Entre bromas y veras y hasta de cachondeo, comenzó la movida sobre la autonomía riojana, que continuaría hasta aprobarse por ley años más tarde.
Pero, al principio, ni hasta los propios paisanos tomaban en serio el asunto... no digamos cuando se planteaba antes que nada, el inventarse la bandera (actual), esa de los colorines.
En fin, para sentir vergüenza ajena; aparte de asco de una España que permitía esas y otras ignominias aun peores
"LA RIOJA Y SU BANDERA"
22-9-1977
Erase una vez una comarca que se llamaba la Rioja, y tras la democratización del país empezó a soñar con la autonomía como si fuera la panacea de todos sus males. La Prensa local empezó a airear el tema y los parlamentarios, partidos políticos, asociaciones de vecinos, asociaciones juveniles y autoridades provinciales empezaron a dar su opinión sobre el asunto.
Las provincias vecinas empezaron a tomarse un tanto a juerga lo de la autonomía de la Rioja, y el Diario de Burgos», por ejemplo, titulaba una información «La Rioja, rancho aparte. Hasta van a inventarse una bandera».
Porque ocurrió que la Diputación un buen día acordó que tenía que fabricarse una bandera, para lo cual convocó a todos los riojanos a que expusieran diversos modelos sobre la misma. Casi trescientos modelos llegaron a la Diputación, de los cuales se seleccionaron una docena como las más apropiadas. Ni que decir tiene que algunos de los diseñadores, como un periodista de «La Gaceta del Norte», ofrecieron hasta ocho modelos posibles. Todo ese «dossier» sobre banderas fue enviado —¡oh sorpresa!— a un técnico especialista de Madrid para que asesorase sobre la más conveniente, y el técnico no se limitó a elegir una, sino que tomando la mayoría del sentir de las propuestas confeccionó a su vez cinco modelos sobre los que ahora van a votar todos los riojanos mayores de dieciséis años.
La Diputación acordó también enviar papeletas de voto sobre la bandera a todos los abonados de la guía de teléfonos, y pidió a los no abonados de la Telefónica que enviaran su voto libremente.
Los grupos políticos empezaron a darse cuenta que se estaba folklorizando el tema de la bandera y que además era empezar la casa por el tejado, pues pedir una autonomía y empezar por la bandera, no parecía muy serio. Los políticos han empezado a sentir un poco de vergüenza y ya no quieren saber nada del tema. Pero el acuerdo de la Diputación ahí está y ha de seguir adelante. La votación ha comenzado y cualquier día de estos se decidirá la bandera de la Rioja para que ondee en los Ayuntamientos de toda la zona.
Lo malo es que la Diputación no pedía quorum para que se decidiera lo de la bandera, por lo que, como ha pillado en pleno desinfle del asunto, es muy probable que tan sólo unos tres mil votos decidan qué bandera ha de representar simbólicamente a la Rioja.
Por cierto que los cinco modelos definitivos son cuatro sobre los ríos de su geografía y un quinto un tanto tercermundista en cuanto que tiene tres barras de color verde y vino tinto, que arrancan de un triángulo.
El asunto de la bandera riojana no parece demasiado serio, con todos mis respetos a la Diputación da la provincia de la que yo procedo y a la que tanto estimo.
Lo serio es que el sentimiento de «patria chica» está muy arraigado en los riojanos, que sienten una identidad muy propia, pero ¿es esto suficiente para pedir una autonomía?
Lo que hay detrás de todo esto es que la Rioja —denominación más afortunada que provincia de Logroño— está muy quemada porque la región se ha visto estrangulada durante quinquenios por provincias limítrofes que gozaban de regímenes torales más eficientes en administración de la riqueza económico-social que la suya.
A estas provincias se sumaron polos de desarrollo que acabaron de yugular la capacidad de expansión económica de la Rioja. El capital riojano, incluso el que quería montar 'pastillas de café con leche de Logroño» se instalaba en solar navarro, que estaba tan sólo cinco kilómetros de la capital riojana. El polo da desarrollo les llegó tarde y cuando ya no tenía ningún sentido.
Los riojanos estiman que su región es rica, pero las inversiones no llegan a la misma, sufren un paro que no tendrían por qué sufrirlo con su capacidad económica y la infraestructura de Obras Públicas deja mucho que desear. Los riojanos pasan vergüenza cuando ven que tienen unas carreteras pésimas, mientras que sólo hay que ir cinco kilómetros de Logroño a Navarra o Álava para ver unas carreteras magníficas. Estos datos como ilustración y otros muchos más son los que tienen más que quemados a los riojanos. Que en el colmo de su descontento hayan caído «n lo anecdótico de una bandera, es sólo eso, una anécdota.
Julia SAEZ-ANGULO
https://www.march.es/es/coleccion/ar...--linz.R-57367
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