Entrecomillamos «Castilla y León» porque, como es sabido, se trata de la denominación oficial de una de las más antihistóricas «comunidades autónomas» creadas por el régimen de 1978. Un insulto tanto a León como a Castilla. Casi todo el Reino de León y un pedazo de la mutilada Castilla, unidos contra natura sin más razón que el caciquismo electoral y la disolución de España y de sus regiones históricas.
Ningún tradicionalista, ningún posible elector con discernimiento otorgará el voto a ninguna de las candidaturas presentadas por partidos políticos y coaliciones de ámbito nacional. Sólo representan la continuidad en nuestra acelerada decadencia, que empieza a mostrar visos de catástrofe.
Puede comprenderse que algunos se sientan inclinados a votar por candidaturas leonesistas, como las de Unión del Pueblo Leonés o Partido Regionalista del País Leonés; o por las de España Vaciaday las provincialistas (vinculadas a ella o no), como Vía Burgalesa, Soria ¡Ya!, Por Ávila, Por Zamora,Zamora Decide, o Coalición por el Bierzo... Pero si se mira con atención sus programas, se encontrará en unos casos la correspondencia casi completa con el régimen imperante, fuera del cual no se plantean nada; en otros, una indefinición que hace difícil cualquier planteamiento político serio. Por no hablar de la trayectoria de los promotores de algunas de ellas.
Aun con las salvedades que se acaban de señalar, el criterio general para estas elecciones autonómicas no puede ser otro que el de abstenerse de participar en ellas. El Carlismo recomienda, pues, la abstención.
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