Para la tercera edición de este libro, cuya escritura me ha sido inspirada al final de los años setenta y cuya presentación he madurado hasta 1987, quiero añadir de manera más precisa lo que es mi convicción profunda, y que compruebo cada día el sentido premonitorio.
En la actualidad, en julio de 1993, constato que no tengo nada que cambiar, a los pronosticos del texto original. Las derivas anunciadas se han amplificado y vuelven más evidente esta necesidad: volver a ser campesinos, si queremos evitar el Apocalipsis alimentario.
El futuro de la tierra, y por consiguiente el porvenir del mundo vivo, dependen de la capacidad de los ecosistemas para producir, manera duradera, los flujos de energía necesarios la alimentación de las especies, de 1o infinitamente pequeño al más grande de los mamíferos. La primera necesidad es la nutrición, de la que el agua potable es un elemento mayor. La calidad de la comida y la calidad del agua deben responder a las exigencias fisiológicas y biológicas de los seres vivos. Ellas dependen de nuestras aptitudes para preservar los recursos, en primer lugar de nuestros métodos de producción agrícola. Ahora bien no sabemos más que muy pocas cosas del medio en el cual vivimos y de sus interacciones. En lengua sabia se llama eso <> Nosotros no conocemos casi nada de las relaciones de la planta con suelo. Conocemos menos aún las relaciones de las plantas entre ellas. Solo tenemos algunos conceptos insignificantes sobre la sociología de los insectos, sus relaciones con las plantas y con los pájaros. Comenzamos solamente e enfocar el concepto de equilibrio de los agro-sistemas y las relaciones de causa efecto entre las calidades de un suelo y salud de los seres que lleva. En esta interdependencia, ¿es el suelo el que hace la planta o la planta la que hace el suelo, o quizá los dos la vez? ¿Es que una planta empuja bien porque no está enferma... o es que no está enferma porque empuja bien ? (3)En otros términos, ¿es necesario rodearla permanentemente con un arsenal medicamentoso con carácter preventivo? ¿O es necesario más bien aumentar su resistencia natural por un equilibrio alimenticio conforme sus necesidades? Tantas cuestiones que requieren otro enfoque, otra manera de administrar tierra, otra agricultura.
La agricultura es la más importante de las actividades del hombre sobre la tierra, incluso si la confusión intelectual de nuestro tiempo conducido a esta, por ignorancia o por codicia, arruinar esta base esencial de su existencia. Toda vida sobre tierra se basa en la planta verde (4), que es de 1a energía solar condensada. Pero en realidad la planta verde tiene también otras funciones vitales que 1a alimentación de las otras especies. Juega de un papel entre las sustancias minerales groseras de la tierra y los mecanismos sutiles de la atmósfera. Liberación de oxigeno, fijación y almacenamiento del carbono libre (CO2), reglamento hídrico del entorno por evapotranspiración, proteosíntesis, fijación del nitrógeno atmosférico, formación del humus, verdadera piel viva del suelo... La planta verde juega un papel purificador en el ciclo del agua y en la calidad del aire que respiramos. Participa en la regulación del clima: higrometría, régimen de vientos, erosión, desertización.
En efecto, se observa desde hace treinta años: todos los esfuerzos tendieron disociar las plantas cultivadas de la naturaleza, hasta el paroxismo del cultivo hidropónico o " cultivo sin tierra"
Todas estas divergencias traducen perfectamente el mal de nuestra sociedad moderna, librada a la economía mercantil, completamente dominada por la especulación donde el único valor contabilizable es el dinero. El dinero considerado por la moral burguesa como elemento esencial de respetabilidad, cualquiera que sea la manera de ganarlo. A esta perversión se añade la confusión intelectual resultante de los conceptos de la ciencia analítica que solo conoce lo que es mensurable y disociable respecto a estos instrumentos. Eso nos da una especialización exceso y la disociación de producciones antes complementarias, como la agricultura y 1a ganadería, los cereales y las leguminosas, las producciones de víveres y el equilibran demográfico de los territorios...
La llegada del tractor sonó el tañido del equilibra agro-silvo-pastoral, conduciendo al matadero contingentes de millones de caballos a partir de la Segunda Guerra Mundial. La desaparición de estos animales liberó de un único golpe 38% de las superficies cultivadas, más de un tercio del territorio, antes consagrado la producción de energía para la tracción animal (heno, avena, paja)... " Es como si, explica Jean-Pierre Berlan (5), se hubiera de un solo golpe descubierto un continente entero en la segunda mitad del siglo XX, explotable inmediatamente..."
En los Estados Unidos (nuestro modelo ideal), se buscó rentabilizar estas superficies disponibles estableciendo un nuevo cultivo que no entraba en competencia con las producciones tradicionales de cereales (trigo, maíz). Fue la llegada de la soja, planta resultante del continente asiático que tomó un desarrollo considerable, al punto convertirse en indispensable allí donde algunos años ella era aún desconocida.
El éxito de la soja no es el fruto de la casualidad. Esta planta rica en aceite es una leguminosa que se integra perfectamente en las rotaciones de cultivos, sin perturbar las cosechas, puesto que los períodos de madurez son diferentes, y sobre todo sin competir con el mercado de los cereales, puesto que la vocación de la soja era en primer lugar producir materias grasas vegetales alimentarias. La naturaleza de los métodos de extracción necesarios su utilización hizo una planta privilegiada de la industria, su paso obligado por tecnologías costosas hizo un instrumento de soberanía del sector industrial. Lo que aumentó su poder y permitió el desarrollo de verdaderos imperios. Muy rápidamente, la presión de estos grupos de presión ante el Congreso y el Gobierno de Washington entrama una serie de decretos, de medidas de desgravación, que privilegiaron la utilización de las materias grasas de origen vegetal en detrimento de los materias grasas animales tradicionales, leche, mantequilla, crema...
Pequeña anécdota: una información ampliamente recogida por la prensa mundial especializada, bajo la tutela de los industriales del aceite, fue el <> de un investigador soviético que denunciaba la responsabilidad de la mantequilla y la leche en la formación del colesterol. Hoy sus afirmaciones se baten en retirada por los científicos independientes de los grupos de presión aceiteros, que aconsejan al contrario consumir razonablemente mantequilla para favorecer el buen colesterol, pero la publicidad funcionó a manera de un lavado de cerebro para varias generaciones.
A este nivel de 1a historia de la agricultura moderna, el lector va a comenzar comprender 1a amplitud de las metamorfosis de nuestro sistema alimentario y la increíble dependencia y vulnerabilidad de la cual es objeto. Ante esta competencia insoportable de los potentes fabricantes de margarinas, mantequillas vegetales y otros sustitutos de la verdadera mantequilla, la verdadera leche y el verdadero queso, el último eslabón de independencia y autonomía se pasó de rosca. Los rebaños lecheros de rumiantes pastando y valorizando aún las fibras de los prados desaparecieron, encadenando la desaparición de la fertilización natural de los suelos y la reconversión de los prados en tierras desnudas libradas a la intensificación y a 1a erosión. Como se puede comprender, los campesinos no dudaron demasiado en abandonar las ganaderías que quedaron poco rentables y extremadamente vinculantes para sustituirlos por monocultivos estacionarios, que tienen la ventaja de no ocuparlos sino tres meses en al año. En Francia, antes de la crisis, se ironizaba sobre el ciclo de las <>
La ruptura total del ciclo natural y la división de las producciones como tantas funciones extrañas las unas a las otras no dejaron de desarrollarse desde esta revolución silenciosa de la colonización de la agricultura por la industria.
Fue necesario comprar a1 exterior el carburante para abastecer las máquinas, esto fue la primera etapa del sometimiento de la agricultura. Fue necesario comprar simultáneamente los abonos industriales para sustituir al abono de los animales ausentes, fue la segunda etapa de esta dependencia... el otros se encadenaron en consecuencia. Estas modificaciones de las prácticas culturales acarrearon un debilitamiento de los sistemas, con la aparición de mayores parasitismos que, su vuelta, necesitaron el uso sistemático de un arsenal de pesticidas cada vez más sofisticados. Y, hoy, la apropiación de las semillas de la tierra, patrimonio público transformado en bien privado por un puñado de multinacionales, completa la obra de dominación adoptada desde la llegada de la agricultura industrial.
(3) F.Chaboussou. Santé des cultures, Éditions Flammarion, Paris.
(4) J.-M Gatheron. Servitude et grandeur paysanne, Éditions Jeheber, Genève, Paris
(5). Ingeniero, encargado de investigaciones la sección socioeconómica de 1' INRA.
PHILIPPE DESBROSSES,NOUS REDEVIENDRONS PAYSANS,Editions du Rocher 1993
ISBN 2-268-01569-6
Pp 219-222
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