, n.° 153.
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(Op. Cit. Pp 36-41)

En las ordenanzas de 1399 los jurados aparecían en varias ocasiones como los encargados de cobrar las multas o caloñas como consecuencia de las infracciones cometidas. Así, los jurados percibían un tercio de las penas come­tidas por el ganado, la introducción de vino foráneo en la villa de Maqueda; el quebrantamiento de aguas y el arrendamiento de viñas a judíos o moros, siendo los dos tercios restantes para los alcaldes y el concejo. Los jurados eran también los encargados de cobrar multas por valor de uno, cuatro o doce mara­vedís, que se establecían según la importancia de la pena cometida (16).

Por otra parte, los oficiales ejecutivos del concejo de Maqueda durante la fase de realengo fueron los sayones, que se encargaban de cumplir las órdenes de los magistrados municipales, citar a juicio y ejecutar las sentencias `. Durante la época de señorío calatravo estas funciones las desempeñaron los alguaciles, ya que desaparecen de la documentación los sayones.

Por último, el almotacén era el oficial del concejo que se encargaba de la vigilancia del mercado, comercio y artesanos, además de la inspección y el adecuado contraste de pesos y medidas (18). En la villa de Maqueda el almotacén recibía doce maravedís en concepto de multa por parte de todo aquel que ven­diese la harina de forma contraria a la regulada por el concejo (19). En ocasiones también podía ser el responsable de regular el uso y funcionamiento de los molinos, como se indica en el fuero de San Silvestre de 1198 (20).

Toda esta estructura de oficios concejiles, encargados teóricamente de defender los intereses de la comunidad, constituía, por encima de ello, un for­midable mecanismo de poder. Como tal estructura de poder los oficios conce­jiles funcionaron durante todo el período que estamos analizando, ya sea desde la perspectiva de la Orden de Calatrava o desde el punto de vista de los caba­lleros.
Este ejercicio del poder en el marco del abadengo calatravo se verificaba, como ya hemos señalado en otro lugar ( 21), en tres planos diferentes pero super­puestos: el poder de la Orden sobre sus concejos, el de los caballeros sobre las villas que gobernaban y el de éstas sobre sus aldeas. Se materializaba así una jerarquización social que tenía su reflejo en una jerarquización espacial, con­secuencia evidente del proceso de territorialización que estaba experimen­tando toda la sociedad peninsular (22).

Naturalmente, durante la etapa del concejo de realengo, el poder corres­pondiente a la Orden de Calatrava era ejercido por el monarca, que normal­mente delegaba en un tenente. Este puesto, como ya hemos visto, era frecuen­temente ocupado por grandes magnates castellanos, pertenecientes en ocasiones a las principales familias del reino. Por su parte, el poder ejercido por la Orden se efectuaba también a través de tenencias delegadas en la per­sona de los comendadores de Maqueda y el hospital de Santa Olalla, de la manera que ya ha sido analizada en su momento.
El segundo plano en la práctica del poder era el que ejercían los caba­lleros sobre las villas, a través del control del gobierno de los concejos, este control no siempre aparecía regulado en los fueros, aunque en la práctica se fue convirtiendo en una realidad social que superaba la propia realidad jurí­dica.

Lógicamente, la capacidad para el ejercicio del poder que tenían los caba­lleros de Maqueda durante la fase dominio calatravo era menor que la que poseían durante el período del concejo de realengo, ya que estaba limitada por la propia potestad gubernativa y judicial de la Orden. Sin embargo, a través de los resquicios que dejaba el poder calatravo, los caballeros pudieron encar­garse de ejercer la justicia en primera instancia y de desempeñar las funciones propias del gobierno local.

El desempeño de todas las funciones características del gobierno y la administración de justicia proporcionaba a los caballeros una cantidad apre­ciable de ingresos, aunque desde luego no alcanzaba la importancia que tenía en los concejos de realengo, ya que un porcentaje muy elevado de la renta se desviaba en beneficio de la Orden de Calatrava. Por otra parte, el ejercicio de las magistraturas concejiles otorgaba a los caballeros privilegios de mayor exención fiscal para ellos mismos y para las personas vinculadas a los caba­lleros por lazos de carácter personal y relaciones de carácter estrictamente eco­nómico..

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(16) Ibid., pp. 619-632.
(17) GARCÍA DE VALDEAVELLANO, Curso de Historia de las instituciones españolas, p. 546
(18). Ibid.
(19)MALALANA, «Las Ordenanzas de Maqueda», p. 622.
(20)Publ. O'CALLAGHAN, «Martín Pérez de Siones», p. 169.
(21) RODRíGUEZ-PICAVEA, La formación del feudalismo, pp. 327-331.

(22)Sobre este proceso de territorialización vid. J.A. GARCÍA DE CORTÁZAR, La sociedad rural en la España medieval, Madrid, 1988, pp. 58 y ss.
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(Op. Cit pp. 50-51)


4. LOS ORDENAMIENTOS FORALES Y JURÍDICOS DE LA TIERRA DE MAQUEDA

A lo largo de los tres primeros siglos de implantación del feudalismo en Maqueda no conocemos ningún ordenamiento jurídico específicamente diri­gido a este lugar. Habrá que esperar hasta finales del siglo XIV, concretamente hasta 1399, para que la villa de Maqueda cuente con unas ordenanzas munici­pales propias. Hasta entonces sólo contamos con la referencia de que sus pobladores se regían, en asuntos eclesiásticos, por el mismo fuero que los habitantes de Calatalifa y Madrid. La noticia procede de la donación de fuero breve a Calatalifa, realizada por Alfonso VII y el obispo segoviano Pedro en febrero de 1141 (175).

No obstante, y a pesar de esta escueta noticia, todos los indicios apuntan a que la villa de Maqueda y su tierra se rigieron durante la Edad Media por el fuero toledano (176). Varios son los argumentos que, unidos todos ellos, avalan esta hipótesis:

1. La confirmación del fuero de Toledo, verificada por tres pobladores de Maqueda en 1118, significa, en cierto modo, la aceptación para esta última villa del mismo ordenamiento foral, al menos mientras no recibiera un fuero específico.

2. La propia donación del fuero toledano a Calatalifa en 1141, donde se estipulaba que en relación con las iglesias esta población se regiría por el mismo fuero que Maqueda, puede indicar que para las restantes cuestiones esta villa debía acudir también al ordenamiento de Toledo.

3. El predominio del fuero toledano en las tierras limítrofes a Maqueda. Así, al Norte del alfoz maquedano, la villa de Escalona recibió el fuero de los castellanos de Toledo en 1130, y tal vez antes ya dispuso de un ejemplar de la refundición atribuida a Alfonso VII en 1118 `. Al Oeste de Maqueda, la villa de Santa Olalla recibió en 1124, por concesión del mismo monarca, el fuero de los castellanos y el de los mozárabes de Toledo (178). Cuando más de un siglo después (1242), la condesa doña Elo, entonces señora de Santa Olalla, conce­dió fueros a esta villa, todavía seguía vigente el ordenamiento toledano para dirimir cuestiones judiciales, aunque la señora de la villa se situaba como máxima autoridad de apelación en los juicios (179). Finalmente, en la zona meri­dional del alfoz de Maqueda se encontraba Ronda, en cuyo territorio imperaba también el fuero toledano. En abril de 1188 Alfonso VIII donó a la Orden de Trujillo y a su maestre don Gómez esta villa para poblarla a fuero y costum­bres de Toledo (180),

4. A mediados del siglo XIII el fuero toledano estaba vigente en el alfoz de Maqueda, al menos para realizar las compraventas. Esto es lo que se des­prende de un documento fechado el 11 de diciembre de 1251, por el cual Juan Esteban de Maqueda vendía, con marjadraque "' según el fuero de Toledo, al deán y cabildo toledanos su heredad de Fuent Altamia, en término de Maqueda, con casas, alcaceres, olivos, tierras y todos sus bienes por 60 mara­vedís (182).

Con todos estos argumentos, es posible extender la vigencia del fuero de Toledo a la villa de Maqueda y a las aldeas de su alfoz. Solamente conocemos una excepción. Se trata de la aldea de San Silvestre, que experimentó una tem­prana señorialización. Precisamente, el primero de los señores de esta aldea que tenemos documentado, Munio Macho, le entregó unos fueros específicos. Desconocemos la fecha exacta de esta concesión, pero probablemente se rea­lizó en la década de 1180, cuando se documenta el señorío del citado Munio Macho sobre la aldea de San Silvestre. En cualquier caso, la entrega del docu­mento foral debió producirse antes de febrero de 1192, cuando Alfonso VIII confirmó a la Orden de Calatrava la compra de San Silvestre a cambio de 1.000 maravedís (183)`. El mantenimiento de estos fueros típicamente señoriales interesaba a los freires calatravos, razón por la cual en 1198 fueron confirma­dos por el maestre Martín Pérez de Siones

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(174) Según GONZÁLEZ (Repoblación, 1, p. 199), el reducido tamaño de las aldeas fue la causa fundamental de su desaparición.
(175) Publ., entre otros, Luis Miguel VILLAR GARCíA, Documentación medieval de la catedral de Segovia (1115-1300), Salamanca, 1991, n.° 3.
(176) Ésta es también la opinión de Julio GONZÁLEZ, Repoblación, p. 45.
(177) Sobre los fueros de Escalona y sus ediciones vid. A.M. BARRERO ALONSO & M.L. ALONSO MARTÍN, Textos de derecho local español en la Edad Media. Catálogo de fueros y cos­tumbres municipales, Madrid, 1989, p. 229.
(178) A. GARCÍA-GALLO, «Los fueros de Toledo», p. 463
(179). BN, ms. 13.080, fols. 121-122.
(180)Publ., entre otros, J. GONZÁLEZ, Alfonso VIII, II, pp. 855-856.
(181)Sobre esta cuestión vid. M." Luz ALONSO, «La compraventa en los documentos toledanos de los siglos XII-XV», AHDE, 61 (1979), pp. 455-517.
(182)AHN, Códices, sign. 987 B, fol. 79r; Biblioteca Catedralicia de Toledo, ms. 42-23a, fol. 67v. Publ. FiTA, «Marjadraque según el fuero de Toledo», pp. 376-377.
(183)GONZÁLEZ, Alfónso VIII, III, pp. 37-38.
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(Op cit 80-81)