La Rioja es Castilla (por José María Codón, de la R. A. H.)
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J. M. Codón reproduce una controversia suscitada por el escritor riojano “Berceo” en el diario “Nueva Rioja”, como punto de contraste sobre el tema de la Rioja.
Atiéndase a la nula y ridícula entidad de las "razones" que puede elucubrar el "separatismo" riojano.
I
“Nosotros sí…”
José María Codón no cree en la provincia-región
José María Codón es un buen amigo de la Rioja. Y lo ha demostrado en múltiples ocasiones. Pero esta vez le ha hecho flaco favor, aun sin citarla, al asegurar en una colaboración que le publica nuestro querido colega el “Diario de Burgos”, refiriéndose al caso autonómico de Santander que “sostener que pueda darse una provincia-región es una antinomia. Esto es provincianismo o provincialismo, no regionalismo”.
Lamentamos disentir del señor Codón. La provincia-región, posibilidad aceptada y valorada constitucionalmente, tiene tanto derecho a existir, desenvolverse y pronunciarse como otra región cualquiera no comprendida exactamente en las provincias decimonónicas de Francisco Javier de Burgos. Lo que ocurre es que al señor Codón le ha entrado, como a otros tres castellanos de pro, el reconcomio de la Castilla imperial y no pueden aceptar que dentro de esa Castilla Vieja se empinen y distingan regiones, también viejas en el mismo alto sentido, también con personalidad propia, también con deseos de figurar en los anales de la descentralización política que ahora parece iniciarse con seriedad. En el caso de Santander, las razones de esa personalización, que tiene siglos de historia a su favor, están muy claras. En el caso de la Rioja, incorporada Castilla por las armas, todavía más. Las antinomias del señor Codón parecen antinomias solamente desde una perspectiva burgalesa que ya no puede tener valor. Porque tan malo es el centralismo madrileño como puede ser el de Burgos.
6 de julio de 1979
BERCEO
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Cordial respuesta a Berceo
LA PROVINCIA-REGIÓN NO EXISTE
Regiones únicas en España no son más que Asturias, Navarra y quizá Murcia
Muchísimas gracias sean dadas a “Berceo”, gran escritor riojano y buen amigo, por sus sinceros elogios, que aciertan, en el punto de mi amor a la Rioja, admirador de su historia, de su lengua, de su derecho, como abogado del Colegio de Logroño hace años, y como lector diario de ese excelente periódico. A la Rioja y a los Cameros he dedicado mi próximo libro, ya en la imprenta.
No es que no crea en el híbrido “provincia-región”; es que en este tema no hay cuestión de creencias, ni de gustos personales, ni de fe personal, ni de opinión, sino de razón. La fe es una luz de implosión que alumbra las cuencas vacías de los ciegos humanos. Pero la creencia personal ni quita ni pone una cuestión que es de filosofía política y de sociología. Una cosa es la región, que es una parte de la nación, y otra cosa es la provincia, que es un cuerpo intermedio entre ambos. Decir provincia-región es una contradicción… “in adjecto”, como no se puede sostener la ficticia ecuación de “cuerpo-región torácica”, “ciudad-calle”, “casa-piso”, “árbol-rama”.
Así lo viene a reconocer “Berceo” al afirmar que la Rioja forma parte de Castilla la Vieja.
Y no es que el Parlamento, al hacer el texto de la Constitución, admita la creación de regiones, partiendo de una sola provincia que se desmembra de una región tradicional. Al revés, el artículo 143 se refiere a provincias actuales “con entidad regional histórica”, y es que en España no lo son más que Asturias, Navarra y quizá Murcia, reinos seculares que el centralismo redujo a provincias en el siglo XIX.
“No tenemos pujos imperialistas”
La Rioja, cuna, con Burgos y Santander de la lengua, del derecho y del ser político de Castilla, no ha sido jamás una región. Hay quien se devana los sesos para calificarla de comarca, subregión o zona. Es pequeña y no tiene extensión superficial, pero tiene una magnitud espiritual muy grande en el seno de Castilla. Es parte esencial de Castilla la Vieja. Ni los burgaleses ni los demás castellanos, cuyo deseo es permanecer unidos, como Dios nos hizo y como Dios manda, con la Rioja tenemos “pujos imperialistas”, como nos achacaba “Berceo” en la nota a que contestamos. Jamás fuimos hegemónicos, a estilo prusiano. Más bien Castilla, la Rioja incluida, ha sido la cenicienta de España, y cuanto más nos dividamos, más perderemos. Burgos y Logroño lucharon juntos siempre contra el cesarismo, y lo mismo los condestables y los almirantes de la cabeza de Castilla que los riojanos Ávalos, Pescara, Sancho de Londoño, pese a servir a Carlos V, no pueden ser tachados de imperialistas porque servían a España y “a un señor que no se pudiese morir”.
“¿Centralismo burgalés”? Jamás lo he oído…”
Burgos y Logroño son hermanos gemelos. La provincia de Logroño se formó en 1833 por partenogénesis de la de Burgos, con 124 pueblos burgaleses y algunos sorianos. Burgos y Logroño son dos provincias pares y ninguna desea imperar sobre la otra. “Par in parem non habet imperium”. El par entre los pares no tiene imperio.
Sería tan impropio como temer que si Logroño fuese capital de una provincia aislada, los de Haro teman el centralismo provincial de esa querida capital de la Rioja y los de Arnedo se asusten ante el centralismo de Calahorra.
“No retrocedamos”
No cabe duda que la región, que es un organismo vivo, cobija en su seno a la provincia y ésta a las comarcas. Es el concepto organicista, que se nutre de la sangre de una libertad que riega a las células municipales, a los tejidos comarcales, a los órganos provinciales, comunidades intermedias, y que abarca la región como un todo unitario.
Logroño no puede amar el provincianismo de la taifa, del cantón o del ente privado, sino que sabrá insertarse en el ámbito regional de una región plenamente autónoma, Castilla la Vieja, pero conservando, sí, con pleno derecho, la autonomía provincial de la Rioja y los Cameros. No retrocedamos a 1873 o al año 500 antes de Jesucristo.
24 de julio de 1979
José María Codón
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