TRIBUNA
APULEYO SOTO
Hombre más verdadero que ninguno, el Don se le ajustaba como un sombrero a la cabeza por su sabiduría andante,
No llegué a conocerle personalmente ¡y cuánto lo lamento! Siempre nos decíamos "a ver si nos vemos, a ver si nos vemos una tarde". Esa tarde del examen del amor ha caído sobre sus ojos tan abiertos.
Yo le "he vivido" en sus consejos y en sus libros, volumen a volumen de ríos, reyes y campos segovianos, y me considero un alma gemela suya, un discípulo -permitídmelo-aprovechado.
Me llamaba conmocionado cada vez que deslizaba su nombre en un artículo o le enviaba un poema de felicitación, el último, quizás, por el viaje del Marijabe. La otra madrugada se hicieron ciertos los versos: "Con botas de siete leguas, por ríos y por montañas, Manuel González Herrero se fue al cielo una mañana. Dejó en este mundo el libro que contaba sus andanzas y se alejó murmurando palabras de amor, palabras".
Para mi está vivo todavía. En mi despacho hablan sin cesar todos sus escritos, que, un día una hija suya, enviada por él, me acercó a la SEK.
Don Manuel, descanse usted Allá Arriba, que ya hizo camino al andar. Y seguiremos conversando.
sábado, marzo 11, 2006
El camino de don Manuel
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