lunes, julio 24, 2006

DIFERENCIAS DE SUSTRATO ENTRE LAS DOS REGIONES CASTELLANAS (Teoría de Castilla la Nueva, Manuel Criado del Val)

DIFERENCIAS DE SUSTRATO ENTRE LAS DOS REGIONES CASTELLANAS

Una oposición fundamental entre ambas Castillas es la que establecen los diversos sustratos que actúan en su formación lin­güística (12). En la región norteña, separada de la del Sur en un período decisivo de evolución por factores tan poderosos como la frontera militar, la sierra, y la despoblación de una extensa zona intermedia, es preciso contar con dos probables sustratos:
el cantábrico y el de los primitivos dialectos ibéricos (13). En la región toledana la presencia de pobladores prerromanos, iberos y celtas, pudo también influir en determinados procesos foné­ticos.

Pero no es la diversidad de sustratos prerromanos la qué esencialmente opone a Castilla la Vieja frente a Toledo. Hoy apenas es posible deducir consecuencias acerca de la nebulosa influencia de unas lenguas prehistóricas cuya estructura desco­nocemos (14) sobre las variantes regionales del castellano. La más profunda diferenciación originaría está determinada por unos bien conocidos y poderosos "adstratos" : el vascuence, extendido durante la Edad Media por una amplia población bilingüe y adentrado en los actuales de Castilla y de Aragón, y el árabe, cuya influencia desde los principales centros andaluces tuvo un largo período de irradiación.

De la influencia del primero parece cada día ser inás evi­dente que presionó sobre cambios tan importantes como el de f-> h-; b-v. Hay también muchas probabilidades de que influ­yera en la sonorización de las oclusivas sordas detrás de las na­sales y líquidas; en la evolución de la s apical ; en la palataliza­ción de las geminadas: ll,-n, l, n. Naturalmente, es difícil sepa­rar lo que corresponderá en estos cambios al primitivo elemento ibérico que en gran parte sería común a otras regiones de la Península, y lo que obedecería a una presión del bilingüismo castellano-vascuence en época medieval y en el área norteña (16).

La influencia del árabe en toda la región islamizada actúa en una doble vertiente: el mozarabismo romance, forzado asi­milador de la escritura y de algunas características de la lengua conquistadora, y el árabe español, contaminado, a su vez, por las especiales condiciones de los nuevos hablantes peninsulares.

Pueden, no obstante, atribuirse al contagio árabo-romance varios fenómenos cuya correspondencia en ambas lenguas es no­table. En especial algunos fonemas españoles han debido ser in­terferidos por el fonetismo árabe o hispano-árabe. El proceso de paíatalización tanto puede atribuirse a un a un proceso latino como a un contagio de cambios similares ocurridos en el árabe . La correspondencia arábigo-española en los sistemas de sibilantes observada por Amado Alonso es otra hipótesis sugestiva (RFH, 146, VIII, página 68.)

Es fácil imaginar la larga cadena de dificultades que nos impiden todavía una observación clara de este campo. Diferencias radicales en el vocalismo y en su trascripción; oposición intra­ducible entre el sistema de las consonantes árabes, en las que el énfasis y la velarización son características, frente al sistema ro­mánico de articulación más adelantada.

Esta dificultad, no sólo de determinar los mutuos influjos, sino la equivalencia de sistemas tan diversos, todavía se acre­cienta a causa de la escritura árabe, en que aparecen transcritos los textos mozárabes. No sólo es dudosa la trascripción de los sonidos; también el acento, muy fluctuante en el árabe, plantea difíciles problemas. Es necesaria una labor previa para fijar las diversas equivalencias que todavía está lejos de haberse ter­minado.

NOTAS

12 F. H. JUNGEMANN, La teoría del sustrato y los dialectos hispano­ronances y gascones, Madrid, Gredos, 1955.

13 A. TOVAR, Estudios sobre las primitivas 'lenguas hispónicas, Buenos Aires, "Con¡", 1949.-1DEM, El Euskera y sus parientes, Madrid, Mino­tauro, 1959.

14 Solamente se ha logrado transcribir el alfabeto ibérico. Ver M. Gq­DIEZ MORENO en sus tres artículos: RFE, IX, 341-366; Hom. M. lPidal, 111, 475-499, y BRAE, XXIV, 275-288. Crítica de J. VALLEJO en Erne­rita, 1947, XI, 461.

15 J. B. MERINO URRUTIA, El vascuence en el Valle de Ojacastro (Rioja Alta), Madrid, Soc. Geo. Nac., 1931.-R. MENÉNDEZ PIDAL, Orí­genes, pág. 55.

16 Aparte de la correspondencia entre las áreas geográficas de los cambios f-la, b-v y el sustrato ibérico, pudo influir en dichos cambios la falta de labiodentales característica de las lenguas ibéricas. Cabe también pensar que la evolución de determinados fonemas hispano-romances haya sido interferida por el fonetismo árabe o hispano-árabe. Ciertamente, al­gunos sonidos latinos tienen gran parecido en su evolución con la que po­dría derivarse de un proceso propio del árabe (palatalización), lo cual permite la hipótesis de un contagio.

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