EL MUNICIPIO AUTÁRQUICO
Yo soy partidario de una
reivindicación municipal, que empiece por considerar al municipio, no como una
creación legal, no como una creación artificiosa de poder ejecutivo, dividido,
según todos los tratadistas de la centralización y según las leyes que padecemos,
en tres partes: una, la administración general; otra, la administración
provincial, y la otra, la administración municipal. No, yo reconozco que el
Municipio es el primer grado de lo que llamo soberanía social; es la primera
escuela de la ciudadanía que nace espontáneamente de la congregación de
familias que sienten necesidades múltiples y comunes, que ellas no pueden
satisfacer aisladamente y que les obliga a juntarse y producir una
representación común, que es sociedad natural.
El municipio es la
Universidad de la ciudadanía, en aquel punto en que termina la vida doméstica
interior de la familia y el hombre se lanza, por decirlo así, a la vida
pública. De ahí la necesidad extraordinaria de su emancipación; de ahí al
necesidad de acabar con el régimen oprobioso, tiránico y centralizador que
padecemos. Hoy no existe autonomía en el Municipio; el Municipio no es más que
una creación legal, no es más que una sección, una parte del Poder ejecutivo en
funciones.
Cuando un Municipio
trata de unirse a otro o de segregarse, no le basta la voluntad de los vecinos,
es necesario que el Poder central la ratifique; cuando se trata de funcionar,
el alcalde tiene dos delegaciones: una, la delegación política, en que se hace
dependiente inmediato del Gobernador, que a su vez es amovible y responsable
ante el señor Ministro de la Gobernación; y otra, la delegación administrativa,
que queda absorbida por la delegación política. La centralización se completa
con el nombramiento de los alcaldes de Real Orden, ese escándalo de los
concejales y alcaldes interinos que vienen a destruir arbitrariamente la obra
de los propietarios, y hasta el nombramiento de aquellos funcionarios técnicos
asalariados por el municipio, y que él sólo no puede establecer sin la
aquiescencia de sus superiores jerárquicos; no hay autonomía en el presupuesto
municipal, porque depende, o de la Diputación o del Gobernador; y todo se
cercena, y el ayuntamiento se convierte en una rueda administrativa. Si la
comisión provincial, formada de acuerdo con los caciques, llega a ser lo
suficientemente poderosa, por motivos y pretextos que todos conocemos y que se
filtran a través de los artículos de la Ley municipal, las elecciones se anulan
y los Ayuntamientos en forma interina, se establecen, y entonces el cacique
cuenta con todos los medios para oprimir a los electores, para vejarles y para
falsificar la verdadera voluntad electora.
Yo en este punto soy
partidario de que el Ayuntamiento y el Municipio sean, no una creación
arbitraria de la ley, sino el reconocimiento de una personalidad natural,
formada por la agrupación de familias para defender sus mutuos intereses; que
no exista la doble representación, y que si existe, mientras no se paren, pueda
fijarse en caso de conflicto, la política, hasta en el juez Municipal, pero que
no se desposea al alcalde de aquella propia representación que tiene como
Delegado del Municipio; quiero que exista la representación permanente y la
representación variable; quiero que tenga el Municipio el derecho a formar
libremente hermandad con los demás municipios; quiero que se arregle y se
establezca la verdadera Hacienda Municipal, no con ese indigno y ridículo
prorrateo entre el Estado y el Municipio, en que se merman mutuamente unos
mismos tributos, sino que cobre la Hacienda municipal lo que resta de los
bienes comunales y los de propios, y, reintegrándole de las enormes cantidades
que le detenta el Estado (más de 300 millones), recobre el Municipio sus
facultades y se establezca de una vez la órbita en donde los tributos municipales
se recauden, sin tener la intromisión vergonzosa del Estado que los limita y
los cercena: quiero que el Municipio, en toda la esfera administrativa, sea
absolutamente independiente que sobre él no se levanten más que superiores
jerárquicos en su aspecto externo, pero que no toquen a su vida interna.
Cuando esto suceda,
cuando teniendo en cuenta, por un lado, la tradición nacional, y, por otro, se
resientan las necesidades grandes, después que la Revolución haya dejado pasar
su rasero sobre todos los organismos administrativos y locales desde hace un
siglo, se podrán establecer los cimientos de una verdadera organización
regional: mientras esto no suceda, en vano será otorgar mancomunidades ni
delegaciones, porque únicamente sobre los Municipios libres se podrán
establecer las regiones autónomas e independientes dentro de su propia esfera.
Juan Vázquez de Mella,
Discurso en el Congreso, 30 de junio de 1916.
https://circulohispalense.wordpress....io-autarquico/
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