El cantón es para el suizo medio una realidad concreta , a veces la república para la defensa de la cual sus ancestros han luchado contra otras Suizas, lo más a menudo el lugar donde él ha nacido, el cuadro donde se ha desarrollado su infancia y su juventud, la ciudad en que él habla su idioma y su dialecto, y en que él conoce los magistrados, sus vecinos, y quizá sus amigos. Es por tanto el cantón mismo, es decir un conjunto de recuerdos históricos y de experiencias cotidianas , y no su constitución lo que es el objeto de su patriotismo. La Confederación por el contrario , más lejana, más joven, menos personal y más abstracta, vale por su estructura política más que por su realidad social. Este edificio elevado hace un siglo , le parece conformarse en todos los puntos a las exigencias de la vida nacional. Pero no será por consiguiente arrastrado a inmolar su pequeña patria en el altar del gran país más de lo que se está tentado ha vender un recuerdo de familia para poder comprar un refrigerador.
(Op cit p 110 tomado de William Rappard De la centralisation en Suisse, Revue FranÇaise de Science politique vol I 1951)
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