miércoles, febrero 28, 2007

Bibliografía Cultura Tradicional Castellana

Burgos

Folklore de Burgos, Federico Olmeda, 1902. Reedición Diputación de Burgos, 1992.

Antonio José, músico de Castilla. Jesus Barriuso Gutierrez, Fernando García Romero, Miguel Angel Palacios Garoz. Unión musical española, 1980.

Colección de cantos populares burgaleses, Antonio José. Reedición Unión Musical Española, 1980.

Folklore Burgalés, Domingo Hergueta y Martin. Diputación de Burgos, 1934. Reedición 1989.

Danzas Típicas Burgalesas, Justo del Río, Diputación de Burgos, 1959.

Colección "Páginas para Nuestro Pueblo", Fray Valentín de la Cruz. Editada por la Caja de Burgos
Burgos, Tierra de Arte. Burgos y sus doce partidos. Burgos, Torres y Castillos. Burgos, puentes y caminos. Burgos, Monasterios medievales. Burgos, Capitanes Insignes (I). Burgos, Mansiones señoriales. Burgos, sus Ríos. Burgos, Capitanes Insignes (II). Burgos, Ermitas y Romerias. Burgos, Heráldica Municipal. Burgos, Remansos de Historia y Arte. Burgos, Libros e Imprentas. Burgos, Campo de Cereal. Burgos, Viña y Bodega. Burgos, Pastores y Rebaños. Burgos, Artesanías y Oficios. Burgos, Juegos Populares. Burgos, Medicina y Farmacia. Burgos, Consulado del Mar.
El Vestir Burgalés, J.M. González-Marrón. Diputación de Burgos, 1981.

Indumentaria Burgalesa, Popular y Festera . Jose Mª González Marrón, Diputación de Burgos, 1989.

Los oficios y los hombres en Burgos., Temiño López Muñiz, Mª Jesús. Diputación de Burgos, 1998.

Cancionero Popular de Burgos. Vol 1. Estudio introductorio. Rondas y canciones. Miguel Manzano Alonso. Diputación de Burgos 2001.
Cancionero Popular de Burgos. Vol 2. Tonadas de Baile y Danza. Miguel Manzano Alonso. Diputación de Burgos 2001.

Segovia

Danzas rituales y de diversiones en la provincia de Segovia, Rosa María Olmos Criado, 1987.

Dulzaineros, música y costumbres populares en tierras segovianas / por Isidoro Tejero Cobos ; escritura musical Feliciano Ituero y José María González ; portada y dibujos Mariano Carabias. Segovia : Caja de Ahorros y Monte de Piedad, Obra social y cultural, D.L. 1990.

Cancionero popular de Segovia : canciones colectivas coreables / Isidro Tejero Cobos ; escritura musical Feliciano Ituero ; laboratorio fotografía José Mª Heredero ; rotulación portada Jesús Narros. Segovia : Cultura Popular Castellana, 1985.

Romancero General de Segovia. Seminario Menéndez Pidal y Diputación de Segovia. 1994.

Cantalejo. Los briqueros y su gacería. Francisco Fuentenebro Zamarro. Ayuntamiento de Cantalejo. 1994

Cuéllar : estudios sobre mi tierra. Isidoro Tejero Cobos ; pról. de Manuel González Herrero ; fot. y reprod. José María Heredero Arribas Segovia : [s.n.], 1978 (Imp. El Adelantado)

El traje popular segoviano. López García-Bermejo, Angela. Caja de Ahorros de Segovia, 1985

La Indumentaria Tradicional Segoviana. Angela López García-Bermejo, Esther Maganto Hurtado, Carlos Merino Arroyo. CajaSegovia, Colección Conocer Segovia nº1. Segovia, 2000.

Colección Segovia al Paso (editada por la Academia de Historia y Arte de San Quirce de Segovia). El acueducto de Segovia, 1996. La Comunidad de Villa Y Tierra de Maderuelo, Ronald Cueto Ruiz, 1996. La Comunidad de Villa Y Tierra de Segovia, 1998. La Universidad Popular de San Quirce, Manuela Villalpando Martinez, 1998. Arquitectura rural de la sierra de Segovia, Dominica Contreras López de Ayala, 1999.

Colección Etnográfica Segovia Sur.
El Martinete de Navafria, Ignacio Sanz. Segovia 2000. El Esquileo de Cabanillas del Monte, Oscar Cruz, Jorge Soler. Segovia 2000. Etnografía Segoviana, Ignacio Sanz. Segovia 2000. La Camisa de Acorches de Segovia, Tita Sanz. Segovia 2000.

Cantabria

Cancionero Popular de la Provincia de Santander, Rafael Calleja, 1903.

Cancionero Popular de la Provincia de Santander, Sixto Córdova y Oña, 1948,1949,1952,1953.

El lenguaje popular de la Cantabria montañesa. G. A. García-Lomas. 1966.

Trajes populares de Cantabria. Siglo XIX. Gustavo Cotera, Institución Cultural Cantabria "Hoyos Sainz". Santander, 1982.

Rasgos de Campoo. La Matanza. Biblioteca de Temas Campurrianos. Emilio Jorrín.

Soria

Colección Abanco - Cosas de Soria, editada por Asoc. Cultural SAAS/2.
Los gentilicios burlescos en Soria. María Villanañe. Las fiestas de San Juan y Jame Home. Rafael de Arjona. Historias de Fantasmas Sorianos. Antonio Ruiz Vega Remedios caseros y otras magias sorianas. Antonio Ruiz Vega e Isabel Goig Soler. Las Relaciones entre Soria y Euskadi. Antonio Ruiz Vega. Cuaderno de Calatañazor (Poemas). Lorenzo Soler. Muerte a Mano Airada. Pedro Sanz Lallana. Juegos Populares sorianos. Antonio Ruiz Vega. La casa del corazón. Manuel Villar Raso. Sucesos de la Guerra de África (1859-60). Diario de Clemente Borobio. Pedro Sanz Lallana.

Diccionario de Habla Soriana, Isabel y Maria Luisa Goig Soler.Asoc. Cultural SAAS/2, 2000.

De fogones y pitanzas sorianas, Isabel, Concepción y Luisa Goig Soler. Edita: Goig Soler editoras, 1997.

Leyendas de Soria.Recopilador y anotador: Florentino Zamora Lucas, Patronato José María Cuadrado del C.S.I.C. Centro de Estudios sorianos, 1971 (reedición 1998).

La Soria Mágica. Antonio Ruiz Vega, 1985. (Reedición 2001, Centro Soriano de Estudios Tradicionales)

Casos y Cosas de Soria. Varios Autores. Publicaciones Soria Edita, Tomo I (1998), Tomo II (2000).

El lado humano de la despoblación. Isabel Goig Soler. Centro Soriano de Estudios Tradicionales. Soria, 2002.

Curanderos y Exorcistas en Soria. Pedro Iglesia Hernández. Centro Soriano de Estuidos Tradicionales. Soria, 2002.

La Rioja

Danzas tradicionales de La Rioja. José Antonio Quijera Pérez. Instituto de Estudios Riojanos, Logroño 1992.

Canciones y danzas de La Rioja (4 vol.), Abeytua y otros. Ministerio de Cultura, 1980.

Cancionero Popular de La Rioja, Bonifacio Gil García (Edición crítica de J. Romeu, J. Tomás y J. Crivillé). Romancero de la Sierra Riojana (incluye CD), Javier Asensio García (Gobierno de La Rioja. 1999)

Leyendas Riojanas, Elías Pastor. Ed. Everest. León. 1990

Palencia
Cancionero del Norte de Palencia, Joaquín Diaz, Institución Tello Téllez de Meneses ( Diputaciónde Palencia), 1982.

Indumentaria tradicional y trajes típicos palentinos, Ortega Gonzalez, Margarita, Palencia 1988.
Valladolid

Catálogo Folklórico de la Provincia de Valladolid (4 vol.), Joaquín Díaz, Luis Díaz y J.D. Val, Institución Cultural Simancas, 1978-1980.

Danzas populares. Valladolid y su provincia, Teresa Salvador Berrueco, Castilla Ediciones (Colección Nueva Castilla Nº 18).

Ávila

Juegos populares de Ávila, Juan Herrero Jiménez. Caja de Ahorros de Ávila y Junta de CyL.

Cancionero abulense, Cortés Testillano Teresa. Caja de Ahorros de Ávila, 1991.

Leyendas de Ávila, J. Belmonte Díez. Ediciones Beitia Bilbao, 1998.

La cultura popular en la provincia de Ávila. Klemm A. Anales del Instituto de lingüística (Mendoza) T. VIII 1962

La Matanza Rural, J.M. Hernández Escorial.

Guadalajara
Danzas, rondas y música popular de Guadalajara, Antonio Aragonés Subero, Diputación de Guadalajara, 1973.

Fiestas Tradicionales de Guadalajara, José Ramón López de los Mozos, 1999. Aache Ediciones. Colección Tierra de Guadalajara, nº 27.

Exposición de Instrumentos Musicales Populares de la Provincia de Guadalajara, José Antonio Alonso Ramos, 1989.

Cancionero Popular tradicional de Guadalajara, María Asunción Lizarazu de Mesa. Guadalajara. 1995

MadridCancionero Popular de la Provincia de Madrid (3 vol.), Manuel Garcia Matos, C.S.I.C, 1951.

Cancionero Tradicional de Alcalá de Henares.Andrés Huguet Carral. Alcalá de Henares. 2002
Castilla

Libros que tratan de Cultura Tradicional castellana y que desbordan el ámbito provincial.

Cancionero de Castilla, Agapito Marazuela Albornos. Reedición Editorial Endymion, 1997.

La Dulzaina de Castilla, Isidoro Tejero Cobos. Segovia: Cultura Castellana, 1981.

Folklore de Castilla, Ignacio Carral. Reedición de Caja Segovia. Tradiciones y Leyendas de Castilla, Luis Bonilla, Editorial Excelicer S.A. Madrid, 1956. Castilla y León

Aquí libros que tratan aspectos de la cultura tradicional de Castilla y de León.

Colección Nueva Castilla, Castilla Ediciones. Valladolid.

Cuentos de la Castilla nuestra. José González Torrices. Romances, Canciones y Cuentos de Castilla y León. Joaquín Diaz. Tradiciones y Costumbres de Castilla y León. Jose Luis Alonso Ponga. Juegos Populares de Castilla y León. Ignacio Sanz. Hombres para un pueblo(El Cid Histórico). Gonzalo Martinez Diez. Los Castellanos(Premio Novela Villalar 91). José González Torrices. Etnomedicina. Angel Carril. Adivinanzas de Castilla y León. Joaquín Diaz / Modesto Martín Cibrian. Trabalenguas de Castilla y León. Joaquín Diaz / Modesto Martín Cibrian Los Refranes en la Sabiduria Popular. Germán Diez Barrio. Dichos Populares Castellanos. Germán Diez Barrio. Pasatiempos Tradicionales. Mercedes Cano Herrera. La artesania en Castilla y León. Joaquín Diaz / Modesto Martín Cibrian. Personajes de Castilla y León a traves de los Tiempos. Jose León Martín Viana Alimentación Tradicional en Castilla y León. Merc. Cano Herrera, V. F. de Javier Sanz Garcia y Merc Riego Hernandez. Coplas y Cantares Populares. Germán Diez Barrio. Localismos. Danzas Populares de Valladolid. La Castañuela Tradicional. Motes y Apodos.
Colección Temas Didácticos de Cultura Tradicion, Fundación Joaquín Diaz. Castilla Ediciones. Valladolid.

Arquitectura popular. Construcciónes Secundarias. Carricajo, Carlos Sánchez del Barrio, Antonio, 1994.

Dichos didácticos. Refranes agrícolas de meses y santos. Díez Barrio, Germán. 1996

Didáctica del Folklore. Melodías tradicionales para jugar y Bailar. Autor/es: Puras Hernández, José Antonio ~ Rivas Lago, María Teresa ~ Zamora Vázquez, Ángel 1996.

Instrumentos populares. Autor/es: Díaz González, Joaquín. 1997

Juegos Infantiles - Juegos de Ingenio. Autor/es: Martín Cebrián, Modesto. 1994

Juguetes infantiles - Instrumentos musicales de construcción sencilla. Autor/es: Payno, Luis A. 1994

Literatura oral, popular y tradicional. Una revisión de términos, conceptos y métodos de recopilación. Autor/es: Díaz Viana, Luis. 1997

La matanza del puerco. El ciclo del año para el labrador. Autor/es: Olmo Guadarrama, José Luis, del Santos, Teresa, de ~ Sanz Martín, Ignacio. 1996.

Literatura oral, popular y tradicional. Una revisión de términos, conceptos y métodos de recopilación. Autor/es: Díaz Viana, Luis. 1997

Los rollos jurisdiccionales. Autor/es: Miravalles, Luis. 1994

Papiroflexia tradicional. Autor/es: Carro Sancristóbal, Luis. 1996

Teatro popular. Danzas de palos. Autor/es: Alonso Ponga, José Luis Sánchez del Barrio, Antonio. 1996

Varias Regiones

Libros con contenido de cultura tradicional castellana y de otros pueblos de España.

Música y Poesía de España y Portugal, Kurt Schindler (Centro de Cultura Tradicional de la diputación de Salamanca. 1991)

martes, febrero 27, 2007

Bibliografía Regionalista

Como no podía ser de otro modo, comenzamos por las que probablemente son las dos joyas más importantes de Nuestra primera Literatura. Dos libros antiguos, testigos de Nuestra lengua, Nuestra historia, Nuestra cultura y nuestras más profundas Señas de Identidad:

Poema de Fernán González, Anónimo, Espasa Calpe (Colección Austral Nº 195), 1991.

Poema de Mio Cid, Anónimo, Espasa Calpe (Colección Austral).Nueva Reedición, 1999.

Y seguimos con diversos de Historia y Regionalismo Castellano:

La cuestión regional de Castilla la Vieja. El regionalismo castellano, Luis Carretero y Nieva, 1918.
La personalidad de Castilla en el conjunto de los pueblos hispánicos. Anselmo Carretero y Jiménez. Epílogo: Cataluña, Castilla, España / Pedro Bosch-Gimpera San Sebastián : Hyspamérica Ediciones, D.L. 1977

Las Comunidades Castellanas, Anselmo Carretero y Jimenez, 1973.

Los concejos comuneros de Castilla y Aragón. Anselmo Carretero y Jiménez.[Segovia] : Instituto Diego de Colmenares, [1956]

Los Pueblos de España. Anselmo Carretero y Jiménez, Editorial Hacer, 1992.

Las nacionalidades españolas. Anselmo Carretero y Jiménez. San Sebastián : Hyspamérica, D.l. 1977

El Antiguo Reino de León (País Leonés). Anselmo Carretero y Jimenez, Centro de Estudios Constitucionales, 1995.

Castilla : orígenes, auge y ocaso de una nacionalidad. Anselmo Carretero. -- México : Porrúa, 1996.

Caracter originario de Castilla. Ramón Menéndez Pidal (conferencia dada en Burgos en 1943 con motivo del milenario de Castilla).

Memorial de Castilla. Manuel González Herrero. Segovia, Reedición ampliada 1983.

Agapito Marazuela o el despertar del alma castellana, Manuel Gonzalez Herrero, Diputación de Segovia, 1985.

Castilla como necesidad, Manuel González Herrero, Inocente García de Andrés, M.A. Guinea Mendoza, Galo Yagüe, Demetrio Casado, 1980.

Castilla: Negro sobre Rojo, Manuel Gonzalez Herrero, Ediciones Castellanas, 1993.

Fernán González y el pueblo castellano. Palabras para una nueva frontera de Castilla, Manuel González Herrero, 1970.

Nuestra Castilla. Palabras en San Pedro de Arlanza, Manuel Gonzalez Herrero, Publicaciones de Comunidad Castellana, 1986.

Cinco cronistas para un pueblo, Manuel González Herrero, 1986.

Breve historia Castilla gentil : año 1931. Ignacio Carral ; apéndice, Isidoro Tejero. Segovia (Vargas, 20-2º L) : Información y Servicio de Libros, 1995

Breve historia del regionalismo castellano (1915-1936) : en 1936 estuvo a punto de constituirse el Estatuto de Autonomía para Castilla la Vieja / Isidoro Tejero Cobos.

Segovia tenía razón / por José María Codón [S.l. : s.n.] (Segovia : Imprenta Comercial)

La entidad histórica de Segovia (Raiz y fundamentos de la autonomía), Manuel Gonzalez Herrero, 1981. La autonomía de Segovia y la reivindicación regional de Castilla. Pedro Altares , Manuel González Herrero , Anselmo Carretero Segovia : Comunidad Castellana, D.l. 1981

Segovia. Pueblo, ciudad y tierra. Horizonte histórico de una Patria, Manuel González Herrero, 1980.

Historia jurídica y social de Segovia, Manuel González Herrero, 1974.

El Cristo de los Gascones o Cristo de Segovia, Manuel González Herrero, Librería Cervantes (Madrid), 1986.

La sombra del enebro . Meditación de la Tierra de Pedraza, Manuel Gonzalez Herrero, Ediciones Castellanas, 1992.

Diego de Colmenares, Cronista de Segovia (1586-1651), VV.AA, Diputación de Segovia, 1986.

Cantabria es Castilla. Jose María Codón.

La Rioja, esencia y solera de Castilla. Jose María Codón, 1980

Gracia y desgracias de Castilla la Vieja, Ramón Carnicer, Plaza y Janes, 1976.

El libro de la catorcena de San Millán, VV.AA, 1977.

Madrid: Villa , Tierra y Fuero. VV.AA. Editorial El Avapiés. Madrid.

Desde un Concejo de Castilla, Inocente García de Andrés, Samuel Javier Baonza Martín, 1979.

Las Comunidades de Castilla, José Antonio Maravall, Alianza Universidad, 1984.

Colección Regionalismo castellano: Regionalismo Castellano, 1981.

Regionalismo Castellano (II), 1982.

Regionalismo Castellano (III), Especial Segovia, 1982. Regionalismo Castellano (IV), Especial Luis Carretero, 1982.

Regionalismo Castellano (V), Ignacio Carral y Castilla La Vieja, 1984.

El fuero de Nájera, Valentín de la Iglesia Duarte. Amigos de la Historia Najerillense, Colección Temas de Nájera-I. Nájera, 1996.

Algunas consideraciones políticas y sociales desde una perspectiva de lo concreto.

1. En la corriente y vulgar Castilla, que es nuestra madre, se vive frecuentemente, en el mundo de las ensoñaciones abstractas; así los naturales de su tierra no son muy conscientes de la tierra que son y tienden una marcada propensión a la abstracción, prefiriendo considerarse más bien de la lejana y abstracta España que no a la cercana y concreta Castilla. Siglos de adoctrinamiento han conseguido anteponer lo abstracto a lo concreto y personal, la estructura política frente a la realidad social. Ceremonia de ya secular duración que ha inmolado lo pequeño en el altar de la gran patria.

2. Repasando lo elemental de la vida política, es menester recordar que es el municipio la realidad política más inmediata del ciudadano, cuyo regimiento lejos de preservarse como preciosa herencia del pasado, se ha dejado en manos de lejanos parlamentos que deciden acerca de sus formas y a veces de sus contenidos. Sería interesante hacer una encuesta para ver cuantos municipios castellanos conservan y son conscientes de sus viejos fueros medievales.

3. Más allá del municipio la realidad política se ensanchaba en el reino de Castilla, lejos entonces de las afrancesadas comunas y provincias. Dicho reino fue una realidad soberana anterior a España, al margen de los lirismos sentimentales posteriores entre nostálgicos y falangistas de una España eterna. Reclamarse de Castilla no es por tanto un esnobismo imitador de nacionalismo periférico sino un volver a las raíces que abstractas estructuras políticas posteriores han hecho olvidar.

4. Si hubiera que hacer una gradación de lo abstracto a lo concreto esta sería: España, reino de Castilla, municipio. Más concreto aún es el ser humano pero su situación ya no es posible aprehenderla, pese a Platón, solo con categorías jerárquicas políticas, o por decirlo de otra manera el hombre tiene una dimensión abismal de anarquía no mensurable con nociones políticas. Algo de eso se sabía en la Castilla medieval que desconfiada de las leyes (Castilla país sin leyes) aplicaba avant lettre las justicia concreta de case law.

5. Otros reinos distintos, como es bien sabido, confluyeron en la gran patria, cuya distinción trató de reducirse desde la lejana cúspide de la autoridad a rala uniformidad, en no pequeña medida debido a la foránea influencia francesa, y aquí se incluye: religión, lengua, leyes, fisco y ordenancismos varios que no es cuestión pormenorizar aquí. Ese Juan particular que es el castellano poco o nada tuvo que ver en ese asunto, pero hoy carga con todos los sambenitos de tal horma.

6. Con la abstracta y uniforme patria común se trató de resolver la cuadratura del círculo, en otras palabras hacer una societas sin socii , puesto que estos en su singularidad, en su razón de ser quedaban anulados. Naturalmente el problema no se resolvió, tal como era previsible, pero aún intentaron en tiempos recientes nuevas soluciones abstractas, plasmadas en papiros constitucionales, gestados temerosamente en su día bajo la espada de Damocles, o mejor dicho de espadones y pistolones .

7. No se puede decir que el actual fervor constitucional haya realizado una depuración de: sectarismos, ensoñaciones, utopías y del tabú de la grandeza nacional como fin absoluto; muy por el contrario ha atizado en ocasiones esos diabólicos tizones. No se ha planteado la gran patria al servicio de los reinos, o mejor dicho de esos, a veces, estrafalarios bricolages políticos que se llaman Comunidades Autónomas; más bien lo viceversa ha sido la tónica.

8. El municipio y el viejo reino, de Castilla en este caso, deben ser consideradas como entidades políticas soberanas aunque limitadas, contradictio in adjectio que encierra la profunda verdad de que el reino fue anterior al gran estado, en concreto Castilla fue anterior a España, lo que quiere decir que todos los derechos debieran de ser los del reino, salvo los explícitamente pactados como atribución del estado; algo perfectamente opuesto a la realidad actual.

9. No puede haber otra salida que la unión mediante la organización de los reinos distintos, tanto más eficaz cuanto mejor y por tanto más distintos y suyos se sientan los componentes. La alternativa es la ideología y la policía, con sus secuelas de rebelión, conflicto y la lógica y fatal disolución de ese estado llamado España. Las plegarias ante del icono constitucional como protector de desdichas y desamparos, se muestran de dudosa eficacia milagrera para el futuro.

10. Solo una sabia y fría sabiduría política podrá torcer el rumbo de una trayectoria secular plagada de errores, la constitución del 78 no es eterna, aunque provisionalmente valga como estrategia electoral a algunas formaciones políticas devotas de esa gran patria abstracta. Las apelaciones al sentimentalismo y al emocionalismo a que tan acostumbrados nos tenían los discursos del anterior dictador y la asignatura de formación del espíritu nacional, que ya solo adultos y viejos recuerdan, ya no funcionan; avivando el recuerdo se traen a la memoria las consignas del pasado: conocer las tierras y sus gentes establecer relaciones, amarse como hermanos, etc., naturalmente que todo esto ha desencadenado a su vez emociones de signo opuesto, en el sentido de considerar a los vecinos: malvados, crueles opresores, genocidas sin conciencia y otras lindezas, cuando no se ha pasado de las palabras a otras actuaciónes más bárbaras. Se viven ahora momentos de decisiones transcendentales: o sabiduría fría o emocionalismo desbocado. España espera en el interim su turno de segundos Balcanes, mientras se venera por algunos cual vetusta reliquia del pasado.

11. En la herencia castellana del medievo destaca el importante patrimonio político de los consejos, ordenador de la vida popular, desde le pequeño municipio hasta las cortes reales; frente a abstracciones que cada día serán mayores, es en el orden concejil del pasado, ahogado por absolutismos, centralismos, caciquismos y dictaduras de vario pelaje, donde se encuentra el futuro castellano, si se desea que tal cosa exista.

12. Una recuperación del orden concejil pasaría por supuesto por una difícil depuración de las costumbres políticas del medio latino en que vivimos, a saber: elocuencias, sectarismos delirantes y carismas , tarea nada sencilla en un mundo de divismos taurinos, futboleros y peliculeros . La primera regla no escrita del orden concejil es la colegialidad de las decisiones, la relegación de las presidencias a funciones cuasi-honoríficas, las rotaciones en los cargos, y la aceptación de una inevitable tensión en toda decisión política, lejos de cualquier rigidez estática e inmovible.

13. El sistema proporcional de elecciones es inherente a todos los ordenes concejiles que en el mundo ha habido. Las correcciones de este sistema favorecen ciertamente el poder e influencia de las organizaciones políticas de las estructuras más abstractas pero no a los ciudadanos del común.

14. El orden político de los consejos requiere que tanto en el orden del estado como en el orden local, o mejor dicho en este último fundamentalmente, que sea el ciudadano, y no las organizaciones políticas intermedias, el que tenga la primera y la última palabra de las decisiones políticas y administrativas a través de tres procedimientos:

Iniciativa parlamentaria mediante un número razonablemente alcanzable de peticiones.

Referendum de las decisiones emanadas de los poderes (en especial la reforma constitucional).

Compromisarios que den fe del comportamiento cínico o hipócrita político, según el momento, de los elegidos, hasta el presente protegidos por un derecho político y constitucional que los hace soberanos e irresponsables de sus promesas.

15. Como reiteradamente han dicho muchas organizaciones políticas estatales, pero con una lógica aún más profunda y consecuente el orden concejil de un reino, se requiere ineludiblemente un senado como cámara de nacionalidades, si aún se pretende que siga existiendo ese estado supra-comunitario llamado España.

16. Un orden concejil verdaderamente interesado por su pueblo proclamará el consumo de sus propios productos, favoreciendo a los empresarios del reino y ayudando a crear empleo, y esperando a su vez de empresarios y operarios su ayuda.

17. Las verdades que un orden concejil, cercano al pueblo y por tanto moderador de los intereses partidarios, no ocultaría a este que a no muy largo plazo el sistema de pensiones de la seguridad social en régimen finaciero de reparto es inmantenible, pese a los voceros del pacto toledano, Por tanto sería bueno comenzar paulatinamente a financiar una parte de las pensiones del futuro en régimen de capitalización, a no confundir con privatización. Las reservas generadas por tal régimen de capitalización de pública gestión, podrían beneficiar, en parte al menos, a reinos poco bollantes como es el de Castilla.

18. Un régimen concejil popular está en muy buenas condiciones para detectar cuan engañosos son los discursos filantrópicos de los partidos estatales, que hablan del bienestar general y abstracto de la nación, tan caro a derechas y a izquierdas, pero ocultan que tal bienestar no se disfruta concretamente por todos los reinos de la misma manera. Así el empleo, que no se va de la boca de los políticos de los mencionados partidos, políticos, es un posible engañabobos que evita hablar de mecanización, robotización, informatización y otros desarrollos modernos que incidirán cada vez más en el incierto futuro de lo que se llama el pleno empleo, ya detectado por economistas y analistas de empleo de primera línea.

19. En un orden práctico parece una medida ineludible la reingeniería de la semana laboral, para aumentar el posible número de empleos. Pero en absoluto ayudará a ello la mera publicación de una orden en el Boletín Oficial del Estado. El futuro sector del empleo masivo está en el llamado tercer sector o sector social (incluido el entorno o paideia de esa sociedad), sector que es difícil moverlo con el B.O.E. o con las decisiones abstractas en el parlamento de las cúspides de los grandes partidos estatales de derechas o izquierdas. Solo un orden concejil popular y concreto puede dar juego para encauzar las iniciativas locales de empleo social.

20. En lo que se refiere a las relaciones con la C.E., tomadas lejos del reino por intereses partidarios abstractos, solo la figura propuesta del compromisario popular puede evitar a corto plazo la ocultación de las maniobras, de la desfachatez o de las mentiras puras y simples.

21. En lo que se refiere a cultura, inevitable tópico de una aspiración politíca que se pretende concejil y popular, no se trata tanto de aburrir al ciudadano con las minucias históricas del reino, o los avatares del tiempo del rey Perico, como de realizar la arqueología de un pasado oculto en el que se encuentra nada menos que el germen del futuro, en otras palabras el futuro concejil y popular, está en ciernes en la vieja Castilla medieval, las más imaginativas soluciones de la vida concreta que se puedan dar estaban virtualmente en el pasado, nada nuevo bajo el sol como recuerda la Biblia para aviso de progresismos ilusos .

22. Como eco de nostalgias un tanto sospechosas de deuda con consignas de tiempos felizmente idos, se escuchan a veces las aspiraciones a una Castilla unida (una, grande y libre), que recupere una geografía hoy día dispersa en 5 Comunidades Autónomas, sobre la que no acaban de ponerse de acuerdo en su extensión y características. Tales metas son sin duda síntomas de una intoxicación de abstracciones propia de un pensamiento partidario, más interesado en la superficie que en el fondo. Un movimiento concejil y popular arraigado sería lo único con capacidad de moderar las discrepancias políticas partidarias y crear un variado mosaico que no tiene porqué tener las características de un muro de color liso. Si se comienza por no ser capaz de convivir armoniosamente con lo próximo, será imposible encajar puzzles más complicados, a menos de recurrir al herrumbroso método de ideología y policía, con las acciones y reacciones concordantes que eso conlleva.

23. En un mundo progresivamente más abierto se escucharán cada vez con más frecuencia los cantos sirenas invitando a abstracciones cada vez más fuertes, renuncias a las viejas nacionalidades de Europa, ya de por si abstractas, para sumirse en la nueva y abstractísima identidad europea como símbolo de progreso sin igual, que a no tardar será sustituido el más desvaído y ultra-abstracto de los mundialismos, que no universalidad, en la que los seres vivirán en abstracta modorra al socaire de potencias y fuerzas potentísimas, siempre prontos a caer en el síndrome del nacionalismo paranoico que ve en cualquiera un enemigo o en el victimismo lacrimeante. Ante semejante desarrollo de lo que alguien ha llamado principio del incremento de la abstracción conviene tener firmes los pies en la tierra concreta.

24. ¡Castellanos un esfuerzo más!

Rafael Enriquez de Salamanca. Madrid 9 de febrero de 2000.

Sobre la bandera de Castilla y León

A propósito de esta bandera debe advertirse el error en el que se está incurriendo, tanto por organismos oficiales de la región ( Ayuntamientos, Diputaciones, incluso la propia Junta de Castilla y León, etc.) como particulares, al izar en sus centros no auténticos "pendones" sino simples escudos de armas en tela.

El Pendón (hay que subrayarlo) es una bandera; es decir, un paño en el que debe figurar el escudo de armas, como se aprecia aún en un raro ejemplar auténtico del siglo XVI conservado en la Iglesia Colegiata de San Antolín de Medina del Campo, y que perteneció al Concejo de dicha villa castellana.(Gerardo Moraleja: "Historia de Medina del Campo". Medina del Campo, 1971, 1ª parte, cap. 18, pp. 264-268.)

Para entenderlo mejor: es como si la bandera de España se redujera simplemente a su escudo, sin el paño rojo y gualda en el que se estampa.

Amando Represa (Director del Archivo General de Simancas)

[Nota número 10 a pié de página ( pag.19) del libro "El Pendón Real de Castilla", Ediciones Ámbito, 1983, Valladolid.)]

Manifiesto de Cantabria Nuestra sobre la historia de Cantabria

Cantabria Nuestra, ante el debate público existente, y la preocupación que a él subyace, por la redacción del Estatuto de Autonomía de Cantabria - ya aprobado-, que entre otros aspectos suprime el artículo que hacía posible la reincorporación de esta provincia a una Comunidad limítrofe (entendemos que se refiere a Castilla y León), como Asociación para la defensa del Patrimonio, cree su deber contribuir al mismo con unas reflexiones que intentan ser palabras clarificadoras, de sosiego y esperanza. La postura de nuestra Asociación se resume en los siguientes puntos:

1.- En el plano estrictamente político, o sea, en cuanto a la cuestión de fondo de si Cantabria debió haber constituido una Comunidad autónoma uniprovincial, o si, por el contrario hubiera sido preferible que formara parte de la de Castilla y León, Cantabria Nuestra entiende que, por su propio carácter de Asociación cultural, ni puede ni debe pronunciarse. Y menos aún, al tratarse de una cuestión que ha quedado zanjada por la decisión legítima de los partidos políticos que constituyen la Asamblea Regional. Además, dada la situación preocupante en que esta tierra se halla, todos los esfuerzos de leal cooperación con sus Instituciones resultan imprescindibles y obligados. Y Cantabria Nuestra desea iniciar esta reflexión ofreciendo el suyo.

2.- Preocupante para nosotros es el pretendido trasfondo histórico sobre el que algunos intentar justificar la autonomía de Cantabria. Nos preocupa y nos afecta por lo que esas posturas suponen de adulteración de la Historia, que es parte esencial del Patrimonio de esta y de todas las comunidades. Para evitar que entre nosotros llegue a exacerbarse un nacionalismo, al que no vemos base histórica real, bueno será recordar e invitar a meditar en algunos hechos básicos.

La Historia, como la Cultura (ambas con mayúscula), es propiedad y cualidad de la especie humana, y es obvio que todos los pueblos y naciones tienen la suya, por lo que el subtítulo de "comunidad histórica" es, cuando menos, redundante. Pero la Historia nunca es unilineal, ni es una sucesión de fichas de las que podemos elegir la que en cada momento resulte más atractiva, heroica, sublime o deplorable.

En artículos y "cartas al director" de prensa se leen con frecuencia referencias a la resistencia de los cántabros frente al poder de Roma y a formas de autogobierno de que, supuestamente, esta provincia gozó en pasados siglos. La conclusión inmediata que puede sacarse es que el nuevo Estatuto va a actuar como corrector de un estado de cosas negativo en que la actual Cantabria se encuentra sojuzgada por un centralismo que la sofoca y que permitiría explicar todos nuestros males. La realidad histórica, para cualquiera que de verdad quiera informarse, es que esas argumentaciones constituyen absurdas e innecesarias manipulaciones, cuando no completas falacias. Porque, vamos a ver ¿por qué son históricamente mas relevantes los siglos de la Cantabria prerromana que los que perteneció a la provincia tarraconense y al Conventus Cluniensis? ¿O que los milenios en que formaba parte del territorio de cazadores del Paleolítico Superior que a lo largo de la franja costera llegaba desde Asturias a La Dordoña y que legaron, aquí, nada menos que Altamira?.

¿Y qué decir del papel de nuestra región en el nacimiento de Castilla, en la repoblación y en la reconquista, o de sus puertos y astilleros en la toma de Sevilla, cuyo aniversario se conmemora precisamente este año?. Tal vez convenga recordar aquí que la Edad Media dura mil años, durante los cuales fueron los montañeses hombres de behetría. Con el tan citado como mal entendido "Pleito de los Valles", ya a caballo con la Edad Moderna, no se buscaba, como se ha dicho, una "independencia" frente al poder central, sino exactamente lo contrario: mantenerse bajo jurisdicción real ante las aspiraciones del dominio señorial: "todos los Valles de las Asturias de Santillana eran de los Reyes de Castilla".

Resulta realmente difícil entender que Cantabria sea origen de Castilla y, al mismo tiempo, se defienda su "diferencia" a partir de hechos anteriores que no mantienen continuidad histórica. Mucho más adecuado es reconocer que la actual Cantabria constituyó un semillero para la repoblación durante la Reconquista, que los foramontanos abrieron una vía de expansión hacia el sur de la gente de esta tierra y que nació de una división administrativa de la de Burgos. Habrá que recordar que el viejo, y entrañable para muchos, nombre de La Montaña viene de Montaña de Burgos, o norte de la provincia de Burgos, con el que esta tierra era conocida.

La relación de la actual Comunidad con los episodios históricos seleccionados y reseñados es variable. Sin embargo, en ella confluyen dos legados que explican su identidad y su realidad presente: sus casi olvidadas formas de vida tradicional y el papel del puerto de Santander como extremo del eje de comunicación hacia Castilla y desde Castilla. Las primeras constituyen uno de nuestros principales bienes patrimoniales, a cuyo estudio y recuperación Cantabria Nuestra no permanece ajena. Precisamente, una las características de nuestros valles y comarcas es su diversidad: ¿es quizá igual la vida tradicional de La Liébana a la de Vega del Pas?. Además, esas formas de vida tampoco son estáticas: ¿puede ignorarse, por ejemplo, la incidencia de la llegada desde América del maíz o la patata, de la deforestación de nuestros bosques para proporcionar material a ferrerías y astilleros o, últimamente, de la importación de la vaca frisona?.

Tampoco sería ocioso recordar que el gran desarrollo de Santander se produjo a través de su tráfico portuario, iniciado con el Fuero de Alfonso VIII, impulsado especialmente cuando Carlos III le otorga libertad de comercio con las colonias de América, y al que la ciudad debe su gran expansión económica y demográfica a lo largo del siglo XIX. Y no menos innecesario es evocar que ese comercio se refiere sobre todo a las harinas, lanas y trigos de Castilla. Las consecuencias que en el plano de relaciones e intercambio humano entre nuestra tierra y las provincias vecinas de Castilla ha dado lugar a lazos afectivos y comerciales absolutamente reales y tangibles , y que, por tanto, tienen una fuerza incomparablemente mayor que los imaginarios que pudieran unirnos con las tribus que lucharon hace veinte siglos contra las legiones de Roma.

3.- La realidad del Estado de las Autonomías es eso, una realidad. Y es la política materia de realidades, teniendo por tanto un componente pragmático que no puede olvidar la Historia, pero que no debe buscar su justificación en una mítica Arcadia, sino en la voluntad de sus habitantes de estar juntos organizándose de una determinada manera y no de otra. Si algo enseña la Historia es precisamente el carácter cambiante de esa realidad. Tal vez la Historia evolucione hacia un estado federal... tal vez hacia 21, 27 o 13 autonomías... Desde luego, si hay agregación, parece lógico que sea entre autonomías vecinas con intereses y, esperamos, que herencias colectivas similares.

Esta reflexión chocará sin duda a quien entienda la autonomía como una forma de buscar diferencias con los vecinos para acentuar la importancia de lo propio, o a quienes tratan de basarse en lejanas y difusas razones históricas para justificar el autogobierno. Pero sí será aceptada por quienes contemplan la autonomía, no como un fin en sí misma, sino como un medio de aproximar las decisiones al pueblo, buscando su óptimo desarrollo económico y la máxima elevación de su nivel cultural. Sencillamente en estos momentos, Cantabria se ha dado a sí misma su autonomia, porque ha querido, porque ha entendido que es lo mejor para sus intereses. El futuro está por escribir.

4.- No podemos por terminar este manifiesto sin un recuerdo a la importancia de la conservación y disfrute del patrimonio, que en Cantabria tiene connotaciones particulares. Donde un paisaje extraordinario y unas playas sin parangón han propiciado demasiadas veces más una explotación que una ordenación del territorio, lo que ha tenido consecuencias lamentables en el urbanismo de las ciudades y los pueblos. Preocupación que compete de modo directo al gobierno y al parlamento regional y en la que, tanto el actual como los que vengan en el futuro, habrán de mostrar su capacidad de gestión y de respeto y defensa de unos valores históricos, paisajísticos y medioambientales que una vez destruidos son irrecuperables. Este empeño constituye, precisamente, la esencia y el objetivo principal de Cantabria Nuestra.

Santander, Mayo de 1998

Resolución adoptada en la Asamblea General Extraordinaria convocada al efecto

lunes, febrero 26, 2007

Hay que recuperar Valpuesta

Inocencio Cadiñanos Bardeci (Diario de Burgos, 7 de Agosto del 2000)

Como en tantos otros pueblos de nuestra provincia, Valpuesta celebra sus fiestas patronales el día 15 agosto, Asunción de Nuestra Señora. Es posible que a muchos no les suene el nombre de este pueblo burgalés, enclavado en el valle de Valdegovía (Álava), a pesar de una solera histórica y religiosa que supera incluso, a nuestra capital provincial.

Cierta documentación recientemente dada a conocer ha contribuido a iluminar nuevas facetas que evidencian la importancia de la villa en el nacimiento y formación de Castilla y el castellano.
Dentro de la masiva repoblación del siglo IX y X de las Merindades, Valpuesta se convierte en alma de la naciente Castilla. No solo será centro religioso y de peregrinaje sino, también de un obispado cuya diócesis se extiende por las provincias vascas, Santander, La Rioja y Burgos.
Por su parte, el valle alavés de Valdegovía formaba, entonces, parte de las Merindades y continuó en nuestra provincia hasta que en el siglo XVI se desligue en el aspecto contributivo y en el XIX del judicial.

Cuando en el siglo XI desaparece el obispado de Va1puesta, su importancia y prestigio religioso serán continuados por un rico y codiciado arcedianazgo que ha permanecido hasta tiempos modernos.

Al reorganizarse en el siglo XIX nuestra zona en el aspecto religioso, el valle de Valdegovía se integrará en el nuevo obispado de Vitoria. Sin embargo, Valpuesta y ciertos pueblos de contorno seguirán dentro de la diócesis burgense y, con ello, también en el aspecto civil, formando un enclave al otro lado de la sierra de Arcena. Hoy sigue entre nosotros, un tanto aislada de Tobalina, Losa y Berberana, aunque mejor comunicada con Miranda. Este aislamiento ha agravado su situación, corriendo el peligro de quedar olvidada de todos. El monasterio y cabildo que durante siglos habitó y prestigió la villa celebró una fastuosa liturgia en una espectacular colegiata gótica que aún hoy día produce admiración en el turista, Esta celebración religiosa, se extendería incluso, hasta el cercano y famoso santuario de Angosto, del que los canónigos eran dueños y patronos. Sobre el claustro colegial, un antiquísimo escritorio nos dejó plasmados los primeros balbuceos de nuestra lengua anteriores, incluso, a los emilianenses o silenses. Su reciente estudio ha sido un verdadero descubrimiento.

Burgos necesita recuperar un pueblo de tanto prestigio y sin embargo olvidado. Recientemente han sido llevadas a cabo algunas obras públicas, verdaderamente urgentes. Pero queda mucho por hacer. Se necesita un buen tramo de carretera de acceso. Produce sonrojo el comparar su estado con los cercanos caminos no burgaleses. Las calles siguen sin asfaltar y muchas casas cayéndose, aunque es también evidente cierta recuperación del caserío con la construcción de nuevas viviendas.

En cuanto a notables edificios o aspectos culturales, la situación es grave. La hermosa torre de los Velasco, en manos privadas, es una excepción. El palacio Zaldívar y la casa del arcediano están en completo abandono.

Al ejecutarse recientemente ciertos trabajos en la plaza de la iglesia, aparecieron unas interesantísimas sepulturas rupestres alto medievales, de perfil antropomorfo. Fueron arrancadas, destruidas y tiradas a una escombrera. Sin duda que hubieran merecido algún estudio, conservación y mejor destino.

Y sobre todo, la colegiata, la bellísima y amplia colegiata gótica y neoclásica que luce un retablo que no envidia a ningún otro diocesano, debido a Felipe Vigarni, a su hijo y otros escultores de valía. Es cierto que se han hecho reparos importantes como la renovación del tejado y consolidación del claustro, pero es precisa una más completa intervención. Comprendemos que un templo tan grande, capillas, pórtico y torre (coronada de chopos, en vez de campanas) resulta costosísimo de mantener. Pero lo que dicho templo y su cabildo han representado para la historia de la Iglesia, Burgos y Castilla, bien justifican un esfuerzo complementario de las autoridades provinciales y autonómicas. Produce sonrojo e irritación el oir a algún vecino, nada sospechoso de parcialidad, el repetir frases pronunciadas por otros de peores intenciones: «Si perteneciéramos a otra provincia no estaríamos así».

Nuestro pueblo, reducido hoy a una docena de vecinos, aislado y desconocido, corre el peligro de quedar aún más arrinconado y olvidado y, aún de que aparezcan problemas políticos irritantes y hasta peligrosos. Bien cerca tenemos el Condado de Treviño. Que sirva de advertencia y de escarmiento, antes de que sea demasiado tarde.

Valpuesta, cuna de los más preciados valores de nuestra tierra, merece un aprecio y trato especial por todos y, más en concreto por las autoridades con el fin de recuperar en todos los sentidos un rincón burgalés de alto valor histórico y cultural de nuestra provincia, de Castilla y aún de España.

jueves, febrero 22, 2007

BREVE HISTORIA DEL REGIONALISMO CASTELLANO (1915-1936)

En 1936 estuvo a punto de constituirse el Estatuto de Autonomía para Castilla la Vieja.
A partir del real decreto de 18 de diciembre de 1913 se inicia en España el proceso regionalizador para fines, entonces, «exclusivamente administrativos que sean de competencia de las provincias, podrán éstas mancomunarse».
En esta situación inicial de apertura política, Madrid, a través de su Diputación Provincial, previo acuerdo de varias Diputaciones que se reúnen en Burgos, propuso la «Mancomunidad Castellana». en tanto que Valladoiid, con las leonesas, impulsó la formación de la «Mancomunidad de la Cuenca del Duero».

Prosperó al final en sus adhesiones claramente la -«Mancomunidad Castellana»- formada por Castilla la Vieja y Castilla la Nueva, aunque no se llegó a formar administrativamente.
Esta «Mancomunidad Castellana» fue pronto sustituida por la llamada «Autonomía de Castilla la Vieja», de carácter histórico, que tuvo su máximo apogeo entre el año 1931 y 1936.
Sabemos «que en 1915 se inicia en Segovia una notable corriente intelectual. de regionalistas castellanos quienes «descubren la idea de Castilla, entienden el concepto de Castilla auténtica, perciben el sentimiento de la tierra castellana y asumen la conciencia y el compromiso de promover su resurgimiento. (1).

Y que «en 1917 se imprime en Segovia, en las prensas de Antonio San Martín, una obra fundamental, que sale al año siguiente: LA CUESTION REGIONAL DE CASTILLA LA VIEJA (EL REGIONALISMO CASTELLANO), que Luis Carretero ha escrito a requerimiento do la Sociedad Económica Segoviana de Amigos del País. Trae prólogo de don Salvador Aragón, expresidente de la Diputación Provincial de Logroño, y epílogo de don Juan José Ruano de la Sota, diputado a Cortes por Santander..

AMBIENTE REGIONALISTA

Intelectuales castellanistas, de diferentes ideologías, había en número importante en toda la región, comprometidos con su tierra, con su cultura y con el porvenir de su pueblo. Son los que abonan el terreno y le preparan para la afirmación histórica de Castilla la Vieja. Podemos citar a Ellas Romera, Clemente Sáenz, el conde la Puebla de Valverde y Corazo, en Soría; José Tudela, Ignacio Carral, el catedrático Celso Arévalo Carretero, el poeta Alvarez Cerón, el médico Segundo Gila, Juan Francisco de Cáceres, Mariano Quintanilla, el ingeniero Luis Carretero Nieva, el pintor Eugenio de la Torre, el oficial de artillería Antonio Medína y otros, en Segovía; Menéndez Pelayo, Pereda, Fernández de Velasco, Romero Raizábal y Marcial Solana, en Santander; Merino, el conde de Orgaz, Estébañez, Gómez Rojí, Cortés, Diez Conde, Domínquez, Zumárraga, Martínez Burgos, el diario «El Castellano», y el semanario «Tierra Hidalga» en Burgos; Belmonte, Ayúcar, Santamaría, La Orden y otros, en Avila; Mazón, Saldívar, Pascual y Purón, en Logroño (2).

De todas las capitales de provincia tal vez fuera Soria la que, en 1931, (3) se nos muestra más inquieta y más decidida. Toma la iniciativa escribiendo a los ayuntamientos de las capitales de Castilla la Vieja rogándoles que actúen «en el asunto relacionado con la personalidad de Castilla», exponiendo «su criterio ante cuestión tan trascendental para unificar aspiraciones de Castilla y ponerlas de manifiesto en las futuras Cortes Constituyentes.

Tenemos conocimiento de que en 1931, en Segovia, todas las corrientes políticas mayoritarias apoyan la «Autonomía de Castilla la Vieja. Concretamente el Ayuntamiento de la ciudad de Segovia tomó el acuerdo unánime de adherirse a la «Autonomía de Castilla la Vieja», propuesto por el Ayuntamiento de Soria, votando afirmativamente la «Conjunción republicana-socialista» y la «monárquica». Esto es que las tres fuerzas políticas, que estaban en el ayuntamiento, eran en esto fuertemente solidarias.

En Burgos este deseo se muestra grandioso, activo y vigoroso. El ayuntamiento de La Horra escribe al de la capital para que «convoque a una asamblea a los ayuntamientos de la provincia, y a ser posible a todos los de Castilla, con el fin de que haga suyo el Estatuto que ha de regular la autonomía de nuestra región». (4).

«Abundando en las mismas apreciaciones. se registra un escrito del alcalde de la Horra, en la Diputación Provincial de Burgos. También de los alcaldes de Víllovela de Esqueva y de Villafruela, y del Ayuntamiento de Palacios de la Sierra. Y en el mismo sentido actúan «-los ayuntamientos de Aranda de Duero, Lerma, Castrojeriz y Villadiego, mostrándose partidarios de la celebración de una Asamblea Magna» (Año 1931)

En el mes de junio de ese mismo año se crea, con una amplia base popular, intelectual y corporativa, el «Centro de Estudios Castellanos».

Como dice la Diputación Provincial de Burgos, «considerando prematuro este asunto, toda vez que corresponde a las Cortes fijar la estructuración de España», la cosa queda como en un compás de espera, hasta que el momento político fuera oportuno, pero, de cualquier forma, este momento político queda archivado como testimonio y deseo histórico de un pueblo.

HACIA EL ESTATUTO CASTELLANO-

Será en el año 1936 cuando se dan las circunstancias políticas idóneas para llevar adelante su anhelo regionalista, y así, en mayo de 1936 se convoca «para el domingo, día 17, a las once de la mañana, en la Casa Consistorial, llevando la iniciativa de Castilla la Vieja y de la Cabeza de Castilla, a todos los Diputados a Cortes por Burgos, a todo lo que se ha dado en llamar fuerzas vivas, entidades, Corporaciones, prensa, partidos políticos, etc. con objeto de dar los primeros pasos y ponerse en contacto, tratando de la conveniencia o no de buscar el Estatuto Castellano.
Esto como primer paso en la capital para llegar a extenderlo a la provincia, y más tarde, según lo que en la reunión se diga, ponernos en contacto con otras provincias que tienen los mismos anhelos e idénticos intereses morales y materiales» (Diario de Burgos 21 de mayo de 1936).
El 25 de mayo hay un acuerdo para «el nombramíento de una Comisión ponencia de enlace que realice los estudios previos y encauce el movimiento, para luego extenderlo a otras provincias de idénticos anhelos e iguales aspiraciones».

La consecución del «Estatuto Castellano», seis provincias, queda truncado por los acontecimientos de la Guerra Civil, pero puede dar idea de cómo iba su logro y de lo madura que estaba la fruta leyendo una información del «Diario de Burgos». de 13 de julio de 1936. Reproducimos parte de la misma, la que a nuestro juicio es más significativa:

«AUTORIDADES BURGALESAS EN SANTANDER»«HACIA EL ESTATUTO CASTELLANO»«SE CELEBRARA EN BURGOS UNA ASAMBLEA MAGNA DE LA QUE SALDRA PERFILADO EL PROYECTO»

«Después nos dijo que en dicha ciudad (Santander) celebraron prolongadas reuniones para tratar del mencionado asunto, a cuyas reuniones asistieron el Presidente de la Diputación, el alcalde de la ciudad, varios concejales y diputados, el Presidente de la Liga de Contribuyentes, señor Soler, el señor Hermosilla del Círculo Mercantil y el señor Céspedes por la Feria de Muestras.

Tuvieron los cambios de impresiones un alto espíritu de cordialidad y fraternidad que siempre son notas características de los actos que intervienen santanderinos y burgaleses.
En Santander se recibió perfectamente la idea de ir a un estudio rápido para, de acuerdo en primer lugar con las demás provincias que constituyen Castilla la Vieja tradicional, ir a un Estatuto Castellano.

Se nombrarán ponencias de propaganda y probablemente se celebrará en Burgos como Cabeza de Castilla la Vieja, y en esta asamblea el proyecto de estatuto quedará casi perfilado».

CONSIDERACIONES FINALES

A la vista de todo lo acontecido podemos afirmar que de no haber, surgido aquella circunstancia histórica, desfavorable en todos los sentidos, es muy probable que en septiembre u octubre de 1936 hubiéramos contado con un «Estatuto Castellano», ratificado por todas las provincias de Castilla la Vieja, quienes venían mostrándose deseosas de lograrlo.

De todo lo escrito hasta este momento se puede deducir que desde 1914 hasta 1936 se perfilaron dos tendencias regionalistas: de una parte, la Mancomunidad de la Cuenca del Duero, denominada, más tarde, de Castilla la Vieja y León, y de otra, la Mancomunidad Castellana, primero, que, muy pronto, se sustituye por la Autonomía de Castilla la Vieja, de carácter histórico.

Ambas tendencias, por ser distintas, han sido beligerantes y desde el principio tanto la Mancomunidad de la Cuenca del Duero como la autonomía de Castilla la Vieja y León fueron derrotadas políticamente por la Mancomunidad Castellana primero, y por la Autonomía de Castilla la Vieja, después, en periodos de tiempo dilatados.

Esta Autonomía de Castilla la Vieja- que fue mayoritaria y predominante desde 1915-17 hasta 1936 no ha sido tenida en consideración por los partidos políticos de la etapa constitucional, que estamos viviendo, quienes defienden la posición que políticamente había sido derrotada, sin que aparezca por ninguna parte la Autonomía de Castilla la Vieja.

¿Qué ha sido de las provincias castellanas Burgos, Santander, Soria, Segovia, Logroño y Avila antes tan ricas en sentimiento regional castellano y en disposiciones políticas dispuestas a conseguir su Autonomía?

Isidoro Tejero Cobos ( Comunidad Castellana 1981)

(1) Esta idea de la Castilla histórica circunscrita a Castilla la Vieja ha sido ampliada en estudios posteriores con la incorporación de la castillo del sur: Madrid, Guadalajara y Cuenca serrana.

(2) Tomado de "El diario de Burgos", de un escrito de José M. Codón, y del libro "Memorial de Castilla" de Manuel González Herrero.

(3) Téngase en cuenta que de 1923 a 1930 estuvo vigente la Dictadura de Primo de Rivera.

(4) En este trabajo se maneja información regionalista de Santander, Burgos, Soria y Segovia.

miércoles, febrero 21, 2007

DE LOS OLMOS DE CASTILLA (Autor: SANTAMARIA, Juan Manuel,REVISTA DE FOLKLORE,Fundación Joaquín Díaz ) Fragmentos

http://www.funjdiaz.net/folklore/index.cfm

Año: 1989 - Tomo: 09b - Revista número: 103

Páginas en la revista: 19-22


Autor: SANTAMARIA, Juan Manuel

Tema: Botanica

Título del artículo: DE LOS OLMOS DE CASTILLA
-.-
El olmo, uno de los árboles más representativos de muchos paisajes de la áspera meseta, desaparece.

De las cerca de cuarenta y cinco especies de olmo conocidas, dos son las propias de estos pagos, aunque ambas -Ulmus campestris y Ulmus carpinifolia, olmo campestre y olmo rojo-, como si de una sola se tratase, presentan las mismas señas de identidad: es el árbol que motea de oscuro el verde tierno de las fresnedas y salcedas de los sotos; el que eleva al viento el geométrico trazado de las lindes de los prados; el árbol atalaya al que llegan, para hacer en él sus nidos, las cigüeñas huérfanas de torre; el árbol que durante siglos ha sido plantado, solitario, en las plazas de pueblos y aldeas para que cobijara con su sombra las risas de los niños y las añoranzas de los viejos; el que los ilustrados del siglo XVIII llevaron, en largas hileras, a los bordes de los caminos y los regeneracionistas del siglo XIX a los parques y jardines de las ciudades...

Un árbol símbolo que supo de concejos reunidos al amparo de su copa protectora y el que, creciendo junto a los pórticos románicos, ha logrado dar forma a uno de los dípticos más bellos y definidores de las tierras castellanas.

DE SUS NOMBRES Y TOPONIMIA

-¡Bueno está el campo este verano, con tantos ramujos secos por todas partes!

Cuando escuché esta frase -esta u otra muy similar- corría el verano de 1987 y los secos ramujos que veían incluso los que nunca vieron nada en un campo que apenas si entienden como paisaje, eran las ramas secas, tempranamente desnudas, de los olmos muertos que surgían por doquier

Esas ramas, atormentados grafismos negros dibujándose en el terso azul de nuestros cielos, son como un signo que augura la extinción de los olmos, y si ésta se consuma, los campos de Castilla -de Cantabria a la Serranía de Cuenca- habran perdido algo más que una silueta añadida a un paisaje. De ellos se habrá ido uno de los árboles más radicalmente campesinos, uno de los árboles más plenamente incorporados al campo, entendido éste como medio y modo de vida; el árbol útil, al que cantaba el poeta adivinándole transformado en ascua de hogar, melena de campana, lanza de carro o yugo de carreta.

Un árbol tan familiar que, en una tierra donde muchas especies vegetales sólo pueden ser identificadas como árboles, sin que no siempre se distinga -y sé que esto es una exageración- entre un pino y un peral, a él se le llama olmo, olma, negrillo, negrilla, negrillón e incluso, aunque erróneamente, álamo negro, y que ha servido para crear una amplia serie de topónimos en la que se incluyen los muchos pueblos denominados El Olmo, El Olmillo, 0lmedo, Olmedillo, Olmedilla, Olmedillas, Valdeolmo, Fuente el Olmo, Pinilla del Olmo, Villar del Olmo, San Juan del Olmo, Negrilla -y aun El Alamo o Alameda en esos lugares en los que como álamo es conocido-, frecuentes en Burgos, , Soria, Segovia, Avila, Salamanca, Madrid, Guadalajara o Cuenca.


DE LOS USOS DE SU MADERA

Su madera, de color oscuro -parecida a la del álamo negro, de ahí la confusión de nombres-, con tonos rojizos y de constitución fibrosa, no es especialmente bella ni dura, pero sí tenaz, difícil de hendir y muy resistente a la flexión, al choque y a la humedad, características de las que derivan las múltiples aplicaciones de que ha sido objeto.

Cada vez que se han necesitado vigas de grandes dimensiones a las que había que someter a fuertes presiones, se ha acudido al olmo, que, con sus troncos, ha proporcionado los pies derechos que compiten con las columnas de piedra en los soportales de calles y plazas, los pilares que se clavan en el suelo y las vigas maestras que se tienden entre ellos para armar los rudimentarios puentes que salvan ríos y arroyos en la red viaria del medio rural, las hilas y sopandas de las techumbres y los cargaderos que adintelan el gran vano de acceso a tenadas y corrales.

Hay pocas maderas que ofrezcan las cualidades que tiene la del olmo para la fabricación de puertas cuando éstas han de ser recias y sólidas. Serradas en gruesos tablones, a veces de hasta quince centímetros, sirvió para construir las de los recintos amurallados que defendían villas y ciudades, las de castillos y templos de los siglos XI al XV, que en algunos casos han llegado hasta el presente prácticamente intactas; en tablas más delgadas hasta tiempos muy recientes se ha venido usando para montar los troncos entarimados, las escaleras, el balconaje y las puertas carreteras de las casas de labor.

En el equipamiento de éstas la madera de olmo también tuvo un papel destacado, ya que apenas había una actividad agrícola, ganadera o doméstica que no empleara algún utensilio fabricado, en todo o en parte, con madera de olmo.

Fue la preferida para fabricar bancos de carpintero, borriquetas de aserrado y armazones para ruedas de afilar; con ella se hacían artesas, dornajos, gamellas y pesebreras, y en la construcción de carros y carretas con olmo se labraban la pértiga, las varas, las contravaras, los mozos, los cubos de las ruedas y las zapatas de los frenos; de olmo eran también los yugos empleados para uncir machos o vacas, el tornillo y la tuerca de los lagares y los cangilones de las norias; fue tallada por los imagineros de todas las épocas y se utilizó para realizar objetos tan diversos como los yugos de las campanas, las tablas de lavar, los juegos de bolos y el carretón de varas de los primeros pasos infantiles.

Los niños buscaban entre sus ramas las horquillas de los tiradores, y en sus raíces secas, palos para fumar, y durante los meses de agosto y septiembre, sus hojas, mezcladas con salvado, entretenían el hambre de los cochinos, que las devoraban, a la espera de la recogida otoñal de las bellotas, con las que se completaría su cebo.

En las páginas del Dioscórides, traducido por el doctor Laguna, se recoge otra aplicación: «El humor que al apuntar de las hojas de olmo se halla en unas vexigas suyas, da claro lustre al rostro, si se untan con él.»

DE SUS FORMAS

De estos usos deriva incluso la imagen de los olmos, ya que el tratamiento que reciben está, en buena medida, determinado por ellos.

Cuando el olmo, que tiene su hábitat natural en las tierras frescas y profundas de valles, valleruelas y vallejos labrados por ríos y arroyos en los piedemontes serranos, puede desarrollarse espontáneamente, adquiere una silueta columnar rematada por un suelto haz de ramas que componen un abanico a medio abrir. Para facilitar la recogida de hojas y el ramoneo, se favorece el mantenimiento de olmos en estado arbustivo y las chaparreras en setos y linderos. Si lo que se desea es obtener maderas de gran longitud, se eliminan todas las ramas que brotan a lo largo del tronco, dejando una sola guía para que alcance la mayor altura posible, mientras que si lo que se quiere es que dé sombra, se le somete a una poda rigurosa a escasa altura del suelo, tres o cuatro metros, como mucho, impidiendo luego que baya ramas que tomen el papel de guía única; el tronco del olmo así tratado va pudriéndose por dentro hasta quedar reducido a un cilindro hueco rematado por ancha cepa que sirve de sostén a una gran copa esférica formada por numerosas ramas de escaso grosor.

Este olmo, globoso en su forma y de función protectora, es el que suele recibir la denominación femenina de olma o negrilla.

DE ALGUNOS GRANDES OLMOS

En todas las provincias castellanas hay olmos espectaculares: «De los parques las olmedas son las buenas arboledas...", escribía Antonio Machado, y hermosas olmedas eran las de Sigüenza, Mombeltrán, Almazán, Cuéllar, Soria... Esta última, plantada por los sorianos sobre terrenos de la Dehesa de San Andrés el año 1611, ha de ser una de las primeras arboledas urbanas de Castilla, y los cuatro olmos que subsisten de aquella primitiva plantación son ejemplares verdaderamente notables, con un tronco todos ellos que supera los nueve metros de perímetro. Allí se encuentra el famoso Arbol de la Música, así llamado por la plataforma de madera instalada en su copa, capaz para recibir a todos los componentes de una no muy numerosa orquesta.

Estos olmos sorianos se hallan al límite de su edad, ya que el olmo no es un árbol longevo, pues difícilmente rebasa los 300 años.

Con el envejecimiento comienza por pudrirse interiormente, y pronto llega un momento en el que su tronco, apenas un armazón de roña, es incapaz de resistir el peso de las ramas, que se vienen abajo al menor embate del vendaval o de las nieves.

Es probable que los vecinos de los pueblos que contaran con algún olmo señalado pusieran, antes de que la ruina de éste se consumara, un ejemplar joven para asegurar su sustitución; el primero, aunque carcomido casi por completo, puede mantenerse en pie muchos años antes de consumirse totalmente y retoñar cada primavera. En lugares como la ermita de la Virgen de las Vegas (Requijada, Segovia) puede verse cómo la gracia de aquella rama verdecida -y evoco una vez más a don Antonio- acompaña al olmo centenario.

Una atención constante puede prolongar mucho tiempo la vida de los olmos. El Olmo de Santa Cecilia, localizado en La Granja de San Ildefonso (Segovia), es un ejemplo. Plantado posiblemente a finales del siglo XV, en los primeros años del presente mereció la atención del naturalista Joaquín María de Castellarnau, que le dedicó un breve artículo publicado en la revista España Forestal. Sus propietarios, los Condes de San Jorge, atendiendo al mal estado en que se hallaba, reforzaron su tronco, impidieron que el agua penetrara en su interior colocando láminas metálicas y atirantando sus gigantescas ramas con cables de hierro para evitar su desplome; estas ayudas le han permitido sobrevivir hasta alcanzar el majestuoso porte de que hace gala y una circunferencia de tronco superior a los doce metros que lo convierten en el olmo campestre más grueso del mundo.

Otros cuidados como la poda sistemática para impedir que las ramas alcancen grandes dimensiones y un peso excesivo, la consolidación interna del tronco con obra de piedra y cemento, y la externa, rodeándolo con un poyo corrido que evita la putrefacción del pie al tiempo que sirve de mentidero público, pueden contribuir al mismo objetivo.

Al escribir sobre los olmos de Castilla ha de tenerse en cuenta el papel que desempeñan en el campo de las tradiciones religiosas. En Maranchón (Guadalajara) se celebra todos los años la romería de la Virgen de los Olmos, recordando la milagrosa aparición de María, desde lo alto de un enebro y llevando una rama de olmo en la mano, a un ganadero alcarreño, suceso acaecido en 1114; en El Olmo (Segovia) se venera asimismo una imagen de la Virgen del olmo, y en estas o similares advocaciones acaso perviva una arcaica manifestación idolátrica centrada en torno a este árbol, si no sagrado sí muy ligado a lugares sagrados, circunstancia que acaso explicaría la frecuencia con que junto a iglesias y santuarios aparecen olmos venerables.


Los ejemplares citados en las líneas anteriores no son los únicos sobresalientes, y una relación de éstos, por sumaria que fuese, habría de incluir árboles tan significados como la Olma de Polientes (Cantabria), , la Olma de Recuerda (Soria), los olmos de Valdezate (Burgos), Pedraza y Languilla (Segovia), Anchuelo, Rascafría y Miraflores de la Sierra (Madrid), Corduente (Guadalajara)..., o tan singulares como el de Turrubuelo (Segovia), que, con su vacío tronco, protege el desarrollo de un joven retoño nacido en su interior.

Ignoro si alguno de estos árboles sobrevivirá cuando estas líneas se publiquen. Espectaculares eran los dos olmos de Milmarcos (Guadalajara); se sabía que el más viejo y corpulento había sido plantado en 1646, y el más joven, un siglo después. A finales de 1988 ambos se habían secado, y los más, talado; también había muerto la olma de Rapariegos (Segovia), aunque los vecinos, en lugar de abatirla, la han convertido en monumento de sí misma.

Desde los primeros años de esta década otros muchos olmos, de todos los tamaños y edades, están corriendo la misma triste suerte.

DE LA ENFERMEDAD DEL OLMO

Un siglo, al menos, llevan los olmos sufriendo un azote que los diezma. O esto es lo que a mí me consta, ya que la primera noticia que tengo sobre una devastadora plaga que causaba en ellos enormes daños data de 1880, un año que debió de ser muy malo para el campo castellano si hacemos caso de la inscripción que una mano anónima grabó toscamente en una Piedra de la iglesia de Sotosalbos: 1880 no llovió.

El único enemigo conocido entonces era la galeruca (Galeruca ulmariensis), un pequeño escarabajo defoliador que destruía las hojas del olmo antes de que acabara el verano, cuando el árbol se hallaba aún en pleno período vegetativo. La galeruca siguió presentándose implacablemente en ciclos de unos veinte años, y su acción defoliadora, aunque no acababa con la vida del árbol, lo debilitaba, facilitando el ataque de un escolítido, el barrenillo (Scolytus sp.), que al perforar el tronco, y esto se descubrió más tarde, introduce en él las esporas de un hongo que, desarrollándose en su interior, obtura los vasos por los que circula la savia, causando así la muerte del árbol.

A mediados del presente siglo la lucha contra la «enfermedad de Holanda», que así pasó a llamarse por haber sido una investigadora holandesa la que descubrió el hongo en 1921, fue muy intensa y tan eficaz que se creyó que había sido definitivamente dominada.

Falsa esperanza. A comienzos de la década presente los olmos volvieron a ser atacados por el hongo (Ceratotystis ulmi), que ha desarrollado una cepa más agresiva contra la que apenas pueden hacer nada los fungicidas que se emplean para combatirla.

Unas ramitas que se secan en la parte alta de la copa constituyen el primer síntoma, y a los pocos días de haberse puesto de manifiesto -a veces bastan un par de semanas-, la enfermedad, conocida hoy como grafiosis del olmo, acaba con árboles centenarios.

El tratamiento que se aplica actualmente es muy costoso y no garantiza la supervivencia de los olmos. La única esperanza que nos queda de que no desaparezcan es que los propietarios, sean particulares, pueblos o instituciones, con la ayuda de los poderes públicos, los cuiden y repueblen hasta que nuevos descubrimientos permitan vencer esta dura plaga.

No sé si estaremos dispuestos. A pesar de la carga sentimental que los olmos encierran, los hemos destruido a miles -podríamos recordar todos los que han sido talados a lo largo de las carreteras españolas en estos últimos años de desarrollismo-, magnificando así, de forma suicida, los estragos de la grafiosis.

El olmo, otrora útil además de entrañable, ya no nos es necesario. El hierro, el ladrillo y los plásticos son eficaces sustitutos de su madera; cambian los modos de vida, y los antiguos aperos se convierten en trastos inservibles; en los pueblos semivacíos nadie busca hoy el agrego de la olma que invitaba al diálogo...

No es necesario seguir. Nuestros olmos han quedado abandonados, y acaso haya que achacar a la soledad y al olvido al que han sido relegados, tanto como a la progresión de la grafiosis, la causa de su quizá no muy lejana extinción.


REVISTA DE FOLKLORE
Caja España
Fundación Joaquín Díaz

El Cid, eterno modelo para los castellanos

(Artículo publicado por José María Rupérez en El Adelantado de Segovia, el 28-6-99 )

El 10 de Julio de 1999 se cumplirán 900 años de la muerte del Cid Campeador, siendo por ese motivo que la figura del inmortal burgalés está recibiendo toda clase de homenajes y manifestaciones culturales: congresos, artículos, señalización del camino de destierro, etc. Y si todos esos actos contribuirán a dar a conocer un poco más la figura del héroe castellano, sigue siendo Rodrigo Díaz de Vivar el gran desconocido tanto entre las capas populares como entre los sectores con mayor nivel cultural, y ha sido esa ignorancia secular que desprecia lo que desconoce la que - entre otras cosas - ha contribuido a que Castilla se haya ido sumergiendo en tan lamentable decadencia, pués si generación tras generación los castellanos hubiéramos sabido tomar al Cid como modelo, no habría llegado Castilla a las postrimerías del siglo XX en la deplorable situación en la que se encuentra.

La Castilla en la que el Cid nació (hacia el año 1043) estaba gobernada por el rey Fernando I, pero es con el hijo de éste, Sancho II, con quién el Cid inicia su vida militar, gozando de la estima y alta consideración del rey Sancho quien le nombró capitán supremo de su ejército. Este importante cargo militar lo conservó Rodrigo durante toda la vida de Sancho, y con el buen entendimiento y alizanza entre el rey y su distinguido vasallo consiguió Castilla la hegemonia peninsular que hasta entonces había ostentado el Reino de León.

Una de las cualidades que adornaron la vida de Rodrigo fue su gran valor, acreditado en múltiples ocasiones, siendo probablemente la primera de ellas con motivo de la guerra que entabló el rey Sancho (en el año 1067) contra el rey moro de Zaragoza, Moctádir, y tal fué el valeroso comportamiento de Rodrigo en el asedio a Zaragoza que dió lugar a que el historiador hebreo José ben Zaddic le bautizara con el nombre de Cidi que en hebreo significa "mio Cid", es decir "mi Señor", expresión con la que, en lo sucesivo Rodrigo fué designado por sus vasallos.
Aparte del valor, sobresalió el Cid por su alto concepto de la fidelidad mostrada hacia el rey Alfonso en su condición de vasallo de éste (una vez muerto el rey Sancho II). La fidelidad de Rodrigo hacia Alfonso está impregnada de un extraordinario mérito ya que fueron muchas las ocasiones en las que el Cid fué tratado de forma inexplicablemente mezquina por el envidioso rey; y a pesar de haber sido expulsado de Castilla de forma injusta e inmerecida, jamás el Cid se rebeló contra su rey, todo lo contrario, buscó cuantas oportunidades tuvo a su alcance para ser aceptado por él.

Otro aspecto importante de la personalidad del Cid es su gran religiosidad puesta de manifiesto en los momentos importantes de su vida de vencedor del enemigo musulmán. Esas convicciones religiosas de Rodrigo quedaron bién patentes en el importante discurso que el Campeador pronunció a los pocos días de haber conquistado Valencia. El historiador Ben Alcama se hizo eco del mismo poniendo en boca del Cid estas palabras: "Yo soy hombre que nunca tuve un reino, ni nadie de mi linaje lo ha tenido; pero desde el día que a esta villa vine me pagué de ella, la codicié y rogué a Nuestro Señor Dios que me la diese. Y ved cuál es el poder de Dios, el día que yo llegué para sitiar a Juballa no tenía más que cuatro panes, y me ha hecho Dios tal merced, que gané a Valencia y soy de ella dueño. Pues ahora, si yo obrare en ella con justicia y encaminare a bién sus cosas, Dios me la dejará; más si obro mal, con soberbia y torcidamente, bién sé que me la quitará".

Cabe también destacar en el Cid su comportamiento político basado en el respeto y la generosidad hacia los vencidos, actitudes que quedaron plasmadas en las normas que dictó para los moros recién conquistados en Valencia, y que están contenidas en el extraordinario discurso al que me he referido en el párrafo anterior. A quienes habian sido sometidos por él se dirigió el Cid en estos términos: "Yo deseo por mí mismo entender en todas vuestras cosas, ser para vosotros tal como un compañero, guardaros así como como el amigo guarda al amigo y el pariente al pariente. Deseo remediaros y curar vuestros males, pues lamento la miseria que habéis sobrellevado. Y ahora quedaos en vuestra tierra muy seguros, he prohibido a mis gentes que nadie meta cautivo moro ni mora en Valencia, y si alguien faltase a esto, tomad el cautivo, soltadle y matad al que lo metiere, sin que por ello se os siga pena alguna". ¡Que diferencia de comportamiento el del Cid con respecto a los enemigos que vence, con el que han llevado a cabo otros vencedores de guerras!

Las cualidades excepcionales del Cid nos permiten llegar a la conclusión de que no se trata únicamente de un personaje histórico de relevante importancia por las hazañas que realizó frente a los moros hace novecientos años, sino que esos valores humanos que en él sobresalieron de forma tan destacada tienen plena vigencia en la sociedad actual, por lo que debiera constituir un modelo a seguir para cualquier castellano de nuestro tiempo. Ese ha sido el error de los castellanos: considerar a los héroes que nos han precedido como venerables piezas de museo de las que nos sentimos más o menos orgullosos, sin caer en la cuenta de la responsabilidad que tenemos, generación tras generación, de cuidar la extraordinaria herencia que ellos nos legaron.
El Cid amaba a su tierra y se sentía perfectamente identificado con Castilla, y por la posición privilegiada que ostentaba en la vida política de aquella sociedad castellana contribuyó de forma decisiva para que Castilla ocupara un lugar preponderante en la del siglo XI. El genio militar del Cid puesto al servicio del rey Sancho II hizo que Castilla se colocara a la cabeza de los reinos de España. ¿Que papel juega Castilla en la España de las postrimerias del siglo XX? Da pena responder a esta pregunta, pues en nueve siglos de historia hemos pasado de los primeros a los últimos, peor que los últimos: no existimos. Castilla no existe ni como ente territorial, ni como ente político.

La Castilla del Cid, para desgracia del pueblo castellano, dista mucho de parecerse a la Castilla de nuestro tiempo. Con Sancho II y el Campeador, Castilla consiguió erigirse en el reino hegemónico peninsular. En nueve siglos los castellanos hemos dilapidado aquella magnífica herencia, y lo más grave de todo es que -salvo muy pocas excepciones- todavía no nos hemos enterado de que forma tan brutal nos hemos empobrecido: hemos perdido parte sustancial de nuestro territorio; la voz de Castilla no se escucha en ninguna tribuna política; y nuestro rico patrimonio cultural languidece por la ausencia de instituciones netamente castellanas que le den aliento.

Si el Cid pudiera regresar a Castilla de nuevo montado en su caballo Babieca y empuñando en su mano derecha su famosa espada Tizona, ¿qué cara pondrían todos esos políticos desaprensivos y oportunistas que han antepuesto sus intereses personales a los justos y legítimos intereses de Castilla? Pondrían la misma cara de pavor que pusieron los nobles cristianos y los nobles musulmanes con quienes se enfrentó el Cid. Y es que la Castilla de nuestros días es víctima de la falta de liderazgo de un castellano valiente y genial como lo fué Rodrigo Díaz de Vivar.

martes, febrero 20, 2007

Castilla y León, un himno imposible.

JOSE M. RUPEREZ CIBRIAN (Diario de Burgos, 1 de Agosto del 2000)

E1 pasado día 12-7-00, don Fernando Cors Miguel, profesor del Instituto López de Mendoza, escribió un artículo en Diario de Burgos de la mencionada fecha, cuyo tituló era: ¿Para cuándo el Himno a Castilla yLeón?

El profesor Cors inicia un artículo con una interesante explicación sobre el origen de la música desde el punto de vista del mito y la leyenda, para, después de ese oportuno y breve preámbulo, pasar a explicarnos la importancia que tiene la música para los pueblo -incluso los más primitivos- y lo expresa de la siguiente forma: "Esa música, ese canto o ese himno es un hilo conductor de los sentimientos y esperanzas de ese grupo determinado. Pero el problema surge en nuestros días cuando en Castilla y León, sus habitantes, sus pueblos y ciudadanos quieren celebrar un acto de exaltación regional y se encuentran con la triste realidad de que no tenemos un himno que nos una e identifique como región...».

Existe una realidad más triste que la ausencia de un himno, señor Cors: la falta de identificación de dos pueblos con una comunidad autónotna que les ha sido impuesta.

Un himno brota del sentimiento de amor a la tierra en la que nació, o en la que sin haber nacido vive, compartido por la totalidad de quienes habitan en ella, y dándose esas condiciones sí que se puede crear un himno. ¿Por qué en esta comunidad autónoma después de diecisiete años no se ha creado un himno a Castilla y León, como Vd. propone? La respuesta es muy sencilla: porque hay un considerable número de castellanos y de leoneses que no están de acuerdo con Castilla y León unidas sin el beneplácito de los dos pueblos que las constituyen, a los que se les ha obligado a compartir sus destinos, y eso lo saben los políticos, de ahí que no se arriesguen a crear un himno que no seria cantado por la mayor parte de ambos pueblos.

Antes de hacer un himno a Castilla y León, tendremos que aprobar la asignatura pendiente de preguntar a los leoneses y a los castellanos qué piensan acerca de una autonomía creada de espaldas al pueblo. Y si por fín un día los políticos quieren hacer justicia a Castilla y a Léon, y fruto de un referéndum los leoneses y los castellanos deciden unirse, entonces sí señor Cors, se darán las condiciones idóneas para crear el himno que usted propone, pero mientras esa injusticia no se repare no habrá un himno a Castilla y León, y si le hay le cantarán hipócritamente los políticos de turno, y unos pocos convencidos, pero no brotará del corazón de la gran mayoría de ambos pueblos.

Lo que me parece un auténtico despropósito de su parte, don Fernándo, es que usted proponga el «Himno a Castilla» de Antonio José como himno de Castilla y León, atreviéndose a afirmar que el Himno a Castilla «contiene los mejores ecos míticos y simbólicos de Castilla y León». ¿Pero cómo la gente puede hacer manipulaciones sin el menor pudor faltando a la verdad? ¿Me quiere decir, don Fernando, en qué parte de los versos del himno a Castilla se encuentra lo que usted llama « los mejores ecos míticos y simbólicos de Castilla y León»? ¿Usted cree, de verdad, que el genial músico burgalés estaba pensando también en León cuando compuso el Himno a Castilla? ¿No le pareçe que su propuesta es una forma de prostituir el verdadero sentimiento del autor? ¿Y usted cree que los leoneses aceptarían tranquilamente una música y una letra de un himo que se creó pensando en Castilla, sintiendo a Castilla? Realmente descabellado, señor Cors.
Continúa usted diciendo «que alguien tuvo la intención de hacer una mezcolanza entre el himno a Castilla (A. José) y el estribillo del himno de León». Otro disparate más, que se puede unir al disparate de la creación de esta comunidad autónoma, que fue el producto de la mezcla de dos pueblos y de dos- regiones, y ahora viene usted con lo del himno, después otro vendrá con las danzas, así, a base de mezclas, destruiremos las culturas de ambos pueblos, y aquí no habrá pasado nada, y todo en nombre de la «sagrada» democracia, porque eso sí, en lo que a castellanos y leoneses concierne, todo se ha hecho muy «democráticamente».

No pierdo la esperanza de que un día los castellanos podamos cantar el himno de Antonio José como expresión de amor y pertenencia a una comunidad autónoma llamada Castilla, entonando la bella música con los no menos bellos versos: « ¡ Madre Castilla, guíanos tú !, será ese siempre nuestro grito ».

lunes, febrero 19, 2007

Cuatro Damas para un Reino

por D. Casas (Cuenca).

"Algo tendrá el agua cuando la bendicen", dice el refrán, y algo tendrá Castilla cuando cuatro de sus ciudades y bastantes de sus monumentos son reconocidos por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

Ya el primer aporte que Castilla ha hecho al Patrimonio Cultural de la Humanidad, su regalo al Mundo, ha sido su idioma, ese idioma en el que un castellano escribió "El Quijote" y otros dicen su poesía, la belleza de sus textos: Santa Teresa de Jesus, San Juán de la Cruz, Fray Luis de León...¡ Y tantos !Como castellano me enorgullece que de las nueve ciudades (damas) españolas ya consagradas cuatro lo sean del Reino de Castilla (Ávila, Segovia, Cuenca y Alcalá de Henares) junto a una gallega (Santiago), una extremeña (Cáceres), una andaluza (Córdoba), una del País Leonés (Salamanca) y una manchega (Toledo).

Ya Esperanza Aguirre, entonces ministra de Cultura, dijo: "España sigue estando a la cabeza de los países que cuentan con mayor número de bienes declarados Patrimonio de la Humanidad" y yo añado: "Castilla sigue estando a la cabeza de las nacionalidades españolas con el mayor número de Ciudades Patrimonio de la Humanidad".

Cuatro ciudades españolas son un motivo más para enorgullecernos de ser castellanos y elevar nuestra autoestima por ello, Transmitámoslo así también a nuestros paisanos de la diáspora emigrantes en otra tierras porque el pueblo que aprende a definirse, quererse y respetarse y así se lo exige a los demás es un pueblo que se encara decididamente a su futuro.Que estas cuatro ciudades "Ávila, Segovia, Cuenca y Alcalá de Henares" sean la primera piedra de un renacer esplendoroso de la auténtica Castilla.

Cuatro damas para un reino de ensueño; El Reino de Castilla.

martes, febrero 13, 2007

CASTILLO RUINOSO EN MADRID (ADN 8 de fbrero 2007)

CASTILLO RUINOSO

EL UNICO FORTIN EN PIE EN LA CAPITAL

Empieza la rehabilitación de la fortaleza del distrito de Barajas

Raúl Rejón
Madrid
ADN. Jueves 8 de febrero 2007,

! Madrid fue parte de Castilla, es decir, tierra de castillos. Sin embargo, la villa sólo presume de una fortaleza y en un estado ruinoso en un descampado. Al menos por dos años más.
El castillo de Barajas (s. XIV XV), junto a la Avenida de Logroño, reposa sobre las te­rrazas del Jarama desmorona­do y degradado. Su propietario es el Ayuntamiento de Madrid, que acaba deponer en marcha un proyecto de rehabilitación.

Jorge Jiménez, de la Aso­ciación Española de Amigos de los Castillos, se lamenta: "Es una pena, porque está muy vin­culado a la historia de Madrid, se abandonó y ha sufrido actos vandálicos". Salta a la vista. El vallado municipal, hasta hace unas semanas, rodeaba un foso lleno de escombros, y sus pa­redes continúan luciendo es­tridentes graftis.

La Concejalía de las Artes ya ha comenzado las egunda fa­se de las excavaciones previas. Desde enero, el edificio se está rehabilitando. Las obras dura­rán "al menos seis meses, has­ta mediados de este año", con­firman desde la concejalía. Pe­ro para ver el castillo saludable y convertido en centro de in­terpretación habrá que espe­rar dos años porque, según el consistorio, "con el patrimonio
sabemos cuándo se empieza pero no cuándo se acaba". En una primera campaña, que fi­nalizó en enero de 2006, se hallaron vestigios de la Edad Media, del siglo XVII y XVIII.

Jiménez admite, que el cas­tillo, que perteneció a la fami­lia Zapata, condes de Barajas, no es de los más importantes, ya que "no estaba en la línea de , ­guerra", pero su valores que es el único de la capital.

HERMANO POBRE

La Comunidad cuenta con casi 70 fortificaciones: El casti llo de Barajas es el hermano pobre. Ejemplares magníficos yrestaurados como el de Man zanareselReal coritrastancon este arruinado bastión.

La fortaleza, protegida co­ mo patrimonio histórico des­ de 1949, comparte distrito conotro edificio con solera que no atraviesa su mejor momento.


En medio del parque de El Ca­pricho, a tan sólo cinco minu­tos andando, se levanta el Pa­lacio de los Duques de Osuna (s. XVIII) que bien se merece un lavado de cara: El Ayunta­miento está decidiendo cuál será su uso. Luego lo adecentarán






OTRAS edificaciones madrileñas

Villarejo, ocho torres en reconstrucción

El castillo de Villarejo de Salvanés será una oficina de turismo;



La Consejería de Cultura realiza actualmente dos rehabilitaciones. Una en San Martín de Valdeiglésias y la otra en Villarejo de Salvanés. En esta última está previsto que las ocho torres de 21 metros (del s. XIII) alberguen a finales de este año una ofi­cina de turismo y una escue­la de interpretación de la cultura de las regiones occi­dentales. El presupuesto de ta Comunidad Llega hasta los 420000 euros El edificio lle­vaba años en un estado de semiabandono.


Fuentidueña de Tajo, amoríos medievales

La Asociación de Amigos de los Castillos señala el de Fuentidueña de Tajo como uno de los que "merecería” un programa de protección Sin embargo, desde el Ayuntamiento responden que no está en ningún proyecto c conservación y se quejan "Ojalá lo estuviera". Construido en el siglo Xll, en tiempos de doña Urraca, posa del rey Alfonso I el batallador, la Leyenda decía que albergaba tantos pasadizos secretos como amantes moriscos la cortejaba.

Para leer acerca de las fortalezas

La Consejería de Cultura ha editado Centinelas de pie­dra, un recorrido por las for­tificaciones de la Comunidad. A lo largo de 176 páginas y por20 euros, se repasan las atalayas y castillos que fue­ron poblando el paisaje de la región, así como le evolución en las técnicas constructivas de este tipo de edificaciones.

viernes, febrero 09, 2007

El ESPAÑOL EN ESPAÑA ( Juanjo Albacete)

El siguiente artículo apareció recogido en la página de internet de Unificación Comunista de España http://www.uce.es/

*** *** ***
EL ESPAÑOL EN ESPAÑA
Junio 2001

El castellano, ¿un idioma impuesto?
Los caminos de la lengua

Los ecos de la polémica intervención del Rey en el acto de entrega del Premio Cervantes 2000 aún no se han apagado. Su doble afirmación de que “nunca fue la nuestra lengua de imposición” y que “a nadie se obligó nunca a hablar castellano” levantaron ampollas entre las fuerzas nacionalistas y, en particular, la segunda, un desmentido categórico por parte de escritores e intelectuales, sobre todo de izquierdas, incluidos los que utilizan la lengua castellana como vehículo habitual o exclusivo de expresión.Fuera del ruido interesado y de algunas fórmulas maniqueas utilizadas, la polémica plantea de hecho dos cuestiones del máximo interés y de la máxima actualidad.Una, la principal, es la que plantea la cuestión de si el castellano (o español) es y debe ser la lengua común de todo el pueblo de las nacionalidades de España, y cómo ha llegado a serlo, si fundamentalmente por “imposición” o por otras vías.La segunda, también de gran importancia, es la de si ha habido o no, y cuándo y cómo, represión y persecución de las otras lenguas que se hablan en España.Fueron catalanes, vascos y gallegos quienes adquirieron el castellano, no fruto de la imposición, sino de intereses propios y diversos, sin renunciar por ello a sus propias lenguas. Así el castellano se convirtió en una lengua compartida y en fuente de cultura colectiva

¿Es el castellano (español) una lengua que se impuso en su día por la fuerza a catalanes, vascos y gallegos, sobre la base de sojuzgar sus propios idiomas?

Así lo afirman, con absoluta convicción y sin el menor matiz, las fuerzas nacionalistas, y así lo han reiterado, como si de una inquebrantable obviedad se tratara, en sus manifestaciones de repulsa y protesta al discurso del Rey.Sin embargo, la realidad histórica y lingüística no es, ni mucho menos, tan concluyente. O, dicho de otro modo, lo que ellos consideran como obvio e indiscutible, es, en realidad, sumamente discutible y, en parte, falso.

La obviedad nacionalista se asienta en la idea-fuste de que si el castellano se habla en sus nacionalidades no ha podido ser por otra causa que la fuerza y a costa de reprimir su propia lengua, de la misma forma que su pertenencia a España no tiene otra explicación que la de haber sido conquistados por la fuerza y aplastando su propia soberanía e independencia.Pero de hecho (y, a partir de ahora, por obvias razones de espacio, voy a limitarme a un solo caso: el catalán, aunque las ideas generales expuestas son válidas para todos los demás), de hecho, digo, las cosas no fueron así.

En primer lugar, cuando los hablantes de un territorio cualquiera adquieren otra lengua, ¿es siempre por imposición?, ¿es siempre por la fuerza? ¿es esta una ley histórica?No, no lo es. Y el caso catalán es un paradigma de ello. Lo que no quiere decir, como veremos más adelante, que en determinadas etapas del proceso no haya existido una política deliberada de imposición del otro idioma e, incluso, de represión sobre el originario.

¿Cómo llegó a hablarse el castellano el Cataluña? ¿Por algún decreto real?

Evidentemente, en la arribada del castellano al Reino de Aragón hubo razones “de poder” (y una, de enormes consecuencias sin duda, fue el nombramiento de Fernando de Antequera, de la familia de los Trastámara, como Rey a partir de 1412, lo que suspuso inevitablemente el uso del idioma de Castilla en la corte), pero fueron mucho más importantes las razones, los intereses materiales, económicos y comerciales, e incluso el azar.

Puede decirse que uno de los factores que, a la larga, resultó más determinante, fue completamente azaroso. A mediados del siglo XIV, el Reino de Aragón era una potencia comercial y naval en el Mediterráneo. El tráfico naviero de los puertos de Barcelona y Valencia era incesante, y alcanzaba hasta las costas de Oriente Medio, estupendo foco de negocios, donde tenían consulados comerciales. Pero precisamente de allí, hacia 1350, comenzó a llegar una “mercancía” involuntaria y mortífera: las ratas, que viajaban en las bodegas de los barcos y que provocaron una sucesión de epidemias de peste negra que asolaron las zonas portuarias del Mediterráneo occidental. Se sabe que en Italia perecieron un tercio de los venecianos, la mitad de los florentinos,... La epidemia afectó a toda la península ibérica, pero en ningún lugar fue tan dañina y mortífera como en las zonas costeras del Reino de Aragón. Barcelona, que en 1340 era una metrópoli de 50.000 habitantes, en 1477 apenas llegaba a los 20.000 (Sevilla, en igual período, pasó de 12.000 a 32.000). Esta brutal y persistente mortandad provocó enormes trastornos económicos y sociales en el reino aragonés: la falta de mano de obra, el abandono del campo, el hundimiento de los negocios... desataron una gravísima crisis económica que forzó el abandono de su brillante expansión mediterránea y un viaje estratégico que conducirá, paso a paso a anudar lazos cada vez más intensos con su cada vez más poderoso vecino peninsular: el Reino de Castilla.

Dos medidas contribuyeron decisivamente a tejer esos lazos. Uno fue el interés de la industria textil catalano-aragonesa por el mercado lanero castellano. Ese interés es el que condujo en 1412 a entregar el trono del reino a la familia Trastámara que, no por casualidad, eran los magnates del comercio lanero castellano. Fue el interés por acceder a una materia prima básica para el resurgimiento de sus industrias lo que abrió las puertas del Reino a un Rey que trajo, como no podía ser de otro modo, no sólo su lana, sino su lengua, que de forma indolora ganó terreno de inmediato en la zona aragonesa, dialectalmente más emparentada con el castellano.

La segunda medida fue la reorientación del comercio marítimo. Los armadores barceloneses viraron sus objetivos comerciales hacia el norte de África, el oro guineano y la ruta de las especies, muy útiles para la industria alimentaria de la época; es decir, viraron hacia el Atlántico. Como en ese movimiento chocaban inevitablemente con un competidor más avezado y poderoso que ellos, Portugal, los navieros y comerciantes catalanes no tuvieron más remedio que aliarse con los castellanos, que, ellos sí, disponían de puertos y rutas comerciales en el Atlántico. Así comenzaron a hacerse transacciones comerciales en Sevilla en catalán, pero también en castellano... y documentos que simultaneaban ambas lenguas. La intensificación de este comercio es lo que llevó al convencimiento a la nobleza y a los comerciantes catalanes de la utilidad y la necesidad de dominar el castellano.

De modo que, cuando en 1474 se produjo la definitiva unión de Castilla y Aragón, por el enlace de Isabel y Fernando, el proceso de adquisición del castellano por los sectores dominantes y más influyentes de la Corona de Aragón está ya bastante avanzado. Lógicamente, con la unión de los reinos y el carácter dominantemente castellano de la corte (tengamos en cuenta que Castilla tenía entonces más de 2/3 del territorio y cuatro quintas partes de la población de la nueva unidad política) el proceso se aceleró. Y a ello contribuyó, también (más que ningún decreto, más que ninguna ley), la invención e implantación de la imprenta. Cuando en 1490 los primeros impresores alemanes se establecieron en Barcelona publicaban ya más en castellano que en catalán, por una sola razón: así vendían más. La misma imprenta del monasterio de Montserrat acabó por sumarse muy pronto a esta realidad lingüística.

Así pues, a finales del siglo XV, la conjunción de factores de muy diverso tipo (desde la peste negra a la unión dinástica, pasando por el comercio lanero o marítimo), habían hecho realidad que el castellano fuera una segunda lengua en Cataluña. No una lengua impuesta, sino una lengua adquirida por motivos de indudable peso.

Obviamente, no era entonces la más hablada, sobre todo en la áreas rurales. Pero esto es poco determinante, ya que en el período histórico de la modernidad, ¿qué proceso decisivo se ha decidido por el peso del “factor rural”? Es siempre el “factor urbano” el que predomina. Y así ocurrió también en el caso de la difusión del castellano en Cataluña. Como, en definitiva, por procesos paralelos aunque peculiares, ocurrió igualmente en Galicia y el País Vasco.

De modo y manera que puede afirmarse, respondiendo a la realidad histórica y lingüística, que desde finales del siglo XV, y ya desde luego en el XVI, el castellano es una lengua común de entendimiento entre los hablantes de lo que aún tardaría un tiempo en llamarse España. Una lengua común y compartida, que no excluye ni tiene por qué excluir a las otras lenguas, y que puede coexistir y coexiste de hecho con ellas. Desde esta perspectiva, las acusaciones generales de que el castellano “se impuso por la fuerza” son insostenibles, y patochadas como que “el español es la lengua de Franco” y que “la impusieron con las armas” son, amén de fórmulas demagógicas, una grosera falsificación histórica.

Persecución y fracaso

Negar que aquí se persiguió y reprimió a la gente por hablar catalán o vasco es no sólo mentir, sino agraviar la memoria y la lucha de mucha gente

Dicho esto, es también necesario establecer, con toda rotundidad y sin la menos ambigüedad, que es radicalmete falsa la tesis de que “nunca se obligó a nadie a hablar castellano”. Al menos desde principios del siglo XVIII, con la llegada al poder en España de la Casa de los Borbones, la dinastía de origen francés incorpora a la política española el principio de la homogeneidad y unidad territorial y lingüística que imperaba en la monarquía gala. Ello se va a traducir en una política deliberada y constante de promoción e incluso de imposición del castellano en detrimento de las otras lenguas. El absolutismo de origen francés entendía el Estado-nación, bajo la batuta del monarca absoluto, como un territorio uniforme en todo: incluida la lengua. Como el castellano era ya la más común y extendida, trató de imponerla a todos.

Pero, al menos en el caso español, no se puede magnificar, sobre todo, la eficacia “uniformadora” y represiva de esta política borbónica. Sus efectos no fueron ni mucho menos tan demoledores como en Francia, donde realmente se llegó a la extinción de algunas lenguas. Entre otras razones, porque, fuera de los ámbitos administrativos, las medidas difícilmente afectaban al pueblo. Todavía a finales del siglo XIX, más del 90% de la población era analfabeta, y casi un 95% estaba excluida de cualquier proceso educativo. No es que no quisiera, es que la Monarquía borbónica no disponía de medios ni de instrumentos eficaces para imponer el monolingüismo. De modo y manera que, pese a las intenciones monárquicas, se continuó hablando catalán, vasco y gallego con relativa libertad, aunque su uso administrativo y literario se fue reduciendo progresivamente. La verdadera persecución contra las lenguas de las nacionalidades no alcanzaría un nivel de agudeza y de eficacia realmente peligrosas para su supervivencia hasta el siglo XX o, más concretamente hasta la dictadura fascista de Franco. Fue entonces cuando se reunieron por primera vez las circunstancias de terror generalizado sobre la población, voluntad política de imponer una sola lengua (y extirpar las demás) y medios e instrumentos realmente adecuados para ello (prohibición de hablar y escribir en ellos, feroces castigos a quienes lo hacían y generalización de la escuela monolingüe a toda la población), capaces de dañar seriamente, no ya el libre uso, sino la pervivencia misma de esas lenguas.

Sólo el arraigo auténticamente profundo de las mismas, la voluntad de resistencia de la población y la pervivencia de un “uso privado” de ellas, acabó haciendo inútiles esos planes de extirpación. Y así, tras decadas de feroz represión, castigos, represalias y prohibiciones, ya a mediados de la década de los 60 (coincidiendo con la tibia “apertura” del régimen), comienza a abrirse paso un cierto uso público consentido (aunque combinado todavía con aleatorias medidas represivas) de esas lenguas, sobre todo en el campo editorial y en el ámbito universitario. Aunque la verdadera recuperación de la plena libertad lingüística no llegaría hasta el restablecimiento de la democracia, la aprobación de la Constitución y de los diferentes Estatutos de Autonomía, que reconocerían el carácter oficial de las lenguas de las nacionalidades y la posibilidad de una enseñanza integral en las mismas.

El franquismo dejó una herida real y profunda en el ámbito plurilingüístico español (como en muchos otros). Una herida tan próxima que forma parte aún de la biografía de muchas personas vivas. Negar que aquí se persiguió y reprimió a la gente por hablar catalán o vasco y que se impuso obligatoriamente el castellano es, pues, no sólo mentir, sino agraviar la memoria y la lucha de mucha gente.

Ahora bien, constatar esto no significa aceptar ni legitimar la “lógica del péndulo”. Es decir, pasar de un extremo al otro. El franquismo no es ni un resumen ni un compendio de la historia de España (como parece ser para algunos), sino un largo paréntesis de excepción. El castellano no llegó a Cataluña, el País Vasco o Galicia acompañando a los ejércitos de Franco. Estaba allí desde hacía 500 años y, como hemos visto antes, no fruto de ninguna imposición externa, sino de una adquisición interna. Fueron catalanes, vascos y gallegos quienes lo adquirieron, por intereses propios y diversos, sin renunciar por ello a sus propias lenguas. Así fue como se llegó a que el castellano (español) fuera la lengua común compartida y comprensible para todos, y una fuente de cultura colectiva. Esa posición del castellano no es para nada incompatible con la defensa, uso, promoción y enseñanza de las lenguas de las nacionalidades.

Quienes, esgrimiendo el franquismo como argumento único (pese a que hace ya ¡25 años! de su defunción), niegan esta realidad, y abogan por la progresiva eliminación del castellano (negando incluso la enseñanza en su lengua materna a los castellanohablantes en ciertas comunidades), cometen el mismo error ciego y torpe de quienes creyeron en otros períodos que las lenguas nacen o perecen por su voluntad o sus reales decretos. Los caminos de la lengua, como la historia demuestra, son muy diferentes.

Juanjo Albacete