sábado, agosto 22, 2020

Una vieja reivindicación segoviana

Una vieja reivindicación segoviana

El Adelantado de Segovia, 11 febrero, 2019.

JOSE-LUIS-SALCEDO-LUENGO

Hacía bastante tiempo que no salía a colación el desafuero sobre la injusticia que cometió el Tribunal Constitucional al incluir Segovia en el ente artificial de Castilla y León, que son dos regiones con sus diferencias idiosincráticas propias, como puede ser por ejemplo el reino Valencia y el condado de Cataluña.

Jesús Fuentetaja lo ha vuelto a recordar el día 9 de febrero corriente en un magnífico artículo publicado en El Adelantado de Segovia titulado “El Centralismo de Valladolid”. Siendo todo él interesantísimo voy a fijarme solamente en algunos párrafos, por ejemplo: “Por mor del desafortunado desarrollo del Título VIII de la Constitución hemos multiplicado un único sistema centralista por diecisiete”. “No es de extrañar pues, que se levanten voces que denuncien el ominoso poder que se ejerce desde la capital de la región (Valladolid)”. “Las desafortunadas declaraciones del alcalde de Valladolid, no porque no sea lícito reclamar para su ciudad las mayores inversiones públicas, pero no que lo haga a costa de despreciar a los demás y que exija que éstas se hagan en detrimento de los derechos de los restantes ciudadanos que malviven en la geografía autonómica”. “La inclusión de Segovia con calzador en esta autonomía”, etc. etc.

Allá por el año 1978, cuando se fraguaba torticeramente la partición de España en Reinos de Taifas, al incluir Segovia en la aciaga autonomía de Castilla y León, un grupo de segovianos amantes de nuestra tierra, vislumbramos con clarividencia, las consecuencias de aquel desaguisado que traería malas consecuencias para nuestra provincia. Se formó entonces un grupo comandado por los diputados Modesto Fraile y Carlos Gila y el prestigioso letrado Manuel González Herrero (Manolo para los amigos), todos ellos luctuosamente fallecidos, que abogamos por la autonomía uniprovincial, al igual que Santander o Logroño que sí la obtuvieron, llamándose hoy Cantabria y La Rioja respectivamente.

Viendo los negros nubarrones que se cernían sobre nuestras cabezas, organizamos un acto en la Plaza Mayor (que no recuerdo si se seguía llamando Plaza de Franco) en la cual no participaron ni el partido socialista, ni el comunista, que se manifestaron contrarios a este deseo autonómico. Entonces estos enemigos de la idea fraguaron la sibilina frase de “donde vais vosotros solos”, interpretando malévolamente nuestros deseos confundiéndolos con independencia, como es el caso de Cataluña. Esta idea siempre estuvo muy lejos de nuestro pensamiento. Nosotros solo pretendíamos la autonomía uniprovincial al igual que las otras siete provincias del solar hispano que la obtuvieron y que entonces hubieran sido ocho.

Se recurrió al Tribunal Constitucional y por razones de estado (es decir sin razón alguna) se nos incluyó por narices y con calzador en Castilla y León. Es decir una auténtica arbitrariedad.

Precisamente mi persona, junto al que fue senador mi gran amigo José María Herrero González, triste y prematuramente fallecido, nos encaramamos en un remolque de tractor colocado en la Plaza y pronunciamos sendos enardecidos mítines que fueron entusiásticamente celebrados por la multitudinaria audiencia que llenó la plaza a pesar de un intempestivo día de diciembre.

Entre otras cosas que presagié fue: “Valladolid aplicará a Segovia el derecho de pernada” que en román paladino quise decir que Valladolid bien nos jodería. Desgraciadamente el vaticinio se ha cumplido a rajatabla aplicándonos la ley del embudo, es decir: “lo bueno para Valladolid y las migajas y lo agusanado para Segovia” y para otras provincias de poca población de nuestra región.

Muy posterior algunos socialistas segovianos destacados han recapacitado y han elevado sus protestas al comprobar lo que yo predije del derecho de pernada, pero ya era tarde y no había remedio. Si a su tiempo se hubiera formado una piña con todos los segovianos sin distingos de color político, probablemente otro gallo nos hubiera cantado. Tal vez hoy Segovia y su provincia serían administradas con provecho y hubiéramos prosperado como cualquier otra autonomía uniprovincial y no estaríamos a expensas de las sobras que nos quiera enviar Valladolid.

Coincido con Jesús Fuentetaja en cuanto a las buenas amistades que yo también tengo en Valladolid, e incluso una cuñada, entre otros fui amigo de Godofredo Garabito, fallecido también, que fue un importante personaje intelectual de pro en Valladolid y es más, allá por noviembre y diciembre del año 85, colaboré con el grupo teatral vallisoletano “Amigos de la Zarzuela”, cuyo presidente era Godofredo, representando con este grupo uno de los personajes principales de la opereta “El Conde de Luxemburgo” en los teatros de Logroño, Valladolid y Palencia. Sin yo solicitar emolumento alguno me recompensaron generosamente por mi trabajo. Por mi intermediación este grupo colaboró con el Cuadro Lírico Julián Gayarre cuando hicimos una representación de “La Picarona” en el Teatro Juan Bravo.

Espero que algún día, que por desgracia yo no conoceré por mi avanzada edad, volverán las aguas a su cauce y Segovia adquirirá la personalidad uniprovincial que por su tradición y vieja historia la pertenecen.

El centralismo de Valladolid (Jesús Fuentetaja)

viernes, 29 de mayo de 2020


El centralismo de Valladolid

El Adelantado de Segovia, 9 febrero, 2019. JESUS FUENTETAJA

Tengo amigos y vecinos vallisoletanos, incluso vecinos del mismo origen que también son amigos. Todos ellos son buena gente y espero que no se molesten con lo que aquí voy a decir, porque para nada pretendo meterme ni con Valladolid ni con sus ciudadanos. Confío que no lo vean como una afrenta a su tierra, igual que ningún madrileño podría haberse sentido aludido personalmente, cuando antaño se criticaba el centralismo del régimen franquista que tenía su epicentro en Madrid.

Lo que está ocurriendo con la capital de Castilla y León no es muy distinto de lo que sucede por ejemplo con Sevilla o con Toledo, o con cualquiera de las restantes capitales autonómicas. Por mor del desafortunado desarrollo del Título VIII de la Constitución hemos multiplicado un único sistema centralista por diecisiete. De esto y de otras cosas similares se quejaba Alberto Martín Baró, compañero en las páginas de opinión de este medio en su artículo del pasado sábado día 2 de febrero.

No podemos negar que el llamado Estado de las Autonomías ha jugado un papel importante en el desarrollo económico, social y cultural alcanzado en nuestro país en las últimas décadas. Pero también ha traído algunos inconvenientes y puede que unos de los mayores haya sido el de reproducir en el espacio de cada nueva autonomía los esquemas organizativos de la Administración Central. Esto ya se advertía como un grave inconveniente para el nuevo sistema en el llamado Informe de los Expertos de mayo de 1981, elaborado a demanda del gobierno de Leopoldo Calvo Sotelo por el equipo de administrativistas dirigidos por el prestigioso profesor Eduardo García de Enterría (página 24): “Pero de ahí a entender que las Comunidades autónomas necesiten pertrecharse del mismo aparato público de que ha dispuesto el Estado centralizado, va un largo camino que no debe recorrerse en ningún caso”, terminaban diciendo los expertos consultados.

Ya hemos visto el poco caso que se hizo de esta recomendación y ahora podemos sentir cuales han sido las consecuencias. Prácticamente sin excepción alguna, no solo se han copiado los modelos del antiguo Estado centralizado sino que incluso, en algunos casos, han sido ampliados hasta la saciedad. Así, con un insostenible incremento del gasto público se ha configurado en cada Comunidad un sistema de aparatos administrativos piramidales y altamente jerarquizados que eleva la necesidad de ajustar cualquier decisión del rango que fuera, incluso las más simples, a la decisión del burócrata de turno cómodamente instalado en la capital de la autonomía, desde donde observa, contempla y domina todo el territorio sometido a su poder.

Es en este contexto en el que se han venido a producir las desafortunadas declaraciones del alcalde de Valladolid, rechazadas por el último Pleno de la Diputación de Segovia. Desafortunadas, no porque no sea lícito reclamar para su ciudad los mejores servicios y las mayores inversiones públicas, pues no sólo estaría en su derecho sino que por su cargo vendría obligado a pelear por ello. Pero no que lo haga a costa de despreciar a los demás y que exija que éstas se hagan en detrimento de los derechos de los restantes ciudadanos que malviven en la geografía autonómica. Cuando se vive en la abundancia se acostumbra uno fácilmente a no rebajar su nivel de vida y todo lo que no vaya en aumento se considera un retroceso. No lo digo yo, lo dicen las estadísticas que sitúan a Valladolid en la única ciudad de Castilla y León que ha registrado un aumento en sus datos macroeconómicos desde la existencia de la autonomía.

No es de extrañar pues, que se levanten voces que denuncien el ominoso poder que se ejerce desde la capital de la región. Una de las que más alto ha clamado ha sido la del conocido escritor leonés Julio Llamazares, expresada en sendos artículos publicados en el diario El País los pasados días 2 de noviembre y 12 de enero. En el primero, con el título de “Osos y Centralismo” se quejaba que estando en León una de las facultades de Veterinaria más prestigiosas del país, por exigencias del procedimiento burocrático se hubieran trasladado a Valladolid los restos de un oso aparecidos en la propia provincia leonesa, para ser allí analizados. En el del mes de enero y con el título de “Ceausescu en Valladolid”, contestaba precisamente las declaraciones del alcalde al que nos venimos refiriendo, reiterando que la concentración de poder en las capitales autonómicas resulta ya obscena. En un sentido similar, el pasado día 3 de febrero la Gaceta de Salamanca se hacía eco de que el SACYL desde 2010 ha recortado la plantilla del Hospital Clínico de aquella ciudad en 146 plazas de sanitarios, mientras el de Valladolid la ha visto incrementada en 224 trabajadores más.

No vamos a echar más leña al fuego y menos desde Segovia, en donde todavía nos tienen en cuarentena por nuestra pasada rebeldía ante esta nueva división administrativa en la que fuimos metidos con calzador. Aunque aquí, entre otras cuestiones, también hemos visto recientemente como las ambulancias que operarán en la provincia de Segovia serán coordinadas desde la antigua capital del reino; y algo que puede que no todos conozcan: las cartas que se depositan en las oficinas de Correos de nuestra ciudad, aunque vayan dirigidas a domicilios segovianos, antes de ser repartidas son enviadas también a Valladolid para ser allí clasificadas.

Lo peor de todo es que más de uno nos tememos, que si nadie lo remedia, esto no ha hecho más que empezar, porque quien ostenta el poder difícilmente renuncia a su ejercicio de forma voluntaria.

lunes, agosto 17, 2020

La casa caída


La casa caída

Preciosa canción folklórica aragonesa, interpretada por la Ronda de Boltaña, que trata el drama de la despoblación del mundo rural y la España vaciada.

Saludos

https://youtu.be/DbanIqZdbzo

Letra de la canción:

Delante de esta puerta cerrada
la ronda lleva tanto sin parar.
Por esa ventaneta hoy tan sombría,
en otro tiempo nanas se escuchaba cantar.
Febrero tras febrero, eterno invierno,
a esta puerta la vida ya no ha vuelto a llamar.

Caerá la nieve como cae la noche,
serena y silenciosa el tejado cubrirá.
Silencio y nieve, crujirán las vigas.
Invierno sobre invierno, ¿cuánto resistirán?...

Pero no estoy aquí para llorar,
vosotros sois mi pueblo, y estos montes mi hogar.
Por eso sé que no basta llorar;
si se nos cae la casa, ¡se vuelve a levantar!.

Saludo a todos los que aquí vivisteis,
pisamos con respeto vuestro umbral.
Viejos señores que la casa hicisteis,
¡cuántas generaciones habéis visto pasar!...
De la cadiera de nuestra memoria,
si la casa se espalda, tendréis que levantar.

Vuestro recuerdo es una frágil hiedra,
sólo unido a estos muros se puede mantener.
Si cae, será su viaje sin regreso;
ninguna primavera os puede hacer volver.

Pero no estoy aquí para llorar,
vosotros sois mi pueblo, y estos montes mi hogar.
Por eso sé que no basta llorar;
si se nos cae la casa ¡se vuelve a levantar!.

De nada sirvió el buxo bendecido,
de nada clavar garras de rapaz;
ni con cruces talladas en la puerta
ni con espantabrujas pudimos espantar
a esas brujas que en decreto volaban,
y sin entrar en casa nos hicieron marchar.

La ausencia teje un negro ajuar de viuda
con sucias telarañas de pared a pared.
¡Abrid cada verano esas ventanas;
lo que tejió en el año, le haremos destejer!.

Y es que no estoy aquí para llorar
vosotros sois mi pueblo, y estos montes mi hogar.
Por eso sé que no basta llorar;
si se nos cae la casa ¡se vuelve a levantar!.

Tu casa no es sólo un montón de piedras,
la torre que el tiempo derrumbará;
es más que un techo, es un puente de sangre
entre los que vivieron y los que vivirán;
navata que en el río de los siglos,
con sus troncos unidos, lejos navegará.

Fuegos de otoño dorarán las hayas,
y una chispa sagrada prenderá el viejo hogar.
Y en pie de nuevo, hundidas chamineras
una bandera de humo orgullosas ondearán.

Y es que no estoy aquí para llorar
vosotros sois mi pueblo, y estos montes mi hogar.
Por eso sé que no basta llorar;
si se nos cae la casa ¡se vuelve a levantar!.

¡Que no, que no, que no hemos de llorar!,
juntos somos un pueblo y este es nuestro lugar.
¡Que nunca más nos baste con llorar!.
Si se nos cae la casa............