domingo, marzo 05, 2006

Te voy a echar de menos, maestro

TRIBUNA

Juan A. Sáiz Garrido (*)

Me pide el sentimiento escribir unas líneas de despedida al amigo muerto. No es un panegírico al uso, bien seguro estoy de que otros se encargarán de ensalzar con autoridad sus valores, mientras que yo necesitaría toda una sábana para volcar en ella los muchos matices de su personalidad. Diré que ya han pasado casi cuarenta años desde que entré por primera vez en el despacho de Manolo, en la calle Buitrago, ahora plaza de Somorrostro, y que mi primera impresión fue de admiración por la cantidad de libros que había en las estanterías. Creo que, a mi manera, me dejé empapar por el amor a la idea, a la sierra y a la tierra. También, de su mano, conocí y viví en la distancia corta al mito que fue para nuestra cultura Agapito Marazuela.

Luego el curso de la vida nos llevó por distintos valles, de aquí para allá, hasta que al final confluimos de nuevo, si bien el afecto siempre fue sincero y a flor de piel. En los últimos años le disfruté a mis anchas y hasta conseguí traspasar la frontera de los grandes recuerdos escondidos en el desván de la memoria, esos pasajes hermosos y profundos que tanto le invité a que escribiera, y que ahora dejarán hueco a la leyenda.

Cuando reflexionábamos en voz alta sobre la posibilidad de que la parca podía estar escondida a la vuelta de la primera esquina, se encogía de hombros y me sonreía con un guiño pícaro. Te recordaré siempre con esa sonrisa serena y llena de paz.

Por inercia del afecto, seguiré frecuentando a sus hijos y viendo crecer sanos a sus nietos. Uno de ellos se llama Pablo, como su padre y como uno de sus tíos, y tiene los ojos llenos de vida. Si alguna vez me pregunta cómo era su abuelo, no le apabullaré con grandes discursos, copiaré una frase de uno de sus libros: “fue lo que era, y nada más, que ya es bastante”.

Te voy a echar de menos, maestro. Ya noto tu ausencia. Te despido en tu nombre del Caloco y de la madre Garganta.

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(*) Juan A. Sáiz Garrido es escritor.

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