miércoles, julio 28, 2010

COMUNEROS (Entrevista a Francisco Iglesias Carreño )

COMUNEROS

Entrevista a Francisco Iglesias Carreño
(miembro del Instituto de Estudios Florián D`Ocampo).
para el Movimiento Leonesista M.L.[GRES-CC.ZZ.-GAPL]
I

(1ª) ¿Sostiene Vd. que los ejércitos de los comuneros eran ejércitos mercenarios?

R- La cuestión estriba no solo en sostener tal contenido sobre tan concretos ejércitos
de los comuneros, lo importante es situarlos en la misma dinámica de los otros ejércitos,
es decir, sostenidos, todos ellos, mediante remuneración o estipendio a sus respectivas mesnadas y/o tropas.

(2ª) ¿Y con ello que pretende destacar?

R- Pues que tales ejércitos no son ejércitos del pueblo, o de los pueblos correspondientes, y asisten a un patrón común, cual es el salario, y ello con independencia de estar al servicio de unas ciudades, cuyos concejos son los contratadores de tales tropas.

(3ª) ¿Señala Vd,. que los comuneros es un acción de la burguesía de las ciudades?.

R- Ello está indicado por todos aquellos que han investigado las acciones de los comuneros. El liderazgo de las comunidades esta ejercido por individuos pertenecientes a la nobleza y/ o clase dirigente en cada una de las ciudades donde surge, son gente muy preparada y constituyen la elite de sus respectivas ciudades. No tienen nada de individuos del pueblo llano.

(4ª) ¿O sea que en tal situación no existiría la revolución comunera?

R- Disponemos de un binomio formado por tropas mercenarias dirigidas por la nobleza y adscritas a un programa que se sintetiza en el proyecto de Ley Perpetua. Intentar sacar de tal convergencia una revolución, por muchas variedades que adosemos a tal vocablo, es arto complicado, y , por supuesto, no tienen nada que ver, en nuestro criterio particular,
con lo que ahora, después de la revolución francesa o de la revolución rusa, se puede asumir como hechos o aconteceres revolucionarios.

(5ª) ¿Señala Vd. que los comuneros tenían esclavos?

R.- La esclavitud esta instalada en tal momento histórico de la península Ibérica ( sea en las diferentes y distintas Coronas de la España de entonces y de Portugal), y los comuneros, como otros no comuneros, poseían esclavos, la cuestión es que al caminar desde la generalidad (.-.todos con esclavos-.-) a la particularidad (-.-los comuneros si tienen esclavos-.-), eso choca, casi frontalmente, con quienes situados en una posición laudatoria al hecho comunero, tienen que conjugar: unas pretendidas defensa de unas supuestas libertades de las ciudades, con la existencia real, verídica y cierta de la esclavitud en tales ciudades y, más en concreto, en la utilización de esclavos por los dirigentes de las comunidades.

(6ª) ¿Dice Vd. que se utiliza erróneamente el vocablo Castilla en las comunidades?
R- No solo con respecto a las comunidades, también en otros momentos del proceso histórico, ya que según los intervinientes, se hincha o desinfla su amplitud geográfica a voluntad del sujeto que lo utiliza como si de un globo se tratase.
En 1521 la Corona de Castilla tienen unas delimitaciones, como las tiene la Corona Leonesa, o la Corona Aragonesa,y son muy concretas.

(7º) ¿Entonces?

R- En 1521 todo la actual Extremadura forma parte de la Corona Leonesa como lo hace también la actual Asturias, y lo que son las tres provincias actuales del Reino Leonés y Galicia, y eso, guste o guste, es, además de histórico., antropológicamente cierto, esas tierras no son, ni han sido nunca, de una pretendida/supuesta/fabulada Corona de Castilla

En la ciudad de Cieza del Reino de Murcia se instala el hacer comunero y esta población no pertenece a la Corona de Castilla, como tampoco la de Alicante que es del Reino Valenciano y adscrita, en términos más amplios, a la Corona Aragonesa., que también participa de las comunidades.

(8ª) ¿Es importante tal delimitación?

R- Si lo es, ya que en la misma se rompe una situación que, anómala y pertinazmente, se quiere interesadamente propagar, diciendo que: ser comunero es ser castellano y ser castellano es ser comunero y ello no es correcto.

(9ª) ¿Entonces se trata de una rentabilización instrumental que se quiere hacer ahora?

R-En nuestro parecer particular se estaría en ello. La prueba es que la ciudad más importante del hecho comunero es la ciudad de Toledo y no vemos, por ningún lado, peregrinaciones políticas y/o pretendidamente culturales hacia tal urbe por el motivo comunero.

(10ª) ¿De donde la actual importancia de la población de Villalar?.

R. En nuestra opinión, y, entiéndase muy claramente, con el mayor de los respetos para tal población y sus habitantes, es que dicha urbe se encuentra en la provincia de Valladolid.

(11ª) ¿Pero no se ajusticiaron allí a los dirigentes comuneros?.

R.- Si y no, ya que no todos fueron ajusticiados en tal localidad, sabido es el caso de un de los lideres de las comunidades que se ajustició más tardíamente, pues su familia logro parar el ajusticiamiento en Villalar pero, al no obtener el perdón real, fue ajusticiado posteriormente.

(12ª) ¿Y que fue de la batalla de Villalar?

R- Llegados a este punto los relatos se centran en la captura vivos de los lideres/capitanes de un ejército, o restos de un ejército, que huye y/o escapa de la persecución de las tropas reales, pero donde las bajas militares de la presunta batalla, en el bando real, no alcanzan cifras significativas como para haber sido resaltadas.
Esta dando la impresión, salvo documentación en otro sentido, que las tropas comuneras han quedado muy mermadas ( desde Torrelobatón parecen dirigirse hacia la ciudad de Toro) y por abandono de su integrantes (por falta de haberes para los soldados u otros condicionantes) y que tal situación llegó a conocimiento del ejército real que, al estar a al acecho, resolvió el lance de forma rápida y efectiva.

Da toda la impresión de no tratarse de una batalla y si, como lucho, de una escaramuza.

lunes, julio 12, 2010

La carga de los tres reyes (Arturo Pérez Reverte)

XLSEMANAL 11 DE JULIO DE 2010


Patente de corso

Por Arturo Pérez Reverte

LA CARGA DE LOS TRES REYES


La carga de los tres reyes ya ni siquiera se estudia en los colegios, creo. Moros y cristianos degollándose, nada menos. Carnicería sangrienta. Ese medioevo fascista, etcétera. Pero es posible que, gracias a aque­llo, mi hija no lleve hoy velo cuando sale a la calle. Ocurrió hace casi ocho siglos justos, cuando tres reyes espa­ñoles dieron, hombro con hombro, una carga de caballería que cambió la his­toria de Europa. El próximo 16 de julio se cumple el 798 aniversario de aquel lunes del año 1212 en que el ejército almohade del Miramamolín Al Nasir, un ultrarradical islámico que había jurado plantar la media luna en Roma, fue destrozado por los cristianos cerca de Despeñaperros. Tras proclamar la yihad -seguro que el término les suena- contra los infieles, Al Nasir había cruzado con su ejército el estre­cho de Gibraltar, resuelto a reconquis­tar para el Islam la España cristiana e invadir una Europa -también esto les suena, imagino- debilitada e indecisa.

Los paró un rey castellano, Alfon­so VIII. Consciente de que en Espa­ña al enemigo pocas veces lo tienes enfrente, hizo que el papa de Roma proclamase aquello cruzada contra los sarracenos, para evitar que, mientras guerreaba contra el moro, los reyes de Navarra y de León, adversarios suyos, le jugaran la del chino, atacándolo por la espalda. Resumiendo mucho la cosa, diremos que Alfonso de Castilla con­siguió reunir en el campo de batalla a unos 27.ooo hombres, entre los que se contaban algunos voluntarios extran­jeros, sobre todo franceses, y los duros monjes soldados de las órdenes milita­res españolas. Núcleo principal eran las milicias concejiles castellanas -tropas
populares, para entendernos- y 8.5oo catalanes y aragoneses traídos por el rey Pedro II de Aragón; que, como gen­til caballero que era, acudió a socorrer a su vecino y colega. A última hora,
a regañadientes y por no quedar mal, Sancho VII de Navarra se presentó con una reducida peña de doscientos jine­tes -Alfonso IX de León se quedó en casa-. Por su parte, Al Nasir alineó casi 6o.ooo guerreros entre soldados norteafricanos, tropas andalusíes y un nutrido contingente de voluntarios fanáticos de poco valor militar y escasa disciplina: chusma a la que el rey moro, resuelto a facilitar su viaje al anhelado paraísode las huríes, colocó en primera fila para que se comiera el primer marrón, haciendo allí de carne de lanza.

La escabechina, muy propia de aquel tiempo feroz, hizo época. En el cerro de los Olivares, cerca de Santa Elena,los cristianos dieron el asalto ladera arriba bajo una lluvia de flechas de los temibles arcos almohades, intentando alcanzar el palenque fortificado donde Al Nasir, que sentado sobre un escudo leía el Corán, o hacía el paripé de leerlo -imagino que tendría otras cosas en la cabeza-, había plantado su famosa tienda roja. La vanguardia cristiana,mandada por el vasco Diego López de Haro, con jinetes e infantes castellanos, aragoneses y navarros, deshizo la primera línea enemiga y quedó frenada, en sangriento combate con la segunda. Milicias como la de Madrid fueroncasi aniquiladas tras luchar igual que leones de la Metro Goldwyn Mayer. Atacó entonces la segunda oleada, con los veteranos caballeros de las órdenes :militares como núcleo duro, sin lograr romper tampoco la resistencia moruna. La situación empezaba a ser crítica para los nuestros -porque sintiéndolo mucho, señor presidente, allí los cristianos eran los nuestros-; que, imposibilitados de maniobrar, ya no peleaban por la victoria, sino por la vida. Junto a López de Haro, a quien sólo quedaban cuarenta jinetes de sus quinientos, los caballeros templarios, calatravos y santiaguistas, revueltos con amigos y enemigos, se batían como gato panza arriba. Fue entonces cuando Alfon­so VII, visto el panorama, desenvainó la espada, hizo ondear su pendón, se puso al frente de la línea de reserva, tragó sali­va y volviéndose al arzobispo Jiménez de Rada gritó: «Aquí, señor obispo, morimos todos». Luego, picando espuelas, cabalgó hacia el enemigo. Los reyes de Aragón y de Navarra, viendo a su colega, hicieron lo mismo. Con vergüenza torera y un par de huevos, ondearon sus pendones y fueron a la carga espada en mano. El resto es Historia: tres reyes españoles cabal­gando juntos por las lomas de Las Navas, con la exhausta infantería gritando de entusiasmo mientras abría sus filas para dejarles paso. Y el combate final en torno al palenque, con la huida de Al Nasir, el degüello y la victoria.

¿Imaginan la película? ¿Imaginan ese material en manos de ingleses, o norte­americanos? Supongo que sí. Pero tengan la certeza de que, en este país imbécil, acomplejado de sí mismo, no la rodará ninguna televisión, ni la subvencionará jamás ningún ministerio de Educación, ni de Cultura.


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