lunes, marzo 12, 2007

La fiesta de Santa Agueda

En muchas partes de España se celebra una fiesta curiosísima de mujeres, y de mujeres casadas en particular, adscrita a una fecha fija del calendario, el día de Santa Agueda, que es el 5 de Febrero, dos días después de la candelaria y uno después de San Blas[...]

Santa Agueda es una santa de gran importancia folklórica.

Alcaldesas del día de Santa Agueda en Zamarramala (Segovia)

Hay un artículo descriptivo de 1839, firmado por J. M. Avrial, que indica que la fiesta de Santa Agueda en aquella época se celebraba exactamente como ahora. " Inmediato a Segovia dice este artículo al comenzar- está Zamarramala, pueblo pequeño, que fue en lo antiguo un arrabal de la misma ciudad, donde se conserva desde remotos tiempos una costumbre original que excita la curiosidad de cuantos forasteros se hallan en Segovia el día 5 de Febrero, en que sus vecinos celebran la fiesta de Santa Agueda".

El tamboril y la dulzaina les anuncian desde muy temprano que aquel es día de asueto y holganza; los dos alcaldes primero y segundo, se disponen a ceder su autoridad, en honor de su santa patrona, a las lindas alcaldesas que, engalanadas con todo el lujo zamarriego, se presenten a recibir de manos de sus esposos la vara de la justicia y la autoridad que aquella vara representa, quedando reducidos los alcaldes, así como todos los maridos, a la obediencia y servidumbre, porque como dicen en el pueblo, aquel día mandan ellas".

Esta autoridad era efectiva cuando había que resolver alguna riña o disputa entre mozos, etc.

Las alcaldesas, llegada la hora de la misa, salen de casa con dulzaina y tamboril al frente, en medio del estrépito de los cohetes, y en el templo, ocupan en banco concejil o de la justicia.

A la salida de la misa, que es mayor y solemne, se colocan en los lados de la puerta y piden limosna para la santa, y cuando no queda nadie dentro vuelven a casa con la misma pompa. En el resto del día, las mujeres no hacen nada y los hombres se tienen que encargar incluso de la comida de los niños.

A la tarde, con la venida de la alcaldesa mayor, se anuncia el baile, en el que sólo las mujeres casadas intervienen, hasta las más viejas. Mientras tanto, los hombres juegan en la taberna y los chiquillos imitan los ademanes coreográficos de sus madres. Si algún varón indiscreto pretende entrar en la rueda, al punto es expulsado a alfilerazos. Las alcaldesas piden a los curiosos, que van a ver tan extraña fiesta, limosna, siempre para Santa Agueda. Una comida en la que entran los hombres cierra la fiesta, y el día siguiente "Santa Aguedilla", que llaman, rota la ceremonia no sólo bailan las casadas, sino también los casados, las solteras y los mozos.

En esta ocasión es cuando las alcaldesas lucen aquel extraño y suntuoso traje popularizado por las revistas ilustradas y otras publicaciones semejantes que tiene un carácter que podría llamarse sacerdotal y que en ciertos aspectos se relaciona con algunos de los que llevan determinados danzantes castellanos.

La descripción que hizo Avrial del mismo, que es muy prolija, tiene bastante interés y se completa con otra anónima, también muy detallada, que he tenido ocasión de leer. Lo más curioso del traje, es sin duda la montera que Avrial describe así: "… una graciosa montera con dos picos de terciopelo, a guisa de mitra episcopal, cuyas puntas rematan en tres borlas de estambre amarillo y colorado, y debajo de ellas una estrella bordada de los mismo: el casco de estas monteras suele ser de seda labrada con dos galones de plata cruzados: doce grandes y característicos botones de plata, que llaman los doce apostoles, puestos seis en cada lado, completan el adorno de monteras …"

Julio Caro Baroja. La fiesta de Santa Agueda

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