lunes, abril 04, 2011

Gedos en la literatura


Gredos en la literatura


(Luis Garcinuño González)


Trasierra II época nº6, 2007


Poetas, novelistas, dramaturgos, ensayistas...y otros muchos autores afines al mundo de la Literatura han hecho de Gredos y su entorno centro de sus escri­tos. Todos consideran este paraje como un paraíso ardiente y exuberante, des­cribiéndolo con un gozo inenarrable. Américo Castro comentaba la admiración que producía en los estudiantes la llegada y visita a estos lugares de la geografía hispánica. En Gredos todo es grande, todo es gloria, azul, viento, nieve, admira­ción, apoteosis... Gargantas, aguas plateadas que como espejos nos deslumbran desde el fondo.


Así lo cantó Ramón de Garciasol en Canciones,:


ANOCHECER FRENTE A GREDOS


"Y nos hemos callado. Algo se mueve


con lenta majestad. Tienen las cumbres


un resplandor frutal de últimas lumbres.


Viene el buey de la noche, manso. Hiere


el tránsito solemne son profundo


del agua en las gargantas regadoras.


También calla el dolor sus heridoras


preguntas manantiales. Cesa el mundo


de estar presente. Sangra por los lomos


de la sierra la sombra igualadora,


al borde de ser piedra estamos. Somos


ahogo mineral que se diluye,


hasta que suena un grillo, y la sonora


noche de Gredos del silencio fluye."


Gregorio Marañón frecuentemente en sus escritos se recrea y nos recrea cuando describe la Sierra de Gredos:


"Gredos es algo extraordinario; es la suma de todas las cosas sanas y admirables que encie­rra el clima de montaña, en todos sus aspectos y en todas sus altitudes. En ninguna parte del mundo se dan bajo un cielo tan maravillosamente azul, con un sol tan constante y her­moso, la dulzura de los valles templados de Arenas de San Pedro, los climas aún suaves, pero más tónicos y fuertes... y, por fin, toda la gradación de alturas, con toda la gradación de floras, que termina en las regiones, empenachadas por las nieves perpetuas..."


Sobre las rutas y el recorrido por Gredos, Ortega y Gasset dijo: "Cometería una equivocación quien pensase que lo valioso en el alpinismo es la cima de la montaña y no la ascensión."


Este recorrido permite conocer y caminar las trochas, lagunas y portillas más re­presentativas del macizo central de la Sierra de Gredos, contemplar las impresio­nantes cimas y crestas que dan fama a nuestra Sierra e introducirse en la cultura de los habitantes de esta hermosa y variopinta comarca. Desde el Morezón tene­mos la que probablemente sea la mejor vista del Circo de Gredos, con la laguna al fondo. Desde las ruinág del Refugio del Rey veremos Castilla La Mancha y Ex­tremadura. El pico que más nos llama la atención hacia el este es La Mira. Resulta muy relajante sentarse junto a la fuente que hay en el Refugio del Rey y beber de su agua pura y cristalina. Blas de Otero, poeta de la protesta y el testimonio, se estremecía al contemplar la Laguna y las imponentes rocas que circundan el gran Circo de Credos y exclamaba:


"Lágrimas


de piedra, ardiendo


en la cara


del cielo."


El gran novelista y Premio Nobel de Literatura, Camilo José de Cela, trató muy espléndidamente a las gentes y a las tierras de la Sierra de Gredos, a las que dedica glosas fascinantes y de gran valor literario. Muchos de sus escritos se refiere a estas tierras en su conjunto y a sus lugares preferidos, como es el caso siguiera cuando retrata a Candeleda y sus mujeres:


"Al vagabundo, en Candeleda, le dieron de comer y beber. Candeleda tiene de todo; como el Arca de Noé de los tres reinos de la naturaleza, a saber: el animal, el vegetal y el mineral. A los dos días con sus noches de trotar por Candeléda y de mirar-¡ay, Catalina! a las candeledanas, que son las mozas más bellas de todo el confin del reino..."


En Judíos, moros y cristianos: "El Tiétar es el río del sur de Ávila, de lo que algunos llaman — el vagabundo ignora por qué — el Ávila andaluza, con más propiedad hubiera podido ser bautizada con el nombre de Ávila valenciana y, con mayor aún, con el de Ávila extremeña, que es lo que es.


El río Tiétar nace en el puerto de la Venta del Cojo, en Escarabajosa, y durante casi toda su carrera, y hasta que se pierde por la llanada de Cáceres, separa — administrativamente y contra todas las leyes de la naturaleza — las tierras avileses de las toledanas y las tierras toledanas de las cacereñas. El vagabundo entiende que el río Ramacastañas parte del Valle del Tiétar; el vagabundo suele ser más amigo de las regiones naturales que de las provin­cias artificiales."


Eduardo Tejero, maestro y centro de este homenaje, posee una obra muy extensa. En ella, frecuentemente habla de esta tierra. En Literatura de Tradición Oral en Ávila (IGDA, 1994), tiene bellas páginas relativas a Gredos y a su entorno.


En la Introducción a este magnífico y bien documentado libro, él mismo, en un gesto muy propio de su humildad, dice que quizá con excesiva audacia se ha pro­puesto tratar una visión de conjunto sobre los textos de tradición oral de Ávila y su provincia. Yo, que viví muy de cerca la investigación y el proceso de esta obra, única en el ámbito de la tradición abulense, sé de esa humildad, pero también de su indiscutible mérito. En uno de sus apartados, no puede por menos de ir a un "lugar común" de sus numerosas publicaciones: Arenas, el Tiétar, GREDOS... y en 149 páginas de esta obra nos dibuja con mano maestra esta "su zona" tan querida como vivencial para él, aludiendo a autores que hicieron de su poesía un bello canto a Gredos:


" El que se halle en paz con Dios


y quiere meterse en guerra,


vaya a los montes de Gredos


y lleve poca merienda." (Vergara, 1923 )


" Si quieres saber qué es bueno


y pasar la pena negra,


vete a monteses a Gredos


y lleva poca merienda."


"A la mujer que yo ronde


que no me la ronde nadie,


que soy de sierra de Gredos


y la quiero "pa" casarme."


(Copla de Priedalaves. P.Anta )


También es de Piedralaves esta Copla Pastoril, heredera del conocido texto clási­co: La dama y el pastor:


"Pastor de sierra de Gredos


que duermes en la retama


si te casaras conmigo


durmieras en buena cama."


Un gran poeta, cronista y articulista, el soriano Dionisio Ridruejo, con una calidad excepcional, evoca esta Sierra y se detiene en Gredos para cantarla en sus:


SONETOS A LA PIEDRA


" Verde, amarilla, gris, blanca en la altura,


la vasta sierra hasta la luz descansa


como una ola quieta


en su espuma más brava.


Me detengo en el valle. Con raíces


entre la hierba se me queda el alma.


Pasa a mis pies un agua, un sobresalto,


encadenando al tiempo mis entrañas.


Crecen las flores. Dormiré un momento.


Árboles son el cielo; ya me ampara


la tierrrra y va la muerte con la brisa


vigilando la altura de las plantas.


Despertaré. Despertaré. Por fuera


de los pinares sube la montaña


verde, amarilla, gris, blanca en la cumbre,


eternamente enaltecida y mansa."


D. Ridruejo se retira con frecuencia a la Sierra de Gredos a medifar en la soledad sobre su idea de España. En julio de 1942 escribe una serie de poemas que titula: Serranías, notas en las que evoca a esa España que le preocupa:


"Urbión allá y, más cerca,


Malagón, Guadarrama,


Sierras de Béjar y la Estrella, hundida


hacia la tierra que nos parte el alma,


y aquí Gredos; las cuentas de la espina


¿fuerzas, dolor?- de España,


vertiendo, acaudalando — Tajo, Duero —


para el esquivo mar las frescas aguas."


En una serie de poemas breves que llevan por título Sierra de Gredos o Gredos, el poeta medita y respira la grandiosidad del paisaje y su geografía abrupta e impo­nente, mientras contrasta su presente disfrute de la soledad con la grave decisión que acaba de tomar quemando las naves de su aventura política en defensa de una España más auténtica:


"Puertos y puertos, valles y collados,


cumbres y cumbres, rudo movimiento


que se recoge en sencillez humana


o desvela un indómito desierto.


Y, al fin, pinares bajos, altas cimas,


y el águila en los cielos.


Ya está la soledad en toda el alma


y atrás las naves — roca a roca — ardiendo."


La misma España sedienta de espíritu y eternidad que vimos en Sonetos a la piedra es la que se revela en las escarpadas cumbres de Gredos, como se muestra en este poema:


"Poco a poco — oh maciza y sublimada—


te vas haciendo cosa de los cielos,


vago cuerpo de nubes. tu violenta fe de tierra en celo


de eternidad, se acoge


a la nada inefable del sosiego.


Veo escapar tu certidumbre recta,


dientes, cascos, pirámides, y pierdo


yo también mi entereza ante la noche,


solo, y, de tanta soledad, incierto.


Hasta que las estrellas


allá, del fondo del oscuro sueño,


despiertan otra vez en nuestros seres


la sombra firme y el honor esbelto."


Sonetos a la piedra se cierra con una bella composición, en la que el poeta, desvelan­do el enigma, abandona el lenguaje simbólico que había mantenido a lo largo del libro, para definir lo que es esta "España de piedra" vista en su impresionante oro­grafía (del Pirineo hasta Tejada, Gredos, Guadarrama) y en las costas del Atlántico. Es majestad, espíritu guerrero, castillo, altura, crestería y serenidad. Y al mismo tiempo, energía, movimiento, agonía, anhelo, desnudez, libertad e inmortalidad. Es una combinación maravillosa de firmeza, estabilidad, fuerza y dinamismo, espíritu de aventura. Ésta es la impresión con la que sintetiza toda su teoría sobre España:


"Toda castillo o crestería, vuelo


pesado, movimiento endurecido,


serenidad — oh Gredos, Guadarrama —


y agonía naciente. Toda anhelo,


toda sin dominar y sin vestido,


toda libre, inmortal. Como se ama."


Y nos centramos en el gran poeta de la zona, don Miguel de Unamuno. En Por tierras de Portugal y España dice: " Cada paseo por Gredos- espinazo pétreo de Castilla- es una pequeña lección práctica de Geología. El Sistema Central es la espina dorsal que divide a la Meseta en dos. Gredos forma la parte más elevada de este sistema, que alcanza en el Pico Almanzor su máxima altitud, con 2.592 m."


El propio D. Miguel se considera a sí mismo como el "poeta mayor de Gredos" que él descubre y se apropia para soliloquios y arrebatos líricos. Gredos tiene la clave de sus versos depurados y densos, como dijo Luis Felipe Vivanco: "tan poco musicales y nada modernistas".'


Gredos es un hontanar, su manantial inspirador de una poesía desnuda, hermé­tica, metafísica y con un intenso mensaje espiritual. Fervoroso de la piel del toro, gusta de serpentear las rutas inéditas y marginadas: " España, se ha ido muchas veces, está por conocer para los españoles...Mientras viva quedará el recuerdo de mis correrías por las faldas de Gredos...Es un encanto, saliendo Béjar, divisar primero la torre de Becedas, dar vista al Tormes, al río mismo a cuya vera vivo, y verlo cuando fresco y rumoroso acaba de nacer de las aguas de las rocas y cruza bajo su primera horca caudina, el puente de Barco de Ávila, vigilado por las ruinas de un castillo...Y luego se os aparece Piedrahíta...y más adelante torcer el camino, subir al porti llo del Pico, atravesar el paradisíaco valle del Barranco e ir a descansar en Arenas de Sa Pedro, al pie de los pies de Gredos...


Más adelante, en la misma obra dice: "Columnas de mi tierra, columnas que sostenéis su cielo, quien nunca se abrazó a vosotras, cómo va a sentir la patria." En Sonetos líricos y en Andanzas y visiones españolas, sigue Unamuno cantando, emocionado, a Gre­doS. En de Fuerteventura a París, 1925, siente la obsesión de " la llamada del Dios de España que tiene su trono en Gredos." :


"No, no es Gredos aquella cordillera;


son nubes del confin, nubes de paso...


Gredos, que en la robusta primavera


de mi vida llenó de mi alma el vaso


con visiones de gloria, que hoy repaso


junto a este mar que canta lagotera.


¡ Aquel silencio de la innoble roca


llena de gesto de cordial denuedo!


¡ Aquel silencio de la inmensa boca


del cielo, en que ponía sello el dedo


del Almanzor! ¡En su uña el paso choca


y se rompe la sierra de remedo!"


Es muy llamativa la anécdota en que, estando en París con Blasco Ibáñez, al decir­le éste, contemplando los Campos Elíseos: "¿Ha visto Ud., D. Miguel, un espectáculo más hermoso?". Él contestó: "Sí, Gredos".


La sierra abulense de Gredos es la fuente principal de donde se alimenta la co­rriente del Duero por su margen izquierda. Sus elevadas cumbres, de nieves casi constantes, separan las cuencas del Duero y del Tajo por allí donde nacen sus dos grandes tributarios, el Tormes y el Tiétar, como recuerda don Miguel de Unamu­no en una composición de su Cancionero:


"Tiétar, Tormes, Tajo, Duero,


mellizos de las Castillas;


madre Gredos sus dos brazos


desparrama y acaricia


sobre hueso, carne parda,


que sangre y sudor hostigan."


Como un motivo recurrente volverán a mostrarse estos sentimientos hacia el final de su vida, en un breve poema titulado Agua del Tormes, que revela cuán profun­damente arraigadas están las imágenes salmantinas en el corazón del poeta:


"Agua del Tormes,


nieve de Gredos,


sal de mi tierra,


sol de mi cielo,


pan de la Armuña mollar y prieto,


leche de cabra del llano escueto,


puestas de soles de rosa eterno,


sombra de encina que espeja el Puerto..."


Otra visión de este río salmantino la da Unamuno en su composición: El Tormes:


"Desde Gredos, espalda de Castilla,


rodando, Tormes, sobre la dehesa,


pasas brezando el sueño de Teresa


junto a Alba la ducal dormida villa.


De la Flecha gozándote en la orilla,


Padre Duero,


¡ sálvalos de la riada.!


A los pobres


que en tu fe los Barrios Bajos


habitaban


y que a saco has entrado


por sus casas y que pescan en tus pozas los pucheros,


los jergones de las camas!


Padre Duero,


¡ sálvalos de la riada!"


Hasta el mar de Lusitania, llega con el Duero su palabra hecha poema al seguir los pasos del Tormes amado hasta su abrazo con el Duero y a través de éste llevan al poeta a su encuentro con el pueblo hermano:


"Gredos, Gredos, Almanzor, el Tormes


Piedrahíta del Duque,


Barco de Ávila,


Torreón de Alba,


Salamanca dorada.


Soledad de Ledesma,


Fermoselle ceñudo,


mi entrañado Duero


cantando en las entrañas de Portugal y España."


Algunas consideraciones finales


Gredos está considerado como uno de los espacios más valiosos del Sistema Cen­tral. Situado al sur de Castilla-León, se presenta como una sucesión de riscos, gargantas, lagunas y circos. Gredos comprende más de 140 km. La mayor parte de la Sierra se localiza en la provincia de Ávila aunque también se extiende a las de Salamanca y Cáceres. El paisaje aparece modelado por las distintas épocas glaciares y la riqueza de su fauna y de su flora es de incalculable valor, existiendo de una y otra varias especies endémicas, como ya hemos descrito anteriormente. Junto a toda esta riqueza natural, orográfica, histórica y literaria, existe en su entorno otra no menos rica y apasionante, como es la cultural y monumental: la calzada romana del Puerto del Pico y los pueblos de Candeleda, Arenas, Mom­beltrán, El Barco de Ávila, por citar algunos, son buenos ejemplos de ello. Los amantes del senderismo no podrán dejar de visitar el Circo de Gredos, a través de un impresionante camino que comienza en Hoyos del Espino hasta llegar al Prado de las Pozas. En una altitud superior a los 2.000 m que llega al alto de los Barrerones, desembocando en la Trocha Real cerca de la laguna glaciar se podrá disfrutar en toda su belleza del Almanzor.


La Sierra de Gredos, por su extraordinaria riqueza, está incluida dentro de la Red de Espacios naturales de Castilla y León. Podríamos calificar al Parque Regional de Gredos como un paraje virgen, silencioso y mágico. Desde sus agrestes cum­bres descienden en ruidosas cascadas las aguas cristalinas del Ricuevas, forman­do estanques en grandes canchales de piedras, donde la arena penetrante y el frescor primaveral te envuelven en luz y sonidos.


Termino con las palabras de Miguel Ángel Troitiño Vinuesa, gran conocedor e investigador de esta zona: "La Sierra de Gredos es una montaña mediterránea fuerte­mente humanizada, donde la imbricación de lo natural y de lo social constituye una de sus singularidades, aspecto que no debería olvidarse en la gestión del Parque Regional ni en la puesta en marcha de programas de proyección socioeconómica. La imbricación entre naturaleza, sociedad y cultura configuran paisajes diversos, siendo necesario clarificar e integrar las nuevas funciones del territorio para intentar superar un viejo enfrentamiento entre protección y promoción. La lectura social del medio ambiente, entendido como terri­torio, es una vía de trabajo que puede contribuir a superar las limitaciones de las visiones naturalistas simplistas y permitir que el Parque Regional, desde una política de protección activa, sea un instrumento para avanzar por el camino del desarrollo sostenible."

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