jueves, febrero 19, 2009

Tercer manifiesto en el 25 aniversario de Comunidad Castellana

I I I MANIFIESTO
EN EL 25 ANIVERSARIO DE COMUNIDAD CASTELLANA



Se cumplen 25 años de la fundación de Comunicad Castellana , en la villa de Covarrubias (Burgos), con el propósito de impulsar el renacer cívico y cultural de Castilla, reafirmar su personalidad en el conjunto de los pueblos de España y promover la unión de todos los castellanos en la defensa de nuestra identidad y territorio.

El Manifiesto fundacional volvía a las raíces: se hablaba del nacimiento de Castilla en el “pequeño rincón" montañoso situado entre el mar Cantábrico y el Alto Ebro, como un país de hombres libres, que nace, en alianza con los vascos, con personalidad política propia, independizándose del trono astur-leonés continuador de la monarquía hispano toledana, unitaria y de estructuras sociales muy jerarquizadas. La población castellana funde en su suelo viejas estirpes cántabras, vascas y celtíberas, formando una sociedad de tradición igualitario y creando un Estado de base popular, comunera y foral.

Se afirmaba que Castilla y León, aunque vecinos, son países diferentes y de muy distintos orígenes y desarrollos; a la vez que se denunciaba cómo la historia de la Castilla original y auténtica viene siendo ocultada o adulterada, desde hace siglos, por una historiografía al servicio de las oligarquías dominantes y más tarde por el unitarismo y el centralismo del estado moderno.

La verdadero tradición castellana, se afirmaba igualmente, tiene raíces populares y es comunera y foral- respeto a la libertad de las personas, igualdad ante la ley, estado de derecho de acuerdo con los fueros y los uso y costumbres del país, pactos y acuerdos de unos concejos con otros, con el rey y con los otros estados. "Nadie es más que nadie", dice una viejísimo sentencia popular.

Finalmente, el Manifiesto fundacional, hacía una llamada a toda Castilla - desde la Montaña cantábrica hasta las serranías de Cuenca- y desde la margen derecha del Ebro en la Rioja hasta la izquierda del Pisuerga en Burgos - a ocupar el puesto, digno e igual, que en la comunidad fratema de los pueblos de España le corresponde. Y concluía: En este crítico momento de su historia el pueblo castellano se levanta para afirmar su derecho a la supervivencia y su voluntad de mantener su identidad.

He aquí un breve resumen de aquel primer Manifiesto de los fundadores de Comunidad Castellana, el 26 de febrero de 1977, convocando a todas las personas identificadas con su espíritu y sus propósitos.

Al cumplirse los 15 años, CONUNIDAD CASTELLANA hizo público un segundo Manifiesto en el que, tras hablar de como la Constitución democrática en su mismo preámbulo proclama la voluntad de proteger a todos los pueblos de España en el ejercicio de sus culturas, tradiciones e instituciones, idea reiterada en el artículo 2 que reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que integran la nación, denunciaba el injusto trato dado a Castilla no permitiendo a esta comunidad histórica crear su propia comunidad autónoma, sino troceándola en cinco pedazos: uno de ellos (provincia de Burgos, Soria, Segovia y Avila) ha sido agregado al antiguo reino de León para formar un conglomerado político-administrativo llamado "Castilla y León"- otro ha sido añadido a un segundo conglomerado llamado "Castilla-La Mancha"-, dos castellanísimas provincias (La Montaña Cantábrica, solar originario de Castilla, y la Rioja, cuna de la lengua castellana) antes de verse incorporadas a una región extraña han preferido las correspondientes autonomías uniprovinciales; y para terminar, el territorio castellano de Madrid, incluida en él la capital de España, ha sido convertido en comunidad autónoma uniprovincíal. Castilla, como tal, - y con ella los antiguos reinos de León y de Toledo - ha sido eliminada del concierto nacional de los pueblos hispanos.

Tras analizar las razones que han llevado a tamaño desatino e injusticia, COMUNIDAD CASTELLANA se preguntaba qué hacer en tan grave situación. Ante todo - señalaba afirmar nuestra condición de castellanos y nuestra conciencia colectiva con el mismo vigor que otros pueblos de España ponen en mantener las suyas. Y tras señalar caminos, y decir que la tarea es larga y muy dura, terminaba llamando a todos los castellanos a trabajar sin desmayo por una Castilla nueva y tradicional a la vez, fiel a lo que de noble y ejemplar tuvo en el pasado y empeñada en levantar un mejor porvenir, a forjar la Castilla cabal de todas sus provincias y comarcas.

COMUNIDAD CASTELLANA se opuso en todo momento al destrozamiento del territorio y ha defendido la integridad geográfica de una castilla autónoma dentro de la cual, y siguiendo la tradición del país, las provincias mantengan su propia autonomía. Así como el País Vasco se ha considerado tradicionalmente compuesto por las provincias autónomas de Guipúzcoa, Vizcaya y Álava, así es de concebir Castilla como una mancomunidad de las provincias castellanas. Comunidad Castellana defiende la autonomía uniprovincial de la Montaña cantábrica y de la Rioja - como defendió en su día la de Segovia que la mayoría de sus ayuntamientos solicitaba - para evitar su absorción por el conglomerado castellanoleonés y como primer paso hacia una Castílla cabal integrada por todas las provincias castellanas.

La colección de Castilla (boletín de la asociación publicado en Segovia entre 1978 y 1992) recoge, no sólo las actividades realizadas por la asociación, sino también un conjunto de editoriales y manifiestos que recogen su pensamiento. Son piedras sólidas desde las que seguir construyendo un regionalismo propiamente castellano.



Hoy, al cumplirse los 25 años, COMUNIDAD CASTELLANA vuelve su mirada al camino recorrido y la labor realizada desde su fundación, reafirma sus propósitos originales y pone sus ideas de acuerdo con las nuevas circunstancias nacionales. Una nueva generación, a la que ha llegado el mensaje, se incorpora a la tarea.

Y nos hemos reunido aquí, en Madrid, ante la estatua pétrea del primer Conde Independiente de Castilla que se erige majestuosa en la Plaza de Oriente, junto al Palacio Real, al inicio del tercer milenio y cuando se cumple el VIII Centenario del Fuero de Madrid, algunos de los fundadores de la asociación y otros jóvenes miembros de la misma en los que ha prendido la llama, todos con conciencia clara y renovado ánimo.

La campaña publicitaria en pro de la autonomía de la nueva región castellano-leonesa se hizo en gran parte a base de la necesidad de modernizar el país sin perder el tiempo en vanos historicismos". En tales circunstancias, argumentaban estos modemizadores, la definición de la identidad histórica y del territorio geográfico de la región debía excluirse en aras del progreso ante las necesidades urgentes del desarrollo de la economía regional a nivel europeo.

Sin embargo, la defensa de Castilla - como la de cualquier otra nacionalidad o región histórica -, en cuanto entidad autónoma en el conjunto de los pueblos de España, no puede plantearse en términos exclusivamente económicos, presentándola con las ventajas y los inconvenientes de un proyecto financiero. La Constitución es el instrumento de convivencia democrática que nos hemos dado los españoles para proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, culturas y tradiciones, lenguas e instituciones. (Preámbulo de la Constitución española de 1978). No se pueden negociar la identidad y los sentimientos regionales en el mercado político. Los castellanos tenemos derecho a amar nuestra región, y a trabajar por su progreso y desarrollo manteniendo nuestra propia personalidad y cultura. Para liquidar a los pueblos se comienza por despojarles de su memoria- se destruye su cultura y su historia. Y alguien escribe otros libros, les da otra cultura y les inventa otra historia. Esto está ocurriendo en Castilla y León, sin embargo hay muchos que no nos resignamos a perder las raíces de nuestra identidad como pueblo.

Ninguno de los partidos y organizaciones que propiciaron la creación y posterior dirección política y administrativa de los entes autonómicos en que quedó dispersa Castilla han ido más allá de comportarse como máquinas de ganar votos y elecciones, con programa intercambiables, con análogas ínfulas reformistas e impotencia real ante problemas tales como el envejecimiento, la desertización rural, la superpoblación urbana, el reparto del trabajo, el terrorismo, las sacudidas de la especulación financiera, el deterioro ecológico, y una democracia formal controlada por los grupos de presión sin una verdadera participación de la sociedad. Todo nos lleva a reducir al castellano a ser un cliente-consumidor, espectador-receptor pasivo del espectáculo de los Medios, detentador homogéneo y estándar de unos derechos humanos individuales, que no reconocen a los sujetos sociales como la familia o la comarca y que cada vez le hacen perder su ser comunitario característíco. Así, el ciudadano se convierte en un ser abstracto, sin singularidades resaltables, vulgarmente utilitarista, alejado de su historia y sus raíces, convenientemente inculto, desafiliado y desinstitucionalizado, amén de tolerante con la corrupción y el caciquismo. En suma, el elemento ideal de la república atomizada y sin verdaderos ciudadanos, el dócil sujeto de la omnipresente burocracia del Estado gestor y sus supuestas bondades, el perfecto súbdito del mercantilismo mundialista.

En los ámbitos educativos y académicos priman hoy, a la hora de referirnos a nuestro pasado, la actual división político - administrativa regional, que se quiere justificar con la manipulación y tergiversación de la historia. Esto se hace especialmente grave en Castilla, secuestrada su identidad y troceada en cinco trozos: Castilla (y León), Castilla (-La Mancha), Cantabria, Rioja y Madrid, Castilla se encuentra indefensa y confusa.

Nuevos grupos de opinión, a veces surgidos con la pretensión de defender la causa castellana, no ayudan a clarificar la situación ni a afirmar la identidad castellana. En imitación de otros nacionalismos españoles periféricos, existe en la actualidad una tendencia a identificar nación y/o nacionalidad con la presencia de una lengua en un territorio concreto. Se olvida, en estos casos, que el bilingüismo ha sido una característica definitorio de varios pueblos españoles.


COMUNIDAD CASTELLANA piensa que lo político no se reduce al Estado. Muy al contrario, cree que lo público es un tejido de grupos intermedios: familias, asociaciones, colectividades locales, comarcales, regionales, nacionales y supranacionales; y que lo político debe precisamente apoyarse en ellas y no anularlas en nombre de abstractos universalismos económicos y de una ética de minimos y de lo políticamente correcto, que no respeta la verdad del hombre y su dignidad. Considera las comunidades locales y próximas, en donde sea posible una auténtica democracia participativa y responsable y no meramente formal que acaba el día de las elecciones.

COMUNIDAD CASTELLANA desearía que Castilla mantenga su ser comunero y foral. No quiere una Castilla que anule diferencias o inscripciones colectivas heredadas de la historia. Si alguna cúspide ha de tener Castilla debería ser resultado de un pacto, una mancomunidad o federación de cuerpos intermedios, como provincias o comarcas, con la pluralidad de decisiones. La Castilla foral no se hará por la mera descentralización sino por la restitución del poder a los cuerpos intermedios, familia, municipio, comarca y/o provincia, con aplicación íntegra del principio de subsidiariedad.

La anomía social y el nihilismo contemporáneo, con sus secuelas de ausencia de responsabilidad, horror ante la mínima molestia o sufrimiento, y el vacío existencias que la moderna organización social, política y económica no hace más que exacerbar, necesita un análisis, un verdadero trabajo de pensamiento de los castellanos con espíritu libre, una revitalización de las comunidades locales, una recuperación de las raíces y tradiciones del pueblo borradas o mercantilizadas por la modernidad, una afirmación de la identidad del pueblo castellano, un retorno a la convivencia comunitaria que respeta la dignidad de la persona y ayuda a encontrar el sentido de la vida.

Por todo lo dicho:
¡Castellanos, pongamos manos a la obra!
El resurgir de Castilla tiene que ser obra nuestra, en el convencimiento de que lo que no hagamos nosotros para defender y desarrollar nuestra propia personalidad, no nos lo harán los de fuera. La tarea es ardua, pero no imposible.

Comunidad Castellana os convoca de nuevo a todos, a esta noble tarea, en el vigésimo quinto aniversario de su fundación.

En Madrid, ante la estatua pétrea de Fernán González, veintiséis de febrero de 2002.

(Inocente García de Andrés)

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