Re:
"Santander (Cantabria) es y será Castilla" (por Jose María Codón, de
la R.A.H.)
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Texto referente a "Cantabria" del sr. Codón de su
obra "La Rioja es Castilla" (
http://hispanismo.org/castilla/29276-la-rioja-es-castilla-por-jose-maria-codon-de-la-r-h.html
)
Burgos,
Santander y Logroño, unidas por la Cantabria
¡Atiende Cantabria, cuna de Castilla, embrión y motor de su
gesta, “la voz de un hijo que te habla” en la lengua vernácula nacida de madre
latina y padre cántabro, en la vieja “Area Paternina”, después Montaña de
Burgos (vehículo oral irrompible porque, como decían los estoicos de Hispania,
el idioma es “una propiedad difícilmente cambiable”), y este español que usamos
es un mensaje alado que acerca tres mundos y hoy lo hablan la mitad de los
bautizados del Universo.
¡Tú has sido y serás, Cantabria, el manantial de Castilla,
nacido en Fontibre (Fuente del Ebro) el río que da nombre a toda Iberia,
sinónimo de España. Nadie podrá poner diques al Ebro en la alta montaña. Fue
creado para enlazar las tierras del mar de los cántabros con las de los
latinos. Las charcas estancadas mueren y matan; las arterias naturales
fecundan.
Del mismo modo, el río de sangre que desbordó las montañas
de la primitiva Castilla, causado por la irradiación de los foramontanos que
hizo posible la Reconquista, no se puede remontar transformándonos ahora en
“intramontanos”, cántabros “recoletos”, que no veamos más allá de los rocosos
horizontes de una provincia genuinamente conquistadora, argonauta y andariega,
cuyos símbolos no son un rincón doméstico ni un claustro impenetrable, sino una
cruz, un barco de vela, un caballo de sangre o de energía.
¡Tú, Castilla Cantabrana, siempre te has preciado de ser el
solar de la raza! ¿Cómo puede alguien ahora querer encerrarte en tu concha al
modo aldeano, inerte, introvertido, en los límites artificiales trazados por el
centralismo en 1833?
¡La Cantabria que se enfrentó a romanos y godos comprendía
lo que hoy es provincia de Santander, gran parte de la de Burgos y áreas
extensas de Logroño y Palencia; pero Santander es una sola de las cuatro!
Te dejaste de llamar, en el siglo XIX, Montaña de Burgos,
pero aún sigues hoy (1979) encabezando, conforme a las leyes vigentes, el
racimo fecundo de Castilla la Vieja: Santander, Burgos, Logroño, Soria, Segovia
y Ávila, y continúas ostentando tu dignidad de “Cantabriarius” o abanderada de
Castilla, como las lides del ayer, en las ocasiones regionalistas de 1918 y
1932 y en los Milenarios de Castilla de 1943 y 1978.
¡Cantabria, solar, cuna, adelantada, montaña, puerta y proa
de Castilla! Si algunos afectados de tentación taifista y cantonalista
quisieran cortar tus amarras con las provincias hermanas, renegarían hasta del
propio nombre de Cantabria, que ya no sería “Canta-Ber” (“Cabe el Ebro”).
Habría que (…) dar la razón a Jean d’Escola que traduce así tu supuesto nombre:
“Kanta-Eber” (“el rincón de la ola”). Inconcebible, porque tú no te
arrinconaste jamás en olas ni en espumas, ni en prados ni en rocas: fuiste y
eres universal como toda Castilla, amplia como el horizonte de las montañas.
Precisamente “Canta” en su etimología más firme quiere decir “Gentes de
Sierra”, montañeses.
¿Secesionismo hoy (1979)? Ni ese es el camino ni esta es la
hora. Cuando el mundo tiende a las uniones continentales y aun universales, no
podemos volver al provincianismo. Sería una regresión nefasta. Una subregión no
puede dar lugar en lo económico, en lo social o en lo político más que a un
subdesarrollo, y esta hiper-autonomía llevaría a ser Santander a ser la casi
única provincia española inmersa en el centralismo decimonónico, ejemplo del
absolutismo más opresor.
¿Quién puede poner fronteras a la Montaña, soñando con
aduanas imposibles y puertos vacíos, cuando en la misma línea verde se abren
los de la noble Asturias y la opulenta y fraternal Vizcaya?
¡”Ay del que esté solo!”. Divinas palabras: “La unión hace
la fuerza”. Conclusión del sentido común. La separación de Santander de la
madre Castilla, causaría tal dolor popular que sólo podría expresarse con la
metáfora más bella de la literatura castellana: “Así se separan unos de otros,
como la uña de la carne”.
Sólo el proyectarlo es una infracción de lesa patria, un
acto contra natura, que nos creó unidos. La región, como toda empresa de
convivencia, es un hacer cotidiano que sufre la amenaza de rompimiento y del no
ser, cuando la unidad moral o física flaquea.
¡Que nadie ose provocar la ira del Dios de los cántabros,
siempre monoteístas, que morían alabándole en la cruz, aun antes de nacer
Jesucristo! ¡Que nadie olvide que la destrucción de las unidades
histórico-políticas atrae la cólera celeste y que Isabel la Católica invocó
para las regiones de España el apotegma de la unión conyugal: “Lo que Dios ha
unido no lo separe el hombre”.
Hay que salir al paso del mito de la insolidaridad y
rebeldía de los cántabros: desde la primera historia, los cántabros se aliaron,
contra sus invasores romanos, con los vacceos, los astures, los várdulos, los
francos y hasta con Aníbal. Y desde el Duque Pedro de Cantabria a Fernán
González, tan vinculado a Laredo, del burgalés Almirante Bonifaz y los
Fernández de Velasco al heroico Velarde, la Castilla Cantabrana está unida al
resto de la región por el amor y la sangre.
Y lo mismo en la historia del pensamiento y de la
literatura. Los cuatro grandes de las letras montañesas por juro de sangre,
Lope, Calderón, Quevedo y Menéndez Pelayo, éste también por juro de suelo, se
preciaban de su Montaña de Burgos y de la castellanía de Cantabria; Lope dijo
que era ésta “la verde alfombra de Castilla”.
La peculiaridad de las merindades, valles y comarcas de
Santander debe potenciarse sin necesidad de que se produzca un secesionismo
regional. Al contrario, sin autonomía municipal no hay libertades regionales, a
las que cantó como nadie Menéndez Pelayo.
¿Qué razones invoca la tesis aislacionista para
desintegrarse de Castilla y de sus precedentes cántabros después de 2.000 años?
Cantabria íntegra tiene tierras de Burgos, Santander y
Palencia, pero en Logroño estuvo el Ducado de Cantabria.
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