1. En la corriente y vulgar Castilla, que es nuestra madre, se vive frecuentemente, en el mundo de las ensoñaciones abstractas; así los naturales de su tierra no son muy conscientes de la tierra que son y tienden una marcada propensión a la abstracción, prefiriendo considerarse más bien de la lejana y abstracta España que no a la cercana y concreta Castilla. Siglos de adoctrinamiento han conseguido anteponer lo abstracto a lo concreto y personal, la estructura política frente a la realidad social. Ceremonia de ya secular duración que ha inmolado lo pequeño en el altar de la gran patria.
2. Repasando lo elemental de la vida política, es menester recordar que es el municipio la realidad política más inmediata del ciudadano, cuyo regimiento lejos de preservarse como preciosa herencia del pasado, se ha dejado en manos de lejanos parlamentos que deciden acerca de sus formas y a veces de sus contenidos. Sería interesante hacer una encuesta para ver cuantos municipios castellanos conservan y son conscientes de sus viejos fueros medievales.
3. Más allá del municipio la realidad política se ensanchaba en el reino de Castilla, lejos entonces de las afrancesadas comunas y provincias. Dicho reino fue una realidad soberana anterior a España, al margen de los lirismos sentimentales posteriores entre nostálgicos y falangistas de una España eterna. Reclamarse de Castilla no es por tanto un esnobismo imitador de nacionalismo periférico sino un volver a las raíces que abstractas estructuras políticas posteriores han hecho olvidar.
4. Si hubiera que hacer una gradación de lo abstracto a lo concreto esta sería: España, reino de Castilla, municipio. Más concreto aún es el ser humano pero su situación ya no es posible aprehenderla, pese a Platón, solo con categorías jerárquicas políticas, o por decirlo de otra manera el hombre tiene una dimensión abismal de anarquía no mensurable con nociones políticas. Algo de eso se sabía en la Castilla medieval que desconfiada de las leyes (Castilla país sin leyes) aplicaba avant lettre las justicia concreta de case law.
5. Otros reinos distintos, como es bien sabido, confluyeron en la gran patria, cuya distinción trató de reducirse desde la lejana cúspide de la autoridad a rala uniformidad, en no pequeña medida debido a la foránea influencia francesa, y aquí se incluye: religión, lengua, leyes, fisco y ordenancismos varios que no es cuestión pormenorizar aquí. Ese Juan particular que es el castellano poco o nada tuvo que ver en ese asunto, pero hoy carga con todos los sambenitos de tal horma.
6. Con la abstracta y uniforme patria común se trató de resolver la cuadratura del círculo, en otras palabras hacer una societas sin socii , puesto que estos en su singularidad, en su razón de ser quedaban anulados. Naturalmente el problema no se resolvió, tal como era previsible, pero aún intentaron en tiempos recientes nuevas soluciones abstractas, plasmadas en papiros constitucionales, gestados temerosamente en su día bajo la espada de Damocles, o mejor dicho de espadones y pistolones .
7. No se puede decir que el actual fervor constitucional haya realizado una depuración de: sectarismos, ensoñaciones, utopías y del tabú de la grandeza nacional como fin absoluto; muy por el contrario ha atizado en ocasiones esos diabólicos tizones. No se ha planteado la gran patria al servicio de los reinos, o mejor dicho de esos, a veces, estrafalarios bricolages políticos que se llaman Comunidades Autónomas; más bien lo viceversa ha sido la tónica.
8. El municipio y el viejo reino, de Castilla en este caso, deben ser consideradas como entidades políticas soberanas aunque limitadas, contradictio in adjectio que encierra la profunda verdad de que el reino fue anterior al gran estado, en concreto Castilla fue anterior a España, lo que quiere decir que todos los derechos debieran de ser los del reino, salvo los explícitamente pactados como atribución del estado; algo perfectamente opuesto a la realidad actual.
9. No puede haber otra salida que la unión mediante la organización de los reinos distintos, tanto más eficaz cuanto mejor y por tanto más distintos y suyos se sientan los componentes. La alternativa es la ideología y la policía, con sus secuelas de rebelión, conflicto y la lógica y fatal disolución de ese estado llamado España. Las plegarias ante del icono constitucional como protector de desdichas y desamparos, se muestran de dudosa eficacia milagrera para el futuro.
10. Solo una sabia y fría sabiduría política podrá torcer el rumbo de una trayectoria secular plagada de errores, la constitución del 78 no es eterna, aunque provisionalmente valga como estrategia electoral a algunas formaciones políticas devotas de esa gran patria abstracta. Las apelaciones al sentimentalismo y al emocionalismo a que tan acostumbrados nos tenían los discursos del anterior dictador y la asignatura de formación del espíritu nacional, que ya solo adultos y viejos recuerdan, ya no funcionan; avivando el recuerdo se traen a la memoria las consignas del pasado: conocer las tierras y sus gentes establecer relaciones, amarse como hermanos, etc., naturalmente que todo esto ha desencadenado a su vez emociones de signo opuesto, en el sentido de considerar a los vecinos: malvados, crueles opresores, genocidas sin conciencia y otras lindezas, cuando no se ha pasado de las palabras a otras actuaciónes más bárbaras. Se viven ahora momentos de decisiones transcendentales: o sabiduría fría o emocionalismo desbocado. España espera en el interim su turno de segundos Balcanes, mientras se venera por algunos cual vetusta reliquia del pasado.
11. En la herencia castellana del medievo destaca el importante patrimonio político de los consejos, ordenador de la vida popular, desde le pequeño municipio hasta las cortes reales; frente a abstracciones que cada día serán mayores, es en el orden concejil del pasado, ahogado por absolutismos, centralismos, caciquismos y dictaduras de vario pelaje, donde se encuentra el futuro castellano, si se desea que tal cosa exista.
12. Una recuperación del orden concejil pasaría por supuesto por una difícil depuración de las costumbres políticas del medio latino en que vivimos, a saber: elocuencias, sectarismos delirantes y carismas , tarea nada sencilla en un mundo de divismos taurinos, futboleros y peliculeros . La primera regla no escrita del orden concejil es la colegialidad de las decisiones, la relegación de las presidencias a funciones cuasi-honoríficas, las rotaciones en los cargos, y la aceptación de una inevitable tensión en toda decisión política, lejos de cualquier rigidez estática e inmovible.
13. El sistema proporcional de elecciones es inherente a todos los ordenes concejiles que en el mundo ha habido. Las correcciones de este sistema favorecen ciertamente el poder e influencia de las organizaciones políticas de las estructuras más abstractas pero no a los ciudadanos del común.
14. El orden político de los consejos requiere que tanto en el orden del estado como en el orden local, o mejor dicho en este último fundamentalmente, que sea el ciudadano, y no las organizaciones políticas intermedias, el que tenga la primera y la última palabra de las decisiones políticas y administrativas a través de tres procedimientos:
Iniciativa parlamentaria mediante un número razonablemente alcanzable de peticiones.
Referendum de las decisiones emanadas de los poderes (en especial la reforma constitucional).
Compromisarios que den fe del comportamiento cínico o hipócrita político, según el momento, de los elegidos, hasta el presente protegidos por un derecho político y constitucional que los hace soberanos e irresponsables de sus promesas.
15. Como reiteradamente han dicho muchas organizaciones políticas estatales, pero con una lógica aún más profunda y consecuente el orden concejil de un reino, se requiere ineludiblemente un senado como cámara de nacionalidades, si aún se pretende que siga existiendo ese estado supra-comunitario llamado España.
16. Un orden concejil verdaderamente interesado por su pueblo proclamará el consumo de sus propios productos, favoreciendo a los empresarios del reino y ayudando a crear empleo, y esperando a su vez de empresarios y operarios su ayuda.
17. Las verdades que un orden concejil, cercano al pueblo y por tanto moderador de los intereses partidarios, no ocultaría a este que a no muy largo plazo el sistema de pensiones de la seguridad social en régimen finaciero de reparto es inmantenible, pese a los voceros del pacto toledano, Por tanto sería bueno comenzar paulatinamente a financiar una parte de las pensiones del futuro en régimen de capitalización, a no confundir con privatización. Las reservas generadas por tal régimen de capitalización de pública gestión, podrían beneficiar, en parte al menos, a reinos poco bollantes como es el de Castilla.
18. Un régimen concejil popular está en muy buenas condiciones para detectar cuan engañosos son los discursos filantrópicos de los partidos estatales, que hablan del bienestar general y abstracto de la nación, tan caro a derechas y a izquierdas, pero ocultan que tal bienestar no se disfruta concretamente por todos los reinos de la misma manera. Así el empleo, que no se va de la boca de los políticos de los mencionados partidos, políticos, es un posible engañabobos que evita hablar de mecanización, robotización, informatización y otros desarrollos modernos que incidirán cada vez más en el incierto futuro de lo que se llama el pleno empleo, ya detectado por economistas y analistas de empleo de primera línea.
19. En un orden práctico parece una medida ineludible la reingeniería de la semana laboral, para aumentar el posible número de empleos. Pero en absoluto ayudará a ello la mera publicación de una orden en el Boletín Oficial del Estado. El futuro sector del empleo masivo está en el llamado tercer sector o sector social (incluido el entorno o paideia de esa sociedad), sector que es difícil moverlo con el B.O.E. o con las decisiones abstractas en el parlamento de las cúspides de los grandes partidos estatales de derechas o izquierdas. Solo un orden concejil popular y concreto puede dar juego para encauzar las iniciativas locales de empleo social.
20. En lo que se refiere a las relaciones con la C.E., tomadas lejos del reino por intereses partidarios abstractos, solo la figura propuesta del compromisario popular puede evitar a corto plazo la ocultación de las maniobras, de la desfachatez o de las mentiras puras y simples.
21. En lo que se refiere a cultura, inevitable tópico de una aspiración politíca que se pretende concejil y popular, no se trata tanto de aburrir al ciudadano con las minucias históricas del reino, o los avatares del tiempo del rey Perico, como de realizar la arqueología de un pasado oculto en el que se encuentra nada menos que el germen del futuro, en otras palabras el futuro concejil y popular, está en ciernes en la vieja Castilla medieval, las más imaginativas soluciones de la vida concreta que se puedan dar estaban virtualmente en el pasado, nada nuevo bajo el sol como recuerda la Biblia para aviso de progresismos ilusos .
22. Como eco de nostalgias un tanto sospechosas de deuda con consignas de tiempos felizmente idos, se escuchan a veces las aspiraciones a una Castilla unida (una, grande y libre), que recupere una geografía hoy día dispersa en 5 Comunidades Autónomas, sobre la que no acaban de ponerse de acuerdo en su extensión y características. Tales metas son sin duda síntomas de una intoxicación de abstracciones propia de un pensamiento partidario, más interesado en la superficie que en el fondo. Un movimiento concejil y popular arraigado sería lo único con capacidad de moderar las discrepancias políticas partidarias y crear un variado mosaico que no tiene porqué tener las características de un muro de color liso. Si se comienza por no ser capaz de convivir armoniosamente con lo próximo, será imposible encajar puzzles más complicados, a menos de recurrir al herrumbroso método de ideología y policía, con las acciones y reacciones concordantes que eso conlleva.
23. En un mundo progresivamente más abierto se escucharán cada vez con más frecuencia los cantos sirenas invitando a abstracciones cada vez más fuertes, renuncias a las viejas nacionalidades de Europa, ya de por si abstractas, para sumirse en la nueva y abstractísima identidad europea como símbolo de progreso sin igual, que a no tardar será sustituido el más desvaído y ultra-abstracto de los mundialismos, que no universalidad, en la que los seres vivirán en abstracta modorra al socaire de potencias y fuerzas potentísimas, siempre prontos a caer en el síndrome del nacionalismo paranoico que ve en cualquiera un enemigo o en el victimismo lacrimeante. Ante semejante desarrollo de lo que alguien ha llamado principio del incremento de la abstracción conviene tener firmes los pies en la tierra concreta.
24. ¡Castellanos un esfuerzo más!
Rafael Enriquez de Salamanca. Madrid 9 de febrero de 2000.
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