lunes, julio 31, 2006

LA DOBLE FUENTE LITERARIA. LA LITERATURA DE CASTILLA LA NUEVA (Teoría de Castilla La Nueva. Manuel Criado del Val)

LA DOBLE FUENTE LITERARIA

LA LITERATURA DE CASTILLA LA NUEVA

El distinto carácter de las dos Castillas culmina en su oposi­ción literaria. En ella se confirma la originaria duplicidad, ya se­ñalada en la geografía, en la historia y en la lengua. El "nuevo" castellano acusa en los textos literarios medievales su fisonomía original y característica, frente al de la meseta del Duero. No se trata de un simple matiz regional, sino de un estilo esencial­mente opuesto, colocado en actitud crítica, interesado por otros temas y otras ideas.
No es correcto establecer una sola línea evolutiva, que cro­nológicamente vaya uniendo a los primitivos autores españoles, relegando a un lugar secundario su procedencia regional. Este procedimiento, habitual en nuestra historia literaria, rompe y desconcierta la verdadera tradición y confunde y hace incom­prensible su sentido.

No es viable, en principio, el paso, dentro de una línea con­tinua, de los primitivos autores de la Castilla' burgalesa, a los que más tarde aparecen en la meseta toledana. El Libro de Buen Antor, como más adelante La Celestina y el Quijote, resumen y representan varias tradiciones culturales a las que nunca hubieran podido alcanzar, por su propia evolución, los autores de Castilla la Vieja. Sólo al llegar el siglo xvi, las diversas co­rrientes regionales del castellano confluyen en una síntesis lite­raria española. Hasta entonces la desproporción entre ellas y las diferencias en su evolución son grandes. Castilla la Nueva, muy adelantada sobre las demás regiones durante la Edad Me­dia y gran parte del Renacimiento, forma una unidad homogénea y bien diferenciada, que exige un estudio independiente.

Como sucede con los orígenes lingüísticos, la base literaria de Castilla la Vieja es nórdica y occidental, y es en la épica y en las tradiciones religiosas donde encuentra sus fuentes princi­pales de inspiración. Frente a ella, la literatura de la "Nueva" Castilla tiene su origen más remoto en el mozarabismo lírico de las jaryas y en la crítica didáctica de los apólogos orientales.

Regionalismo literario

Hasta el siglo xv la literatura española en una extensísima proporción está en manos de autores que nacen y viven en Cas­tilla la Nueva. No puede extrañar este hecho. Sólo la región to­ledana reunía las condiciones y la tradición precisas para una intensa cultura literaria. En el Norte, campamento militar, sólo había lugar para cantos épicos y religiosos que estimulasen el espíritu de la Reconquista. En los pequeños círculos conventua­les apenas era posible más que salvar las más elementales tra­diciones latinas, aun contando con el refuerzo de los religiosos mozárabes emigrados del Sur.

Con un estricto sentido debería considerarse a la literatura "toledana" o "castellana nueva" entre los siglos xii al xvi den­tro de unos reducidos límites regionales. Sólo a partir del si­glo xvr se produce una verdadera síntesis literaria española.

Los textos y autores que constituyen este núcleo "toledano" -están unidos no sólo por su comunidad regional, sino también por su lenguaje, que, aunque modificado por las variantes de época y estilo, corresponde, en suma, a una misma variante dia­lectal.

El lugar' de nacimiento o la atribución regional de los varios autores que constituyen este apogeo "clásico" toledano es un plato de primordial interés para la historiografía literaria.

Don Juan Manuel es autor cortesano, nacido en Escalona, pueblo de la provincia actual de Toledo. Su relación con Villena y los dialectalismos que pudiera determinar están contenidos por ,el uso de la Corte (1).

El Libro de Buen Amor es característico de la zona Norte de Castilla la Nueva. Aun cuando no es seguro cuál pudo ser el lugar de nacimiento de Juan Ruiz, son muy claras las referencias regionales en su obra. Alcalá de Henares, Hita y Toledo son los centros en torno a los cuales se desarrolla, principalmente, la vida y la obra del Arcipreste (2).

También desconocemos el lugar de nacimiento del Arcipreste ,de Talavera 3, pero es evidente su relación con la región tole­.clana. No obstante, hay datos sobre su larga estancia (1419-1428) en Cataluña, Aragón y Levante, y los recuerdos de esta época aparecen repetidas veces en su obra (4)

De Rodrigo Cota, autor del Diálogo entre el Amor y un Viejo, y probable autor del acto primero de La Celestina, sabe­mos que era natural de la ciudad de Toledo y que en ella estuvo avecindado (5).

La diversidad e inseguridad de sus autores complican el pro­blema de la localización regional de La Celestina. 'Talavera de la Reina, Toledo y Puebla de Montalbán, es decir, la región de To­ledo, puede considerarse como la propia tanto del autor del acto primero como del de los restantes (6).

Algo semejante sucede con el Lazarillo de Tormes, que, aun siendo obra anónima, muestra en su ambiente y en su lengua la localización regional toledana (7).

Respecto al Quijote, son Alcalá de Henares, Madrid y Toledo las ciudades que forman el eje de la vida de Cervantes. En se­gundo término, Sevilla, Valladolid y Argel ( 8).

Crítica de Castilla la Vieja

La literatura épico-heroica, característica de la Castilla nór­dica, no se continúa en la toledana, ni la orientalizada, irónica, picaresca y coloquial literatura de la "nueva" región castellana enlaza con los poemas épicos, sino que les opone a menudo su crítica burlesca y la superioridad incomparable de su técnica. Superioridad que tiene su fundamento en la intensa evolución lingüística de los siglos anteriores.
Esta crítica por el castellano "nuevo" de los idealismos ca­ballerescos y místicos del "viejo" es una constante histórica evidente. Hay muchos motivos para creer que el Libro de Buen Amor esconde multitud de alusiones irónicas al Poema de Mío Cid y a otros poemas épicos. El Lazarillo de Tormes, las "no­velas ejemplares" picarescas de Cervantes, y el Quijote, no di­simulan su ironía frente a los modelos caballerescos, derivados de la épica, e incluso frente a la mística, que tanta relación guarda con aquéllos. Hasta en el uso de los tratamientos y de las formas verbales es fácil descubrir, en estos autores, una intención hu­morística, una parodia de las fórmulas reverenciosas y cortesa­nas, propias del viejo estilo castellano (16).


NOTAS

1 El libro de Patronio ó el Conde Lucanor, compuesto por el Príncipe don Juan Manuel en los años de 1.328-29. Reproducido conforme al texto del códice del conde Puñonrostro, 2.s edición reformada, Vigo, Librería de Eugenio Krapf, 1902.-KNUST, El libro de los enxienplos del Conde I,ucanor et de Patranio, Leipzig, 1900.

2 ARCIPRESTE DE HITA, Libro de Buen Amor. Edición y notas de julio Cejador y Franca. Clásicos castellanos, Espasa-Calpe, Madrid, 1931-2.­JuAN Ruiz: ARCIPRESTE DE HITA, Libro de Buen Amor, texte du XIVe siécle, publié pour la premiére f oís avec les leCons des trois manuscrita cofsnus, par Jean Ducamin, Toulouse, Privat, 1901.

3 El Arcipreste de Talavera, o sea el Corbacho de Alfonso Martínez de Toledo, nuevamente editado, según el códice escorialense, por L. Bird Simpson, Berkely, University oí California Press, 1939. Tenemos también presente la edición, muy agotada, de MARTÍN DE RIQUER, Arcipreste de Talavera. Corvacho o reprobación del amor mundano. Selecciones Bibliófilas, Barcelona, 1949, que sigue, salvo pequeñas variantes, el texto de la de Simpson, y la de M. Penna, Arcipreste de Talavera, Milán, 1953.

4 Citas de Barcelona, págs. 78, 79, 1210, 19'4; de Tortosa, 77, 78, 284; de Valencia, 286; de Aragón, 58, edic. L, B. SIbIPSON. Hay, pues, que contar con la probable presencia, en su Libro, de dialectalismos de estas regiones.

5 Diálogo entre el Amor y un Viejo, por RODRIGO COTA. Edición crí­tica dirigida por Augusto Cortina, anotada por alumnos de la Facultad de Humanidades de la Universidad de la Plata, Buenos Aires, "Con¡", 1929. Cancionero General de Hernando del Castillo (manuscrito de la Biblio­teca Nacional de Madrid, R-3377), publicado por la Sociedad de Bibliófi­los Españoles, Madrid, 1882.

6 Tragicomedia de Calixto y Alelibea, libro también llamado La Ce­lestina. Edición crítica por M. Criado de Val y G. D. Trotter, C. S. I. C., Madrid, 1958.

7 La vida del Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades. Edición y notas de Julio Cejador y Frauca, Madrid, Espasa-Cálpe, 1952, Clásicos Castellanos, vol. XXV.

8 Don Quixote de la Mancha, tomos I (1928), II (1931), III (1935), IV (1941). Edición de Rodolfo Schevill y Adolfo Bonilla, Madrid, Grá­ficas Reunidas. El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Nueva

16 M. CRIADO DE VAL, Lengitaje y cortesanía en el Siglo de Oro es­pañol; El futuro hipotético de subjuntivo y la decadencia del lenguaje cortesano, en Arbor, núm. 83, noviembre 1952 (C. S. I. C.).
Fisonomía de Castilla la Nueva

(TEORÍA DE CASTILLA LA NUEVA. Manuel Criado del Val .Madrid 1960,pp. 132 y s.)

CRÍTICA DE CASTILLA LA VIEJA POR CASTILLA LA NUEVA

La picaresca es esencialmente una crítica, un análisis cada vez más despiadado de la vida en torno al protagonista, más que de su pensamiento, su moral o su vida mismas. Crítica social, política, pero también crítica regional.

La controversia regional de Castilla la Nueva frente a Cas­tilla la Vieja alienta en el fondo mismo del género. La ironía toledana no podía por menos de advertir la decadencia del espí­ritu caballeresco, representativo del viejo castellano nórdico. El ambiente de una ciudad como Toledo, llena de cortesanos y pa­rásitos, era, por otra parte, un campo muy propicio para que abundasen los modelos vivos del pícaro, en todas sus variantes : mendigos, celestinas, rufianes y sus necesarios complementos. escuderos, arciprestes contagiados de goliardismo, bulderos, etc.

No es de extrañar que la geografía regional de la picaresca girase en torno de dos grandes centros regionales: Toledo y Sevilla. De ellos fué pasando a otras ciudades (la picaresca es eminentemente ciudadana), como Segovia, Valencia, Málaga, has­ta extenderse por toda la Península. Pero es indudable que su principal y originaria divisoria geográfica fue la Sierra Central.

Esta reacción crítica de Castilla la Nueva frente a su vecino del Norte, ya se inicia en los primeros documentos. El Libro de Buen Amor esconde una reacción frente al problema caballeres­co, y en especial frente al Cid. Su intención más aguda no va, sin embargo, dirigida contra la estructura social de la caballería, sino contra la jerarquía eclesiástica. Sus sátiras en este sentido serían imposibles dos centurias después.

Pero la plenitud del criticismo toledano hay que buscarla casi dos centurias más tarde. En el anónimo o anónimos autores del Lazarillo y en la gran parodia castellana de Cervantes. No es casual que este apogeo coincida, más o menos, con la época del Emperador.

(TEORÍA DE CASTILLA LA NUEVA. Manuel Criado del Val .Madrid 1960,pp.334 y s.)

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