martes, junio 04, 2013

Luis Carretero y Nieva: Las nacionalidades españolas (recensión)


París, enero-febrero 1954

número 4
página 102


Ignacio Iglesias

Lecturas

Luis Carretero y Nieva: Las nacionalidades españolas
Colección Aquelarre. México, 1952

Entre los varios problemas que desde largos años viene arrastrando España sin saber o querer hallar una solución adecuada, sobresale indudablemente el de las nacionalidades, no sé si el de mayor importancia de todos, pero sí en todo caso el que presenta exigencias más perentorias por corresponder a la estructura política misma de la Península.
Tal vez ningún otro problema nacional ha soliviantado tanto los ánimos, encendido las pasiones y hasta cegado el entendimiento cual este que nos ocupa y preocupa. Y, no obstante, digámoslo sin pizca de paradoja, ningún otro es más ignorado. Abunda, cierto es, una literatura harto polémica, pero por desgracia escasean enormemente los estudios serios y por lo tanto objetivos. Una deformación del problema en sí, sabiamente alimentada por el sector más reaccionario de España y al que de manera inconsciente han hecho el juego ciertos separatistas a ultranza, ha provocado a través de los años esta situación airada en que han caído la mayor parte de los españoles de todas las Españas, los cuales suelen adoptar por lo general actitudes que tienen más de pasionales que de otra cosa, es decir, sin correspondencia alguna con los antecedentes históricos y de otra clase que deben ser los que dicten en última instancia la posición que justamente corresponde adoptar.

La obra del malogrado Luis Carretero y Nieva, que lleva el explícito título de Las nacionalidades españolas, viene a llenar un vacío que se estaba haciendo sentir: el de ofrecer una exposición panorámica y completa del problema que nos ocupa. Su tesis es esta: «La nacionalidad no está en la anchura del cráneo, ni en la forma de la nariz o el color de los cabellos; no puede definirse por los límites geográficos de los Estados, ni tampoco tajantemente por las fronteras lingüísticas; es, en el fondo, una cuestión de sentimiento, que no brota espontáneamente y porque sí, sino que es resultado de un largo proceso histórico.» Por lo tanto, lo que debe contar, en fin de cuentas, es el derecho de cada pueblo a dirigirse por sí mismo y a desarrollar su cultura sin imposiciones extrañas, ni a pretexto de mandos ejercidos en el pasado, ni de poderes actuales, ni por coincidencias en la forma de la nariz o en el color de los ojos, ni por semejanzas en el tono habitual y en el sonido de las interjecciones.

Las nacionalidades españolas, es un libro denso, preñado de enseñanzas, digno de ser estudiado y meditado, que facilitará la comprensión de un problema delicado y grave, hasta ahora, repetimos, bastante generalmente ignorado.

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