martes, noviembre 26, 2013

MANUEL GONZÁLEZ HERRERO, HIJO PREDILECTO (Revista Cultural de Ávila, Segovia y Salamanca. Julio de 2004 =


Revista Cultural de Ávila, Segovia y Salamanca. Julio de 2004

Alberto García Gil

MANUEL GONZÁLEZ HERRERO, HIJO PREDILECTO.
Los mejores homenajes son los que reconocen, esto es, los que proce-
den de larga contemplación de la persona y sus comportamientos.
Es decirle al conciudadano destacado que nos hemos enterado y to-
mamos nota. Que sobre las penurias frecuentes de la vida colectiva,
determinadas actitudes son valoradas por casi todos y aceptadas sin
menor reparo por los demás.
Al margen de las posiciones concretas en el pensamiento o en los sen-
timientos: cuando se piensa o cuando se siente siempre está el riesgo
de complacer a unos e incomodar a otros. Cuando no se piensa, o no
se siente, no pasa nada.
Manuel González Herrero, segoviano, acaba de ser reconocido como
Hijo Predilecto de la Provincia. Sobre los merecimientos evidentes des-
taca lo apropiado del Título a la persona.
En su casa de la Calle Buitrago, al lado del río Clamores -que él bio-
grafió- hoy oculto bajo los coches, reflexiona sobre sus constantes vi-
vificadoras que, ante todo, son complejo emocional de un carácter
poco gregario y cuya vocación universal sestea por caminos poco ha-
bituales y, a veces, confundidores .
.. . Mi abuelo y sus hermanos eran curtidores en Fuentepelayo; tenían allí una tene-
ría, modesta, en el camino de Pinarnegrillo. A principios de siglo la vendieron, se vi-
nieron a Segovia y se hicieron medio socios de Don Leopoldo Moreno que tenía una
tenería que ya venía de muy antiguo, en la calle San Valentín, dando al río.
Me acuerdo de la tenería, de los noques ... se ponían las pieles a remojar con
las materias curtientes que traían las cortezas de roble y encina.
Al otro lado de la calle, en el solar donde está la Casa Vasca, había un corralillo
donde vivían los curtidores que luego se destrozó para levantar ese edificio. En ese
corralillo vivía mi abuelo. Cuando mis padres se casaron se fueron a vivir con él.
Así que yo nací allí, en el corralillo ese de San Valentín y me crié, los pri-
meros años de mi vida, a orillas del Clamores.
-

 


 
LA TIERRA
El sentimiento de amor a la tierra ha sido una constante de mi vida. A la tie-
rra en que he nacido, de la que he sido hecho y a la que, de alguna manera,
he tenido siempre una vaga devoción de ser devuelto.
No con un sentido excluyente sino con un sentido universal, porque la tie-
rra es el hogar, es la casa de nuestra gente, de la gente con que me entiendo
bien y, además, es el asiento de una cultura, de unos hábitos, de una forma
de entender la vida y de vivir/a.
En este orden de cosas, el ámbito de la tierra concreta nuestra segoviana y la
idea de Castilla, de su papel en la formación de nuestra cultura, de nuestra ma-
nera de vivir y de la forma y de la creación de España, (España, no este país
como dicen ahora de una manera vergonzante), para mí son fundamentales.
Me siento vinculado a esta tierra nuestra, a los convecinos, a los amigos, que es
un dato esencial de la vida humana, a la forma de vivir, a los problemas que
tiene nuestra gente y, consecuentemente, a todos los componentes de su cultura:
las formas de vida, las tradiciones, las costumbres, las fiestas, la manera de vivir. ..


AGAPITO MARAZUELA
Personalidades singulares, invaden, a veces desde el silencio, el alma
de la memoria colectiva. Agapito, el concertista de guitarra a quien la
vida hizo dulzainero de la legua, llenó su discreción de amistad.
Algunos amigos -uno ya va para viejo- tienen dan su nombre a calles;
otros son ya, para los que vengan, bronce de monumento. Nunca se
sustituye la presencia, ni de la mano de los que te quisieron .
.. . el folclore, con el que desde siempre he sentido un vínculo, que por un
azar histórico de mi vida personal se ligó con el maestro Agapito Marazuela,
a quien conocí desde niño.
En la República, yo era un niño de una familia humilde que iba a la es-
cuela nacional de Los Huertos y mi padre, que era un hombre de iz-
quierdas, un hombre progresista, como ahora dicen, tenía muy buena
amistad con Agapito.
Recuerdo, cuando yo tenía diez años, que mi padre organizó un día una ac-
tividad extraescolar y llevó a los niños al Ven tarro del Pito. Paseando, nos
fuimos al barranco del Peñigoso -entonces valle rocoso, calizo, lleno de
oquedades, pobladas de una pequeña fauna innumerable- y allí Agapito nos
tocó la dulzaina y nos cantó.
Andando el tiempo, por azares de la vida, me le volví a encontrar en Ocaña
y fue un encuentro entre segovianos.
Luego, la convivencia que hemos tenido y como he valorado de ese hombre
su sentido castellano de la seriedad, del rigor, de la reciedumbre, que aun-
que parezca un tópico no lo es. Aunque era un hombre de ideas, como se
dice, avanzadas, era un hombre respetuoso de todo y de todos.


EL DIÁLOGO
Música, letra, entreverado y bordes. Todo eso es el diálogo. A la vez.
Ni la sola palabra, ninguna es tan precisa. Ni la sola idea, ninguna es
tan excluyente ...
Comunicarse para exprimir la posibilidad de ir de la mano ...
El diálogo, como casi todas las cosas de las que se habla mucho, no existe
en este momento histórico concreto.
No existe y menos a nivel político. Por eso yo he rehuido siempre entrar en
eso que llaman la política, particularmente la política partidaria, porque los
unos y los otros no es que hablen para entenderse, sino que hay como una
animadversión, como un enfrentamiento polémico que no conduce, por su-
puesto y naturalmente, a un entendimiento, a ese hablar, en el sentido de
comunicarse cada uno sus propias aportaciones y eventualmente sus pe-
queñas riquezas, ponerlas sobre la mesa para, con las contribuciones de uno
y de otro, multiplicar el enriquecimiento.
Ahora, el otro no es el discrepante o el oponente, sino que es el contrario.
Se trata de ir sistemáticamente a la contra con una connotación de ánimo
adverso, animadversión, falta de verdaderos sentimientos, de solidaridad, de
algo que se tiene en común.


LOS VALORES
Cada uno es cada uno y todos somos iguales. Unos más iguales que
otros. Y el que venga atrás que arree.
Es muy difícil ir hacia adelante en esta sociedad moderna que ha perdido los
valores esenciales de la Humanidad. Yo creo que es una sociedad que no
tiene ideales; realmente no se cree nada salvo el planteamiento hedonista
de la vida; no hay más ideal que pasárselo bien.
De una sociedad que tiene este objetivo, una sociedad de consumo, la sociedad
de bienestar que dicen, se puede esperar muy poco, ni siquiera que progrese.
La sociedad española y la sociedad europea, en general, como no cree realmente
en nada, no está dispuesta a sacrificarse por nada, a hacer ningún esfuerzo, a su-
frir ninguna privación de cara a los que no tienen nada, que es el resto del mundo.
Se seguirá viviendo explotando a otros, para mantener este alto nivel de vida, para
tener de todo, para, en definitiva, estar cada vez más aherrojado por las cosas.
Es un problema moral tanto como cultural, porque esta sociedad está ex-
plotando a más de medio mundo y se instala en el confort e incluso, a la
hora de su autodefensa, no responde y espera a que vengan otros a sacar-
nos las castañas del fuego, lo cual es bastante triste.


LAS NACIONALIDADES
El Honorable Maragall, en una entrevista, interpretaba el pensamiento
de Carretero en el sentido de que en España había tres naciones. Ca-
taluña, País Vasco y Galicia ... Lo demás serían Regiones ...
Carretero no mantuvo nunca en modo alguno que esas regiones o pueblos
fuesen las únicas naciones de la Península Ibérica porque todo su trabajo in-
telectual ha versado sobre las nacionalidades españolas, que son todos los
pueblos que están en la Península, desde Portugal hasta Cataluña y desde
Gaiicia hasta Andalucía.
Se puede hablar de naciones pero con el sentido que esta palabra tenía en
la edad media: por ejemplo a Segovia, una ciudad con una industria textil
muy importante venían a trabajar muchos vascos, montañeses, riojanos; se
organizaban en grupos humanos que se llamaban la nación de los monta-
ñeses, la nación de los vizcaínos ... alguna tenía su sede en una iglesia: la na-
ción de los vizcaínos, en la Trinidad, por ejemplo.
Nación como comunidad humana, pero sin dimensión política, sino no tiene
sentido.
Claro que aquí hay naciones: una comunidad humana que tiene unas ca-
racterísticas comunes de costumbres, tradiciones, cultura, lengua, institu-
ciones, es una nación y, en ese sentido, tan nación es Cataluña, como
Castilla o como León o como Andalucía.
Yo creo que Castilla es una nación porque es una comunidad humana defi-
nida por una historia común y por una lengua, que es el castellano, también
llamado español generalizando (realmente, el catalán y el gallego son, tam-
bién, lenguas españolas).
El debate entre región y nación encubre la voluntad política de que un de-
terminado territorio y una determinada población se establezcan jurídico-
políticamente en estado separado del estado español.
Todo esto es obra de los ideólogos que son los que calientan la cabeza a la
gente, porque el problema de Cataluña se ha generado en el siglo XIX y una
clase política se ha preocupado de fomentar determinados sentimientos.
En Castilla no ha habido nacionalismo, afortunadamente, porque el caste-
llano no es exclusivista ni excluyente.
Hoy necesitamos al Estado Español tal y como está estructurado y de la ma-
nera más cohesionada que sea posible: lo más solidario. No ya porque la
Unión Europea está constituida en función de los estados y no de los pue-
blos, concepto vago este que no sabemos donde empieza y donde acaba en
cada caso.
El estado es la casa de todos que nos ha de dar fuerza para apoyamos mu-
tuamente y hacer frente a la organización de Europa, que sigue siendo la Eu-
ropa de los mercaderes.
La España de las Autonomías puede ser una fórmula buena si se utiliza co-
rrectamente, para unimos y entendemos no para separamos, no para ahon-
dar las posibles diferencias, que en realidad no existen.


CASTILLA y LEÓN
Los políticos tienen la virtud -o la intención- de situamos en un
mundo subrreal en el que las coordenadas varían convenientemente y
según las circunstancias. No es ya que la Historia se interprete sino
que su olvido da por sentado que no existen las huellas que produjo
a 10 largo de los siglos, los contextos socioculturales que tejió y cuya
presencia viva en el comportamiento de la gente habría de ser la base
de las propuestas sociales.
En la división territorial, Castilla tuvo la mala suerte de no ser respetada,
porque, pensamos algunos, en vez de hacerse una región castellana con lo
que era tradicionalmente Castilla la Vieja y una región leonesa -León es una
región importantísima en España que es la que realmente ha mantenido la
idea de Hispania- organizando dos regiones que hubieran funcionado mejor;
se hizo este conglomerado de nueve provincias demasiado heterogéneo, de-
masiado extenso -es la región más grande de Europa- en donde es muy di-
fícil suscitar un sentimiento de comunidad.
Aunque Fernando Abril tendía puentes de equilibrio entre las dos posturas,
el tema se dejó en manos de Alfonso Guerra y de Rodolfo Martín Villa que
actuaron según lo que consideraron adecuado, desde la perspectiva de cada
uno para sus respectivos intereses políticos de cara al futuro.
Plantearon así una macro-región centrada en Valladolid, una vez hubieron
separado La Rioja, tierra históricamente castellana, y la Montaña de San-
tender; el mar de Castilla.


LA UNIPROVINCIALIDAD
Puestos a cerrar el mapa como fuera, la historia de la organización
autonómica acabó con un borrón incomprensible y que tuvo que caerle
a Segovia. En aquella historia más de uno evidenció, de manera incon-
veniente, la realidad de su personal concepción del poder, bien dis-
tinta de los discursos parlamentarios.
Era muy claro que, visto que no era posible una región castellana, la alter-
nativa para Segovia era, antes de caer dentro del centralismo de Valladolid,
ventosa que va a acabar con nuestra provincia, utilizar soluciones previstas
en la Constitución y constituirse en Autonomía uniprouincial.
Igual que hizo Logroño y Santander. Pensamos que Segovia podía gober-
narse a sí misma, tener sus propios órganos de gobierno y administración
provincial, tal y como se contempla en la Constitución.
La provincia de Segovia, asombrosamente, cubrió todas las exigencias consti-
tucionales para constituirse como comunidad autónoma, lo cual era casi un im-
posible. La apoyaron casi todos los Ayuntamientos -el de la Capital no, por
razones políticas partidarias- y la cosa llegó a tal punto que a Segovia la tu-
vieron que meter en Castilla y León con calzador y mediante una ley especial.


LAS COMUNIDADES DE VILLA Y TIERRA
En la recuperación necesaria del control social del territorio, las his-
tóricas Comunidades de Villa y TIerra, adecuadamente puestas al día,
tienen un papel fundamental. Así lo reconoce Europa, donde algunos
países conservan estructuras de organización similares y permanente-
mente provechosas, desde el medioevo.
Alfonso el Batallador tuvo el título de rey de Segovia. Los segovianos pasa-
ron los puertos, se derramaron por el sur y llegaron hasta el Tajo, con espí-
ritu colonizador; hacia Madrid. Aquí se creó un territorio histórico: Segovia
no es una provincia inventada por los legisladores del siglo XIX, es un ver-
dadero territorio histórico con una organización de Comunidades de Villa y
Tierra.
La repoblación de esta tierra no la hicieron los magnates, o grandes señores,
o los grandes monasterios sino el pueblo, a través de estas organizaciones po-
pulares, los Concejos y las Comunidades que mantuvieron las grandes exten-
siones territoriales, los montes, los bosques, las aguas, o sea, todos los bienes,
raíces importantes en mano común, siguiendo la tradición germánica.
Por eso en la provincia de Segovia no hay grandes propietarios: los únicos
latifundios son de la Comunidad de Villa y Tierra.
Los pinares, los bosques, los enebrales, los encinares, las aguas, todo eso es
una propiedad colectiva, de cuyos aprovechamientos participa la gente, par-
ticipan los vecinos. Eso crea una cultura de dignidad y de independencia, de
que el vecino, cualquiera, sí que tiene donde caerse muerto, porque puede
ir al pinar, puede aprovechar los pastos, aprovechar las aguas, las maderas,
las leñas. Eso le da un sentido de independencia, de que no hay señorito.
El territorio debía organizarse en base de esas entidades que existen desde
finales del siglo XI.
Hay un desconocimiento de lo que somos, una ignorancia de la historia, olvi-
dando que la historia la llevamos dentro, que no es una cosa que ha pasado,
que sigue viviendo en nosotros, porque el hombre, como decía Ortega, el hom-
bre es más historia que naturaleza y, desde el inconsciente está operando.
Ahora con progresivo malentendido, crean mancomunidades, haciendo
tabla rasa de lo que ya tenemos, juntando las churras con las merinas, ma-
neras de vivir, economía y costumbres distintas.
Esto del Parque Natural de la Sierra, pues está bien, pero que sepan que
aquí hay una serie de grupos humanos que viven de los pastos, del ganado,
del agua, de las leñas, de la madera y que tendrán que seguir viviendo.
Desde la Granja hasta Ayllón el territorio está intocado, incorrupto: ni un
plástico, ni una botella, ni una lata, ni nada, salvo un punto de penetración
de Madrid, que es el puerto de Lozoya: el único punto en que hay que tener
cuidado, porque por ahí es por donde viene toda la parafernalia.


LA TIERRA DE PEDRAZA
A veces la pobreza impide transformar y, llegada la relativa riqueza,
las cosas están como estaban, con daños reparables y paisajes intac-
tos. Herencias magníficas cuyo brillo actual enmascara décadas de pe-
nuria. Equilibrios sociales sutilmente tejidos en ese rincón del alma
colectiva que no sabe de realidades por partes.
Pedraza es la tierra de mis antepasados. También la Villa, por su estética,
casi no hay nada que distorsione, es muy bonito. Aunque me gustan más los
pueblos, con sus vacas ... En La Sombra del Enebro hablo de todo ello ...


ENRIQUE E ISABEL
La nobleza tiene sentido como ejemplo. Cuando procede de ambicio-
nes incontroladas y favores inconfesables puede llevar a dramas como
el conflicto mal resuelto de la muerte de Enrique IV y la entronización
de Isabel 1 tras lo que se oculta un giro de gran calado de la historia
de Segovia. No para bien.
Habría que salir al paso de algunos aspectos de la conmemoración de Isa-
bel 1, la Reina que enajenó tierras de Segovia a favor de Cabrera, porque es
vergonzoso.
Isabel tiene mérito como reina de España, tiene grandes realizaciones, de eso
no cabe duda, pero los actos que se los hagan en Medina o en donde quieran:
Segovia es el sitio menos indicado, es bajarse los pantalones, es indecoroso, es
un desprecio a nuestros antepasados ya aquellas protestas que hicieron ...
Los documentos demuestran que lo que aqui ocurrió fue un golpe de es-
tado y nada más; que unos cuantos Regidores, traicionaron a Segovia ...
... y ahora, ese himno aberrante que promociona el Alcalde, hecho en la Dic-
tadura de Primo de Rivera con todos los tópicos de la España Imperial. Es
increíble que una ciudad como Segovia adopte ese himno.


LAS EXPROPIACIONES
El Poder tiene el peligro de la libre disposición de vidas y haciendas,
por lo que su administración nunca es neutra y suele ser arma para
el aseguramiento dominical caiga quien caiga. En esto suelen tener
tanto peligro los que lo sustentan como los que quieren arrebatár-
selo y la alternancia democrática puede ser así una simple congoja
pulsante.
Carlos III expropió a la Comunidad de Segovia para servicio de la Corona,
el pinar de Valsaín para cubrir la necesidad de palos para los barcos y leña
para la Fábrica de Cristales. Una vez que ese destino cambia, hay que de-
volvérselo a su legítimo dueño.
La gente republicana de aquí, familias muy conocidas, entre otros el canó-
nigo D. Jerónimo Garda Gallego, cura liberal, republicano, diputado a Cor-
tes que acabó en el exilio, luchó mucho por la devolución del pinar de
Valsaín. Pero no hubo suerte y, de la Corona pasó a la República que no lo
devolvió.
Luego, cuando la restauración democrática, la reclamación de los pinares se
plasmó en un proyecto no de ley que yo redacté y presentaron Modesto,
Gila y José María Herrero. Estuvo a punto de salir. Incluso Guerra dijo que,
a él, le daba igual.
Quien se opuso fue un Diputado segoviano de la izquierda que quiso evitar
lo que consideró un tanto muy grande para la derecha de aquí.
Yo creo que la justificación geopolítica y geo-económica de la existencia de
Segovia son esos montes. Sin la Sierra Segovia no existiría, a nadie se le
hubiera ocurrido hacer aquí una ciudad de cierta importancia.


LOS PERSONAJES
Aquellos personajes emblemáticos desaparecieron en silencio y no hi-
cieron escuela. Segovia salió del siglo pasado con más de una fractura
y riesgo de añoranza. Lamiéndose las heridas que fueron muchas y de
muchos tipos.
Maestros como Mariano Quintanilla, cronistas como Don Ildefonso
Rodríguez ...
Nosotros vivíamos en la casa de D. Ildefonso que estaba entre la calle Real
y la Judería.
Me acuerdo que, a la izquierda del patio, había unas estancias que me im-
presionaban, que me emocionaban mucho, unas habitaciones que no tenían
huecos, muy altas y que estaban llenas de mapamundis todas las paredes.
Yo tendría alrededor de los 8 años y tenía allí mi mundo misterioso, en
aquellos, recovecos, aquellos pasillos ...
En el patio había una fuente circular. .. allí bajaba Don Ildefonso algunos ratos.
A mí me quería mucho, me hablaba. Era un hombre venerable, la barba blanca;
era un sabio, muy católico, pero le gustaban las mujeres. Era médico, cate-
drático y doctor en Teología y Filosofía. Escribió infinidad de libros ...


DON MANUEL, ABOGADO Y ACADÉMICO DE HISTORIA Y ARTE
Ha sido, veinticinco años, Decano del Colegio de Abogados de Sego-
via. Él estima el hecho de ser elegido por los compañeros.
Aprecia del oficio de abogado, la posibilidad de conocer a la gente.
Aunque, de alguna manera, no se considera integrado en el colectivo.
En realidad, cree considerarse al margen de colectivos a los que per-
tenece -la Academia de San Quirce, por ejemplo, de la que fue Direc-
tor, "sorprendentemente", dice- y a los que, sin embargo, dedica
esfuerzos y emociones. Hay en ello una voluntad de caminar sin atadu-
ras. O de elegir las propias ataduras. O de asumir la propia carga sin
amparos.


PAUSA PROVISIONAL
Don Manuel, Manolo y González Herrero -trinidad laica que concita
igual respeto en cada una de sus acepciones- hace pausa, hasta otro
día, en los recuerdos y reflexiones, y muestra su última obra, Biogra-
fía del Río de Marijabe ...
En los últimos tiempos ha paseado, respirado el olor de la tierra, re-
memorando y escribiendo lo que en su dedicatoria desvela como ho-
menaje a Julia ... aunque la vida perdió, nos dejo harto consuelo su
memoria ...