lunes, enero 22, 2024

La Rioja es Castilla 3.De los berones a Fernán González (por José María Codón, de la R. A. H.)

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 La Rioja es Castilla (por José María Codón, de la R. A. H.)

2. De los berones a Fernán González


El mundo fascinante de los berones es la portada de la historia de la Rioja. Son los primeros pobladores de esta tierra que los dictados tópicos llaman la “Andalucía del Norte”. Los berones no son vascongados. Logroño tiene una etimología que algunos hacen derivar de “Ulgrulium”, palabra que no ofrece vislumbre alguna de ser vasca.


Los berones entran de lleno en el área celta. Las primitivas ciudades Varea, Nájera y Oliva, la primera capital de la tribu, lo son, según Plinio, Pomponio Mela y Estrabón lo certifican, precisando el último que la gente de los berones se halla al Norte de los celtíberos y diciendo Menéndez Pidal que tanto los berones como sus vecinos los autrigones, estaban fuertemente celtificados.


Una prueba tumbativa de su cantabrismo es que no estaban adscritos al convento jurídico de Cesaraugusta, o Zaragoza, sino el de Clunia, situada en lo que hoy es provincia de Burgos.


En cambio, los vascones, luego navarros, tenían una denominación puramente tópica que señalaba a los habitantes de una comarca, la “wascka”, depresión del Ebro, ubicada en la zona sita entre Cascante y Tudela. Dichos aborígenes, al llegar los árabes se refugiaron en Pamplona y pertenecían al convento jurídico de Zaragoza.


El infalible Padre Flórez, que decidió para siempre la controversia sobre Cantabria, afirma que los berones eran cántabros, que ocuparon la Sierra de Cantabria en Logroño y formaron parte del Ducado de Cantabria en tiempo de Leovigildo, hasta que fue destruida dicha ciudad por este monarca godo. La ciudad de Cantabria es prueba concluyente de que los berones, predecesores de los riojanos, eran cántabros, o sea, pre-castellanos, y así se explica la evolución conjunta en torno a la empresa de Castilla, de los riojanos junto con los burgaleses y santanderinos. Por eso al comenzar la Reconquista, Logroño se integró en la Monarquía asturleonesa que con Ramiro I obtuvo en tierra riojana, a la sombra de ese castillo que es un buen testimonio, la victoria de Clavijo.


En el año 800 aparece ya el nombre de Castilla y el origen bárdulo (burgalés) de esta tierra, en la crónica de Al-Himmari y en la de Alfonso III, después.


Fernán González completa la adscripción de la Rioja a Castilla. Antes de la independencia del Condado, en el año 905, Sancho Abarca había repoblado Logroño, pero Fernán González lucha con él en la Degollada, entre Nájera y Santo Domingo, y es vencido y muerto el príncipe navarro y recobrada la ciudad.


En el año 943 se reafirma más la unidad castellana, ayudada por la circunstancia de que en tiempo de Fernán González dependía canónicamente la Rioja del Obispado burgalés de Valpuesta.


También pasó angustias Fernán González en la Rioja cuando la sorpresa o traición de Cirueña: “Señor contigo cuento – attanto conquerir - seyendo tu vasallo - non me quieras fallir”, fue su oración.


Fernán González tuvo una enorme visión teológica de la empresa de Castilla en la Rioja.


El buen Conde llevaba sus hombres libres, guerreros y labradores, con un programa sublime de libertades concretas, no de abstracciones. Formula los votos de San Millán, traza su demarcación por todas las tierras de Castilla, se convierte en mecenas del Monasterio donde aún los monjes agustinos le evocan en efigie; se adueña con su política mixta, pacífica y bélica de Álava y Vizcaya a las que rige como Conde y Duque respectivamente, anejas al Condado matriz de Castilla. (El Rey de Pamplona había completado la donación de Logroño al Monasterio de San Millán).


Es muy simbólico que San Millán de Suso cobije los sepulcros de los cadáveres acéfalos de los Siete Infantes de Lara y de su ayo Nuño Salido, que fueron bienamados del Conde de Castilla Garci Fernández, lo que significa que el Monasterio era todavía un lugar honroso de Castilla. Incluso el tercer Conde independiente Sancho García el de los Buenos Fueros, aparece con toda su magnificencia en los cartularios riojanos, con cuyas huellas de castellanidad de la Rioja llegamos pronto a la época del Cid.


Es curioso que en el paseo del Espolón de Burgos, exista la mejor estatua conocida de San Millán de la Cogolla, grande y maciza, actuando en figura de monje matamoros y alineada con otra inmediata de Fernán González, su devoto hijo, que con los votos de San Millán nos dejó cimentada la unidad entre el Reino de Castilla y su parcela preferida en algunos conceptos: la Rioja.


El refranero nos dice: “Si Castilla fuera vaca, Rioja fuera la riñonada” dando a entender que la Rioja es uno de los mejores territorios de Castilla.


Que el gran Sancho el Mayor de Navarra reinara después en la Rioja no contradice nuestra tesis porque lo hizo a título de consorte de la Condesa de Castilla Doña Mayor, y por la fórmula del Imperio que, por primera vez en la Reconquista, intentó este gran Monarca.


Pero cuando Fernando I, por el vicio regresivo del patrimonialismo germánico, dividió los reinos entre sus hijos a la hora de morir, Sancho ayudado del poderoso brazo del Cid recuperó la unidad. A su muerte continuó esta política Alfonso VI y también el Cid, gran defensor de la Rioja castellana, pese a leyendas y malos enfoques del problema.

Última edición por ALACRAN; Hace 1 día a las 12:53

Hombre en su siglo. Los sujetos eminentemente raros dependen de los tiempos. No todos tuvieron el que merecían, y muchos aunque lo tuvieron, no acertaron a lograrlo. Fueron dignos algunos de mejor siglo, que no todo lo bueno triunfa siempre; tienen las cosas su vez, hasta las eminencias son al uso, pero lleva una ventaja lo sabio, que es eterno, y si éste no es su siglo, muchos otros lo serán. (Gracián)

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