Re: La
Rioja es Castilla (por José María Codón, de la R. A. H.)
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14. La Rioja y Burgos, unidos por la lengua de la Castilla milenaria
En el itinerario del homenaje de la lengua Castellana,
pasamos de la castellanísima etapa de San Millán de la Cogolla, el santuario
del Patrono de Castilla, tan frecuentado y amado por Fernán González, y en el
que se hallan los sepulcros acéfalos de los Infantes de Lara, al Monasterio de
Silos, condal y real, es decir: de las Glosas Emilianenses a las Silenses.
Ambas Glosas son, aproximadamente, contemporáneas. Las
Silenses fueron declaradas auténticas en 1895, y las Emilianenses, en 1927.
La conmemoración en Silos fue provincial. Llegarían, en el
curso de 1978, los actos extrarregionales. El Patronato programó los actos de
tipo nacional y aun internacional, con dignidad y altura. Se retrasó la
declaración del Año Mundial del Castellano. Por eso hubo que acudir a Silos y
participar en la celebración, y entonar los cánticos mozárabes y la bella
palabra de J. M. Alfaro.
El eco que el Milenario logró lo demuestran los actos
recientemente (1979) organizados en Buenos Aires por la Academia Argentina de
Letras, sobre “Los primeros documentos en la Historia de nuestro idioma”, con
el concurso de nuestro embajador, del decano de la Facultad de Letras
bonaerense, de la Biblioteca Nacional Argentina y del director del Instituto de
Filología y Literatura Hispánicas de la facultad de Buenos Aires, don Ángel
Baltistena.
En España, los filólogos y literatos recibieron bien el
Milenario con una sola excepción. (Los archiveros se han movilizado por
rastrear posibles textos anteriores a las dos glosas castellanas. Se dice que,
en León, ha aparecido un documento más antiguo que ellos, con dos o tres
palabras escritas en castellano. Debe examinarse el hallazgo, aunque nos
extraña que el P. García Villoslada, estudioso del tema y juez importantísimo
de las glosas, no reparase en dicho texto. También ha dicho Manuel Criado del
Val que, en una documentación en lengua semita hallada en Toledo, aparecen
palabras romances).
Cuanto más se estudie el problema, más permanecerá en pie la
verdad proclamada por Menéndez Pidal: El castellano nació en Cantabria, es
decir, en el sur de Santander y en el norte de Burgos y en la Rioja. Ese fue el
castellano oral, de formación muy lenta. Por ello no debe extrañar que los
testimonios escritos: documentos, glosarios y diplomas, se encuentran en la
Vieja Castilla. Así podemos poner en ficha la declaración documental de
derechos que el Conde de Castilla tenía en Espeja (año 1003). Dechado de castellano
es el documento notarial de Frandovínez o Buniel del año 1100, precedido de su
congénere riojano de 1044. La escritura de Sobrarbe, del año 1090 (nueve años
antes de la muerte del Cid) es otra valiosa muestra. ¡Qué gran exposición de
textos primitivos podría organizarse con tales documentos!
Ahora bien, más importante que un pergamino es la vida que
refleja. Más que el documento escrito, es la lengua misma. Entre ambas cosas
existe la misma diferencia que entre el alumbramiento de un nuevo ser y la
partida de nacimiento.
No olvidamos el castellano oral, porque es cimiento. Desde
el siglo I, en la prehistoria de nuestra lengua, se aprecian gérmenes de las
lenguas romances. El triángulo Burgos-Santander-Logroño, donde nació y se
desarrolló la lengua hablada, vio la transformación del latín vulgar, que
resultaba incómodo para el comercio, el intercambio y la cultura. Los romanos
no aceptaban nunca el bilingüismo, imponían rápidamente su latín y hacían
olvidar a las razas autóctonas su idioma nativo. Pero en aquel triángulo, con
sede en el “Área Paternina”, Mena-Castilla la Vieja, en el partido de
Villarcayo, había una resistencia permanente a Roma. Incluso gramatical. Y en
la romanización de España gobernaban palabras ibéricas como “cerro, cazurro,
pizarra, izquierdo, Araduey y Aradoy (tierras de llanuras) e Iliberris (Ciudad
Nevada)”.
En el siglo VII, en la corte goda del rey Rodrigo, en
Toledo, se hablaría pronto con acento gallego (sobrinu, muller): en Cantabria,
sin embargo los bárbaros habían dejado voces germanas, en el romance en
gestación. Vegecio registra trescientas voces germanas, entre ellas una que es
muy cara a Burgos: “Castellum parvulum quem Burgus vocant”. (…)
¡Milenario del Castellano! Las efemérides siempre son
fructíferas. Propongámonos que quede huella en una facultad burgalesa o riojana
de la lengua castellana. Como soñaron Viñas y Menéndez Pidal, que ya es decir.
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