miércoles, noviembre 14, 2007

NACION DE NACIONES: LA CLAVE

JULIAN BALLESTERO

José Luis Rodríguez Zapatero reconoció hace unos días la paternidad de un olvidado intelectual segoviano sobre esa polémica visión de España como «nación de naciones». El presidente del Gobierno declaró su simpatía por Anselmo Carretero, el republicano muerto en el exilio mexicano en 2002, tras dedicar buena parte de sus 94 años de vida a estudiar las nacionalidades históricas en España. Carretero vivió durante algunos años de su niñez en León, la ciudad natal del presidente, aunque creció como socialista en Madrid. Quizás no era tan amigo de su padre, Juan Rodríguez, como el propio Zapatero quiso dar a entender, pero sí pudo conocerle en las contadas ocasiones en que confortó a dirigentes del PSOE cuando las sombras se cernían sobre el partido. En los últimos meses la figura del autor de Los pueblos de España (1980) ha sido rescatada de las cenizas de la historia por Pascual Maragall.Al presidente de la Generalitat le ha venido de perillas que un paisano de Rodríguez Zapatero patentara en 1956 el discutido concepto de «nación de naciones». La autoridad del casi leonés Carretero ha supuesto un argumento añadido de cercanía y cariño para endulzar el amargo caramelo que Maragall ha colocado en la boca de Zapatero en forma de Estatuto catalán. Sin embargo, las teorías del republicano y federalista afincado en México nunca gozaron de popularidad entre los prohombres del pensamiento progresista en España. Ni su concepción de León separado de una vasta Castilla, tomando la historia como única norma para la definición de los pueblos, ni sus dos visiones de España, primero como «comunidad de pueblos» y después como «nación de naciones», se impusieron lejos de las fronteras mexicanas. El intelectual desterrado seguía la estela ideológica de su padre Luis Carretero Nieva, muerto en 1950 y autor de La cuestión regional de Castilla la Vieja (El regionalismo castellano) en 1917. Sobre esos cimientos forjó Anselmo Carretero la propuesta federalista recogida en ensayos como Las nacionalidades españolas o El antiguo Reino de León.
Quienes le conocieron le consideraban un hombre humilde y reservado, pero a la vez una de las voces poderosas del destierro. Nació en Segovia, creció en León, donde trabajaba su padre, pero vivió sus años universitarios en la Residencia de Estudiantes de Madrid, y allí terminó Ingeniería Industrial. Durante la Guerra Civil trabajó en la Oficina de Claves del Ministerio del Estado y en el Departamento de Información Diplomática. Al final de la contienda pasó a Francia y desde allí se embarcó hacia México. Impartió clases de Física y dirigió una explotación agrícola en la selva mexicana. Desde ese aislamiento geográfico comenzó a escribir sobre una Castilla donde cabían Avila, Burgos, Cuenca, Guadalajara, Logroño, Madrid, Santander, Segovia, Soria y algunas comarcas de Valencia y Palencia, y a desarrollar su original concepto de una España federalista, recogido en artículos en la revista Las Españas.Esa visión de la gran Castilla sin Valladolid fue duramente atacada por historiadores, economistas y geógrafos como Sánchez Albornoz, Julio Valdeón, Jesús Crespo o Angel García Sanz. La intelectualidad democrática tachó sus planteamientos de «historicistas» y pasaron al arcón del olvido. Sólo los socialistas catalanes le han tenido siempre en mente. Durante años le visitaron en el exilio y se acercaron después a verle a Madrid cuando pudo regresar a España. Josep Borrell, siendo candidato a la presidencia del PSOE, se entrevistó con él en marzo de 1999. Pero sus teorías políticas permanecían arrumbadas en el trastero del partido hasta que Maragall y Zapatero han visto en la España de Carretero el clavo ardiendo del que colgar el Estatuto.

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