DECLARACIÓN DEL SIMPOSIO.
Tiermes - Tarancueña, 9 de Agosto 2019
El
Centro de Estudios Castellanos ha celebrado este Simposio bajo el título: HACE
100 AÑOS: REGIONALISMO EN CASTILLA, en
el Yacimiento Arqueológico de la ciudad
celtíbero-romana de Tiermes y en la Villa de Caracena, cabeza de una Comunidad
de Villa y Tierra, uno de los territorios más despoblados de la España despoblada.
La
mirada cien años atrás, al proceso de formación de la España de las Autonomías
y al momento actual nos lleva a afirmar:
1.
La necesidad de luchar por la recuperación
cultural, cívica y material del pueblo castellano; el reconocimiento,
afirmación y desarrollo de la personalidad de Castilla como entidad colectiva –
toda y sola Castilla - en el conjunto de los pueblos de España. Seguimos
pensando que fue un error y una injusticia la creación de una Comunidad como
Castilla y León – región del Duero - que no respeta la doble identidad y que
hizo que otros territorios castellanos formaran su autonomía propia – Cantabria
y Rioja – o fueran integrados en otras Autonomías.
2.
Han pasado más de treinta años de la España de las
Autonomías, y es tiempo de revisar para ver lo que se hizo mal, corregir
excesos de los nacionalismos cada vez más en el resbaladero del separatismo, y
buscar un mejor equilibrio entre la legítima afirmación de la propia identidad
y la necesaria solidaridad en la unidad de España.
En el momento actual, se levantan voces clamando por la revisión del Estado
Autonómico. Piden estas voces: “reordenar el modelo autonómico” y “evitar la
destrucción de la unidad estatal”. Y esto, no sólo por necesidad económica,
sino por la propia supervivencia de nuestra democracia que necesita conjugar
mejor los principios de autonomía y solidaridad, y salvaguardar la libertad y
los derechos de todos. Nuestra Autonomía de Castilla y León no ha solucionado
los problemas de las provincias más pobres y despobladas, sino que nos ha
traído un nuevo centralismo son sede en Valladolid.
3.
Se oye hablar de suprimir las Diputaciones. Por el
contrario, desde Soria y desde el estudio de nuestra identidad castellana,
nosotros pensamos que en Castilla la mejor solución al centralismo hubiera sido
– y puede ser en el futuro, tras una revisión del Estado de las Autonomías -
una unión o federación de Diputaciones. Las Diputaciones son imprescindibles en
un territorio en el que los municipios apenas si tienen una mínima capacidad de gestión por si mismos
y en donde la Corporación Provincial se constituye en la práctica, en el
Ayuntamiento de todos los Ayuntamientos de su provincia. No en vano, el
Presidente y los Diputados tienen que ser por imperativo legal, necesariamente
Alcaldes o Concejales de sus respectivos municipios.
Otras cuestiones de no menor importancia nos llevan a
mantenernos firmes en su defensa, porque las provincias con sus Diputaciones
cumplen actualmente una función vital, como elemento de compensación
territorial para equilibrar la acción disgregadora de las Comunidades
Autónomas. Frente a éstas que tienden a profundizar en aquello que nos
diferencia y persiguen resquebrajar finalmente el Estado, las provincias y las
Diputaciones con ellas, siguen manifestándose fieles al todo en el que están
integradas y al Estado del que forman parte desde hace más de doscientos años.
No existe vocación separadora en las provincias, por el contrario sirven al
Estado con la clara intención de cohesionarle, como siempre han hecho. Son los
nudos más sólidos de la red estatal. Si se quiere descoser finalmente la nación
española el mejor procedimiento sería el de eliminar la provincia como división
territorial y con ello su función mediadora y de contrapeso al mayor empuje
disgregador, si no secesionista, de las Comunidades Autónomas.
4.
Se ha cumplido también en este año el centenario de la
redacción de las Bases de Segovia, que fueron aprobadas en esa ciudad el día 25
de enero de 1919, por los representantes de las Diputaciones Provinciales de
Ávila, Burgos, Logroño, Santander, Segovia, Soria, Valladolid y Zamora. En ella
se declaraba su oposición a que ninguna
región obtuviese cualquier tipo de autonomía que mermase la soberanía española.
Pero también en aquellos acuerdos se clamaba, al mismo tiempo, por la
descentralización económica y administrativa a favor de los municipios y de las
provincias. De esta manera se introdujeron en su redacción, fórmulas que
garantizaban el derecho a la autonomía municipal, provincial y regional. Por
ello, con ocasión de conmemorarse dicha efeméride y en consonancia con el
espíritu inspirador de aquellas Bases, el Centro de Estudios Castellanos
considera necesaria la aplicación del principio de subsidiaridad, como
consecuencia inmediata, además de los de descentralización, desconcentración y
coordinación establecidos en el articulo 103.1 de la Constitución, para que los
servicios públicos sean prestados de forma autónoma por las Administraciones
más cercanas a los ciudadanos, traspasándose para ello las competencias y
recursos que fueren necesarios. Especialmente, demandamos el uso de las
Diputaciones Provinciales como elementos de ejecución de las políticas
implantadas por las Comunidades Autónomas, como así se aconsejaba en el Informe
de los Expertos de mayo de 1981.
5.
Hemos celebrado este Simposio en uno de los
territorios más desiertos de la desertizada provincia de Soria. La división
provincial se creó al servicio del centralismo del Estado, y trajo consigo la
anulación de las Comunidades de Villa y Tierra, la mejor representación de nuestra identidad socio-económica y
cultural.
Fueron estas comunidades el instrumento político,
jurisdiccional, económico y social, en que se apoyó la ingente tarea de
repoblar y colonizar los territorios reconquistados a los moros. Las que en
otro tiempo fueron baluartes fundamentales de la Castilla histórica son hoy
meras agrupaciones residuales, que han perdido aquel significado político,
quedando limitadas a la administración de sus bienes, aquellas que han
mantenido algo de su extenso patrimonio común.
Sin embargo, algo queda en las poblaciones integradas en sus antiguos
territorios: sus habitantes han heredado del pasado ese carácter solidario que
otorga la utilización de los bienes comunales, aquellos que son de todos porque
a todos han pertenecido y todos tienen el mismo derecho a su aprovechamiento y a
su disfrute. Es el nexo común que ha unido a los castellanos de cualquier época. Es el espíritu colectivo de
pertenencia a un pueblo, ahormado por el
recuerdo subconsciente del paso de la historia que jamás podrán arrebatarle y
que se resume en el conocido aforismo de que “nadie es más que nadie”.
6.
Desde el Centro de Estudios Castellanos, pretendemos
recuperar este espíritu solidario y comunero, que aún pervive en las viejas
Comunidades y creemos necesaria su recuperación para que participen en la vida
política y social de la Castilla que añoramos y en la que creemos, como el
baluarte más sólido de su historia y referencia de lo que no deberíamos
dejarnos arrebatar. Por ello nos preguntamos ¿cuál podría ser el papel
actualizado de estas añejas instituciones?, ubicadas en un escalón intermedio
entre los Ayuntamientos y las Diputaciones. Respetando esta premisa, se las
debería dotar de las infraestructuras y de los recursos adecuados, para que
retornaran a su seno aquellos usos y costumbres democráticos que constituyeron
sus señas de identidad más reconocibles. No debería desdeñarse la utilidad de
las Comunidades de Villa y Tierra, en la lucha contra el mal de la despoblación
que asola a la mayor parte de Castilla.
7.
Desde el Centro de Estudios Castellanos, exigimos que
todas las Administraciones públicas aúnen esfuerzos para estudiar las
soluciones que puedan ponerse en práctica, no ya para luchar contra la
despoblación de Castilla, que es una batalla posiblemente ya perdida, al
haberse convertido en un hecho consumado, sino para implantar nuevas y
dinámicas políticas que fomenten una nueva repoblación de los pueblos
castellanos. ¿La tercera repoblación de la historia? Alguna de las medidas
utilizadas en el pasado podrían ser efectivas en el presente, como fue por
ejemplo, la dispensa en el pechar de los antiguos repobladores, lo que hoy
vendría a ser el establecimiento de beneficios fiscales para los nuevos
moradores.
- Por último y como conclusión, en el Centro de
Estudios Castellanos nos reafirmamos en que lo que Castilla precisa es
recuperar la esencia de su historia y reagrupar todos aquellos territorios
que siempre han formado parte integradora de su ser. Recuperar la antigua
Castilla, unida, foral y comunera, sería el mejor servicio que podría
prestarse a la nación española. Sirva el ejemplo de Segovia, como último
baluarte en la defensa de la genuina personalidad castellana que se vio
forzada a participar en una autonomía en la que no creía porque se
desnaturalizaba la esencia de Castilla, herida en el alma al comprobar
cómo se aventaban sus despojos territoriales a los cuatro vientos.
Recuperar todo lo que hace más de treinta y cinco años se perdió. Madrid
incluido, sobre todo Madrid, - sin que obste que tenga una Carta de
Capitalidad - que debería convertirse en la locomotora de la Castilla del
norte y del sur de la cordillera central, y en el bastión más sólido de la
unidad de los pueblos que integran la nación española.
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