lunes, febrero 26, 2024

La Rioja es Castilla (por José María Codón, de la R. A. H.) 10

 La Rioja es Castilla (por José María Codón, de la R. A. H.)



12. La economía moderna de la Rioja castellana


El vino, las hortalizas, los cereales, el bosque y la ganadería han sido los elementos básicos de la economía de la Rioja y los Cameros, hasta el final del siglo XVIII. Pero antes de esta época apenas se exportaban.


El punto de partida de la promoción de lo que hoy (1979) es provincia de Logroño es la Constitución de la Real Sociedad Económica de la Rioja Castellana, entidad que fue aprobada por Real Cédula de 12 de abril de 1785.


A mediados del siglo XVIII, se despertó en España un gran afán de mejoramiento y brotaron las sociedades de aquel tipo, siguiendo el ejemplo de la que en Guipúzcoa fundara el Conde de Peñaflorida. Las fuerzas vivas riojanas se aprestaron a ello, teniendo las primeras reuniones en el año 1783. Su propósito fue la exportación o salida de los vinos, construyendo carreteras aptas para un tráfico de más escala que lo que permitían las caballerías y carruajes antiguos, estudiando al mismo tiempo nuevos cultivos y métodos para la elaboración de los caldos.


Por aquellas calendas se reunieron comisionados de 52 pueblos logroñeses para proponer al Rey “que la construcción de un camino que facilitara la comunicación con las montañas de Burgos y puerto de Santander, atravesando la Rioja por los pueblos de mayor cosecha, sería el mejor remedio para vender los vinos a precio ventajoso”.


Las propuestas se presentaron en Burgos al Intendente o Gobernador General (ya que la Rioja entera era provincia de Burgos) y dicha autoridad los elevó al Rey, el cual le ordenó que las aspiraciones de los pueblos se concretaran en los estatutos. Redactados éstos, fueron aprobados por una nueva Real Cédula de 1785.


La ansiada carretera fue al correr de los años una realidad, trazándose además algunas ramificaciones. La reunión definitiva para estos fines tuvo lugar en Fuenmayor, presidida por el Intendente de Burgos y organizada por la Real Sociedad Económica de la Rioja Castellana, siendo aprobada la construcción de dos vías: una hasta Pancorbo y otra hasta Santander. Para la necesaria financiación se estableció un impuesto de cuatro maravedíes por cántara de vino, cuatro maravedíes por celemín de cebada y dos reales por fanega de sal.


Formaban la junta de la Sociedad un director y cuatro diputados, presididos por el obispo de Calahorra.


El resto de los caminos fueron promovidos por el Conde de Hervias; el abad de Alfaro; don Santiago Barrio, de Logroño; don Pedro Gayangos, de Casalarreina; y los señores Ramírez de la Piscina, Ojera y Brenochea.


Antes de finalizar el siglo XVIII, había pasado Jovellanos por la Rioja, y en Fuenmayor le fue entregada por el miembro de la Real Sociedad de la Rioja castellana más conspicuo, un folleto escrito por él, llamado “Deseos de un riojano”, postulando la protección de la Sociedad Económica de Cosecheros, que era entonces ya una realidad.


Los investigadores logroñeses Juan Bautista Merino y Moreno Garbayo han estudiado minuciosamente esta época.


Comenzadas las obras a fin del siglo XVIII, se interrumpieron con la Guerra de la Independencia, en 1812, y la sublevación constitucional de 1820. Se reanudaron en 1827, en cuya fecha estaba ya terminado el camino de Alfaro a Gimeleo, que se dividió en dos trozos, con terminal en Logroño. Nota curiosa era el costo de las obras: estas últimas se habían adjudicado a dos reales y tres cuartillos al pie lineal. El puente de Pancorbo costó 97.000 reales y en precio parecido se ejecutaron las obras de los caminos a Alfaro y Calahorra.


En el puente de Montalvo, edificado entonces sobre el río Najerilla puede verse todavía (1979) la siguiente inscripción: “Reinando Carlos IV. La Real Sociedad de la Rioja Castellana. Año 1794”. Cartela que es una buena prueba de la castellanidad de la Rioja. Las corrientes centralistas acabaron con las actividades de la Sociedad. La Diputación y el Estado se hicieron cargo de los proyectos y los trabajos, No obstante hoy nos queda un gran recuerdo de aquella entidad promotora, pues sus ordenanzas para la conservación de los caminos constituyen un monumento imperecedero.


En 1841, los logroñeses siguen trabajando por su tierra. Se investigan las minas de las serranía riojana, se obtiene el cardenillo, muy apreciado entonces, se procura el mejoramiento de las castas de ganados y se intentan canalizar los ríos Oja y Najerilla; y en materia de mejora y elaboración de los vinos se determina que habían de hacerse al modo francés.


El auge general de la cosecha y comercio del vino comenzó en esa primera época del siglo XIX, cuando se traspasan las fronteras y en vez de replegarse la Rioja dentro de sí misma, abarca los horizontes europeos y americanos.


La zona más inmediata -ambas Castillas y Aragón- es la expansión natural del vino riojano, que compite en Madrid con el manchego.


¿Cómo es posible que alguien pueda pensar que el separarse la Rioja de su ser castellano y volver a replegarse en sí misma pueda ser beneficioso para su economía?

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