Revista FUERZA NUEVA, nº 559, 24-Sep-1977
SANTANDER (CANTABRIA) ES Y SERÁ CASTILLA (I)
Por José María Codón (de la Real Academia de la Historia)
Existe una corriente minoritaria, pero sentimental, y por lo tanto
importante, que viene defendiendo la sustitución del nombre de Santander por
el de “Cantabria”, y solicitando la autonomía de la provincia.
Recuérdese, en cuanto al cambio de nombre únicamente, la moción de don Pedro
Escalante y el informe académico de don Tomás de Maza Solano, hace pocos
años. La propuesta no cuajó. Ahora se pretende por un reducido sector la
autonomía de Cantabria.
El nombre no hace la cosa, pero la identifica. Lo importante es la esencia
del problema. Ante esto, el diario de raigambre santanderina “Informaciones”
acaba de publicar un artículo en última y preferente planta, titulado
“Minirregionalismos castellanos”, en que hace una valiosa crítica de los
casos de Santander, La Rioja y Tierra de Campos, recomendando, no sólo por
razones culturales e históricas, sino por argumentos económicos y de desarrollo,
como la única alternativa de supervivencia de Santander el que ésta continúe
integrada en Castilla.
***
Yo amo intensamente a la Montaña de Burgos, como se llamó Santander durante
casi un milenio, hasta 1805. Por eso, con devoción y poniendo la sinceridad
en el borde del alma, creo insostenible la invocada autonomía de Cantabria.
Es éste un nombre entrañable y famoso que significa, según algunos, “Canta
Iber”, “Cabe el Ebro”; según el ilustre hispanista Jean Descolá, “Cantaber”,
“el rincón de la ola”. Es el territorio que se fue poblando por los
cántabros, desde Fontibre y los Obarenes hasta Miranda y las Conchas de Haro.
Al comenzar la romanización del Norte, no estaba realizada la unidad
territorial. Las cántabras eran unas tribus indomables, que requirieron para
ser dominadas nada menos que la presencia de Augusto. En el siglo I de
nuestra era, los cántabros habitaban, pero en continuo movimiento, la actual
provincia de Santander, gran parte de la provincia de Burgos, incluida Amaya,
Sedano, todo el actual territorio de Castilla la Vieja (Merindades de
Villarcayo), Medina de Pomar, Cantabrana (como su nombre indica) y parte de
las provincias de Logroño y Palencia.
El erudito Martínez de Mazas, en 1777, ya había establecido que la Cantabria
se extendía por Aguilar de Campoo, Amaya, Villadiego, hasta llegar a los
Montes de Oca, la sede episcopal de Burgos.
Arnaldo Oinheto afirma que el nombre de Cantabria se atribuyó, bajo los
godos, a La Rioja, pero no debe ser incluida originariamente dicha región.
Adueñados los bárbaros de España, los cántabros resistieron casi dos siglos,
hasta la conquista de Leovigildo, en 564, creando dicho rey godo, para
organizar administrativamente el territorio, el ducado de Cantabria, que
comprendía la provincia de Santander, gran parte de la provincia de Burgos y
buena parte de las de Logroño y Palencia; en ésta los territorios de Campoo y
otros.
Pero esta demarcación desaparece con la fecha de la invasión árabe, al
iniciarse la Reconquista, a partir del 718. Un brillante papel desempeñan los
cántabros en la Reconquista, con Alfonso I de Asturias y Pedro de Cantabria,
en tierras de Burgos, pero ya incorporados al Reino de Asturias. Ha
desaparecido, pues, el distrito godo de Cantabria, ha nacido Castilla, como
se prueba por el fuero de Brañosera, el primero de España, año 824.
La parte sur de los valles de Santander y las tierras del norte de Burgos, en
el año 800, son ya Castella Vetula, o sea, Castilla la Vieja. La Cantabria
era una semilla o germen que al brotar y fructificar forjó Castilla y el
lenguaje castellano, que penetró los cinco continentes y que hablan hoy (1977)
250.000, 000 de seres. ¿Es que este supremo lazo cultural no ata a Cantabria
con Castilla, de la que forma parte? El vínculo que une a Cantabria con
Castilla es entrañable, y si quisiera un sector desintegrarse de la región
matriz de España, ese lazo sería un nudo corredizo suicida, porque esa
Cantabria, madre de Castilla, no podría vivir en estos tiempos (y nunca
vivió) separada de su región.
***
Queda demostrado con el testimonio irrecusable de la Historia que jamás
existió Cantabria como unidad autónoma, ni menos independiente. Dejemos para
otro artículo el examen de incontestables razones de índole geográfica,
socioeconómica y cultural.
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