lunes, septiembre 16, 2013
Simancas corresponde al Reino de León
jueves, septiembre 12, 2013
La Sierra de Madrid no Existe
En cierto modo, es como se quisiera que el alcance de Madrid fuera mayor del que históricamente ha sido. Si nos remontamos al siglo XV, el siglo de esplendor de la provincia segoviana, las fronteras de esta provincia se extendían hasta limitar en partes con el río Tajo, quedando dentro de su jurisprudencia la mayor parte de la Sierra de Guadarrama, siendo la parte más oriental de la Sierra de Guadarrama perteneciente a la provincia de Guadalajara.
En el año 1561, Felipe II mueve la capital de su imperio a la Villa de Madrid. Aún así, la división territorial expuesta en el mapa anterior, que venía de la época de la reconquista y la repoblación, se mantuvo. A lo largo de los siglos XVI y XVII las divisiones territoriales son modificadas levemente, y el marco de subordinación económica de la provincia de Madrid empieza a crecer más allá de sus fronteras.
No sería hasta la reorganización territorial de 1833 cuando las fronteras de la provincia de Madrid llegarían por primera vez hasta la Sierra de Guadarrama, pasando a formar parte de Madrid prácticamente la mitad de la sierra.
Pese al terreno ganado por la provincia de Madrid en la Sierra de Guadarrama con el paso de la historia, en ningún momento se ha llegado a renombrar su nombre, pero a día de hoy es posible escucharlo en muchos medios de comunicación, incluidos los dos periódicos generalistas más populares (El País y El Mundo).
Por supuesto, esto no es una reivindicación para que la Sierra de Guadarrama vuelva a ser segoviana, no para que cambie su nombre a Sierra de Segovia. Simplemente es una reivindicación para que se llame a las cosas por su nombre. La Sierra de Madrid no existe, sólo existe la Sierra de Guadarrama.
Lo que nos dice la historia en vísperas de la Diada
Lo que nos dice la historia en vísperas de la Diada
10.09.2013 Antonio Casado El Confidencial.com
[Nota de Breviario Castellano: Parece que el vilipendiado por algunos Anselmo Carretero sigue siendo una referencia válida para muchos. Lo sentimos por aquellos que nos son capaces de presentar producción intelectual alguna, sea mala o buena, y cuyo único afan es la descalificación y el insulto hacia un persona fallecida hace muchos años.]
Los nacionalistas convocados por la llamada Asamblea Nacional Catalana van a celebrar por todo lo alto la Diada del 11 de septiembre. Con una cadena humana de 400 kilómetros, de norte a sur, que garantiza serios problemas de movilidad ciudadana en varias carreteras de esta comunidad autónoma. Se trata de escenificar un recuerdo: la derrota de los barceloneses que en tal fecha de 1714 (guerra de sucesión a la Corona de España) defendieron la ciudad hasta las últimas consecuencias frente a las tropas borbónicas.
Es verdad que los catalanes lucharon por sus libertades en el sitio de Barcelona frente al unitarismo borbónico que se les venía encima. Como antes habían luchado en la guerra de secesión (revuelta de els segadors) contra el conde-duque de Olivares (1640). Pero también es verdad que a partir de aquel doloroso 11 de septiembre la historia fue uniendo cada vez más a Cataluña con los otros pueblos de España.
Desde que Artur Mas se lanzó sin frenos por la pendiente soberanista, nadie hace campaña en defensa de ese doble sentimiento de pertenencia (“tan catalán como español”) frente a la posición excluyente (“solo catalán”) que sueña (delira) con el Estado propio. Como nos enseña Anselmo Carretero, tan completa es la vinculación moral de Cataluña a España a finales del siglo XVIII que cuando la República Francesa nos declara la guerra en 1793, “los catalanes, con entusiasmo no superado en otros lugares de la península, se alistan voluntarios para luchar por una causa española que consideraban como suya en unos momentos en que, de haber intentado la separación, Cataluña hubiera recibido toda la ayuda de Francia”.
Fue tan espontánea su participación en aquel conflicto, por ellos llamado la “guerra gran”, que los historiadores lo han calificado de “primer acto de españolismo colectivo de los catalanes”, sin que esa solidaridad haya coartado nunca su sentimiento colectivo de nación. Desde 1714 siempre fueron compatibles solidaridad hispánica y sentimiento nacional. Y cuando ambos se manifiestan con el máximo vigor es en la “guerra de la independencia” contra la invasión napoleónica, en la que el patriotismo español y el catalán quedaron superpuestos.
Curiosamente, no es el famoso decreto de Nueva Planta (1716) el que se lleva por delante las libertades propias de Cataluña, aunque así se rememora en las celebraciones de mañana. El apagón del autogobierno se produce en realidad en la Constitución liberal de 1812. Son las Cortes de Cádiz las que instauran en Cataluña la verdadera unificación de los códigos de la Monarquía borbónica pasados por la Revolución Francesa.
Sin embargo, desde que Artur Mas se lanzó sin bridas por la pendiente soberanista (ahora empieza a frenar para evitar el descalabro), nadie hace campaña en defensa de ese doble sentimiento de pertenencia (“tan catalán como español”) frente a la posición excluyente (“sólo catalán”) que sueña (delira) con el Estado propio. Aquellos tienen la razón y estos tienen la emoción. No estaría mal que se prestaran algo de lo que les sobra a cada una de las partes.
lunes, septiembre 09, 2013
NO ME GUSTA EL CENTRALISMO DE VALLADOLID
NO ME GUSTA EL CENTRALISMO DE VALLADOLID
Desde mi punto de vista, se equivocan los dirigentes políticos que hacen oídos sordos a las decisiones que se toman democráticamente en las provincias. Caja de Ávila y Caja Segovia no son ni del PP ni del PSOE, aunque en sus órganos de administración la mayoría de sus miembros sean representantes de instituciones públicas que gobiernan estos partidos. También los hay de otras entidades no políticas: Casa Social Católica, Cáritas y representantes de los empleados, en Ávila, por ejemplo. Han sido 14 votos a favor y 3 en contra (éstos de representantes socialistas) los que han dicho sí a la integración en el SIP de Caja Madrid y Bancaja. ¿Están éstos equivocados y han decidido causar daño a los abulenses? Creo que han obrado como mejor les parece que se beneficia a la provincia. No son mensajeros de Valladolid sino representantes de los intereses de los clientes de Caja Ávila y de nuestra provincia. Esto, que es tan sencillo, deberían respetarlo los que dirigen los dos principales partidos políticos de la región. Esto sería lo democrático. Empecinarse en llevar la contrario a los intereses segovianos y abulenses solamente producirá desafección de Ávila y Segovia hacia la causa regional.
Recuerdo que el proceso autonómico de esta comunidad no fue nada fácil en sus primeros años. Testigo soy de ello. El miedo a que el centralismo vallisoletano fuera peor que el de Madrid, lo que ya sobrevolaba en los ambientes políticos de la época, hizo que Segovia dijera no y que León estuviera a punto de hacer lo mismo. Logroño y Santander, más previsoras, optaron por dar el portazo desde el primer momento. A los segovianos se les impuso por la fuerza de la ley la integración en esta comunidad. Los abulenses, por lealtad, no planteamos problemas reivindicativos y coadyuvaron al proceso autonómico como los que más, aunque saliéramos perdiendo. A nadie se le oculta que la cercanía a Madrid y la presencia de decenas de miles de abulenses en esta comunidad, hace que nuestras relaciones sean más estrechas con ésta que con Valladolid. Por ello, deberían tener más cuidado los centralistas regionales en no apretar las tuercas a estas dos provincias periféricas porque pueden provocar que en ellas surjan movimientos segregacionistas.
Navarra, León y Segovia.
Navarra, León y
Segovia.
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Luis Solana
Mucha gente se ha quedado con la boca abierta ante el
artículo que ha publicado el 2 de agosto el periodista Julio Llamazares en
El País (aquí en
abierto). Resulta que una región (o una provincia) de España se incorporó a la
autonomía de Castilla y León como resultado de un acuerdo entre UCD (Rodolfo Martín
Villa) y el PSOE (Gregorio Péces
Barba). Se trata de León. El periodista Llamazares se echa las manos a la
cabeza por lo que considera hoy una decisión poco democrática. No coincido con
la forma de plantear el asunto, pero puede ser una buena ocasión para meditar
sobre algunos aspectos de la “transición”.
Hay que tener ciertas ideas claras: todo el mapa de las autonomías que se
acuerda en la “transición” es producto de acuerdos entre partidos y no de
debates y de votaciones ciudadanas.
Los partidos que definen ese mapa son UCD y PSOE.
Su primera decisión fue aceptar sin discusión que
las Comunidades que habían logrado un estatuto durante la II República eran
automáticamente Autonomías de primera categoría. Cataluña, Euzkadi y Galicia
no fueron objeto de dabate.
La segunda decisión fue evitar tensiones políticas insoportables y aceptar
retos tolerables. Y así se decidieron los repartos de provincias. Cantabria (que
era castellana) se convirtió en Autonomía uniprovincial. Lo mismo se acordó con
La Rioja (cuna del castellano) que se decidió que de Castilla nada, que
Autonomía uniprovincial.
Madrid resultaba complicadísimo integrarla en Castilla y León o en
Castilla-La Mancha: todos los políticos de las dos regiones temblaban sólo de
pensar lo que significaría Madrid en su Autonomía. Resultado, se acuerda que
Madrid es una Comunidad Autónoma específica.
Pero cuando se está a punto de cerrar la llamada Comunidad de Castilla y León
una provincia se planta y pide ser Autonomía uniprovincial: Segovia.
Sin casi ruido -al principio- consigue que los ayuntamientos voten a favor de
esa autonomía uniprovincial. Un día saltan las alarmas y el diputado socialista
por Segovia (Luis Solana) va a ver al Ministro Martín Villa para pedirle que
ayude a ordenar algo que podría abrir un debate global imposible (entonces).
Rodolfo Martín Villa se reune con el presidente segoviano de UCD -el inolvidable
Modesto Fraile- y le convence de que frene el proceso. El proceso, plenamente
democrático, se frena y Segovia no se desgaja de la planificada autonomía
llamada Castilla y León.
No se cuánta gente puede leer este blog, pero a los que lo leais os pido que
hagais lo posible para difundirlo. No se puede sacralizar la “transición” pero
tampoco se puede empezar un proceso de destrucción desordenada.
Que si Llamazares justifica que León debe ser una autonomía yo pido que
Segovia lo sea también. Que si Llamazares pide para León lo mismo que se pide
para Navarra yo puedo explicar que Segovia ya cumplió las condiciones que
Navarra no cumple.
Por favor, un poco de prudencia. No empecemos a abrir el debate sobre la
“transición” sin medir las consecuencias. Y vaya por delante que si por mayoría
se propone poner en cuestión todo, pues yo también votaré ese día. Lo que no
digo es lo que votaré.
jueves, septiembre 05, 2013
Resistencia Castellana
miércoles, septiembre 04, 2013
Manifiesto de Castilla Vive en Covarrubias - 15 de Junio de 2013