Segovia UNA, UNIDA Y UNICA: la autonomía que no pudo ser
En 1981 el congreso español rechazaba arbitrariamente el estatuto de autonomía de Segovia. Pese a que esta provincia castellana había cumplido todos los requisitos para acceder a la autonomía uniprovincial (lo mismo que Madrid, Murcia, Asturias, Navarra, La Rioja, Cantabria o las Baleares), se adujeron razones de “interés nacional” e incluso se argumentó que las autonomías uniprovinciales debían de tener un carácter “excepcional” (7 de 17, menuda excepcionalidad, casi la norma).
El gesto gallardo y consecuente de Segovia, quizá la provincia castellana que en aquel momento tenía una mayor conciencia castellanista, no fue entendido. El “bourrage de cranèe” mediático fue parecido al que ahora se dedica al País Vasco. Por haber hubo acusaciones de insolidaridad, de ser malos castellanos y en una ocasión escuché vagamente que autobuses de pucelanos se habían trasladado (la palabra sería INVADIDO) hasta algunos ayuntamientos segovianos para coaccionar las votaciones decisivas. Un “anchsluss” mesetario con Fachadolid ejerciendo de Gross Deutchsland…
Hoy dudo que el pueblo castellano sepa ni remotamente qué pasó entonces y, sobre todo, porqué pasó.
Pedro Altares, poco sospechoso de sedición o subversión, escribía entonces, visiblemente molesto por todo aquel montaje, que el caso de Segovia “ha constituido un algo así como la piedra de escándalo y perplejidad de una opinión pública aturdida”.
Y continuaba:
“La conversión de un estado centralista, desconocedor y opresor de las obvias particularidades nacionales que conforman el Estado español, en otro que las reconozca y ampare, es una ardua tarea que exigía rigor y meticulosidad. No ha sido ese el camino elegido…”
En octubre del 81, hace ya más de 21 años, el ayuntamiento de la villa segoviana de Cuéllar (hay otro Cuellar “de la Sierra” en Soria, e incluso toda una “pequeña Segovia”: Segoviela, Pedraza, Aylloncillo, Buitrago, Valdemoro, etc.) inclinaba con sus votos la balanza provincial hacia la autonomía. Segovia se propugnaba (y Manuel González Herrero lo teorizó en un libro ejemplar) “Una, Unida Y Unica”. Cuando se produce la votación de los ediles de Cuéllar la situación era que casi todos los ayuntamientos segovianos ya habían decidido previamente en el mismo sentido, pero una lectura puntillosa del reglamento, que contabilizaba por población censada, hacía todavía discutible la iniciativa. Después de lo de Cuéllar, el camino quedaba expedito, por la misma vía del artículo 148 que habían seguido las autonomías antedichas y dentro de Castilla, Santander y Logroño. Del engendro castellanoleonés se desgajaría también León, pero sería también suturado “in extremis” por el gobierno.
Por aquel tiempo en Soria se partían la crisma contra la Variante Sur (y vencieron), teniendo en contra a toda la clase política (qué fácil fue quebrarles el pulso, hoy ya no se podría), pues bien, el pueblo segoviano también tuvo enfrente a TODA la clase política (AP,UCD,PSOE y PCE), aunque en el partido en el gobierno –UCD- hubo una verdadera escisión, siendo expulsados casi todos los militantes segovianos.
Se dijo entonces que los segovianos no querían ser castellanos, que escogían la vía del caciquismo provincianista, etc. La realidad era exactamente la contraria, que el sentimiento castellano transmitido durante generaciones les impulsaba a mantener su independencia, a no caer en la “trampa de lobos” del valle del Duero y a laborar por un futuro de reintegración castellana. Privada de Cantabria y Rioja, con León con un pie fuera y Segovia pujando por escapar, la estrategia franquista, “más propia de una confederación hidrográfica” escribía Altares, sin duda fracasaría. Quedará, no obstante, para la historia como la más discutida y combatida de las autonomías peninsulares, demostrándose que castellanoleonés es –básicamente- “quien no puede ser otra cosa”. Así se hizo burla de la voluntad popular.
Hoy, salvo Madrid y Valencia (¿) es la autonomía de menor arraigo de España (lo dicen las encuestas oficiales).
Y todavía más. Fracasada la autonomía castellanoleonesa en Cuéllar, la propia ley marcaba la disolución del Consejo de Castilla y León y la imposibilidad de reemprender el proceso autonómico hasta pasados cinco años (¡).(Constitución Española, disposición transitoria VII).Evidentemente el partido en el poder y sus monaguillos (PSOE y PCE) hicieron mangas y capirotes de la Constitución Española y tiraron por la calle de en medio de sus propios intereses partidistas. Como siempre. Carlos Gila, diputado nacional por Segovia, fue expulsado de la UCD por mantenerse fiel al pueblo segoviano. También se le estigmatizó y se le ridiculizó todo lo que se quiso.
Y el tiempo, poco a poco, hizo que todo aquello fuera olvidándose y sólo quedara en las mentes y en los corazones de un puñado de buenos segovianos y de buenos castellanos.
Pero sobre la mentira y la manipulación no se puede edificar nada sólido. Ahí está la realidad actual…
Francisco J. Lecea
lunes, julio 25, 2005
Segovia UNA, UNIDA Y UNICA: la autonomía que no pudo ser
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