PARA UNA CONTEMPLACIÓNDE CASTILLA
Nada más lejos: el ardor de un valle
encendido en sus oros, lentamente
ver cómo escapa el día y en sus horas
lleva escrita la noche, esa morada
furtiva que se incendia y nos elige
para ser parte de su voz, acaso
para vivir el último y rotundo
transcurrir de la tarde. No sabría
cómo mirar sin transformar mis ojos
dormidos en la luz. Algo me dice
en el oído más azul del mundo
un lenguaje de siglos que enmudece
y nos destruye en su dolor más hondo
cuando abrazamos en el mismo borde
de su existencia el tiempo. Todo calla
y palpita la piedra, y nace el viento
y asciende una vez más el campanario
lejano de una iglesia, y nos envuelve
la ensoñada quietud, el eco exacto
de una voz más lejana. ¿Quién escribe
las palabras sin más en esa eterna
plenitud de un instante? ¿Quién sostiene
tanto horizonte de infinito? Y sólo
me responde el clamor de este silencio,
la belleza y la paz, el tiempo todo
aquí parado frente a mí, total y nuevo como
el mirar de un último sesteo
de pájaros y sombras, el abismo
crepuscular milagro de esta muerte.
José María Muñoz Quirós
La única semilla
Col. Ínsulas extrañas
Ávila 2009
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