La creación de la híbrida y artificioso entidad regional de Castilla-León, así como la de Castilla-La Mancha, son de políticas gravemente erróneas por muchas razones.
La sola enunciación de los nombres, de estas dos nuevas entidades: Castilla-León y Castilla-La Mancha, pone de manifiesto que Castilla ha sido mutilada y que importantes porciones de ella han sido anexionadas a sus vecinos, los antiguos reinos de León y Toledo. Hecho que tan escuetamente aseverado, resulta a primera vista inexplicable, dada la destacada personalidad de Castilla en la historia, la cultura y el conjunto todo de la nación española.
Ni el pueblo de León ni el de Castilla han manifestado espontánea, explícita y conscientemente su voluntad de liquidar estas dos milenarias regiones o nacionalidades históricas para aglomerar ambas en otra de nueva creación. Al contrario, se les está empujando a ello contra una gran inercia Popular, cuando no manifiesta oposición, que los promotores del proyecto tratan de ocultar o superar.
En las provincias de Santander, Logroño y Segovia, la oposición al híbrido conglomerado castellano-leonés ha sido tan grande que, por no ingresar en él, han preferido recabar la autonomía uniprovincial de Cantabria, la Rioja y Segovia, para salvar así su comarcal personalidad castellana.
En muchos aspectos se está procediendo con injustificada prisa, como si se quisiera llevar a cabo la fusión castellano-leonesa antes de que los pueblos de Castilla y León, mejor informados, puedan recobrar respectivamente su conciencia comunitaria.
Se intenta convencer a los leoneses y a los castellanos de que deben propugnar la autonomía de tal conglomerado para despertar la conciencia de su personalidad regional y defender ésta. Es decir, que el mejor porvenir regional de Castillo y de León está en que ambos pueblos renuncien a sus respectivos orígenes, historias y futuros en el conjunto español en aras de una nueva, inventado y confusa región.¡Peregrina manera ésta de «recuperar la identidad Perdida»! Y se procede así, contra un verdadero renacer de los pueblos de León y Castilla, precisamente cuando a todas las demás regiones o nacionalidades de España se les reconoce el derecho a defender y desarrollar su personalidad colectiva y se ponen en marcha con tal fin los correspondientes procesos autonómicos.
Si estos proyectos se llevaran a cabo, en el mapa de las nacionalidades o regiones de España dejarían de existir, como tales y con personalidad propia, León y Castilla (y también, el antiguo reino de Toledo o País Toledano), entidades histórico-políticas de las más antiguas e ilustres del pasado nacional hispano, surgidas hace más de mil años y vivas hasta la Guerra Civil en la memoria de los españoles, no obstante la presión cultural y política ejercida durante siglos sobre ellos por regímenes unitarios y centralistas. Y todo por resolución del gobierno y de unos cuantos parlamentarios, más interesados en urdir maniobras politiqueras que en respetar la diversidad interior de la nación española; no por iniciativa de los respectivos pueblos, que no fueron consultados, ni siquiera previamente informados, sobre las consecuencias de tan trascendental decisión, y aun con la oposición de sus más conscientes ciudadanos.
No son consecuentes, además, con uno de los propósitos más democráticos de la regionalizaci6n: el de reforzar la democracia acercando el gobierno a los gobernados. Esa proyectada gran región castellano-leonesa (vasta en su extensión geográfica y una en su estructura, no obstante su heterogeneidad natural), resabio del centralismo unitario, agarra tanto a los leoneses como a los castellanos del gobierno de sus respectivas regiones, para someter el conjunto a un nuevo unitarismo centralista que, por más estrecho y concentrado, resultaría más absorbente que el hasta ahora ejercido sobre toda España desde Madrid.
Castilla nº 10. Octubre 1980
sábado, octubre 25, 2008
PENSANDO ,EN CASTILLA
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Comunidad Castellana,
Informativo Castilla
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