CASTRISTAS DE ROSALÍA.
(Cita y su inversa rima)
Castristas de Rosalía,
no creáis que todo es bueno,
hay versos que son veneno
e incluso sin poesía.
En castellano o gallego
tu poesía encariña,
meniña gaiteira, niña,
ante tu son me congrego.
Tanta belleza se apiña
en castellano o gallego,
brota en nostalgia y sosiego,
meniña gaitera, niña,
que no acierto, Rosalía,
a entender ese gran odio,
de que tu verso es custodio,
si hablas de la tierra mía.
Tanto desprecio y tanto odio
rezuma tu poesía
que espanta tal galería
de improperios, que salmodio:
-Castellanos de Castilla,
tenéis corazón “de aceiro”,
alma como peñas dura
y sin entrañas el “peito”.
En verdad que no deleito
con ese aria sin ternura,
no lo inscribo en un “cruceiro”,
ni a buen estilo se ovilla.
-“Que Castilla e castellanos”
todos en montón revueltos
“non valen o que una herbiña”
de nuestros campos tan frescos.
Estos versos son chulescos,
neniña gaiteira, niña,
y creo que van envueltos
en valores poco humanos.
Castristas de Rosalía,
no creáis que todo es bueno,
hay versos que son veneno
e incluso sin poesía.
-Castellanos, castellanos,
tenéis “coraçón de ferro”,
tan mal corazón tenéis,
“secos fillos do deserto,
que si amargo pan vos ganan”
lo dais envuelto en veneno.
Veneno en verso no bueno
tus secas rimas desgranan,
tan escaso aquí tu acierto
en el resto y estos seis
que suena a puros yerros,
rosalianos, rosalianos.
LOS HECHOS
Y si, según yo lo entiendo,
cuestión es de segadores,
gallegos, por las labores
de espigas ir recogiendo,
los mismos duros rigores
estarían recibiendo,
otros que hubiere cogiendo
esos granos de esplendores,
aunque fuesen castellanos
esos recios cortadores
de los tallos talladores.
Nativos, foramontanos…
Y ni siquiera sudores
ofrecían a paisanos
empresarios ferrolanos.
¿A ellos no les das rencores?
Amargor infortunado,
meniña gaitera, niña,
mi intuición en ti escudriña
en tu corazón clavado.
El encono en que se aliña
tu cantar acibarado,
te digo que me ha alejado
del zumo de tu agria viña.
-Ni árboles que den sombra,
“nin sombra que preste alento”,
llanura y siempre llanura,
“deserto e sempre deserto”.
Tu tiempo el tópico crea
de la Castilla llanura,
que Generación futura
alzará a estética idea.
MONTAÑAS Y ARBOLEDAS,
LAS DE CASTILLA
¿Palie tal tópica altura
ver que en Castilla aletea,
tanta sierra y que alinea
cordilleras por montura?
Cuatro de cinco cadenas
más altas, largas de España,
izan cimas en maraña
que no alcanzan cantilenas.
Cantábrica al norte, Ibérica,
espina de la Central,
sierras al sur en mural
y Sierra Morena esférica.
Para ver esa maraña
de las Castillas amenas
hay que quitarse las penas
que llevas entre tu entraña.
Ese sí que está desierto,
tu corazón no es risueño,
un hierro le arruga el ceño,
seco está, en luto cubierto.
A los árboles gallegos
supera en tanto Castilla
que dobla esta maravilla:
Soria, Segovia, trasiegos
de Ávila, Burgos, astilla
de la Alcarria y Cuenca, apegos
de sierras, bosques y espliegos
de alta madera en Castilla.
¡Y faltan tantas provincias!
VALLE-INCLÁN ES MI REFERENCIA GALAICA
El caudal de tu arrogancia
expresa el errado sino
-del odio más bien vecino-.
con que inició su fragancia
el literario camino
-de política sustancia-
que está dentro de la estancia
del periférico trino.
Inició ese repentino
odio hacia lo castellano
en lugar de dar la mano
al pueblo en peor destino.
Valle es gallego más sano,
cien veces mejor marino,
más galaico en torbellino
más alto, amplio y lozano.
Y si, por germen político,
resuenas tú Rosalía
cual cumbre galaica y guía…
es el universo mítico
de Valle-Inclán tan inmenso,
que en verso, prosa y teatro
te vence por veinticuatro
años luz, lleno de incienso.
Más Galicia en su anfiteatro.
Aunque en castellano ascenso
él si alcanzó el más intenso
cénit genial que idolatro.
CODA
Hasta llegar Rosalía
a ese lugar tan granítico
-donde sobra lo político-
escucha la canción mía:
TU VALOR ES POLITICO, ROSALÍA
Primero, rima sencilla
que habla de ti a quien te siga,
y que en tus brazos se abriga
al llegar desde Castilla:
Rosalianos, rosalianos,
beatos de Rosalía,
a veces la poesía
no da en ella buenos granos.
Y hasta cuando los da buenos
no creo sean geniales,
comunes y muy iguales
a otros en su tiempo llenos.
Si te adora tanta gente,
ídolo con pies de barro,
para subirse a ese carro
política razón cuente.
VALLE-INCLÁN Y TANTOS OTROS UNIVERSOS LITERARIOS GALAICOS
Tantos gallegos geniales
hay, allá de Rosalía,
que acá está su poesía
sin llegar a esos umbrales.
Hasta el propio Valle dijo
que al cumplir él los veinte años
se planteó dos peldaños:
ser de idioma gallego hijo
y convertirse en su dios
sin llegar a ser prolijo
-poco esfuerzo y revoltijo-
diciéndote a ti “adiós”.
O bien ser de Galicia hijo
y el planeta literario,
y hacer esfuerzo tan vario
cada día en amasijo
durante setenta años
para al fin tener un hueco
ligero, breve, casi eco
como autor en castellano.
No sé bien, Ramón María,
viendo que en cada obra tuya
un mundo se contituya
donde cabe Rosalía
si no erraste tu camino,
puesto que no habría calle
en que tu nombre no se halle
ni honor sin tu son divino,
si con tarea muy nimia
hubieras puesto sordina
por tu palabra divina
la rosaliana vendimia.
En fin, tú, Ramón María
de literatura, cima.
¡Eso tu esfuerzo dirima!
¿Política? Rosalía.
PUEBLOS DE ESPAÑA: VED LA REALIDAD
Segundo, rima sincera
que expone una gran verdad
y retorna a la equidad
a una España más certera:
Castristas de Rosalía
y pueblos los periféricos,
tratad a los castellanos
bien, todos pueblos ibéricos,
que son los más asolados,
por tópico, odios, silencios,
desde hace quinientos años
que un rey los venció a su imperio.
destrozó su economía
los arruinó con impuestos,
les condenó a los caminos
de la despoblación y el sepelio.
Y casi doscientos años
que la odian los periféricos,
para mayor mal de males,
para mayor mal de infierno.
INVOCACIÓN FINAL
Castristas de Rosalía
y pueblos los periféricos,
tratad a los castellanos
bien. ¡Y, sobre todo, vedlos!
LLAMAMIENTO A LOS CASTELLANOS
Y vosotros, castellanos,
obrad el gran sortilegio,
de miraros hacia dentro,
de aprender a conoceros,
que es mucho el valor que tenéis
como cultura, tierra y pueblo.
Juan Pablo Mañueco.
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