martes, mayo 29, 2007

Miscelanea abulensica 5. Psicomaquia. RES

Psicomaquia


La idea prometeica del conocimiento se pretende a su vez fuente de poder y de seguridad psíquica; no hay más que ver como el intelectual moderno pretende con fruición verdaderamente luciferina una acumulación de saberes, libros raros, bibliografías exclusivas, revistas de circulación restringida y otras mercancías que colecciona con verdadera pulsión anal. No contentos con las exterioridades ordinarias más o menos verificables se intenta a veces bucear al fondo de los repliegues escondidos del alma con el ánimo ilusorio de pretender una apropiación de las claves a que responde el ser humano. Esto da lugar a un intento de ilustración en el mundo inestable e inasible de la psique donde las nociones pretendidamente racionales se convierten por causas de fuerza mayor en nociones ficticias y análisis estructurales deslizantes y engañosos, que curiosamente no evitan que vivamos en un mundo con neurosis y psicosis en aumento imparable y cosas aún más graves, que poco tienen que ver con la seguridad psíquica.

Así recordamos como en los comienzas de la actual andadura autonómica se intentaron unas caracterizaciones apresuradas de Castilla y lo castellano que fundamentalmente eran un reflejo pasivo de unas supuestas caracterizaciones étnicas y nacionales bastante más perfiladas, surgidas en la periferia peninsular. Era la hora urgente del reparto del poder, la hora del asesinato del padre, condición indispensable de la liberación de los hijos castrados por su poder ancestral y tiránico, la hora de la liberación, que no de la libertad.

Desconociendo probablemente la noción del verdadero fondo humano, que por otro nombre podría denominarse “el hombre interior” a la manera del maestro Eckhardt y la mística renana, una psicología de pacotilla anunciaba que tenía la clave del comportamiento interior del hombre castellano, una constante por así decir, que era fundamento además de unas reivindicaciones territoriales extensas pero ciertamente dudosas para cualquier mediano conocedor de la historia castellana.

Traemos a colación un texto catequístico pedestre de unos de los animadores del pancastellanismo, guías y mentores lamentables de nacionalistas posteriores, con pretensiones de profundidad psicológica.

“Castilla es, igualmente, un HECHO POPULAR, antropológica­mente comprobable.

Existe no sólo una lengua y una cultura de Castilla, sino también un carácter propio, una psicología específica, un temperamento popu­lar, una idiosincrasia diferente, una forma de analizar, interpretar y valorar la realidad..., existe un PUEBLO, en definitiva, que posee todas estas notas características que lo definen y singularizan en el campo de la etnología, entre otras colectividades humanas.

De este modo, ya nos es posible determinar con mayor exacti­tud lo castellano; si lo lingüístico-cultural dejaba áreas indecisas (con tener la importancia primordial y especialísima que todos debe­mos conceder a este aspecto), lo temperamental, lo psicológico, lo popular..., nos sitúa y realza a Castilla ante zonas como Andalucía, Murcia, Extremadura, Canarias, etc., (o como pueblos de otros con­tinentes) que, compartiendo nuestra lengua y participando de esta nuestra primera característica, no son Castilla en un sentido riguro­so de Pueblo.

Cultura y Carácter o Temperamento son los dos pilares básicos en la arraigada definición de lo castellano primigenio, sin perjuicio de que existan en torno a este circulo inicial, otros círculos concéntri­cos, que participan también de la identidad primera de Castilla, si bien no ya de un modo tan homogéneo.

Ciertamente, tierras son todas ellas que, cuando menos, com­parten con las castellanas algunas cosas, empezando por su lengua y en muchas ocasiones no poca de su sangre, pero que no son Castilla rigurosamente hablando.

Tarea de ésta y de sucesivas generaciones es encontrar la vía de engarce del núcleo más íntimo de la castellanidad, del Pueblo mis­mo de Castilla, culturalmente homogéneo, pero además etnológicamente idéntico”.

(Angeles Morueco y Juan Pablo Mañueco. Diez castellanos y Castilla. Editorial Riodelaire. Madrid 1982, p. 9)

Sorprende a primera vista un analfabetismo psicológico abismal que confunde las nociones de temperamento y carácter, no menos que la ignorante y zafia pretensión de que esto sea el pilar básico de lo castellano primigenio. Nada claro se explicita de esta supuesta psicología uniforme, etnología idéntica y cultura homogénea, extendida por los cuatro puntos cardinales de una Castilla más bien delirante y cuartelesca, lo que o bien hace referencia a un saber arcano y esotérico solo al alcance de unos cuantos iniciados o sencillamente es el producto de unos tópicos fantasiosos, infantiloides y aptos solo para un turismo de masas de la más baja calidad, o para un nacionalista a la moderna. Sin más aclaración se expone la tesis desbarrante y fantasmal y a continuación se concluye: “como queríamos demostar”. Así que “ queda antropológicamente comprobado”.

El libro citado contiene unas entrevistas planteadas de manera dispersa y poco sistemática a cuatro leoneses y cuatro castellanos, partiendo de la absurda mayor de que los leoneses son castellanos claro está, y en que la única sensatez psicológica se encuentre en una apostilla de Amando de Miguel.

Lo del «temperamento» y no digamos la «idiosincrasia» singular son sólo piadosas leyendas. Lo del «castellano austero», como broma, puede pasar. La frase ya hecha de «las señas de identidad diferenciales» está bien para discursos electore­ros y justas poéticas locales.

(Op. Cit. P.162)

A manera de curiosidad quisiéramos reunir aquí una antología o florilegio de caracterizaciones de la apariencia psíquica del castellano que cuando menos nos pueden sumergir en ciertas perplejidades. No estaría mal comenzar por un poeta que vio truncada demasiado pronto su vida, y que lejanamente nos recuerda a Rubén Darío, pero sin la magia de su rima ática y armoniosa.

Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría y
castellanos de alma,
labrados como la tierra y
airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras y
forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.

(Vientos del pueblo me llevan. Miguel Hernández).

Distinguía Miguel castellanos de leoneses, lo que para los tiempos que corren no está mal. La caracterización de los castellanos es la más etérea, inasible y vagamente universal que pueda concebirse; lo mismo podría haber escrito: castellanos bípedos racionales que respiran y sudan, o castellanos fábricas ambulantes de caca y pis. Total que nos quedamos “in albis”. Además convence bastante poco las caracterizaciones de los otros pueblos peninsulares; ¿ quien no ha conocido asturianos encogidos, catalanes bohemios y veletas, gallegos nerviosos e histéricos, andaluces saboríos, murcianos de pachorra, valencianos melancólicos, vascos blandengues y comodones, leoneses y navarros urbanitas de garaje y efluvios gasolineros ?. Lo dicho,¡ a otro perro con ese hueso!.


Algunas otras joyas literarias de penetración psicológica: la primera es de un catalán de Reus, hombre bohemio de talante liberal y epicúreo, en su momento considerado afín a la gauche divine barcelonesa de los años 60 y 70

" España es como un sombrero, con una meseta elevada en el centro, y el ala que la rodea al nivel del mar. La Meseta es pobre y de clima duro, continental. Los hombres que viven y han vivido en ella se han acostumbrado a las duras condiciones de existencia, desarrollando un espíritu independiente, así como un sentido integrador de toda la Península. Por el contrario, los bordes son ricos y de climas benéficos. Sus gentes tienden a la dispersión, a los contactos con el exterior, y su espíritu es comunicativo y viajero. La periferia es materialista y centrífuga; la Meseta, espiritualista y cohesionadora. La historia de España, en sus líneas generales, muestra este juego entre el casquete que sostiene y el ala imaginativa
que quiere volar.”


José María Carandell.

El texto evidentemente no tiene desperdicio, para empezar ni siquiera menciona Castilla, obviamente subsumida en el vago concepto de Meseta de imprecisos límites, por otra parte muy de acuerdo con el moderno concepto de Castilla que no es otro que el expresado por este periodista de ocasión. Por lo demás y a pesar de que la ideología del autor no es sospechosa de moralismo bienpensante y piadoso, no deja de coincidir casi al cien por cien con los tópicos del pasado régimen franquista. Asoma el viejo lugar común del mesetario como sustento de la unidad nacional, afín a las ideas de Ortega y Gasset y Onésimo Redondo y algunas cosas un poco más confusas como la de espiritualista. No se sabe muy bien lo que quiere decir este calificativo; acaso que el mesetario invoca a los espíritus, en el estilo espiritista de Allen Kardec, o como las brujas populares de Cernégula o Barahona, o bien como las hermanitas de Mcbeth.

Lo de muy acostumbrado a las duras condiciones de existencia, usted me dirá: “a la fuerza ahorcan”. Claro que a lo mejor lo que quiere decir es que todo mesetario es un asceta en potencia dispuesto a emular los extremos de penitencia y piedad de los antiguos eremitas de los desiertos egipcios como San Pablo de la Tebaida o San Antonio el Grande. Pero todo eso son apariencias engañosas, hay mucho camaleón vestido de lagarterana; en cuanto se ha llegado a un cierto nivel de renta han aparecido mesetarios pantagrueles, petronios, sibaritas y epicúreos.

Finalmente lo de independiente, es cuanto menos dudoso; el pueblo que gritaba “vivan las cadenas” en la época ominosa de Fernando VII era justamente el mesetario; sin duda los genes rebeldes de las rebeliones comuneras del XVI llegaron a perder todas sus virtualidades. Las movidas revolucionarias anarquistas de los siglos XIX y XX estuvieron mucho más afincadas en las costas mediterráneas que no en la Meseta y también los movimientos independentistas y secesionistas. Tal vez se halla confundido lo de independiente con lo insolidario que eso si abunda en la meseta y mucho.

Otra joya de la fisiognómica anímica castellana es la siguiente:

"El verdadero castellano es indomable, no le reduce ni el frío ni el calor ni el hambre ni la tortura, ni la paz ni la guerra, es altivo y libre bajo una apariencia humilde y sencilla; y desde remotas épocas, mientras otros pueblos y razas de la historia vivían en la servidumbre, él sólo impera por la generosidad y el heroismo.

Antes morir que entregarse. Fue aventurero e independiente, con orgullo y dignidad de su pobreza llega a mendigante, pero no a esclavo.

En cambio se rindió siempre al que le llamó amigo."

Luis Pérez Rubín "Flor de la vida"

No puede uno menos que quedarse perplejo ante tal avalancha de epítetos y ditirambos, claro que tratándose de “el verdadero castellano” cualquier cosa es posible; para empezar parece que nadie sabe lo que es un verdadero castellano; el castellano menos verdadero usa, si puede, calefacción cuando tiene frío; aire acondicionado cuando tiene calor; echa mano de alguna cosa de la nevera cuando tiene hambre; no frecuenta las torturas a menos que sea de la variante sadomasoquista; sale a protestar cuando se declara una guerra, y si no la paz le gusta por lo menos que le dejen en paz. Rendiciones ha padecido muchas pero justamente a los amigos les ha dado algún sablazo que otro cuando la necesidad apretaba. Ha padecido domas y servidumbres sin par en la Europa occidental: inquisición, absolutismos, despotismos, y franquismos sin cuento; despojado de fueros, de autonomías, de privilegios, de libertades hasta llegar a una condición poco menos que la de mujik del antiguo imperio zarista. No sería justo olvidar que en ocasiones ha levantado la cabeza contra esta situación, pero con el resultado desafortunado de que se la han rebanado, lo han chamuscado en la hoguera , lo han fusilado contra un paredón o lo han metido en una mazmorra. El castellano de mentirijillas, o sea el real, las ha pasado bastante canutas, las virtualidades gloriosas quedaron para el verdadero castellano, género de ficción que algunos cultivan con veneración idolátrica.

¿Altivez y orgullo? ¿ Por que extraña sinrazón fueron castellanos José Gutierrez Solana, Enrique Jardiel Poncela, Chumy Chumez , Gila, Coll o Serafín el de las marquesonas de tintorro y muslamen?.

Para traer un contrapunto a tanta falacia Antonio Machado nos dejó unas impresiones de sus correrías sorianas:

“Abunda le hombre malo del campo y de la aldea
capaz de insanos vicios y crímenes bestiales”

Si hubiera que hacer caso de las primeras descripciones no sería fácil aceptar que este texto machadiano tenga nada que ver con castellanos; a lo mejor se trata de extraterrestres, de habitantes del planeta Ufo, o de domingueros marcianos de picnic por los páramos sorianos.

Así pues al intentar caracterizar psíquicamente a los castellanos resulta que parecen lo que no son, son verdaderos cuando son de mentirijillas, y falsos y esperpénticos cuando son verdaderos. Cada intento de captar un rayo anímico aparece reflejado y refractado de manera insólita y esperpéntica donde menos se espera, creando imágenes estrambóticas y fantasmales en un tablado onírico. La psique no es otra cosa, la mayor parte de las veces, que un espejo mágico que se burla del que se contempla en él. Los soplos anímicos como se dice en el lenguaje vedántico, y también fuegos, facultades, tormentas, las pulsiones instintivas que dirían los freudianos, conforman un reino del revés o invertido, el reino del engaño, el imperio ilusorio de Satán, cuyo significado en hebreo no hace referencia a ningún ser particular sino al sentido de enemigo. El hombre moderno encerrado en la esfera privada y aislada de su psique es súbdito nato de este reino, en la mayoría de los casos sin saberlo, en el que figuran como derechos primigenios liberaciones varias que cubren un amplio espectro satisfacciones egóicas materiales y psíquicas, o sucedáneos de tales, que van desde la acumulación de riquezas y poderes hasta cualquier tipo de satisfacción instintual y libidinosa así sea perversa y polimorfa en grado supino. De contenido semántico deslizante, la libertad en sentido moderno apenas rebasa el contenido oscuro de unas liberaciones confusas, a veces presentadas como ejecutoria intachable de la mucha libertad del mundo moderno .

El Soplo fuente de la que surge cualquiera de los soplos anímicos, tiene una correspondencia simbólica con el Sol como fuente de vida y energía del sistema solar, y los soplos particulares tienen su correspondencia con los planetas a los que gobierna y que giran a su alrededor, en órbitas celestes determinadas pero siempre en distintas posiciones y con influencias siempre cambiantes. Los soplos, las puertas de los sentidos que los admiten y los planetas forman todo entramado simbólico y cósmico con un sorprendente homomorfismo en las diferentes tradiciones; quizá más clara la correspondencia de planetas con la puertas de los sentidos, con los elementos y con las emociones positivas y negativas en el caso de la cosmología taoista:

Mercurio el mensajero de los dioses . Oídos. Elemento agua. Dulzura o miedo.

Venus diosa del amor. Nariz. Elemento metal. Ánimo o tristeza

Marte dios de la guerra. Lengua. Elemento Fuego. Amor u odio

Júpiter o Zeus tonante. Ojos. Elemento madera .Generosidad o ira

Saturno hijo de Cronos y devorador de sus hijos. Elemento tierra. Boca y labios . Justicia o ansiedad.

El acento de las emociones positivas o negativas varía un poco según las diferentes tradiciones. Así los círculos del infierno de Dante son mucho más detallados que las esferas planetarias del paraíso, y no resulta sencilla la correspondencia entre círculos infernales y esferas planetarias, tanto menos cuanto introduce la clasificación expuesta por Aristóteles en su Ética.

¿ Acaso han escapado a tu recuerdo
las frases con que tu Ética se toca
la tríada a la que Dios riega su acuerdo:
la incontinencia, la malicia y la loca
bestialidad ?

(Dante. La Divina Comedia. Infierno XI v. 80)

Según esa correspondencia cósmica cada planeta ejerce una influencia sobre el hombre mediante un daimon o regente de los destinos, que el ámbito occidental coincide con los nombres del panteón greco-romano o germánico. La denominación de demonio ha restringido en el ámbito cristiano su significado originario a una interpretación puramente, peyorativa, negativa y maniquea en buena parte originada por los primeros apologetas cristianos que consideraron demonios a los dioses paganos. El daimon puede ser obediente o desobediente según obedezca o no las órdenes del conductor del carro.

El transcurso de los tiempos y la pérdida de transparencia metafísica del hombre occidental ha llevado a considerar al destino como un fatum inexorable que todo lo empuja, un decreto arbitrario de tirano. El moderno paganismo lo venera en sus distintas versiones de determinación económica, evolución biológica-genética, oscuros encadenamientos inconscientes e imperativos de una voluntad de poder sin freno. Nada peor entendido hoy día que el libre albedrío, que o bien se supone como el valor en la antigua mili, o bien se lo cree producto de una evolución más bien fantaseada y nunca rigurosamente demostrada.

Cuesta entender que el destino no se nos impone sino que lo creamos mediante causas y condiciones enlazadas; es un legado a repartir, una herencia con fundamentos causales (karma); el destino no es una imposición sino la ley de nuestra propia naturaleza . El símbolo platónico y oriental del triple de conductor , carro y caballos, ayuda a clarificar eventos: es muy distinto un carro conducido por un conductor delirante y sin reflejos tirado por caballos desbocados que otro llevado por un conductor aleta con caballos bien domados y mandados, solo de este último se puede decir que tiene libre albedrío, del primero tan solo que sigue la órbita del desastre aunque se adorne con epítetos liberacionistas. La voluntad tiene siempre una inexcusable responsabilidad de elegir entre lo que debe y lo que no debe hacer, inútil argüir determinaciones económicas infraestructurales, fatalismos genéticos evolutivos o procesos inconscientes neuróticos o arquetípicos, todos ellos modernas negaciones de la libertad y el libre albedrío en un mundo que se autotitula libre; es bien distinto dejar que nos atrape el destino que saber contemplarlo desde el origen providencial divino que lo dirige. En medio del huracán desatado es el ojo del huracán el que no se mueve; es mediante la voluntad como puede liberase uno del atropello del destino unificado con la providencia sin origen .

Así pues se tiene la alternativa de elegir una voluntad libre o una voluntad egoísta; la primera permitirá ser tanto más libre del destino cuanto más cerca esté del eje y centro de la providencia divina, la segunda es apta para hacer del hombre un sujeto pasivo de las pasiones; cada caballo, cada daimón dejado a su aire se convierte en ángel caído, en el dragón interior que amenaza con devorar. Reto, antagonismo , lucha- psicomaquia- entre esfuerzos virtuosos y vicios acechantes para conseguir el raro galardón de la libertad. Confundida hoy día la libertad con la satisfacción material, se cree que una suficiente renta monetaria, unas garantías legales y procedimentales de atenuación de las coerciones externas más o menos eficaces, o el diván del psicoanalista - ese factor de conformidad con la regresión-, configuran una libertad como nunca gozó jamás el hombre en la historia. Como de tantos otros términos -paz, justicia, autoridad, ser, belleza, beatitud - también desconoce el hombre moderno el significado profundo de libertad, confundiéndolo con una mera ausencia de coerciones externas, sentido negativo que ni lejos atisba el sentido de su plenitud; pero con pragmatismo cínico siempre se puede argüir: ¿ cuando tuvo el hombre tantos medios para satisfacer caprichos, antojos, apetencias, ramalazos, tentaciones, adiciones, apegos, perezas, vanidades, vicios privados y públicos, pasiones bajas y altas? ; ya se sabe que al hombre moderno o incluso al castellano viejo no le vaya usted con filosofías ni sublimaciones; al pan pan y al vino vino, que me quiten lo bailado, a vivir que son dos días y en cien años todos calvos como dice la jota de Sotosalbos.

La volunta es libre en la medida en que obedezca a la razón no cuando hacemos ‘ lo que nos gusta’ “
(Santo Tomás de aquina . Suma Theologica I.26.1)

“ Donde está el espíritu del Señor está la libertad”
(2 Corintios 3,17)

“ Todo lo que se aparte de esa Vida simple y que todo lo incluye es una vida oscura, mezquina , turbia y pobre”
( Plotino Eneadas VI 7.15)

“ ¿ Por qué pues se aventuran los hombres miserables a vanagloriarse de su ‘libre albedrío’ antes de ser libres?”
(San Agustín. De spiritu et litera 52)

Progresivamente perdida la noción de providencia, base de la ordenación en la sociedad tradicional, se vino a dar por una parte un una razón rígida y por otra parte en la emoción anímica como fundamento del orden social, que en otro aspecto son la base del poder material y de la preservación del sufrimiento; al final ambos con características de fatum o de destino en sentido moderno precisamente coincidente con el del mundo clásico decadente: las leyes conocidas de la materia fueron en sus comienzos rígidas como el mármol y luego inestables y meramente azarosas y probabilistas y desde luego la preservación del sufrimiento no previene de la muerte; es decir finalmente el homo faber moderno a pesar su conocimiento y actividad pragmática pletórica de detalles está sometido a un destino fatal del que es imposible salir con una doble característica de inexorabilidad y capricho que lo hace doblemente temible y fascinante, y su producción más característica : la máquina, confirma ese entorno de lo fatal. Inútil al final la experiencia secular cristiana, cuya vocación última no fue ni el sustento de un orden social humano, ni una pura extensión doctrinal externa, extremos ambos a los que en el transcurso de los siglos quedó reducido el cristianismo occidental.

Liquidado el orden tradicional retornó con fatalidad inevitable el viejo destino; en su forma social lo enunciaron de forma parecida dos personas tan distintas como Ortega y Gasset y José Antonio Primo de Rivera; aquello que los que estudiamos formación del espíritu nacional recordamos: “España es una unidad de destino en lo universal”; nada fácil de entender puesto que el destino acaece más allá de los silogismos de la razón, de las emociones y de las lágrimas. Liberal o fascista son cosas irrelevantes ante la condición fundamental de las mentalidades modernas: resurgimiento pagano del destino. Cualquier nacionalismo actual confirma la órbita necesaria y distinta que ha de recorrer su pueblo, evitando usar la palabra destino para no ser motejado con el horrible dicterio de fascista, adjetivo polisémico donde las haya, pero salvo el eslogan todo es lo mismo, la misma fascinación por el entramado demoníaco. Naturalmente que para ello es un inestimable auxiliar la bruma engañosa de un carácter singular que puede consistir en laboriosidad medierranea extraña a perezas mesetarias; características prerromanas ajenas a civilización del Lacio; saudades presuntamente céticas o estoicismo heroico, guerrero y conquistador presto al sacrificio. Todo ello con la ingenua meta de una liberación más de las muchas que propone el mundo moderno.

Ya nadie entiende en que consiste el dominio del destino, ni la trascendencia de la necesidad, a pesar de horóscopos, videntes, Yi Ching, Feng Shui y Tarot; curiosamente aquellos atrasados medievales, sin habeas corpus ni enmiendas constitucionales de garantía, entendían bastante del asunto cuando esculpían en tantas iglesias románicas – Vezelais, San Isidoro de León, Santiago de Compostela-, al Cristo Pantocrátor rompiendo el encadenamiento del zodíaco.

Y por retomar un poco el tema del principio, para ilustrar un poco acerca del desconcertante, titiritero y caleidoscopio del mundo psíquico , que desafía los clasificaciones beatas y filisteas, traemos a colación las interesantes apreciaciones de toda una vida de observación mundana de un lector del Diario de Ávila. El exiguo tiempo de una partida de cartas remueve vicios y virtudes de los contendientes, anhelos, gestos cómplices, señas falsas, faroles fanfarrones, caras de poker, exultaciones triunfantes, deseperaciones lacrimosas, acusaciones a la suerte traidora; toda un acervo de trucos y maneras para esa batalla psíquica o psicomaquia en miniatura que son los juegos de baraja, y todo ello en el reducido universo de la pequeña provincia abulica:

Cartas al director

"La amistad en el mus"


A don Luis Alvarez Rosa:

No hace mucho, querido Luis, nos deleitabas con sabios, a la vez que humanos y chispeantes, co­mentarios sobre las fiestas popu­lares de la Cofradía de Nuestra Señora. La Virgen de Las Vacas, publicados en este Diario; ahora nos recreas con tu "cuento-rela­to" sobre LA LEGITIMIDAD DEL MUS, recogido en las pági­nas de el "Diario de León".

Las hemerotecas y aficionados reconocerán tu valiosa aporta­ción porque, hasta donde llegan mis conocimientos, en el MUS superabundan "libros" y "manua­les" sobre normativa, estrategias y casuística pero se carece de tra­tados sobre conductas y compor­tamientos.

Confieso que como al protago­nista de tu "cuento" también a mí me atormentan el ánimo las si­mulaciones, los engaños, los fal­sos retrueques que, día tras día, comento en mis partidas de mus: "escopeta y perro" ofrezco, cuan­do en realidad son "dos reyes"; "jugada extraña, suelo decir, y luego es "la tonta"; a veces practi­co corridas inocentes y otras la ju­oada de “El Chapi” . Gracias" Luis, porque me descubres que todas ellas son armas legítimas, son "pcccata minuta" que no lle­gan a constituir conducta punible.

No obstante, muchas veces, me pregunto qué influencia, como la tuvo en tu personaje, puede tener en mi proyección so­cial un grupo avieso, de cabezas calvas, que se mueven por la astu­cia, la violencia, el agazapamien­to, el deseo de matar (la jugada), dónde se valora más la mentira que la verdad, dónde el engaño es un triunfo y el lenguaje desafiante e hiriente. En el que la resigna­ción de perder y el reconocimien­to del error es una gracia que po­cos alcanzan y el condolor y el compadecer se desconocen.

En un estudio-ensayo sobre los genes de estas inclinaciones descubrí que tienen no pocas . concomitancias, con el lugar de origen y crianza del sujeto (hablo, claro es, de los integrantes de nuestras partidas):

-Los oriundos del Valle Am­blés, del Corneja, del Tormes y allende el Macizo de Gredos, (leasé Guisando y otras hermosas villas) usan el juego del "gazapo", del "pase a la espera", "a las que nos dejan", juegan a lo pobre, pero siempre al acecho para aba­lanzarse sobre el farolero. Son llorones de gota contagiosa: De Badajoz llegó un impertérrito conquistador y ahora llora como un niño.

-Los nacidos en las tierras lla­nas son "astutos", tratan de equi­vocar, pierden tres para trincar cinco, farolean, corredores de ju­gada. Ligan menos que los agaza­pados pero su ligada es más opor­tuna: su llanto es seco, introverti­do, pero prolongado.

-Los que vieron la luz en la Capital, en las serranías y tierras de cantos están marcados por la dureza, la violencia, se las juegan todas sin venir a cuento, usan, in­distintamente, el "órdago" para la "chica" y para la `grande", son carne de cañón para los anterio­res. Tardan, mas cuando rompen a llorar su torrente es incontrola­ble.

Estas cosas te las cuento a tí, musista respetuoso y honesto, para que te atrincheres y tomes tus puntos de mira.

Aparte estas frívolas alucina­ciones, producto únicamente de mi desviada imaginación, lo cier­to es que el mundillo del MUS y sus circunstancias es algo vivo y apasionante, a modo de comedia de "enredo" en la que, en su pues­ta en escena, los actores inter­cambian disfraces y papeles que en nada se parecen, como tu bien dices, a los que toca representar en la vida ordinaria.

Por ello renuncio a "lanzar el último órdago", a retirarme a ha­cer solitarios como tu desespe­ranzado jugador y quiero seguir compartiendo el mus, cultivando su rico y atractivo ritual: basta un guiño de complicidad, un suave e insinuante abrir de ojos, una con­trolada articulación del morro o el pronunciamiento de la puntita de la lengua para proceder a un ordenado y ceremonioso diálogo de PASES y ENVITES cuyos for­mularios y formalidades inician y progresivamente consolidan las más gratificantes relaciones hu­manas, favorecen la mutua ayuda, permiten cultivar virtudes y valores como la prudencia, la for­taleza, la audacia y el riesgo y abren puertas a la convivencia, el afecto personal y a la amistad.

Nuevamente enhorabuena por tu trabajo, felices Pascuas extensi­vas a los amigos musistas del Ca­sino y un fuerte abrazo.

Lucas Jiménez

(El Diario de Ávila Viernes 24 de diciembre de 1993).



Con otra perspectiva menos lúdica se podría atestiguar por ejemplo acerca de ciertas diferencias temperamentales entre morañegos y ribereños del Tietar, muy notorias antes de la progresiva uniformización de estilos de vida: acento, pequeña propiedad en unos, abundancia de braceros proletarizados en los otros; mayor conformidad a la institución y jerarquía religiosa en unos que en otros. Acaso no fue del todo casual que norte y sur de la provincia estuvieran durante algún tiempo en bandos distintos en la última contienda civil .

Si solo en Ávila y provincia existe una pajarera tal de caracteres y temperamentos como nos describe Lucas Jiménez, no es preciso pronunciarse sobre la pretensión de analogías psicológicas esenciales desde El Bierzo a la Sierra de Alcaraz, desde las Merindades a los Campos de Montiel y desde el Valle del Pas a los Campos Charros que algunos como los citados al principio, poco viajeros o pésimos psicólogos, pretenden nada menos que piedra fundamental de una Castilla Una, Grande y Libre. Santa Lucía les conserve la vista.

A veces se suscitan comparaciones sobre la supuesta dotación genético-psicológica de los individuos o de los pueblos ; comparaciones ociosas para un nacionalista que se precie, en el sentido de que no hay nada comparable a su amado y en la mayor parte de los casos fantaseado pueblo. ¿Alguna recomendación o guía de usuarios para el mundo caótico de la psique?, ¿ Las hay buenas, regulares o malas?

“ no puede haber mayor tristeza que la del hombre verdaderamente sabio que experimenta que él todavía es alguien.”
( La nube del no saber. Cap 44)

La palabra ‘yo’ no es adecuada para nadie sino para Dios en su mismidad”
( Maestro Eckhart. Ed Pfeiffer pag 261)

Una reflexión sobre estas sentencias es una buena disposición para leer finalmente un poema a manera de colofón :

¿EXISTIRÁ CASTILLA?

¿Existirá Castilla en la mañana?
Quien afirme que existe se equivoca.
Aquí no hay mar ni tierra ni una roca
que se oponga a esa luz con ansia vana.

de ser rnás que ella. Aquí, lo humilde mana
de esta tierra que, de ella ausente, invoca
con fe a la luz y en ella se trastoca
por no ser y, perdiéndose, se gana.

Se gana. Y ahí está: luz confundida
con luz. ¡Oh, suavidad casi sin vida
por hallar otra vida en fe lograda!

Dios unos suaves suaves nos ofrece.
Quietud-¿fin de matiz?-pero que mece
el alma. No hay Castilla. Es Dios y nada
.

Francisco Pino.

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