martes, enero 09, 2007

Manifiesto de la lengua castellana en su milenario (Comunidad Castellana. San Millán de la Cogolla, 1978)

Manifiesto de la Lengua Castellana en su Milenario

Rioja


Castilla, al conmemorar el milenario de su lengua, quiere alzar su voz para decir la palabra que en justicia le corresponde, y rendir así tributo de reconocimiento y de fidelidad a la más grande de sus creaciones y a su historia misma.

EL CASTELLANO, LENGUA ORIGINAL E INNOVADORA

Quizá nunca una historia y, una lengua se hicieron tan al unísono como en el caso de Castilla. Castilla comienza con la palabra y se hace historia en su lengua. Nacido en un rincón de la tierra cántabra y en contacto con el pueblo vasco, el castellano surge con un carácter decididamente original e innovador.

Desde el primer momento adopta en su fonética soluciones completamente revolucionarias que demuestran su capacidad inventiva, creadora y original y le apartan con rapidez del resto de las nacientes lenguas peninsulares, cuyas soluciones son más arcaizantes, conservadoras y a la vez uniformes.

Si Castilla surge como una afirmación de libertades, su lengua es el reflejo de esta actitud inicial. La menor romanización que había sufrido hizo que su naciente lengua no se sintiera tan ligada a las soluciones lingüísticas de los otros pueblos y que, por ello, su grado de libertad y de iniciativa fuera mayor. Cuando las demás lenguas se detienen en la evolución fonética, el dinamismo interno del castellano le lleva a superar con rapidez las formas adoptadas por aquéllas.


Desde el primer momento el castellano se muestra abierto al neologismo. No es su actitud la del rechazo de cuanto le sea ajeno, sino el sentido pragmático, pero siempre con una rara habilidad que Ie permite castellanizar inmediata mente cuantas formas le llegan desde fuera.

EL CASTELLANO, OBRA DE UN PUEBLO

Castilla cuenta en su haber con indiscutibles realizaciones históricas, pero acaso ninguna tan formidable como la creación de su propio idioma. Esta lengua, hoy vehículo de cultura de más de trescientos millones de hablantes, es la obra colectiva de un pueblo joven e innovador. El castellano no lo crean el poeta del Mío Cid ni Berceo: ellos contribuyen a fijar y a dignificar la lengua de un pueblo campesino, luchador y serio. El verdadero creador del castellano es el pueblo entero, que siente la lengua con rara unanimidad. El monje y el pastor, el labrador y el guerrero -el pueblo, en definitiva- son los verdaderos creadores y artífices del castellano, cuya capacidad asimiladora hace que lleguen hasta su seno y arraiguen en él voces procedentes de los más diversos puntos de la Península; manifestáción inequívoca de su capacidad integradora y no excluyente.

Hoy, este pueblo creador vuelve a sentir como suya aquella obra que hace mil años iniciaba sus primeros balbuceos, plasmados para siempre en la espontaneidad ingenua de unas glosas. Si durante siglos Castilla perdió el rumbo y la conciencia de sí misma, hoy vuelve a recobrarla en el recuerdo del nacimiento de su lengua, compañera inseparable de su historia.

LA REALIDAD OLVIDADA

Si el castellano se impuso al resto de las lenguas peninsulares, no fue por una voluntad de dominio, sino por su dinamismo interno y su portentosa literatura. No fue precisamente a golpe de decretos centralistas, acusación tan frecuente como injusta, como el castellano llegó a convertirse en patrimonio de la mayoría de los españoles, sino por su fuerza interior y por el prestigio de una abundante y rica literatura que deslumbró a las demás de España.

La realidad de los hechos históricos y literarios llevó a convertir el castellano en la principal , lengua peninsular, aceptada libremente por hablantes y escritores de los demás pueblos hispánicos. Con la llegada de los Borbones, ya en el siglo xviii, y la imolantación de su sistema unitario calcado del modelo francés el castellano se convierte por decreto en lengua oficial de todos los españoles. Pero entonces el castellano y su literatura viven ya días de postración y decadencia, y la imposición forzosa acaba provocando efectos contrarios. La hermosa lengua de Castilla fue utilizada desde los poderes centrales con afanes uniformistas, creando asi una falsa imagen Castilla como pueblo dominante e imperialista que ha oprimido a los demás, imponiéndoles por la fuerza su lengua y su cultura..

Castilla y su lengua nacieron como una afirmación de libertades. Castilla ha sido la primera víctima de un centralismo absurdo que ha desvirtuado su auténtica imagen de pueblo profundamente democrático y comunero. Castilla no quiso juzgar culturalmente -ni lo hizo- a otros pueblos. Hay que buscar en el dinamismo interno de la lengua castellana, en su flexibilidad y adaptabilidad, en su carácter creador e innovador y en su literatura las causas fundamentales de si o y expansión.

EL CASTELLANO, LENGUA UNIVERSAL.

La historia quiso que fuese el castellano la lengua que traspasara las fronteras p, que abar convirtiéndose en un vehículo de cultura entre os distintos. Renunciar al pasado histórico sería absurdo porque supondría la negación del presente y la obstrucción del futuro. Castilla siente con orgullo que su lengua su lengua sea compartida por más de trescientos millones de hablantes pero no quiere hacer de ello un titulo de privilegio. Castilla sabe que su lengua ya no le pertenece en exclusiva; ya no es sólo la lengua de Castilla, es también la lengua de Méjico, de Venezuela, de Cuba, de Argentina…. Por eso al conmemorar el milenario de la lengua, los castellanos no reclamamos para nosotros en exclusiva lo que es patrimonio de más de trescientos millones de personas; pero si nos queda el justo orgullo de reivindicar a Castilla como la cuna donde se fraguó este inmenso vehículo de cultura que es hoy el castellano, obra no de un genio aislado, sino de todo un pueblo que, indudablemente, fue genial por la valentía, clarividencia y seguridad con que supo adelantarse en e campo lingüístico. La lengua creada por el pueblo castellano es un perenne testimonio de la personalidad colectiva de Castilla.

El mundo castellano-parlante es hoy una inmensa promesa en la que la lengua ha de desempeñar la misión fundamental de aunar espíritus para una gran tarea de cultura y libertad. Si el reencuentro con el pasado histórico y lingüístico ha de servir para algo, es precisamente para tomar conciencia de que fue en Castilla donde se gesta una de las mayores aportaciones culturales con que España ha contribuido al patrimonio espiritual y cultural de la humanidad: su lengua. Pero no puede olvidarse que Castilla forjó su historia y su lengua mientras tuvo conciencia de sí misma.

En el milenario de la lengua de Castilla, desde la cuna de su nacimiento y con el sentido de libertad con que iniciaron su historia nuestro pueblo y nuestra lengua, nos dirigimos a los demás pueblos de España para afirmar los legítimos derechos culturales y lingüísticos de todas las comunidades, cualquiera que sea el lugar donde se encuentren, a fin de evitar así los errores del pasado que tanto han impedido el entendimiento y la mutua comprensión.

Las lenguas han de ser, ante todo, vehículos de cultura y de acercamiento entre los pueblos y nunca obstáculo que conduzca a la frustración y a la marginación humana, social, laboral o cultural. Sólo en el respeto florecerán la libertad y la cultura. Castilla y su lengua nacieron como una primicia de libertad, y esa libertad la pedimos para todas las lenguas y todos los pueblos de las Españas. Por lo mismo, rechazamos y renunciamos a cualquier forma que desde el poder central o desde cualquier estructura pretenda imponer el castellano por la fuerza, y proclamamos el derecho inalienable de cada pueblo a expresarse en su propia lengua y a mantener y desarrollar su tradición lingüística y su propia cultura.



En San Millán de la Cogolla. Noviembre de 1977. Año del milenario de la lengua de Castilla.

COMUNIDAD CASTELLANA

Castilla nº 1 Noviembre 1978

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