martes, diciembre 17, 2013

Los acuerdos de Benavente y Arévalo: Castilla sin León

No sólo los leonesistas estaban en contra de unificar en una comunidad las regiones históricas de Castilla la Vieja y de León. Intelectuales, asociaciones y provincias como Segovia intentaron defender la idea de una «Castilla auténtica»

DAVID MARTÍNEZ ALBERTO FLECHA  17/04/2005

Diario de León

Comunidad Castellana nació como asociación en febrero de 1977 con el propósito de que se reconociera la personalidad de Castilla dentro del conjunto de España. Su idea de Castilla era la que había defendido Anselmo Carretero. Este político socialista, exiliado durante el franquismo, defendió a raíz de sus investigaciones las enormes diferencias entre León y Castilla, tanto históricas como geográficas, en obras como El antiguo Reino de León o Las nacionalidades españolas . Las provincias que abarcaría Castilla -según Carretero- eran Santander, Burgos, Logroño, Soria, Madrid, Segovia, Ávila, Guadalajara y Cuenca, junto con algunas comarcas de Valencia, Valladolid y Palencia. Por lo tanto, incluía a gran parte de las provincias de Palencia y Valladolid en la región leonesa junto con las tradicionales Zamora, Salamanca y León. Los objetivos de la asociación regionalista castellana eran, siguiendo dichos presupuestos, fomentar la conciencia regional de Castilla, dar a conocer sus símbolos propios, tales como su bandera, y frenar la crisis económica que aquejaba a la región. Su sede estuvo en Segovia -no olvidemos que desde esta provincia se mantuvo un rechazo a entrar en la comunidad que se proyectaba por incorporar en ella a la región leonesa- y uno sus dirigentes más destacados fue el abogado Manuel González Herrero. Oposición frontal Con estas razones en la mano, Comunidad Castellana se oponía abiertamente a la creación de una comunidad que uniera León a Castilla y buscó anudar lazos con aquellos grupos que desde León compartían los mismos planteamientos.
Comunidad Castellana apoyó las reivindicaciones en pro de la personalidad del pueblo leonés y se mostró interesada en colaborar con los leonesistas desde las primeras apariciones en prensa de grupos como el GAL. Los frutos no se hicieron esperar: el 30 de octubre de 1977 se produjo la primera declaración conjunta con el acuerdo de Benavente suscrito por los castellanistas y el Grupo Autonómico Leonés. En este documento proclamaban que León y Castilla eran dos entidades históricas y culturales, dos regionalidades diferenciadas, pues contaba cada una de ellas con una personalidad propia. Por consiguiente, desaprobaban la configuración de una región castellanoleonesa , por entender que era inventada y falsa, además de contraria a las realidades populares y culturales de León y de Castilla. También consideraban que una región tenía que reconocerse a sí misma como una comunidad humana y que, por lo tanto, no podía delimitarse artificialmente por decisiones de grupos o imposiciones del Estado, y menos olvidando la realidad popular que constituían las comarcas. De esta manera, los dos pueblos, castellano y leonés, debían ser los que decidiesen democráticamente sobre su identidad y sus relaciones de cooperación. Por último, decidieron actuar conjuntamente, en sus respectivos ámbitos, por la recuperación de la conciencia regional, la reivindicación de la autonomía y la promoción de los intereses de Castilla y de León.
Comunidad Castellana continuó apoyando la causa leonesista participando en actividades como la segunda manifestación por la autonomía leonesa que tuvo lugar el 12 de abril de 1980. Todo ello demuestra la semejanza de intereses entre ambas asociaciones regionalistas. Como se ha mostrado, la opción de Castilla y León tampoco era la única en la región castellana, y en algunos casos tampoco era la más popular, como demostró el caso de la autonomía uniprovincial de Segovia, claramente inspirada en las ideas de Comunidad Castellana.