viernes, noviembre 03, 2023

"Santander (Cantabria) es y será Castilla" (por Jose María Codón, de la R.A.H.)

 

"Santander (Cantabria) es y será Castilla" (por Jose María Codón, de la R.A.H.)

Escrito cuando estaba en sus inicios la polémica sobre la inexorable división de España en autonomías y el futuro de la provincia de Santander.


Revista 
FUERZA NUEVA, nº 559, 24-Sep-1977

SANTANDER (CANTABRIA) ES Y SERÁ CASTILLA (I)

Por José María Codón (de la Real Academia de la Historia)

Existe una corriente minoritaria, pero sentimental, y por lo tanto importante, que viene defendiendo la sustitución del nombre de Santander por el de “Cantabria”, y solicitando la autonomía de la provincia.

Recuérdese, en cuanto al cambio de nombre únicamente, la moción de don Pedro Escalante y el informe académico de don Tomás de Maza Solano, hace pocos años. La propuesta no cuajó. Ahora se pretende por un reducido sector la autonomía de Cantabria.

El nombre no hace la cosa, pero la identifica. Lo importante es la esencia del problema. Ante esto, el diario de raigambre santanderina “Informaciones” acaba de publicar un artículo en última y preferente planta, titulado “Minirregionalismos castellanos”, en que hace una valiosa crítica de los casos de Santander, La Rioja y Tierra de Campos, recomendando, no sólo por razones culturales e históricas, sino por argumentos económicos y de desarrollo, como la única alternativa de supervivencia de Santander el que ésta continúe integrada en Castilla.

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Yo amo intensamente a la Montaña de Burgos, como se llamó Santander durante casi un milenio, hasta 1805. Por eso, con devoción y poniendo la sinceridad en el borde del alma, creo insostenible la invocada autonomía de Cantabria.

Es éste un nombre entrañable y famoso que significa, según algunos, “Canta Iber”, “Cabe el Ebro”; según el ilustre hispanista Jean Descolá, “Cantaber”, “el rincón de la ola”. Es el territorio que se fue poblando por los cántabros, desde Fontibre y los Obarenes hasta Miranda y las Conchas de Haro.

Al comenzar la romanización del Norte, no estaba realizada la unidad territorial. Las cántabras eran unas tribus indomables, que requirieron para ser dominadas nada menos que la presencia de Augusto. En el siglo I de nuestra era, los cántabros habitaban, pero en continuo movimiento, la actual provincia de Santander, gran parte de la provincia de Burgos, incluida Amaya, Sedano, todo el actual territorio de Castilla la Vieja (Merindades de Villarcayo), Medina de Pomar, Cantabrana (como su nombre indica) y parte de las provincias de Logroño y Palencia.

El erudito Martínez de Mazas, en 1777, ya había establecido que la Cantabria se extendía por Aguilar de Campoo, Amaya, Villadiego, hasta llegar a los Montes de Oca, la sede episcopal de Burgos.

Arnaldo Oinheto afirma que el nombre de Cantabria se atribuyó, bajo los godos, a La Rioja, pero no debe ser incluida originariamente dicha región.

Adueñados los bárbaros de España, los cántabros resistieron casi dos siglos, hasta la conquista de Leovigildo, en 564, creando dicho rey godo, para organizar administrativamente el territorio, el ducado de Cantabria, que comprendía la provincia de Santander, gran parte de la provincia de Burgos y buena parte de las de Logroño y Palencia; en ésta los territorios de Campoo y otros.

Pero esta demarcación desaparece con la fecha de la invasión árabe, al iniciarse la Reconquista, a partir del 718. Un brillante papel desempeñan los cántabros en la Reconquista, con Alfonso I de Asturias y Pedro de Cantabria, en tierras de Burgos, pero ya incorporados al Reino de Asturias. Ha desaparecido, pues, el distrito godo de Cantabria, ha nacido Castilla, como se prueba por el fuero de Brañosera, el primero de España, año 824.

La parte sur de los valles de Santander y las tierras del norte de Burgos, en el año 800, son ya Castella Vetula, o sea, Castilla la Vieja. La Cantabria era una semilla o germen que al brotar y fructificar forjó Castilla y el lenguaje castellano, que penetró los cinco continentes y que hablan hoy (1977) 250.000, 000 de seres. ¿Es que este supremo lazo cultural no ata a Cantabria con Castilla, de la que forma parte? El vínculo que une a Cantabria con Castilla es entrañable, y si quisiera un sector desintegrarse de la región matriz de España, ese lazo sería un nudo corredizo suicida, porque esa Cantabria, madre de Castilla, no podría vivir en estos tiempos (y nunca vivió) separada de su región.

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Queda demostrado con el testimonio irrecusable de la Historia que jamás existió Cantabria como unidad autónoma, ni menos independiente. Dejemos para otro artículo el examen de incontestables razones de índole geográfica, socioeconómica y cultural.


continúa


Santander, proa de Castilla

Revista FUERZA NUEVA, nº 560, 1-Oct-1977

Santander, proa de Castilla (II)

Por José María Codón (de la Real Academia de la Historia)

Negar que Santander es manantial del castellano, matriz, roca, cultura y aventura, valle y montaña de Castilla, es negar la evidencia.

Las personalidades histórico-políticas se definen por su síntesis vital, no como las personas físicas que tienen un ciclo corto y por lo tanto no sufren una fijación de caracteres

Los vínculos de Santander y el resto de Castilla nunca se han desatado.

Desde el siglo VIII al XX, salvo en la circunscripción eclesiástica que se afirmó en el siglo XVIII, la provincia cántabra perteneció y pertenece en lo político, en lo militar, en lo eclesiástico y en lo judicial a Castilla. En todas las divisiones administrativas del siglo XIX y del presente, formó parte (“Santander, Burgos, Logroño, Soria, Segovia y Ávila”) de Castilla la Vieja. Al crearse el obispado, a impulsos del Padre Rábago, dejó de pertenecer a la diócesis de Burgos, pero se mantuvo en archidiócesis hasta hace 22 años (1955), que pasó a Oviedo. E incluso hasta hace veintidós años toda la comarca de Reinosa y otros puntos han pertenecido a la diócesis de Burgos.

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En lo marítimo, Santander es el gran puerto de Castilla, así como eran Laredo, Castro Urdiales, Santoña y San Vicente de la Barquera, dependiendo desde el siglo XIII del Almirantazgo de las Naos y del Consulado del Mar, que se hallaban sitos en Burgos. Por eso se llamó Montaña de Burgos hasta 1805 y Asturias de Santillana, Asturias de Laredo etc.

No caigamos en el subregionalismo o en el minirregionalismo, que es igual a provincianismo y a provincionalismo. La historia genética o evolutiva se compagina en Santander con la historia bélica. Ni ayer se vivió ni hoy se puede vivir con utopía por un espejismo de autosuficiencia o autonomía.

Santander tiene dos vecinos con intereses opuestos, marítima e industrialmente: las queridísimas Asturias y Vascongadas son dos colosos potentes, que en competición autonómicas sofocarían a Santander y podrían constituir su ruina.

En cambio, Santander es el puerto natural de Castilla y León. Si se encerrara la provincia en su concha podría instintivamente desviarse el tráfico marítimo a los puertos de Gijón y Bilbao.

¿Por qué Santander va a soltar las amarras y desligarse e independizarse de las provincias hermanas?

¿Qué mayor gloria para Santander que haber dado lugar principalmente al lenguaje castellano, haber parido a la propia Castilla, haber servido de refugio portuario y armado a los buques que conquistaron Sevilla, la Rochela, los arrabales de Londres y todas las rutas del mundo hispánico? Esos lazos son irrompibles.

No nos dejemos llevar por impulsos tribales o cantonalistas. El diario antes citado censuraba gestos parecidos de la Tierra de Campos, de algún pueblo de La Rioja y subrayaba que el partido actual cantonalista de Cartagena había sido desautorizado por el Ministerio del Interior.

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Reflexionemos, hermanos. Creemos y sabemos que nuestra amistosa reflexión es compartida por casi la totalidad de la provincia de Santander.

Ahora que afloran los regionalismos, que se percibe un movimiento de universalización, de unión entre naciones, no podemos retroceder a la época de Leovigildo, que no creó una entidad política sino un distrito militar y administrativo, que, repetimos, no se corresponde geográficamente con Santander, sino que abarcaba otras tres provincias castellanas

Menéndez Pelayo, la personalidad más robusta y erudita que ha tenido España, gustaba de recordar que la Montaña se había inclinado definitivamente a la tierra de Burgos; repetía mucho que él era de las Montañas de Burgos, y Tomás de Maza cantaba a esta provincia, “a estas Montañas de Burgos, peñas al Mar, y peñas a Castilla”, el resplandor de esta gloria inmarcesible.

A estas razones económico-administrativas, culturales, históricas, se une la geografía, que manda en la historia: “Estas cántabras montañas están unidas a los obarenses, a los montes de Oca y al collado de Cantabria en la Rioja, a los montes de Peña Rosa en Palencia. Y hasta que no salten en pedazos las esferas siderales, hasta el fin del mundo, estarán unidas nuestras tierras, sobre las que una misma gente, la de los cántabros, derramó su sangre lustral”.

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