jueves, julio 13, 2006

INFLUJO DE LOS CAMINOS EN LA DUALIDAD CASTELLANA (Teoría de Castilla la Nueva, Manuel Criado del Val)

INFLUJO DE LOS CAMINOS EN LA DUALIDAD CASTELLANA

A todo lo largo de su historia ha sufrido Castilla la Nueva las consecuencias de ser lugar principal de paso y cruce estra­tégico de la Península. Su población desistió pronto de emigrar a cada avalancha invasora y prefirió resistir y acomodarse a las nuevas condiciones. No se despobló como las regiones del Duero, bien protegidas en su retirada hacia las bases montañosas del Norte.

Entre las dos Castillas fueron así progresivamente estable­ciéndose diferencias tan esenciales que pueden observarse en cualquier aspecto de su cultura. Frente a la fuerte vinculación europea de Castilla la Vieja, la Nueva opone su extraño carácter mixto de rasgos orientales y occidentales, escéptico y picaresco, plagado de contradicciones, y nunca enteramente cristianizado. En esta región tendrá su asiento natural una literatura desarrai­gada y picaresca, poblada de protagonistas equívocos. Será el diálogo su propia expresión estilística, normal en un pueblo ca­llejero, habituado durante siglos a la dialéctica, al cambio brus­co de situaciones y al trasiego continuo de gentes y de ideas.

Es natural que en la Castilla del Norte, encerrada en un círculo de montañas, que domina con su mayor altitud los es­trechos accesos periféricos, como una enorme atalaya defensiva sea, por el contrario, campo propicio al desarrollo de una épica caballeresca, europea y cristiana, y a una mística encastillada e inaccesible a todo intento de heterodoxia.

Castilla la Vieja se repliega y despuebla en su línea fronteriza del Sur cuando la fuerza expansiva del Islam está en su plenitud, pero mantiene intacta su personalidad preislámica durante la Reconquista. Cuando en el siglo xi los castellanos "viejos" des­cienden a la meseta toledana se encuentran con gentes de menta­lidad muy distinta de las que allí habían dejado tres siglos y medio antes, pero muy pronto serán asimilados y sufrirán la misma transformación que los anteriores conquistadores. A cam­bio del dominio político verán confundirse sus ideales caballe­rescos y místicos, y su organización, todavía llena de resabios germánicos, se mezclará con modos y estructuras orientales. La ironía, el escepticismo crítico, la dialéctica y el sensualismo pi­caresco de los "nuevos" castellanos señala la frontera espiritual entre ambas Castillas. Sólo una visión superficial puede des­mrientarse por su aparente unidad. Por debajo de su ficticia asi­milación se mantienen, al menos durante las cuatro centurias siguientes a su conquista, las invariables características toledanas. Tan sólo la expulsión de judíos y moriscos, la Contrarreforma y la fuerte emigración toledana hacia el Norte consiguen unificar algunas de sus grandes diferencias.

(TEORÍA DE CASTILLA LA NUEVA. Manuel Criado del Val .Madrid 1960,pp. 70,71)

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