sábado, octubre 23, 2010
jueves, octubre 21, 2010
Ciudadanos de Burgos denuncia la autodeterminación de Valladolid como capital de Castilla y León
Aunque oficialmente Castilla y León no tenga capital, y aunque el título legítimo de Cabeza de Castilla lo ostente Burgos, a efectos prácticos, en el día a día CiBu comprueba que tanto la Junta de Castilla y León con Herrera a la cabeza, como el Gobierno de la nación con Zapatero, se empeñan en la centralización absoluta.
En los libros de texto actuales la historia de Castilla "está tan tergiversada como lo puede estar en Cataluña su presencia dentro de la corona de Aragón, o la historia inventada del País Vasco que los alumnos estudian como verdadera", explica CiBu.
En este punto Ciudadanos de Burgos por Castilla la Vieja (CiBu) denuncia que el propio Ayuntamiento de Valladolid, con el beneplácito de los representantes burgaleses que no se atreven a levantar la voz a sus superiores de partido, no tiene ningún pudor en autodenominarse “capital regional” en sus publicaciones oficiales.
Desde CiBu exigen a la Junta de Castilla y León que asuma su responsabilidad y tome cartas en el asunto y al Ayuntamiento de Valladolid que deje de proclamarse a sí misma capital de Castilla y León.
En el Estatuto de Autonomía de Castilla y León se recoge que la Comunidad Autónoma no tiene capital, siendo la "capital" legislativa y ejecutiva Valladolid, por ser la sede de las Cortes y del Gobierno Autonómico y Burgos la "capital" judicial, por tener la sede del TSJCyL.
En los libros de texto actuales la historia de Castilla "está tan tergiversada como lo puede estar en Cataluña su presencia dentro de la corona de Aragón, o la historia inventada del País Vasco que los alumnos estudian como verdadera", explica CiBu.
En este punto Ciudadanos de Burgos por Castilla la Vieja (CiBu) denuncia que el propio Ayuntamiento de Valladolid, con el beneplácito de los representantes burgaleses que no se atreven a levantar la voz a sus superiores de partido, no tiene ningún pudor en autodenominarse “capital regional” en sus publicaciones oficiales.
Desde CiBu exigen a la Junta de Castilla y León que asuma su responsabilidad y tome cartas en el asunto y al Ayuntamiento de Valladolid que deje de proclamarse a sí misma capital de Castilla y León.
En el Estatuto de Autonomía de Castilla y León se recoge que la Comunidad Autónoma no tiene capital, siendo la "capital" legislativa y ejecutiva Valladolid, por ser la sede de las Cortes y del Gobierno Autonómico y Burgos la "capital" judicial, por tener la sede del TSJCyL.
viernes, octubre 15, 2010
jueves, octubre 14, 2010
Epílogo (Elías Romera, Administración Local, Almazán 1896)
EPÍLOGO
Al dar cima á nuestro trabajo, habremos de manifestar que nuestra obra está escrita estudiando más los hombres que los libros, siguiendo á Charrón, que ya dijo en profundo acierto, que la verdadera ciencia y el verdadero estudio del hombre, es el hombre mismo y sobre todo nuestras reformas lejos de ir á buscar exóticos remedios, los hemos encontrado insiguiendo, casi calcando nuestros antiguos organismos, porque persuadidos estamos que uno de los mayores males modernos, es ingratitud, mejor dicho, el odio al pasado, que nos lleva á la manía de las innovaciones y á los excesos del extranjerismo que están aniquilándonos física y moralmente, en otros términos, nos han empobrecido y nos han empobrecido y enviciado, porque nuestros megalómanos políticos en su verdadero furor de copiar lo extraño, despreciando lo propio, por darse lustre, no reparan si es asimilable y provechoso, metiendo en todo la... mano, para que luego la prensa sectaria, los jalee de hombres de Estado y omniscientes, que á la verdad hay que confesar pro bono pacis, que están á la altura de su tiempo, y así que por ahí los vemos ¿escultados?, mejor dicho, esculpidos en bultos de mármol y bronce á montones.
No pretendemos haber descubierto el talismán por el que España venga á ser una Arcadia; no soñamos ser el carrus Israel el auríga ejus, como dice el libro de los Reyes del Santo Profeta de nuestro nombre, no, esas no son nuestras pretensiones que hubieran de resultar el invento de Icaro; tan solo hemos intentado señalar y detectar los defectos y vicios de nuestra administración local, indicando á cada agente patógeno su correspondiente terapéutica, habiendo diagnosticado como principales, el predominio de la rastrera política, la centralización administrativa, los ayuntamientos enclenques y raquíticos, por falta de recursos y de habitantes suficientes, con secretarios tan ineptos como mal retribuidos, la condensación de población y por ende la gran atracción de las capitales y el empobrecimiento de las aldeas ,que todo lo pagan y de nada disfrutan. Si los latifundia Romam perdidere, como dijo Plinio, la acumulación y crecimiento de las poblaciones a costa del decaimiento y depauperación de las aldeas, fomentados aquello y esto por la centralización, ha de ser la ruina de los modernos Estados, que con los numerosos ejércitos permanentes, están arruinado á las naciones y con las obras públicas, sostienen esas miríadas de proletarios, mejor dicho, de esclavos blancos arrancados de los tranquilos, salubres y proficientes trabajos de la agricultura, para ser explotados como bestias, por los contratistas y destajistas, esos modernos negreros, por falta de leyes que protejan al débil contra el fuerte, y eso que aquí con las carreteras dichas parlamentarias y con el excesivo personal técnico, nuestro presupuesto de obras públicas va á ser insoportable y estamos fomentando los medios de transporte, sin acordarnos de aumentar la producción, y sobre todo teniendo olvidados los pantanos y canales que son un verdadero instrumento de riqueza y prosperidad, á la vez que de previsión en nuestras calamitosas y frecuente sequías. Devolviendo los brazos arrancados a la agricultura y fomentando la repoblación de aldeas y lugares, clave del bienestar nacional, las obras públicas pudieran realizarse con la numerosa población penal de nuestros presidios y con la clase de tropa de nuestro ejercito, una vez que se considere suficientemente instruida, para que así los gastos de sostenimiento de tanta gente resulte beneficiosa á la Nación, así tonto saludable el trabajo a corrigendos y soldados, porque la ociosidad es para todos madre de todos los vicios. Y cuando las carreteras y ferrocarriles se terminen, porque se han de acabar, porque todo tiene fin, entonces, entonces la tempestad habrá de estallar y serán de oír los gritos llamando ti santa Bárbara para que reo truene y es que hace muchos lustros que nos estamos preparando la hoya donde hemos de caer, sin fijarnos en que cada día vamos lenta é incesantemente sacando más tierra y ahondándola más, y sin que nos arredre el peligro, y el que lo busca en él perecerá, dice el adagio, y la justa expiación, inseparable compañera de toda culpa, por la inicua y pérfida explotación de las aldeas por las poblaciones, habrá de tener su Gólgota, porque á hierro muere el que a hierro mata, si es que con ojo avizor no se otea el porvenir y se previenen acontecimientos que habrán de venir, con la precisión matemática que sigue la sombra al cuerpo que la produce. El insigne economista Leroy Beaulieu, así lo reconoce en el prólogo de su famosa obra Traité de la sciencie des finances, afirmando «que la propiedad rural está sufriendo un grave perjuicio con la forma del impuesto a tanto fijo por capital, sin distinguir si la riqueza es rural o urbana”. Los lugares y las aldeas agricolas son la fortaleza indispensable del y de la libertad, ha dicho el renombrado escritor alemán Koscher. De ahí que sea tan racional como justo conveniente el que los tributos sean proporcionados á la locación de la propiedad, á fin de proteger la pequeña propiedad y, sobre todo a la propiedad rural que es la cenicienta de nuestra tributación, viniendo como consecuencia á coincidir la difusión de la población con la difusión de la riqueza.¡Cuánta verdad y cuánto sentimiento expresa esta endecha del delicados y sencillo Trueba.
Oyendo un rey cantares
De campesinos,
Desde el fondo del pecho Lanzó un suspiro....
Lanzó un suspiro....
Y aunque no dijo nada
¡Cuanto! ¡ay Dios dijo!
¡Cuánto! ¡ay Dios dijo!
La vida campestre nadie aa sabido cantarla como él, en estas preciosos versos:
Una heredad en el campo
Y una casa en la heredad,
Y en la casa pan y amor
¡Jesús que felicidad!
En estos conceptos, hemos propuesto la reducción de los ayuntamientos, alejándolos de la política; la variación del procedimiento electoral, para que los partidos no los guarnezcan de sectarios, buscando en la independencia una gran responsabilidad; la creación de la carrera de secretarios y de un senado municipal en su asamblea y, dando para las derramas la base de población y haciendo el impuesto progresivo, por ser ambos extremos de una equidad ircontravertible é inconcusa, como fundados en el do ut des. Si tan valioso fue el auxilio que los Gremios prestaron á los Concejos en la Edad media, por eso hemos propuesto su restauración, á fin de que el espíritu corporativo, informe nuestro renacimiento municipal, que será también social y económico. Las Diputaciones no podrán ser invernadero de caciques, estufas de vividores de dietas, que tantos sudores cuestan al contribuyente, siendo en adelante verdaderos superiores jerárquicos de los ayuntamientos, inspeccionando periódicamente sus servicios, porque la policía es la vida de las instituciones, y así podrán dedicarse también, no a politiquear, sino á administrar y fomentar los intereses morales y materiales de la Provincia, y al efecto, se les ha acrecido sus funciones, con servicios que responden á ciertos fines, por ser propios de este organismo. Intermedio entre las Diputaciones provinciales y el Estado, hemos creído prudente interpolar las Regiones, institución no nueva, sino que tiene sus raíces históricas y geográficas, y que al restaurarlas las hemos reconocido superiores jerárquicos de las Diputaciones, con funciones propias que hemos desgajado de las muchas que abruman en España a la acción del Estado y que este se abroga por falta de iniciativa social, pero confirmando en el Estado al Supremo Jerarca legal de estos organismos locales, perfectamente ensamblados y subordinados, al serlo de hecho y de derecho de las Regiones, para que asentados sobre tan sólidas bases, resulte un Estado verdaderamente nutrido de savia nacional.
Nosotros estamos plenamente convencidos de que las Corporaciones locales deben desarrollar una política social, no solo para robustecer su acción y ensanchar su órbita, sino también por resultar altamente beneficioso a sus administrados, alejándoles de la política de desquites y de exclusivismos de nuestros partidos, mientras estos no digan Sumsum corda; dirigiendo los ayuntamientos su actividad y sus energías por otros derroteros más en consonancia con el procomún, cercenando al Estado atribuciones que se abroga por falta de iniciativa social.
Nosotros entusiastas hasta la exageración de la manera de ser de los antiguos comunes, antes de la trágica epopeya de Villalar, (laudatores temporis acti, como dice Horacio) idólatras de ese pasado, queremos y deseamos que las corporaciones populares, sean lo que deben de ser, los tutores y patronos del vecindario como lo eran antes y bien gráficamente se expresaba, al llamar á su domicilio la Casa del pueblo, la Casa de la villa, o de la ciudad, y como se apellida en las provincias Vascas a sus diputados forales, con el digno, respetable y decoroso nombre de Padres de Provincia. Por eso pretendemos instaurar y restaurar la solidaridad más tangible, más inmediata y más provechosa, la solidaridad concejil, la solidaridad local, la más antigua de las solidaridades, el summun de la solidaridad, y por tanto de la mancomunidad, la mutualidad comunal, a fin de perpetuar en las generaciones venideras el muerto localismo, sino extenso, en cambio íntimo, intensísimo, que tanto prevaleció y tanto fecundó en nuestras pasadas centurias y así concluirá este funesto dislocamiento del individualismo, mejor dicho, del vituperable egoísmo que tiene degradada, perturbada, corrompida y aniquilada a nuestra querida patria, porque las sociedades prefieren siempre la vida á la libertad, “ y la libertad es absoluta, dice Donoso Cortés, cuando la represión interior es completa; la libertad es hija de la obediencia, es la grandeza del que se somete.”
Hemos insistido, quizás hasta ser pesados y machacones en el aislamiento absoluto de los municipios de la fétida, corrosiva deletérea política, porque en la antisepsia se basó la antigua cirujía, y la moderna en ella y en la asepsia funda sus prodigiosas operaciones y por eso prescribimos la pérdida del derecho electoral y de toda intervención de los miembros de las corporaciones locales y de sus empleados, en las elecciones de representante; en Cortes y de esa manera lograremos purificarlas de sectarios, las emanciparemos de la esclavitud política, que es la corrupción y desbarajuste de la administración local, y de ese modo también, habremos de conseguir la depuración del sistema parlamentario, que podría así quizás, llegar a ser una buena forma de gobierno, dejando de ser una cínica y grotesca tramoya y un sistema desacreditado por lo podrido, si es que no resulta al fin una bella teoría , un bonito ideal especulativo, de muy difícil realización, porque a la verdad llevamos dos tercios de siglo de funestos ensayos y todavía no le hemos tomado la embocadura, porque tanto gobernantes como gobernados, todos somos muy liberales de pico y absolutistas de hecho; así que resulta que nuestro parlamentarismo está basado arriba, en una omnipotencia ministerial, una pseudo-tiranía; en el medio, en la corruptora oclocracia, en el nepotismo y en la perturbadora influencia, y abajo en la chusma de los despóticos y enfatuados caciques. Con la privación del voto político a las corporaciones locales, lograremos el establecimiento de gobiernos genuinamente nacionales; evitaremos así mismo que los gobiernos de partido se apoyen en mayorías ficticias que segregan ó deyectan esos tan numerosos como serviles ayuntamientos rurales que atentos a su cuco egoísmo y al instinto por la vida que alguien da en llamar tacto político a esa lucha por la existencia, cambian de ruta a cada vuelta de dado, según dicho arcaico, y no tienen más norma que viva quien manda según frase moderna, y de esa manera también los caciques de segundo y tercer orden privados del mangoneo local, morirían unos por falta de medio ambiente apropiado y por inacción otros habrán de perecer, concluyendo así tan inmunda ralea. Quizás por algunos mentecatos políticos de oficio, o por algunos dilettanti platónicos se declame contra tal capitis disminutio y se echen por el arroyo vociferando contra semejante propósito; pero no se crea que las clases genuinamente laboriosas y, honradas, de esas que tienen que perder, lamenten el cercenamiento de su derecho electoral, sino que las personas expectables, se refugiaran en la independencia de las corporaciones locales, no solo huyendo de la universalidad é igualdad del sufragio y de los fulleros políticos, sino procurando la buena administración local, que es la base de la solidez s, firmeza de los Estados, pero tememos predicar en desierto, porque donde la razón no labra, endurece la porfía del persuadir.
No menos precisa se hace la protección y difusión legal del espíritu de asociación que es el verdadero fomento de la libertad individual, alejando del cuerpo social español, ese tradicional apego a la total y permanente intervención del Estado y de los gobiernos á quienes se confía y en quienes se descarga los deberes y obligaciones más elementales del individuo y colectivas, todo por inercia, mejor dicho, por desidia y haraganería vituperables, meciéndonos en una atmósfera de quietismo, verdaderamente musulmán, saturada de laissez faire y de laissez passer, que nos aniquila, nos arruina y nos embrutece y nos retrogada en muchos lustros, acaso un siglo al resto de Europa. Dijo Mr. Gladsttone á este propósito en una reunión popular en Saltuey 19 de Octubre de 1889 «Si el Gobierno toma a su cargo las obligaciones que incumben normalmente á cada uno de nosotros, los males que resultarían de semejante error, serían mayores que los beneficios ya realizados en el progreso social. Es preciso que el espíritu de iniciativa; el espíritu de independencia y virilidad personal, sea precisamente cuidado y protegido, tanto colectiva como individualmente. Si este sentimiento de confianza en sí mismo viene á desaparecer del obrero inglés, si se habitúa á no contar más que consigo mismo y á esperar del rico todo y recibirlo de su manos abdicando en él, estad seguros que nada habría para reparar tal desgracia y semejante mal.» De ahí cuan saludable y beneficioso sea el establecer bajo la gerencia de los ayuntamientos y Diputaciones, Sociedades de socorros mutuos, Cajas de ahorros, Montes de piedad, Sociedades cooperativas de consumo, en relación con los sindicatos de productores, en bien de sus administrados, que habrán de estimar y hasta bendecir la institución, por los beneficios que les irroga.
Los políticos de oficio habitualmente faltos de temor de Dios y, de conciencia, con exceso elástica, tienen por norma el tan famoso como inmoral principio, que e! fin justifica los medios, y por eso en su vehemente voracidad de proveerse telegráficamente de fortuna, sin tomarse la molestia de trabajarla, hacen los gastos de las elecciones y hasta se empeñan con ellas, á fin de que sirvan de cebo a caza mayor; así que para ellos las corporaciones populares, no son más que dulce y sabroso fruto del cercado ajeno, por lo que hay que perseguirlos hasta el exterminio, como animales dañinos, por ser el inmoral y pleonéxico politicianismo, el fermento más corrosivo y pernicioso para municipios y Diputaciones, proscribiéndolos de esos organismos, para que la probidad acrisolada y la abnegación magnánima se impongan, reinen y gobiernen soberanas en esas corporaciones populares, redimiéndolas tanto de la pasión sañuda, como del nepotismo hediondo que hoy las trae conturbadas y desacreditadas en manos de conciencias adormecidas y sugestionadas por la política de bajo vuelo y de codicioso egoísmo, como se practica en España, y a cuya maléfica influencia de esa calamidad contemporánea, no nos cansaremos de repetirlo para que no se olvide, Nunquant nimis dícitur, quod numquam satis discitur, como dijo Séneca, hay que atribuir el desbarate de la administración local y el malestar general; de ahí que la elección de segundo grado en las corporaciones locales y la privación del voto político á sus miembros, así como á todos sus empleados, habrá de ser el rio Alfeo que limpie y purifique los establos de Augias de nuestros Ayuntamientos y Diputaciones, así como también creemos confiadamente que el referéndum nacional y el mandato imperativo, habrá de ser el medio de esterilizar nuestra política para los politiciens, esa gente de sac et de corde, esos microbios del sistema parlamentario, que han llegado á constituir en los tiempos contemporáneos una nueva forma tiránica y ominosa de opresor y siniestro feudalismo, que se ha metido á político, no para hacer el bien, sino para realizar toda clase de arbitrariedades, que cuanto mayores, más pujanza significan, como si el mandar consistiese en cometer violencias, según dijo Salustio. Proinde cuasi injuria facere, id demun esse imperio uti. De esa manera habremos de reducir también el predominio del espíritu político á sus propios límites, pues hoy tal es el poder de la diosa política que nos ha traído al reinado de las procaces y enfatuadas submedianías y en su indiscutible omnipotencia, ha llegado á convertir, a fuerza de éxitos, el viejo vicio de la audacia, que es la desapoderada ambición, que es la egoísta soberbia, en una virtud contemporánea y á dar patentes de personajes y de limpieza de sangre y hasta de manos, á quienes en el trato social se tienen por declassés y maculados, por sus públicos entuertos y solemnes desaguisados.
Por otra parte, el concepto de autoridad, lo tenemos tan equivocado y tan bastardeado los españoles, que la confundimos desde arriba con la omnipotencia hasta la arbitrariedad, y desde abajo la energía la conceptuamos crueldad, la blandura y la lasitud deseamos lleguen á identificarse con la tolerancia y hasta con la complicidad; cuando precisamente la verdadera democracia debe de estar basada sobre una sólida y robusta autoridad, que no debe de partir de arriba, sino que se ha de cimentar desde abajo, para que así sea considerada por el prestigio y apoyo moral de los que la invocan y á quienes ha de imponerse y para que sea respetada por sus acertadas disposiciones; de ahí que para resurgir y restaurar los poderes locales, no sea menos necesario para confiar en que la selección social traiga necesariamente la purificación administrativa, el instaurar el sentido ético, el arraigar el cumplimiento del deber en esta sociedad gangrenada por el indiferentismo, trabajada por el quebrantamiento del principio de autoridad y por la indisciplina, corroída por el epicurismo más refinado, por el afán de lucro inmoderado y por el más codicioso egoísmo, acicate constante de la prevaricación que la traen inquieta y perturbada, especialmente á la clase media ó burguesía en la que han hecho presa y de la que usualmente se nutren nuestros partidos políticos y de la que también salen esos gobernantes, que según el tan circunspecto y preclaro político, como sutil y diestro orador D. Francisco Silvela, tienen un nivel moral muy inferior, pero con exceso a la masa de los gobernados, porque los talentos sin moralidad son una calamidad pública El procurar la mayor prosperidad á la patria, no debe de confundirse, decía Thiers, con esa pasión del interés material que deploran cuanto desprecian lo espíritus elevados. No hay obra más moral que la de disminuir la copia de males que pesan sobre el hombre, aún en las sociedades más civilizadas. Contribuir á que sea menos desgraciado, hacerle más justo para con los que le gobiernen, para con sus semejantes, para consigo y hasta con la misma Providencia. El alejamiento de Dios es la causa de lodos los males que deplora la sociedad contemporánea, dijo con profundo acierto el eminente filósofo, Cardenal Fr. González. Ya antes había dicho el gran Cicerón, que la felicidad es inseparable de la virtud. Nec enim virtudes sine beata vita cohere possunt, nec illa sitie vitutibus. El ansia febril del bienestar material, el culto exagerado al cuerpo y al placer, empuja el trabajo á los objetos de lujo, y la agricultura queda postergada, mientras que la industria fabril prospera y de ahí que los artículos de primera necesidad para a vida, sigan una progresión creciente de encarecimiento, permaneciendo los salarios casi en el mismo nivel, dominados por el capital y menospreciado el trabajo, y como consecuencia fatal, ineluctable de este desequilibrio moral y material, viene y- tiene que venir, no la pobreza y la miseria que esas son compañeras del hombre en la tierra, sino la plaga del pauperismo que es la caries corrosiva de la actual sociedad, porque todos quieren ser súbita y escanadalosamente ricos, desde que la riqueza es por desgracia un signo de virtud y sobre lodo ejecutoria de capacidad política, como dijo Salustio. Postquam divitiae honore esse coepere et eas gloriam imperium, potentia sequebantur: hebescere virtues, paupertas probo haberi, inocentia pro malevolentia duci coepit
La moderación, la templanza en las costumbres, inclinarán al pueblo á la virtud y á la piedad y le harían volver á donde antes concurría, especialmente en los días festivos, al templo de Dios, donde el corazón se recrea y, el alma se dilata en placeres inefables, hallando lenitivo á los males que nos aquejan, buscando la felicidad eterna, pero esto que es tan saludable y económico se tiene olvidado á cambio de las distracciones y recreos en teatros, circos, hipódromos, casinos, cafés y tabernas, que además de corromper y perturbar el cuerpo y el espíritu , aligeran el bolsillo de dinero, acaso preciso para atenciones más necesarias á la familia, educada en los tiempos modernos más para brillar y exhibirse en el bullicio de la calle y en el fausto de las reuniones públicas, que para ocuparse en las vivificadoras labores, modestas si, pero fecundas del placido y tranquilo hogar.
Dotad á un pueblo de una iglesia, de un consistorio y de una escuela; colocad en ellos al sacerdote virtuoso, al alcalde recto y justiciero, al maestro inteligente y celoso y habréis realizado el self-government, la self-administración, y habréis practicado la obra más beneficiosa, más humana y más trascendental para su civilización, para su bienestar y para su cultura, pues si Gianturco cree que la solución del problema social es asunto del derecho civil, nosotros también conceptuamos que algo y aún algos, se puede solucionar con la buena administración local, logrando así que la discordia no levante jamás su cabeza coronada de serpientes, ni la tiranía oprima con su férrea mano al hijo del pueblo, ni el poderoso abuse del débil, ni este se rebele contra el poderoso, sino que la ubérrima bienhechora y salutífera paz, esa divina huella del Dios-Hombre sobre la tierra, reine en los espíritus y en los corazones para que todos se estimen, cumplan con su deber, respeten la autoridad, adoren al verdadero Dios, amen con entusiasmo la patria, sus héroes, sus santos, sus costumbres y sus tradiciones, sus glorias, sus artes sus letras y su cultura; mirando con cariño y regocijo el lugar donde se nace, que parece que todavía calienta como el blando regazo de nuestra amorosa madre, imán de nuestra existencia; los caros sitios donde infantuelos jugueteábamos con nuestros fraternales e inolvidables amigos: la plaza con la casa del pueblo, con la iglesia y campanario, cuyos ecos y vibraciones parece que retiñen en nuestros oídos; recordando con profunda y cordial fruición y con singular deleite el templo en donde con el corazón arrobado elevamos al cielo nuestra prístina plegaria; el ara ante la cual emocionados juramos fidelidad á nuestra pía, grata y amada esposa; el altar donde conmovidos llevamos á recibir la hostia consagrada á nuestros tiernos hijos, carne de nuestra carne y huesos de nuestros huesos; no olvidando jamás el tétrico y silencioso sepulcro que encierra los venerandos despojos humanos de nuestros queridos progenitores, consolándonos la dulce y melancólica esperanza de yacer con ellos en sueno eterno, bajo la sombra de la cruz de nuestro Divino Redentor, porque la felicidad terrena se alimenta de recuerdos y de esperanzas, anegándose en la caridad, olvidando el efímero presente para fijar su pensamiento en el Eterno Dios, apartando la vista de este incesante cambio de la materia en el círculo del orbe, que al llevar de mano en mano la antorcha de la vida, deja las arrugas de la decrepitud para tomar las frescas tintas de la edad florida, repitiéndose sin cesar este recorrido, sin que pase un día que no se oigan mezclados el vagido del recién nacido y las tristes lamentos que acompañan al fúnebre cortejo, como dijo Lucrecio:
Nec nox ulla diem, nec noctem aurora secuta est,
Quae nom audient mixtos bagitubus oegris
Ploratus mortis comites et funeris atri.
Al dar cima á nuestro trabajo, habremos de manifestar que nuestra obra está escrita estudiando más los hombres que los libros, siguiendo á Charrón, que ya dijo en profundo acierto, que la verdadera ciencia y el verdadero estudio del hombre, es el hombre mismo y sobre todo nuestras reformas lejos de ir á buscar exóticos remedios, los hemos encontrado insiguiendo, casi calcando nuestros antiguos organismos, porque persuadidos estamos que uno de los mayores males modernos, es ingratitud, mejor dicho, el odio al pasado, que nos lleva á la manía de las innovaciones y á los excesos del extranjerismo que están aniquilándonos física y moralmente, en otros términos, nos han empobrecido y nos han empobrecido y enviciado, porque nuestros megalómanos políticos en su verdadero furor de copiar lo extraño, despreciando lo propio, por darse lustre, no reparan si es asimilable y provechoso, metiendo en todo la... mano, para que luego la prensa sectaria, los jalee de hombres de Estado y omniscientes, que á la verdad hay que confesar pro bono pacis, que están á la altura de su tiempo, y así que por ahí los vemos ¿escultados?, mejor dicho, esculpidos en bultos de mármol y bronce á montones.
No pretendemos haber descubierto el talismán por el que España venga á ser una Arcadia; no soñamos ser el carrus Israel el auríga ejus, como dice el libro de los Reyes del Santo Profeta de nuestro nombre, no, esas no son nuestras pretensiones que hubieran de resultar el invento de Icaro; tan solo hemos intentado señalar y detectar los defectos y vicios de nuestra administración local, indicando á cada agente patógeno su correspondiente terapéutica, habiendo diagnosticado como principales, el predominio de la rastrera política, la centralización administrativa, los ayuntamientos enclenques y raquíticos, por falta de recursos y de habitantes suficientes, con secretarios tan ineptos como mal retribuidos, la condensación de población y por ende la gran atracción de las capitales y el empobrecimiento de las aldeas ,que todo lo pagan y de nada disfrutan. Si los latifundia Romam perdidere, como dijo Plinio, la acumulación y crecimiento de las poblaciones a costa del decaimiento y depauperación de las aldeas, fomentados aquello y esto por la centralización, ha de ser la ruina de los modernos Estados, que con los numerosos ejércitos permanentes, están arruinado á las naciones y con las obras públicas, sostienen esas miríadas de proletarios, mejor dicho, de esclavos blancos arrancados de los tranquilos, salubres y proficientes trabajos de la agricultura, para ser explotados como bestias, por los contratistas y destajistas, esos modernos negreros, por falta de leyes que protejan al débil contra el fuerte, y eso que aquí con las carreteras dichas parlamentarias y con el excesivo personal técnico, nuestro presupuesto de obras públicas va á ser insoportable y estamos fomentando los medios de transporte, sin acordarnos de aumentar la producción, y sobre todo teniendo olvidados los pantanos y canales que son un verdadero instrumento de riqueza y prosperidad, á la vez que de previsión en nuestras calamitosas y frecuente sequías. Devolviendo los brazos arrancados a la agricultura y fomentando la repoblación de aldeas y lugares, clave del bienestar nacional, las obras públicas pudieran realizarse con la numerosa población penal de nuestros presidios y con la clase de tropa de nuestro ejercito, una vez que se considere suficientemente instruida, para que así los gastos de sostenimiento de tanta gente resulte beneficiosa á la Nación, así tonto saludable el trabajo a corrigendos y soldados, porque la ociosidad es para todos madre de todos los vicios. Y cuando las carreteras y ferrocarriles se terminen, porque se han de acabar, porque todo tiene fin, entonces, entonces la tempestad habrá de estallar y serán de oír los gritos llamando ti santa Bárbara para que reo truene y es que hace muchos lustros que nos estamos preparando la hoya donde hemos de caer, sin fijarnos en que cada día vamos lenta é incesantemente sacando más tierra y ahondándola más, y sin que nos arredre el peligro, y el que lo busca en él perecerá, dice el adagio, y la justa expiación, inseparable compañera de toda culpa, por la inicua y pérfida explotación de las aldeas por las poblaciones, habrá de tener su Gólgota, porque á hierro muere el que a hierro mata, si es que con ojo avizor no se otea el porvenir y se previenen acontecimientos que habrán de venir, con la precisión matemática que sigue la sombra al cuerpo que la produce. El insigne economista Leroy Beaulieu, así lo reconoce en el prólogo de su famosa obra Traité de la sciencie des finances, afirmando «que la propiedad rural está sufriendo un grave perjuicio con la forma del impuesto a tanto fijo por capital, sin distinguir si la riqueza es rural o urbana”. Los lugares y las aldeas agricolas son la fortaleza indispensable del y de la libertad, ha dicho el renombrado escritor alemán Koscher. De ahí que sea tan racional como justo conveniente el que los tributos sean proporcionados á la locación de la propiedad, á fin de proteger la pequeña propiedad y, sobre todo a la propiedad rural que es la cenicienta de nuestra tributación, viniendo como consecuencia á coincidir la difusión de la población con la difusión de la riqueza.¡Cuánta verdad y cuánto sentimiento expresa esta endecha del delicados y sencillo Trueba.
Oyendo un rey cantares
De campesinos,
Desde el fondo del pecho Lanzó un suspiro....
Lanzó un suspiro....
Y aunque no dijo nada
¡Cuanto! ¡ay Dios dijo!
¡Cuánto! ¡ay Dios dijo!
La vida campestre nadie aa sabido cantarla como él, en estas preciosos versos:
Una heredad en el campo
Y una casa en la heredad,
Y en la casa pan y amor
¡Jesús que felicidad!
En estos conceptos, hemos propuesto la reducción de los ayuntamientos, alejándolos de la política; la variación del procedimiento electoral, para que los partidos no los guarnezcan de sectarios, buscando en la independencia una gran responsabilidad; la creación de la carrera de secretarios y de un senado municipal en su asamblea y, dando para las derramas la base de población y haciendo el impuesto progresivo, por ser ambos extremos de una equidad ircontravertible é inconcusa, como fundados en el do ut des. Si tan valioso fue el auxilio que los Gremios prestaron á los Concejos en la Edad media, por eso hemos propuesto su restauración, á fin de que el espíritu corporativo, informe nuestro renacimiento municipal, que será también social y económico. Las Diputaciones no podrán ser invernadero de caciques, estufas de vividores de dietas, que tantos sudores cuestan al contribuyente, siendo en adelante verdaderos superiores jerárquicos de los ayuntamientos, inspeccionando periódicamente sus servicios, porque la policía es la vida de las instituciones, y así podrán dedicarse también, no a politiquear, sino á administrar y fomentar los intereses morales y materiales de la Provincia, y al efecto, se les ha acrecido sus funciones, con servicios que responden á ciertos fines, por ser propios de este organismo. Intermedio entre las Diputaciones provinciales y el Estado, hemos creído prudente interpolar las Regiones, institución no nueva, sino que tiene sus raíces históricas y geográficas, y que al restaurarlas las hemos reconocido superiores jerárquicos de las Diputaciones, con funciones propias que hemos desgajado de las muchas que abruman en España a la acción del Estado y que este se abroga por falta de iniciativa social, pero confirmando en el Estado al Supremo Jerarca legal de estos organismos locales, perfectamente ensamblados y subordinados, al serlo de hecho y de derecho de las Regiones, para que asentados sobre tan sólidas bases, resulte un Estado verdaderamente nutrido de savia nacional.
Nosotros estamos plenamente convencidos de que las Corporaciones locales deben desarrollar una política social, no solo para robustecer su acción y ensanchar su órbita, sino también por resultar altamente beneficioso a sus administrados, alejándoles de la política de desquites y de exclusivismos de nuestros partidos, mientras estos no digan Sumsum corda; dirigiendo los ayuntamientos su actividad y sus energías por otros derroteros más en consonancia con el procomún, cercenando al Estado atribuciones que se abroga por falta de iniciativa social.
Nosotros entusiastas hasta la exageración de la manera de ser de los antiguos comunes, antes de la trágica epopeya de Villalar, (laudatores temporis acti, como dice Horacio) idólatras de ese pasado, queremos y deseamos que las corporaciones populares, sean lo que deben de ser, los tutores y patronos del vecindario como lo eran antes y bien gráficamente se expresaba, al llamar á su domicilio la Casa del pueblo, la Casa de la villa, o de la ciudad, y como se apellida en las provincias Vascas a sus diputados forales, con el digno, respetable y decoroso nombre de Padres de Provincia. Por eso pretendemos instaurar y restaurar la solidaridad más tangible, más inmediata y más provechosa, la solidaridad concejil, la solidaridad local, la más antigua de las solidaridades, el summun de la solidaridad, y por tanto de la mancomunidad, la mutualidad comunal, a fin de perpetuar en las generaciones venideras el muerto localismo, sino extenso, en cambio íntimo, intensísimo, que tanto prevaleció y tanto fecundó en nuestras pasadas centurias y así concluirá este funesto dislocamiento del individualismo, mejor dicho, del vituperable egoísmo que tiene degradada, perturbada, corrompida y aniquilada a nuestra querida patria, porque las sociedades prefieren siempre la vida á la libertad, “ y la libertad es absoluta, dice Donoso Cortés, cuando la represión interior es completa; la libertad es hija de la obediencia, es la grandeza del que se somete.”
Hemos insistido, quizás hasta ser pesados y machacones en el aislamiento absoluto de los municipios de la fétida, corrosiva deletérea política, porque en la antisepsia se basó la antigua cirujía, y la moderna en ella y en la asepsia funda sus prodigiosas operaciones y por eso prescribimos la pérdida del derecho electoral y de toda intervención de los miembros de las corporaciones locales y de sus empleados, en las elecciones de representante; en Cortes y de esa manera lograremos purificarlas de sectarios, las emanciparemos de la esclavitud política, que es la corrupción y desbarajuste de la administración local, y de ese modo también, habremos de conseguir la depuración del sistema parlamentario, que podría así quizás, llegar a ser una buena forma de gobierno, dejando de ser una cínica y grotesca tramoya y un sistema desacreditado por lo podrido, si es que no resulta al fin una bella teoría , un bonito ideal especulativo, de muy difícil realización, porque a la verdad llevamos dos tercios de siglo de funestos ensayos y todavía no le hemos tomado la embocadura, porque tanto gobernantes como gobernados, todos somos muy liberales de pico y absolutistas de hecho; así que resulta que nuestro parlamentarismo está basado arriba, en una omnipotencia ministerial, una pseudo-tiranía; en el medio, en la corruptora oclocracia, en el nepotismo y en la perturbadora influencia, y abajo en la chusma de los despóticos y enfatuados caciques. Con la privación del voto político a las corporaciones locales, lograremos el establecimiento de gobiernos genuinamente nacionales; evitaremos así mismo que los gobiernos de partido se apoyen en mayorías ficticias que segregan ó deyectan esos tan numerosos como serviles ayuntamientos rurales que atentos a su cuco egoísmo y al instinto por la vida que alguien da en llamar tacto político a esa lucha por la existencia, cambian de ruta a cada vuelta de dado, según dicho arcaico, y no tienen más norma que viva quien manda según frase moderna, y de esa manera también los caciques de segundo y tercer orden privados del mangoneo local, morirían unos por falta de medio ambiente apropiado y por inacción otros habrán de perecer, concluyendo así tan inmunda ralea. Quizás por algunos mentecatos políticos de oficio, o por algunos dilettanti platónicos se declame contra tal capitis disminutio y se echen por el arroyo vociferando contra semejante propósito; pero no se crea que las clases genuinamente laboriosas y, honradas, de esas que tienen que perder, lamenten el cercenamiento de su derecho electoral, sino que las personas expectables, se refugiaran en la independencia de las corporaciones locales, no solo huyendo de la universalidad é igualdad del sufragio y de los fulleros políticos, sino procurando la buena administración local, que es la base de la solidez s, firmeza de los Estados, pero tememos predicar en desierto, porque donde la razón no labra, endurece la porfía del persuadir.
No menos precisa se hace la protección y difusión legal del espíritu de asociación que es el verdadero fomento de la libertad individual, alejando del cuerpo social español, ese tradicional apego a la total y permanente intervención del Estado y de los gobiernos á quienes se confía y en quienes se descarga los deberes y obligaciones más elementales del individuo y colectivas, todo por inercia, mejor dicho, por desidia y haraganería vituperables, meciéndonos en una atmósfera de quietismo, verdaderamente musulmán, saturada de laissez faire y de laissez passer, que nos aniquila, nos arruina y nos embrutece y nos retrogada en muchos lustros, acaso un siglo al resto de Europa. Dijo Mr. Gladsttone á este propósito en una reunión popular en Saltuey 19 de Octubre de 1889 «Si el Gobierno toma a su cargo las obligaciones que incumben normalmente á cada uno de nosotros, los males que resultarían de semejante error, serían mayores que los beneficios ya realizados en el progreso social. Es preciso que el espíritu de iniciativa; el espíritu de independencia y virilidad personal, sea precisamente cuidado y protegido, tanto colectiva como individualmente. Si este sentimiento de confianza en sí mismo viene á desaparecer del obrero inglés, si se habitúa á no contar más que consigo mismo y á esperar del rico todo y recibirlo de su manos abdicando en él, estad seguros que nada habría para reparar tal desgracia y semejante mal.» De ahí cuan saludable y beneficioso sea el establecer bajo la gerencia de los ayuntamientos y Diputaciones, Sociedades de socorros mutuos, Cajas de ahorros, Montes de piedad, Sociedades cooperativas de consumo, en relación con los sindicatos de productores, en bien de sus administrados, que habrán de estimar y hasta bendecir la institución, por los beneficios que les irroga.
Los políticos de oficio habitualmente faltos de temor de Dios y, de conciencia, con exceso elástica, tienen por norma el tan famoso como inmoral principio, que e! fin justifica los medios, y por eso en su vehemente voracidad de proveerse telegráficamente de fortuna, sin tomarse la molestia de trabajarla, hacen los gastos de las elecciones y hasta se empeñan con ellas, á fin de que sirvan de cebo a caza mayor; así que para ellos las corporaciones populares, no son más que dulce y sabroso fruto del cercado ajeno, por lo que hay que perseguirlos hasta el exterminio, como animales dañinos, por ser el inmoral y pleonéxico politicianismo, el fermento más corrosivo y pernicioso para municipios y Diputaciones, proscribiéndolos de esos organismos, para que la probidad acrisolada y la abnegación magnánima se impongan, reinen y gobiernen soberanas en esas corporaciones populares, redimiéndolas tanto de la pasión sañuda, como del nepotismo hediondo que hoy las trae conturbadas y desacreditadas en manos de conciencias adormecidas y sugestionadas por la política de bajo vuelo y de codicioso egoísmo, como se practica en España, y a cuya maléfica influencia de esa calamidad contemporánea, no nos cansaremos de repetirlo para que no se olvide, Nunquant nimis dícitur, quod numquam satis discitur, como dijo Séneca, hay que atribuir el desbarate de la administración local y el malestar general; de ahí que la elección de segundo grado en las corporaciones locales y la privación del voto político á sus miembros, así como á todos sus empleados, habrá de ser el rio Alfeo que limpie y purifique los establos de Augias de nuestros Ayuntamientos y Diputaciones, así como también creemos confiadamente que el referéndum nacional y el mandato imperativo, habrá de ser el medio de esterilizar nuestra política para los politiciens, esa gente de sac et de corde, esos microbios del sistema parlamentario, que han llegado á constituir en los tiempos contemporáneos una nueva forma tiránica y ominosa de opresor y siniestro feudalismo, que se ha metido á político, no para hacer el bien, sino para realizar toda clase de arbitrariedades, que cuanto mayores, más pujanza significan, como si el mandar consistiese en cometer violencias, según dijo Salustio. Proinde cuasi injuria facere, id demun esse imperio uti. De esa manera habremos de reducir también el predominio del espíritu político á sus propios límites, pues hoy tal es el poder de la diosa política que nos ha traído al reinado de las procaces y enfatuadas submedianías y en su indiscutible omnipotencia, ha llegado á convertir, a fuerza de éxitos, el viejo vicio de la audacia, que es la desapoderada ambición, que es la egoísta soberbia, en una virtud contemporánea y á dar patentes de personajes y de limpieza de sangre y hasta de manos, á quienes en el trato social se tienen por declassés y maculados, por sus públicos entuertos y solemnes desaguisados.
Por otra parte, el concepto de autoridad, lo tenemos tan equivocado y tan bastardeado los españoles, que la confundimos desde arriba con la omnipotencia hasta la arbitrariedad, y desde abajo la energía la conceptuamos crueldad, la blandura y la lasitud deseamos lleguen á identificarse con la tolerancia y hasta con la complicidad; cuando precisamente la verdadera democracia debe de estar basada sobre una sólida y robusta autoridad, que no debe de partir de arriba, sino que se ha de cimentar desde abajo, para que así sea considerada por el prestigio y apoyo moral de los que la invocan y á quienes ha de imponerse y para que sea respetada por sus acertadas disposiciones; de ahí que para resurgir y restaurar los poderes locales, no sea menos necesario para confiar en que la selección social traiga necesariamente la purificación administrativa, el instaurar el sentido ético, el arraigar el cumplimiento del deber en esta sociedad gangrenada por el indiferentismo, trabajada por el quebrantamiento del principio de autoridad y por la indisciplina, corroída por el epicurismo más refinado, por el afán de lucro inmoderado y por el más codicioso egoísmo, acicate constante de la prevaricación que la traen inquieta y perturbada, especialmente á la clase media ó burguesía en la que han hecho presa y de la que usualmente se nutren nuestros partidos políticos y de la que también salen esos gobernantes, que según el tan circunspecto y preclaro político, como sutil y diestro orador D. Francisco Silvela, tienen un nivel moral muy inferior, pero con exceso a la masa de los gobernados, porque los talentos sin moralidad son una calamidad pública El procurar la mayor prosperidad á la patria, no debe de confundirse, decía Thiers, con esa pasión del interés material que deploran cuanto desprecian lo espíritus elevados. No hay obra más moral que la de disminuir la copia de males que pesan sobre el hombre, aún en las sociedades más civilizadas. Contribuir á que sea menos desgraciado, hacerle más justo para con los que le gobiernen, para con sus semejantes, para consigo y hasta con la misma Providencia. El alejamiento de Dios es la causa de lodos los males que deplora la sociedad contemporánea, dijo con profundo acierto el eminente filósofo, Cardenal Fr. González. Ya antes había dicho el gran Cicerón, que la felicidad es inseparable de la virtud. Nec enim virtudes sine beata vita cohere possunt, nec illa sitie vitutibus. El ansia febril del bienestar material, el culto exagerado al cuerpo y al placer, empuja el trabajo á los objetos de lujo, y la agricultura queda postergada, mientras que la industria fabril prospera y de ahí que los artículos de primera necesidad para a vida, sigan una progresión creciente de encarecimiento, permaneciendo los salarios casi en el mismo nivel, dominados por el capital y menospreciado el trabajo, y como consecuencia fatal, ineluctable de este desequilibrio moral y material, viene y- tiene que venir, no la pobreza y la miseria que esas son compañeras del hombre en la tierra, sino la plaga del pauperismo que es la caries corrosiva de la actual sociedad, porque todos quieren ser súbita y escanadalosamente ricos, desde que la riqueza es por desgracia un signo de virtud y sobre lodo ejecutoria de capacidad política, como dijo Salustio. Postquam divitiae honore esse coepere et eas gloriam imperium, potentia sequebantur: hebescere virtues, paupertas probo haberi, inocentia pro malevolentia duci coepit
La moderación, la templanza en las costumbres, inclinarán al pueblo á la virtud y á la piedad y le harían volver á donde antes concurría, especialmente en los días festivos, al templo de Dios, donde el corazón se recrea y, el alma se dilata en placeres inefables, hallando lenitivo á los males que nos aquejan, buscando la felicidad eterna, pero esto que es tan saludable y económico se tiene olvidado á cambio de las distracciones y recreos en teatros, circos, hipódromos, casinos, cafés y tabernas, que además de corromper y perturbar el cuerpo y el espíritu , aligeran el bolsillo de dinero, acaso preciso para atenciones más necesarias á la familia, educada en los tiempos modernos más para brillar y exhibirse en el bullicio de la calle y en el fausto de las reuniones públicas, que para ocuparse en las vivificadoras labores, modestas si, pero fecundas del placido y tranquilo hogar.
Dotad á un pueblo de una iglesia, de un consistorio y de una escuela; colocad en ellos al sacerdote virtuoso, al alcalde recto y justiciero, al maestro inteligente y celoso y habréis realizado el self-government, la self-administración, y habréis practicado la obra más beneficiosa, más humana y más trascendental para su civilización, para su bienestar y para su cultura, pues si Gianturco cree que la solución del problema social es asunto del derecho civil, nosotros también conceptuamos que algo y aún algos, se puede solucionar con la buena administración local, logrando así que la discordia no levante jamás su cabeza coronada de serpientes, ni la tiranía oprima con su férrea mano al hijo del pueblo, ni el poderoso abuse del débil, ni este se rebele contra el poderoso, sino que la ubérrima bienhechora y salutífera paz, esa divina huella del Dios-Hombre sobre la tierra, reine en los espíritus y en los corazones para que todos se estimen, cumplan con su deber, respeten la autoridad, adoren al verdadero Dios, amen con entusiasmo la patria, sus héroes, sus santos, sus costumbres y sus tradiciones, sus glorias, sus artes sus letras y su cultura; mirando con cariño y regocijo el lugar donde se nace, que parece que todavía calienta como el blando regazo de nuestra amorosa madre, imán de nuestra existencia; los caros sitios donde infantuelos jugueteábamos con nuestros fraternales e inolvidables amigos: la plaza con la casa del pueblo, con la iglesia y campanario, cuyos ecos y vibraciones parece que retiñen en nuestros oídos; recordando con profunda y cordial fruición y con singular deleite el templo en donde con el corazón arrobado elevamos al cielo nuestra prístina plegaria; el ara ante la cual emocionados juramos fidelidad á nuestra pía, grata y amada esposa; el altar donde conmovidos llevamos á recibir la hostia consagrada á nuestros tiernos hijos, carne de nuestra carne y huesos de nuestros huesos; no olvidando jamás el tétrico y silencioso sepulcro que encierra los venerandos despojos humanos de nuestros queridos progenitores, consolándonos la dulce y melancólica esperanza de yacer con ellos en sueno eterno, bajo la sombra de la cruz de nuestro Divino Redentor, porque la felicidad terrena se alimenta de recuerdos y de esperanzas, anegándose en la caridad, olvidando el efímero presente para fijar su pensamiento en el Eterno Dios, apartando la vista de este incesante cambio de la materia en el círculo del orbe, que al llevar de mano en mano la antorcha de la vida, deja las arrugas de la decrepitud para tomar las frescas tintas de la edad florida, repitiéndose sin cesar este recorrido, sin que pase un día que no se oigan mezclados el vagido del recién nacido y las tristes lamentos que acompañan al fúnebre cortejo, como dijo Lucrecio:
Nec nox ulla diem, nec noctem aurora secuta est,
Quae nom audient mixtos bagitubus oegris
Ploratus mortis comites et funeris atri.
Elías Romera
Administración Local, Almazán 1896, pp 323-333
miércoles, octubre 13, 2010
Misión de Ayuntamientos, Diputaciones Provinciales, Regionales y Estado (Elías Romera, Administración Local, Almazán 1896)
XV
Misión de los Ayuntamientos, de las Diputaciones Provinciales, de las Regionales y del Estado.
El mejor modo de gobernar, es dar el poder soberano a la mayor parte de aquellos cuya felicidad es el fin del Gobierno, por fácil que de ningún otro modo, ver logrado el objeto apetecido.
Bentham.
En una Nación donde el pueblo gobierna, el poder es solo su administrador y este carece de toda autoridad propia, habiendo tiene de los que le nombran, que pueden limitarla como crean conveniente.
Spencer
Las corporaciones locales son el baluarte de la verdadera libertad y de la descentralización
administrativa.
El Autor
Una administración paternal y, fomentadora es de una influeencia exclusiva e inmensa en el bienestar de los pueblos, en su prosperidad interna y en su poderío exterior, pero para ello es preciso que el indivíduo, las familias y las colectividades todas, concurran y coadyuven, cada uno dentro de su órbita, al bien común, inspirándose en él gobernantes y gobernados. «Que la autoridad, dice Timón, se valga más de la vigilancia que de la coacción, que contenga pero que no ordene: que enfrene y no empuje; que antes impida el mal que obligar á los demás á hacer el bien, que gobierne á los pueblos, pero que no se ingiera en su administración: que centralice los grandes negocios, pero que descentralice los de corto y limitado interés: que inspeccione, que guíe e impela: que persuada con preferencia á mandar.»
El ayuntamiento como verdadero gerente del vecindario tiene el alto deber, dice un autorizado y, práctico escritor de administración, el Sr.Abella, tiene el alto deber de observar, estudiar y conocer las necesidades de sus administrados, para satisfacerlas, procurando prevenirlas y "atenderlas con prudencia y discreción, con orden, justicia y apropiada economía, huyendo de toda prodigalidad y fausto que pueda comprometer los recursos del municipio que son el porvenir de las generaciones futuras. así como también debe de huir y apartarse de mezquindad codiciosa que deje desatendidos los servicios: sostener el orden y la tranquilidad públicas, pero sin que sea enojosa su vigilancia, ni odiosa su severidad, ni su autoridad pesada, aunque firme, entera, e inquebrantable; procurar la mejora progresiva de todos los servicios; atender con diestro cuidado á difundir y popularizar la enseñanza y a prodigar y extender la beneficencia, con toda clase de socorros al necesitado, al enfermo y al desvalido; proporcionar las mayores comodidades posibles á los vecinos, protegiendo con justicia sus derechos, exigiendo con imparcialidad á todos sus deberes, no convirtiendo la Ley en instrumento de venganza más que de justicia, garantizando á todos la seguridad personal; procurando, con su prudente equidad, inspirar confianza á todo el mundo, teniendo por norte y guía constante la Ley y el bien público; sostener con virilidad y, energía la moralidad en las costumbres públicas. y, conservar las tradiciones populares, legado de cien generaciones: difundir la cultura y mejorar constantemente las condiciones higiénicas y de ornato de la población, en una palabra mirar al municipio con el mismo anhelo y con el propio interés que un padre de familia aspira siempre á labrar la felicidad de sus hijos. Misión es verdad muy vasta, muy difícil, pero tan importante como honrosa, que es la base del bienestar, del orden, de la prosperidad y del progreso general de la Nación.
Las Diputaciones provinciales como superiores jerárquicos de los ayuntamientos, con análogos fines, pero en más vasto horizonte, con más elevado propósito y con más sereno juicio, para no descender á los flacos rozamientos de los pueblos, deben de ser la égida de los municipios, á la vez que los inspectores de sus servicios, sin extralimitaciones ni arbitrariedades parciales que no llevan tras de sí más que el enojo á la ley, la irritación del ofendido, no compensada nunca con el gozo del favor y lo que es mil veces peor, el menoscabo, el desprestigio y la prostitución del principio de autoridad en el concepto público, verdadero secreto de la publica tranquilidad y de la prosperidad de los pueblos.
A llenar necesidades más extensas aunque idénticas, en esfera más amplia que las Diputaciones provinciales, para ser su Consejo de inspección y de gobierno, vendrán las Diputaciones regionales a cumplir su misión intermedia entre aquellas y el Estado, para atender á servicios comunes á provincias limítrofes, unidas por los vínculos del agua, de la tierra, del clima, de la topografía y etnografía, estrechadas por los íntimos vínculos históricos que tanta huella dejan en las evoluciones de los pueblos.
Sobre estas tres graníticas gradas, con su base tan sólida y también cimentada, habremos de colocar al Estado hecho un Hércules, para por medio de una inspección y vigilancia permanentes, propias de un Patrono y de un Protector celoso, no por la ingerencia funesta y depresiva de autor permanente, imprimir enérgico, uniforme y constante movimiento a las Regiones, para que estas del mismo modo lo comuniquen a las Provincias y de estas llegue en la misma forma trasmitido á los Municipios, pero con un engranaje de tal precisión matemática en todas estas ruedas, con unos ejes tan sólidos y bien lubrificados que no resulte jamás ninguna fuerza concurrente que había de producir fatalmente choques, estacionamientos y por resultado la inercia, cuando no la desviación y, el desquiciamiento que es la muerte de la anarquía de este organismo, alma para la vida normal de las naciones. No basta, no, que el Estado sea el generador gigante de la fuerza propulsara que impela y engendre el movimiento nacional tan ingente como uniforme preciso para engranaje tan vasto, es necesario también que sea simultáneamente la resultante de las fuerzas locales y que á la par de Hércules, sea un Argos, todo ojos, que vigile é inspeccione el cumplimiento de la misión de su inmediata esfera, la Región, como esta habrá de hacerlo a la Provincia, para que está lo ejecute con los Ayuntamientos, todas en plena subordinación armónica y cada uno en su propia órbita, el centinela en descubierta para que en su elevado puesto sea el vigía permanente, en quien no solo descanse la paz pública interior que tanto ansía el alma. sito el equilibrio físico, la salud que tanto precisa el cuerpo, siendo el depositario del fuego sagrado de la justicia, al propio tiempo que el clavero dé nuestras tradiciones, el fiel guardador, el heraldo de nuestra honra, prudente y previsoramente discreto, para conservarla, sin arrogancia, como resuelto y valeroso; cuando acometido para defenderla con bizarría y con heroísmo dignos de que se conseren imperecederos en las indelebles páginas de la Historia.
Aunque las reformas y medidas que en este libro proponemos no estén exentas de defectos y de errores, vitia eruntia erunt donec homines, es grande nuestra convicción en las doctrinas expuestas y no es menor nuestra fe y nuestra confianza de que en su total realización radica la regeneración y prosperidad de España, porque en el vigor y en la fuerza de la vida local se fundamenta el poder de las Naciones, como lo mostró la nuestra en los ocho siglos de la reconquista, finada en el glorioso reinado de nuestros preclaros Reyes Católicos, cúspide de nuestra pasada grandeza, coincidiendo precisamente desde entonces nuestra decadencia nacional con el decaimiento de nuestras venerandas municipalidades, como de una manera inconcusa é irrefragable tienen probado el severo escritor, Ferrer del Rio, el insigne Marqués de Valdegamas, y el reputado Prescott, y hoy deponen como testigos presentes, Inglaterra, Alemania y Rusia, á pesar de sus muy distintas formas de gobierno; pero si nuestra convicción y nuestra fe son grandes, tenemos la esperanza casi perdida de ver regenerada nuestra España, por iniciativa oficial de los gobiernos de partido, por ese camino que siembra el bienestar por doquier, como una experiencia secular nos lo tiene demostrado en la historia de nuestras instituciones municipales; pero en cambio así no harían ni podían hacer el juego al parlamentarismo que nos rige y que ha hecho presa en los ayuntamientos. especialmente en los rurales, para salir adelante con su empeño de gobernarnos, pues esos esclavizados ayuntamientos rurales son los que fabrican nuestras mayorías parlamentarias sin cuya trama, ya legal, en e! sistema al uso, resultaría imposible de manejar el gobernalle para nuestros entecos partidos políticos, faltos de base, sin ideales que los animen y los disciplinen, sin savia social y sin ninguna influencia en la opinión publica, solo apoyados en el presupuesto de la Nación, que es el cebo y el botín que los alienta en la oposición, los sostiene y alimenta en el poder, y con esa política de comensales, con esa política, de fantoches intemperantes, tan menguada; con resortes tan mezquinos, no hay que esperar venga la salud de ese meéico que se sostiene de la estudiada prolongación de la enfermedad, y persuadidos de ello y reconociéndolo así, como lo reconocen todos nuestros hombres de gobierno, hay que hacerles esa justicia; no tratan de curar el mal, sino que lo palian porque en proseguir
el lento, pausado, como ineficaz tratamiento, falto de todo vigor, estriba precisamente la existencia de nuestros partidos políticos por los memos hoy sobre esa clave tan convencional subsisten y mientras que esta no varíe, que no se vislumbra en España cambio de sustentación más cómoda que la presente, pues no queda esperanza de remedio, cuando los vicios se mudan en costumbres, según afirmó Séneca: Dessinit esse remedio locus, ubi quae vitia fuerunt mores sunt, la regeneración de la vida local es casi una quimera y a nuestros agobiados municipios hay, que consolarlos, conque su curatela, mejor dicho, su esclavitud, será muy, larga, es ya crónica tienen que resignarse, como los condenados del Infierno de Dante, oyendo las fatídicas palabras, Lasciate ogni speranza, y no es porque nuestros gobernantes no conozcan el mal, ni sepan el remedio, no, es que no quieren aplicarlo por sórdido y grosero egoísmo, imitando lo que dijo Ovidio en su Mletamórfosís:
Aliud cupido, mens aliud suadet,
Video meliora, proboque, deteriora sequor.
conozco lo mejor, lo apruebo, pero ejecuto lo peor.
Nuestro cariño por las instituciones populares, nuestra afición a administración local, han puesto la pluma en nuestras manos para escribir este libro, lleno de verdades, acaso inútiles, hijas de_ nuestro estudio y de nuestra observación en el ardiente campo de la política de partido, y al apartarnos, dándole un Aeternum vale, pasmados de los de arriba, estupefactos de los costados, asombrados de los de abajo, abatidos de tantas desdichas y miserias tantas y persuadidos también de cuan estéril es el buen deseo y la estudiada iniciativa, guiados por el desinterés en favor del procomún, mientras este sea prisionero del egoísmo mezquino de nuestra usual política, queremos dejar en este libro la huella de nuestro paso por la administración provincial, para que al ser nuestro testamento político, sea al propio tiempo para nosotros un recuerdo, en nuestro voluntario retiro, ya que para nadie pueda ser una esperanza y para algunos quizás sea una utopía, aunque no toda su semilla habrá de caer sobre piedras y abrojales, sino que algo habrá de fructificar como en la parábola evangélica, habiéndonos servido de norte, en nuestro largo y pesado camino, este profundo pensamiento de Cicerón: «Nada hay tan grato á los ojos de Dios, como el que los hombres procuren el bien de sus semejantes. Homines ad Deos nulla re`propius accedunt, quo salutes hominibus dando (Cic Pro Q, Ligario)
Elías Romea
ADMINISTRACIÓN LOCAL, Almazán 1986, pp. 313-317
Misión de los Ayuntamientos, de las Diputaciones Provinciales, de las Regionales y del Estado.
El mejor modo de gobernar, es dar el poder soberano a la mayor parte de aquellos cuya felicidad es el fin del Gobierno, por fácil que de ningún otro modo, ver logrado el objeto apetecido.
Bentham.
En una Nación donde el pueblo gobierna, el poder es solo su administrador y este carece de toda autoridad propia, habiendo tiene de los que le nombran, que pueden limitarla como crean conveniente.
Spencer
Las corporaciones locales son el baluarte de la verdadera libertad y de la descentralización
administrativa.
El Autor
Una administración paternal y, fomentadora es de una influeencia exclusiva e inmensa en el bienestar de los pueblos, en su prosperidad interna y en su poderío exterior, pero para ello es preciso que el indivíduo, las familias y las colectividades todas, concurran y coadyuven, cada uno dentro de su órbita, al bien común, inspirándose en él gobernantes y gobernados. «Que la autoridad, dice Timón, se valga más de la vigilancia que de la coacción, que contenga pero que no ordene: que enfrene y no empuje; que antes impida el mal que obligar á los demás á hacer el bien, que gobierne á los pueblos, pero que no se ingiera en su administración: que centralice los grandes negocios, pero que descentralice los de corto y limitado interés: que inspeccione, que guíe e impela: que persuada con preferencia á mandar.»
El ayuntamiento como verdadero gerente del vecindario tiene el alto deber, dice un autorizado y, práctico escritor de administración, el Sr.Abella, tiene el alto deber de observar, estudiar y conocer las necesidades de sus administrados, para satisfacerlas, procurando prevenirlas y "atenderlas con prudencia y discreción, con orden, justicia y apropiada economía, huyendo de toda prodigalidad y fausto que pueda comprometer los recursos del municipio que son el porvenir de las generaciones futuras. así como también debe de huir y apartarse de mezquindad codiciosa que deje desatendidos los servicios: sostener el orden y la tranquilidad públicas, pero sin que sea enojosa su vigilancia, ni odiosa su severidad, ni su autoridad pesada, aunque firme, entera, e inquebrantable; procurar la mejora progresiva de todos los servicios; atender con diestro cuidado á difundir y popularizar la enseñanza y a prodigar y extender la beneficencia, con toda clase de socorros al necesitado, al enfermo y al desvalido; proporcionar las mayores comodidades posibles á los vecinos, protegiendo con justicia sus derechos, exigiendo con imparcialidad á todos sus deberes, no convirtiendo la Ley en instrumento de venganza más que de justicia, garantizando á todos la seguridad personal; procurando, con su prudente equidad, inspirar confianza á todo el mundo, teniendo por norte y guía constante la Ley y el bien público; sostener con virilidad y, energía la moralidad en las costumbres públicas. y, conservar las tradiciones populares, legado de cien generaciones: difundir la cultura y mejorar constantemente las condiciones higiénicas y de ornato de la población, en una palabra mirar al municipio con el mismo anhelo y con el propio interés que un padre de familia aspira siempre á labrar la felicidad de sus hijos. Misión es verdad muy vasta, muy difícil, pero tan importante como honrosa, que es la base del bienestar, del orden, de la prosperidad y del progreso general de la Nación.
Las Diputaciones provinciales como superiores jerárquicos de los ayuntamientos, con análogos fines, pero en más vasto horizonte, con más elevado propósito y con más sereno juicio, para no descender á los flacos rozamientos de los pueblos, deben de ser la égida de los municipios, á la vez que los inspectores de sus servicios, sin extralimitaciones ni arbitrariedades parciales que no llevan tras de sí más que el enojo á la ley, la irritación del ofendido, no compensada nunca con el gozo del favor y lo que es mil veces peor, el menoscabo, el desprestigio y la prostitución del principio de autoridad en el concepto público, verdadero secreto de la publica tranquilidad y de la prosperidad de los pueblos.
A llenar necesidades más extensas aunque idénticas, en esfera más amplia que las Diputaciones provinciales, para ser su Consejo de inspección y de gobierno, vendrán las Diputaciones regionales a cumplir su misión intermedia entre aquellas y el Estado, para atender á servicios comunes á provincias limítrofes, unidas por los vínculos del agua, de la tierra, del clima, de la topografía y etnografía, estrechadas por los íntimos vínculos históricos que tanta huella dejan en las evoluciones de los pueblos.
Sobre estas tres graníticas gradas, con su base tan sólida y también cimentada, habremos de colocar al Estado hecho un Hércules, para por medio de una inspección y vigilancia permanentes, propias de un Patrono y de un Protector celoso, no por la ingerencia funesta y depresiva de autor permanente, imprimir enérgico, uniforme y constante movimiento a las Regiones, para que estas del mismo modo lo comuniquen a las Provincias y de estas llegue en la misma forma trasmitido á los Municipios, pero con un engranaje de tal precisión matemática en todas estas ruedas, con unos ejes tan sólidos y bien lubrificados que no resulte jamás ninguna fuerza concurrente que había de producir fatalmente choques, estacionamientos y por resultado la inercia, cuando no la desviación y, el desquiciamiento que es la muerte de la anarquía de este organismo, alma para la vida normal de las naciones. No basta, no, que el Estado sea el generador gigante de la fuerza propulsara que impela y engendre el movimiento nacional tan ingente como uniforme preciso para engranaje tan vasto, es necesario también que sea simultáneamente la resultante de las fuerzas locales y que á la par de Hércules, sea un Argos, todo ojos, que vigile é inspeccione el cumplimiento de la misión de su inmediata esfera, la Región, como esta habrá de hacerlo a la Provincia, para que está lo ejecute con los Ayuntamientos, todas en plena subordinación armónica y cada uno en su propia órbita, el centinela en descubierta para que en su elevado puesto sea el vigía permanente, en quien no solo descanse la paz pública interior que tanto ansía el alma. sito el equilibrio físico, la salud que tanto precisa el cuerpo, siendo el depositario del fuego sagrado de la justicia, al propio tiempo que el clavero dé nuestras tradiciones, el fiel guardador, el heraldo de nuestra honra, prudente y previsoramente discreto, para conservarla, sin arrogancia, como resuelto y valeroso; cuando acometido para defenderla con bizarría y con heroísmo dignos de que se conseren imperecederos en las indelebles páginas de la Historia.
Aunque las reformas y medidas que en este libro proponemos no estén exentas de defectos y de errores, vitia eruntia erunt donec homines, es grande nuestra convicción en las doctrinas expuestas y no es menor nuestra fe y nuestra confianza de que en su total realización radica la regeneración y prosperidad de España, porque en el vigor y en la fuerza de la vida local se fundamenta el poder de las Naciones, como lo mostró la nuestra en los ocho siglos de la reconquista, finada en el glorioso reinado de nuestros preclaros Reyes Católicos, cúspide de nuestra pasada grandeza, coincidiendo precisamente desde entonces nuestra decadencia nacional con el decaimiento de nuestras venerandas municipalidades, como de una manera inconcusa é irrefragable tienen probado el severo escritor, Ferrer del Rio, el insigne Marqués de Valdegamas, y el reputado Prescott, y hoy deponen como testigos presentes, Inglaterra, Alemania y Rusia, á pesar de sus muy distintas formas de gobierno; pero si nuestra convicción y nuestra fe son grandes, tenemos la esperanza casi perdida de ver regenerada nuestra España, por iniciativa oficial de los gobiernos de partido, por ese camino que siembra el bienestar por doquier, como una experiencia secular nos lo tiene demostrado en la historia de nuestras instituciones municipales; pero en cambio así no harían ni podían hacer el juego al parlamentarismo que nos rige y que ha hecho presa en los ayuntamientos. especialmente en los rurales, para salir adelante con su empeño de gobernarnos, pues esos esclavizados ayuntamientos rurales son los que fabrican nuestras mayorías parlamentarias sin cuya trama, ya legal, en e! sistema al uso, resultaría imposible de manejar el gobernalle para nuestros entecos partidos políticos, faltos de base, sin ideales que los animen y los disciplinen, sin savia social y sin ninguna influencia en la opinión publica, solo apoyados en el presupuesto de la Nación, que es el cebo y el botín que los alienta en la oposición, los sostiene y alimenta en el poder, y con esa política de comensales, con esa política, de fantoches intemperantes, tan menguada; con resortes tan mezquinos, no hay que esperar venga la salud de ese meéico que se sostiene de la estudiada prolongación de la enfermedad, y persuadidos de ello y reconociéndolo así, como lo reconocen todos nuestros hombres de gobierno, hay que hacerles esa justicia; no tratan de curar el mal, sino que lo palian porque en proseguir
el lento, pausado, como ineficaz tratamiento, falto de todo vigor, estriba precisamente la existencia de nuestros partidos políticos por los memos hoy sobre esa clave tan convencional subsisten y mientras que esta no varíe, que no se vislumbra en España cambio de sustentación más cómoda que la presente, pues no queda esperanza de remedio, cuando los vicios se mudan en costumbres, según afirmó Séneca: Dessinit esse remedio locus, ubi quae vitia fuerunt mores sunt, la regeneración de la vida local es casi una quimera y a nuestros agobiados municipios hay, que consolarlos, conque su curatela, mejor dicho, su esclavitud, será muy, larga, es ya crónica tienen que resignarse, como los condenados del Infierno de Dante, oyendo las fatídicas palabras, Lasciate ogni speranza, y no es porque nuestros gobernantes no conozcan el mal, ni sepan el remedio, no, es que no quieren aplicarlo por sórdido y grosero egoísmo, imitando lo que dijo Ovidio en su Mletamórfosís:
Aliud cupido, mens aliud suadet,
Video meliora, proboque, deteriora sequor.
conozco lo mejor, lo apruebo, pero ejecuto lo peor.
Nuestro cariño por las instituciones populares, nuestra afición a administración local, han puesto la pluma en nuestras manos para escribir este libro, lleno de verdades, acaso inútiles, hijas de_ nuestro estudio y de nuestra observación en el ardiente campo de la política de partido, y al apartarnos, dándole un Aeternum vale, pasmados de los de arriba, estupefactos de los costados, asombrados de los de abajo, abatidos de tantas desdichas y miserias tantas y persuadidos también de cuan estéril es el buen deseo y la estudiada iniciativa, guiados por el desinterés en favor del procomún, mientras este sea prisionero del egoísmo mezquino de nuestra usual política, queremos dejar en este libro la huella de nuestro paso por la administración provincial, para que al ser nuestro testamento político, sea al propio tiempo para nosotros un recuerdo, en nuestro voluntario retiro, ya que para nadie pueda ser una esperanza y para algunos quizás sea una utopía, aunque no toda su semilla habrá de caer sobre piedras y abrojales, sino que algo habrá de fructificar como en la parábola evangélica, habiéndonos servido de norte, en nuestro largo y pesado camino, este profundo pensamiento de Cicerón: «Nada hay tan grato á los ojos de Dios, como el que los hombres procuren el bien de sus semejantes. Homines ad Deos nulla re`propius accedunt, quo salutes hominibus dando (Cic Pro Q, Ligario)
Elías Romea
ADMINISTRACIÓN LOCAL, Almazán 1986, pp. 313-317
viernes, octubre 08, 2010
Las Regiones (Elías Romera, La Administración Local, Almazán 1896)
XIII
Las Regiones.
Avanza siempre, pero en espiral.
Goetehe
Ya expusimos el desarrollo de este ciclo orgánico administrativo y ahora vamos á insistir sobre punto tan interesante. La demarcación provincial y la de los partidos judiciales nacieron por las necesidades administrativas del Estado, así que son creación de este. Los Reinos, los Principados, Los Condados, Marquesados y las tierras de las villas y ciudades, nacieron por el contrario, al calor de nuestras evoluciones históricas, al compás de nuestras lanzas reconquistadoras y, en consonancia y adaptación de la topografía y producciones del país con el carácter, dialecto y costumbres de nuevos pobladores; estos Reinos, estas Regiones son entidades reales y positivas que el Estado no ha podido sustituir, ni mucho menos borrar del comercio social con esas demarcaciones creadas á su antojo, como son las provincias y partidos judiciales. Los catalanes se llaman catalanes, sean del Ampurdán ó del Priorato; los andaluces, andaluces, así sean del condado de Nieblas como de la serranía de Ronda; los valencianos, valencianos, lo mismo los serranos de Castellón y Segorbe que los huertanos de Alicante, como todavía subsiste la división de castellanos viejos y nuevos. Los primeros constitucionales españoles no hicieron en esto mas que imitar servil y desdichadamente a los revolucionarios franceses, al instituir las provincias actuales, "desgarrando los cuerpos vivos de los antiguos estados, despedazando de su patria con nueva división administrativa", según frase del célebre irlandés Burque. De ahí que á las Regiones se les debe reconocer legalmente y darles é infundirles la vida que tuvieron, en la historia, restableciendo ese vínculo y ese nexo que fue el alma de nuestra reconquista y por ende de nuestra nacionalidad. Siendo Ministro de la Gobernación D. P. de la Escosura en la revolución del 54 se intentó por decreto, instaurar las regiones antiguas de nuestra nación, pero tan buen pensamiento se abandonó después, derogándose a seguida de la caída del partido progresista, tan laudable disposición. Después en los proyectos de reforma de los señores R. Robledo, Moret y sobre todo en el nonnato del señor Silvela, ha renacido esa idea que todavía se halla en el periodo de gestación, pero es tal su virtualidad, que es de esperar confiadamente, salga algún día vivificada legalmente de nuestro parlamento, porque como ha dicho con sobrado fundamento el insigne tratadista de derecho constitucional B. Constant: «es preciso introducir en la administración mucho federalismo” que no es opuesto a la unidad de la patria, como una experiencia secular lo viene comprobando en Inglaterra, Holanda, Alemania, Dinamarca y hasta en la autocrática Rusia, circunstancia que no tienen presente ciertos espíritus apocados y, asustadizos. El particularismo regional, el localismo histórico debido á la variedad de clima y á la constitución de nuestra nacionalidad, es tal en España, según observa el gran Spencer, que no puede igualarle otra nación.
Al constituir las Regiones queremos instaurar la regionalidad histórica y tradicional que no es el federalismo pactista, que no puede ser el separatismo y el descoyuntamiento de la unidad nacional, lograda á costa de tanta sangre, de sacrificios tantos y de tantos siglos de épica lucha; el regionalismo que deseamos constituir, es el genuino y auténtico regionalismo, que no es otra cosa que la descentralización en todas las manifestaciones de la vida social, desenvueltas en un organismo relativamente autónomo, con subordinación prudencial y harmónica al poder central; de esa manera combatiremos ese macrocefalisrno que nos corroe y nos desangra, consumiéndonos por plétora en Madrid y en las capitales y muriéndonos de anemia en los lugares y aldeas; con la constitución de las Regiones se difundirá y repartirá la vida nacional, que renacerá como el Ave Fénix, concluyendo esa concentración del poder y de servicios que caracteriza á nuestro Estado, todo cabeza y en su apoteosis constituido en Estado-Divinidad: por eso deseamos que las categorías graduales y progresivas, individuo, familia, municipio, provincia, región sean autónomas en el desarrollo de los elementos de vida, es decir, en su vida interna, con órbita bien delimitada y subordinadas en la externa al círculo superior jerárquico inmediato. Así también el Estado dejará de ser el arbitro de España y el Gobierno el tirano de los españoles
Así como el comunalismo es el complemento del familismo y de este el provincialismo, del propio modo el regionalismo lo es del provincionalismo, a la manera que el patriotismo, el amor de la patria, es el círculo máximo que abraza é integra á todos esos parciales amores y á todos esos vínculos graduales inferiores.
A la acción enérgica, tiránica y absorbente de la centralización, tenía que suceder por ley social necesaria inevitable, la reacción vivificadora del regionalismo descentralizador, amoroso y paternal como las auras de la patria, pero no el regionalismo estrecho, mezquino y bastardo de las banderías políticas, sino aquel regionalismo puro, genuino, auténtico, arrobador, que parte del santo suelo donde el sol pristinamente nos alumbró, donde recibimos las caricias maternales, donde pequeñuelos jugueteábamos, donde el casto amor enardecía nuestro corazón y donde se guardan las sacrosantas cenizas de nuestros padres y hermanos; en fin, del regionalismo, todo sentimiento idolátrico, todo recuerdos y tradiciones del sabor de la tierruca, que es la harmónica forma cristalográfica del nacional sentimiento de la integridad de la patria. El cesarismo revolucionario, ha dicho C. Perin, que no admite en la sociedad ,más que dos derechos, el del individuo y el del Estado, es el enemigo irreconciliable de las libertades locales.
En este concepto y teniendo presente la antigua demarcación de Reinos que han constituido la nacionalidad española, hemos formado el proyecto de división de Regiones, señalándoles las capitales y acompañándoles algunos datos estadísticos que lo ilustran y como se verá, de él resultan diez Regiones y en nuestro humilde parecer son las que más se amoldan á nuestros antecedentes históricos y á la topografía de nuestra península. Casi todas ellas tienen cinco provincias, excepto la Andalucía occidental, que por comprender las dos provincias de Extremadura tiene seis: en cambio la vasco- navarra y la aragonesa tienen cuatro, incluyendo en esta última la de Logroño, por sus afinidades de carácter, de producciones y topografía. Las capitales son las mismas que la tradición secular viene señalándolas como tales, excepto en la galaico-asturiana, que seria muy inconveniente levarla á la Coruña, por su excentricidad y por eso hemos señalado Lugo como capital, por ser punto más equidistante entre Asturias y Galicia. Lo propio acontece con Tolosa, antigua capital de Guipúzcoa, en la región vasco-navarra. Los nombres que damos á las Regiones son los mismos que llevan en nuestra Geografía histórica y política, !amentando que á la Andalucía occidental no le hayamos podido llamar Bético-Extremeña, ya que llamamos á su congénere y hermana, Andalucía occidental, porque el nombre de Andalucía es más usual que la palabra latina Bética. La población, extensión y riqueza de cada una, son suficientes, en nuestro concepto, para atender los fines que les hemos cometido, excepto la vasco-navarra que resulta un poco exigua, pero es una unidad histórica, etnográfica y topográfica tan interesante y tan importantísima, que nos atrevemos a decir sería un atentado alevoso, el segregar desgarrándolas esas cuatro hermosas hermanas que forman una las más valiosas preseas que abrillantas y, avalorar la corona de España, por su laboriosidad, por su honradez, por su carácter y por sus venerandas instituciones, ensalzadas y envidiadas en el antiguo y nuevo continente y que merecen conservarse en mármoles con letras de oro. Afirma el gran Le Play, hablando de ellas, que no ha hallado ni en Europa, ni en Asia, ni en América, raza ninguna en la cual la paz social reine en tan alto grado como entre nuestros vascongados, lo cual consiste en que en parte alguna existe una sumisión más completa a las instituciones fundamentales de la humanidad.
GALICIA
Capital: Lugo
Provincias
Asturias
Coruña
Lugo
Orense
Pontevedra
CASTILLA LA VIEJA
Capital :Burgos
Provincias
Ávila
Burgos
Santander
Segovia
Soria
CASTILLA LA NUEVA
Capital :Madrid
Provincias
Ciudad Real
Cuenca
Guadalajara
Madrid
Toledo
ANDALUCÍA OCCIDENTAL
Capital:Sevilla
Provincias:
Badajoz
Cáceres
Cádiz
Canarias
Huelva
Sevilla
ANDALUCÍA ORIENTAL
Capital:Granada
Provincias
Almería
Córdoba
Granada
Jaén
Málaga
VALENCIA
Capital:Valencia
Provincias
Albacete
Alicante
Castellón
Murcia
Valencia
CATALUÑA
Capital:Barcelona
Baleares
Barcelona
Gerona
Lérida
Tarragona
ARAGÓN
Capital:Zaragoza
Logroño
Huesca
Teruel
Zaragoza
VASCO-NAVARRA
Capital:Tolosa
Provincias
Álava
Guipúzcoa
Vizcaya
Navarra
Las Diputaciones Regionales, lo propio que las Provinciales y como los Ayuntamientos, son corporaciones exclusivamente administrativas, de cuya gestión estarán encargados cuatro diputados por cada provincia de su demarcación, elegidos por las Asambleas municipales y con el procedimiento que hemos propuesto para las elecciones provinciales, siendo preciso para ser electo Diputado regional, haber sido todo el tiempo legal Diputado provincial ó Vocal de una asamblea municipal, con juicio de residencia favorable, sin haber sufrido condena por comisión de delito. La Comisión regional se compone de tres Diputados elegidos á suerte; los turnos en forma idéntica á las Comisiones provinciales, á fin de que en ningún turno haya dos diputados de una misma provincia, y como en las regiones que tengan más de cinco provincias sobrarán diputados, se procurará repartir equitativamente los turnos, quedando de suplentes, á suerte también, los diputados á quienes no les haya tocado turno. En cambio las Regiones como la Aragonesa y Vasco-Navarra, por tener solamente cuatro provincias, elegirán cinco diputados en vez de cuatro, como las otras, para tener personal para los seis turnos. Las Diputaciones y Comisiones regionales, se constituirán y funcionarán de la misma forma que las provinciales y serán para estas lo que ellas para los Ayuntamientos, es decir, que las Diputaciones regionales son los superiores jerárquicos de las provinciales. El Presidente disfrutará cinco mil pesetas y cada Vocal de la Comisión regional tendrá cuatro mil pesetas de indemnización, siempre que no sean vecinos de la Capital, y los Diputados quince pesetas por sesión.
Los gastos obligatorios para las Diputaciones regionales serán:
1º Personal y material de sus oficinas.
2º Sostener una facultad de Medicina y Cirugía y otra de Derecho o de Farmacia o escuela de Veterinaria; una escuela de maestros y maestras superiores y una granja escuela de agricultura y ganadería, propia de los cultivos de la región y subvencionar las escuelas mixtas de las provincias de su demarcación, ejerciendo así un verdadero patronato. La enseñanza regional hará que se fomenten las aptitudes é inclinaciones eminentes de sus habitantes, y esos centros de enseñanza extenderán legítima influencia en toda la Región, dándole su genuina individualidad y facilitando á las familias, sin gastos onerosos, la vigilancia inmediata de sus hijos.
3.° Un hospital de crónicos incurables y un manicomio.
4.* La construcción d: ferrocarriles económicos que unan las capitales de las. provincias de su demarcación y los transversales más importantes para unir líneas de ancha vía, los cuales redunden en beneficio del comercio y de la producción regional y sobre tomo han de subvenir á la canalización de nuestros grandes ríos, cuyas aguas se pierden en los mares, sin utilizarlas ni para riegos, ni como vías fluviales, ni como fuerza motriz, y los canales hay que convencerse son instrumentos de mayor prosperidad que los ferrocarriles y sin duda por eso los españoles los tenemos tan preteridos, habiendo construido bastantes cientos de kilómetros de líneas férreas, sin preocuparnos de proporcionarles productos que transportar, es decir, que tenemos jaula y no tenemos pájaro.
5º Servicio industrial minero.
6º Consignación para subvenir á las calamidades de la Región.
El contingente regional no podrá exceder del 10 por 100 del total de presupuestos de las provincias de su demarcación, así como también el gasto de personal y de material no excederá del 6 por 100 del presupuesto total. Para la derrama del contingente regional se tendrán presentes las advertencias y circunstancias expuestas al hablar del provincial.
Las Diputaciones regionales se reunirán, alternativamente en las capitales de sus provincias en sus sesiones ordinarias; en las extraordinarias siempre en la capital de la Región, y se sostendrán da repartimiento que giren sobre los presupuestos provinciales en Septiembre, á fin ele que en Octubre lo conozcan las Diputaciones para el reparto del contingente. Los acuerdos de las Diputaciones regionales son apelables ante el ministro de de la Gobernación, quien dictará sus fallos con precisa audiencia de la Sección de Gobernación y Fomento del Consejo de Estado, interviniendo también en la misma forma para la aprobación de los presupuestos y cuantas de las Diputaciones regionales, para que estas jamás puedan empecer y embarazar la acción y unidad nacionales.
Todo cuanto hemos manifestado sobre acuerdos, responsabilidad en ellos, marcha económica, libros de actas, etc., etc., en las Diputaciones provinciales y Ayuntamientos, tendrá aplicación a las Regiones. Lo mismo que sobre recurso contra sus acuerdos y responsabilidad de sus Vocales.
Las Diputaciones regionales tendrán también iniciativa legistaiva.
Como se ve en la organización local que proponemos , hay el verdadero engranaje y trabazón para su ordenado funcionamiento, a la vez que la necesaria subordinación, sostenida por una inspección escrupulosa, entendida y constante, que empieza desde el Estado a las Regiones, de estas a las Provincias, y de las Diputaciones provinciales a los Ayuntamientos, base y cimiento de nuestra administarción local , y en esta división harmónica y complementaria de servicios, hijos de la fecunda y prodigiosa asociación, habremos de hallar la regeneración local y la prosperidad nacional, como en la asociación y división del trabajo han hallado los tiempos modernos el alma del progreso industrial, asombro del mundo.
No desconocemos cuan expuesto y hasta peligroso es transformar los organismos actuales, para encaminar la vida nacional por otros derroteros de más amplitud para la iniciativa individual y. por ende de más solidez; pero por desgracia nuestra, la atonía del cuerpo social es grande, le vemos sin cariño y sin entusiasmo por ninguna institución, por este incesante cambio de leyes que no echan raíces, ni adquieren estabilidad para que puedan apreciarse los fines que con ellas se persigue: esto nos hace creer que con mesura y prudencia en el desenvolvimiento de la reforma que proponemos, se habrán de desarrollar las iniciativas en las corporaciones, se habrá de robustecer la vida local, se circunscribirá á sus límites propios la del Estado y sobre todo se habrán de producir grandes economías que habrán de ir á avivar empresas y no se consumirán en la estéril empleomanía, que es la autocracia burocrática lo peor de todas las tiranías.
De esta manera lograremos encerrar la acción del Estado dentro de su esfera peculiar y atendiendo exclusivamente a los servicios, propios de su función, como son la organización económica, administración de justicia y establecimientos penitenciarios todos, la seguridad interior y exterior, la sanidad, la deuda nacional, la acuñación de moneda, las relaciones exteriores, los servicios estadísticos, las comunicaciones postales, los altos Cuerpos consultivos y la inspección de las regiones, que todo esto basta y sobra para que los paternales gobiernos no den paz a la mano en sus buenos deseos en favor del país, y sobre todo la acción oficial se contendrá dentro de prudentes límites, dejando á la iniciativa individual y corporativa local ancho campo y no moriremos por la asfixia que nos produce la absorción del Estado, logrando así que los gastos se reduzcan, que el impuesto disminuya, y sobre todo se debe establecer este sobre una base racional, científica y equitativa, que le haga revestir el carácter de verdadera contribución y no de despojo, como ahora sucede al hacer contribuir una misma riqueza bajo varios conceptos, que esto es además de irritante, injusto y hasta inmoral, y no menos inequitativo es, que la propiedad y las personas tengan el mismo tipo contributivo en las poblaciones que en la más arrinconada y apartada aldea, en donde de nada se disfruta, ni aun de seguridad personal y todo se paga; pero que á ello nos lleva ese cúmulo enorme de gastos, esa centralización perniciosa de servicios. consecuencias funestas de nuestra pasada grandeza, no puliendo ni sabiendo contenernos dentro de nuestros recursos, en nuestra decadencias, viviendo como modestos, pero honrados plebeyos, nosotros que hemos sido los señores del mundo. Con cuanta acierto exclamaba nuestro comprofesor Florentino, el inmortal Dante:
¡Nessum maggior dolore che ricordarase
Della fetlcitá nella disgraccia.
Elías Romera
Administración Local, Almazán 1896, pp 293-304
Las Regiones.
Avanza siempre, pero en espiral.
Goetehe
Ya expusimos el desarrollo de este ciclo orgánico administrativo y ahora vamos á insistir sobre punto tan interesante. La demarcación provincial y la de los partidos judiciales nacieron por las necesidades administrativas del Estado, así que son creación de este. Los Reinos, los Principados, Los Condados, Marquesados y las tierras de las villas y ciudades, nacieron por el contrario, al calor de nuestras evoluciones históricas, al compás de nuestras lanzas reconquistadoras y, en consonancia y adaptación de la topografía y producciones del país con el carácter, dialecto y costumbres de nuevos pobladores; estos Reinos, estas Regiones son entidades reales y positivas que el Estado no ha podido sustituir, ni mucho menos borrar del comercio social con esas demarcaciones creadas á su antojo, como son las provincias y partidos judiciales. Los catalanes se llaman catalanes, sean del Ampurdán ó del Priorato; los andaluces, andaluces, así sean del condado de Nieblas como de la serranía de Ronda; los valencianos, valencianos, lo mismo los serranos de Castellón y Segorbe que los huertanos de Alicante, como todavía subsiste la división de castellanos viejos y nuevos. Los primeros constitucionales españoles no hicieron en esto mas que imitar servil y desdichadamente a los revolucionarios franceses, al instituir las provincias actuales, "desgarrando los cuerpos vivos de los antiguos estados, despedazando de su patria con nueva división administrativa", según frase del célebre irlandés Burque. De ahí que á las Regiones se les debe reconocer legalmente y darles é infundirles la vida que tuvieron, en la historia, restableciendo ese vínculo y ese nexo que fue el alma de nuestra reconquista y por ende de nuestra nacionalidad. Siendo Ministro de la Gobernación D. P. de la Escosura en la revolución del 54 se intentó por decreto, instaurar las regiones antiguas de nuestra nación, pero tan buen pensamiento se abandonó después, derogándose a seguida de la caída del partido progresista, tan laudable disposición. Después en los proyectos de reforma de los señores R. Robledo, Moret y sobre todo en el nonnato del señor Silvela, ha renacido esa idea que todavía se halla en el periodo de gestación, pero es tal su virtualidad, que es de esperar confiadamente, salga algún día vivificada legalmente de nuestro parlamento, porque como ha dicho con sobrado fundamento el insigne tratadista de derecho constitucional B. Constant: «es preciso introducir en la administración mucho federalismo” que no es opuesto a la unidad de la patria, como una experiencia secular lo viene comprobando en Inglaterra, Holanda, Alemania, Dinamarca y hasta en la autocrática Rusia, circunstancia que no tienen presente ciertos espíritus apocados y, asustadizos. El particularismo regional, el localismo histórico debido á la variedad de clima y á la constitución de nuestra nacionalidad, es tal en España, según observa el gran Spencer, que no puede igualarle otra nación.
Al constituir las Regiones queremos instaurar la regionalidad histórica y tradicional que no es el federalismo pactista, que no puede ser el separatismo y el descoyuntamiento de la unidad nacional, lograda á costa de tanta sangre, de sacrificios tantos y de tantos siglos de épica lucha; el regionalismo que deseamos constituir, es el genuino y auténtico regionalismo, que no es otra cosa que la descentralización en todas las manifestaciones de la vida social, desenvueltas en un organismo relativamente autónomo, con subordinación prudencial y harmónica al poder central; de esa manera combatiremos ese macrocefalisrno que nos corroe y nos desangra, consumiéndonos por plétora en Madrid y en las capitales y muriéndonos de anemia en los lugares y aldeas; con la constitución de las Regiones se difundirá y repartirá la vida nacional, que renacerá como el Ave Fénix, concluyendo esa concentración del poder y de servicios que caracteriza á nuestro Estado, todo cabeza y en su apoteosis constituido en Estado-Divinidad: por eso deseamos que las categorías graduales y progresivas, individuo, familia, municipio, provincia, región sean autónomas en el desarrollo de los elementos de vida, es decir, en su vida interna, con órbita bien delimitada y subordinadas en la externa al círculo superior jerárquico inmediato. Así también el Estado dejará de ser el arbitro de España y el Gobierno el tirano de los españoles
Así como el comunalismo es el complemento del familismo y de este el provincialismo, del propio modo el regionalismo lo es del provincionalismo, a la manera que el patriotismo, el amor de la patria, es el círculo máximo que abraza é integra á todos esos parciales amores y á todos esos vínculos graduales inferiores.
A la acción enérgica, tiránica y absorbente de la centralización, tenía que suceder por ley social necesaria inevitable, la reacción vivificadora del regionalismo descentralizador, amoroso y paternal como las auras de la patria, pero no el regionalismo estrecho, mezquino y bastardo de las banderías políticas, sino aquel regionalismo puro, genuino, auténtico, arrobador, que parte del santo suelo donde el sol pristinamente nos alumbró, donde recibimos las caricias maternales, donde pequeñuelos jugueteábamos, donde el casto amor enardecía nuestro corazón y donde se guardan las sacrosantas cenizas de nuestros padres y hermanos; en fin, del regionalismo, todo sentimiento idolátrico, todo recuerdos y tradiciones del sabor de la tierruca, que es la harmónica forma cristalográfica del nacional sentimiento de la integridad de la patria. El cesarismo revolucionario, ha dicho C. Perin, que no admite en la sociedad ,más que dos derechos, el del individuo y el del Estado, es el enemigo irreconciliable de las libertades locales.
En este concepto y teniendo presente la antigua demarcación de Reinos que han constituido la nacionalidad española, hemos formado el proyecto de división de Regiones, señalándoles las capitales y acompañándoles algunos datos estadísticos que lo ilustran y como se verá, de él resultan diez Regiones y en nuestro humilde parecer son las que más se amoldan á nuestros antecedentes históricos y á la topografía de nuestra península. Casi todas ellas tienen cinco provincias, excepto la Andalucía occidental, que por comprender las dos provincias de Extremadura tiene seis: en cambio la vasco- navarra y la aragonesa tienen cuatro, incluyendo en esta última la de Logroño, por sus afinidades de carácter, de producciones y topografía. Las capitales son las mismas que la tradición secular viene señalándolas como tales, excepto en la galaico-asturiana, que seria muy inconveniente levarla á la Coruña, por su excentricidad y por eso hemos señalado Lugo como capital, por ser punto más equidistante entre Asturias y Galicia. Lo propio acontece con Tolosa, antigua capital de Guipúzcoa, en la región vasco-navarra. Los nombres que damos á las Regiones son los mismos que llevan en nuestra Geografía histórica y política, !amentando que á la Andalucía occidental no le hayamos podido llamar Bético-Extremeña, ya que llamamos á su congénere y hermana, Andalucía occidental, porque el nombre de Andalucía es más usual que la palabra latina Bética. La población, extensión y riqueza de cada una, son suficientes, en nuestro concepto, para atender los fines que les hemos cometido, excepto la vasco-navarra que resulta un poco exigua, pero es una unidad histórica, etnográfica y topográfica tan interesante y tan importantísima, que nos atrevemos a decir sería un atentado alevoso, el segregar desgarrándolas esas cuatro hermosas hermanas que forman una las más valiosas preseas que abrillantas y, avalorar la corona de España, por su laboriosidad, por su honradez, por su carácter y por sus venerandas instituciones, ensalzadas y envidiadas en el antiguo y nuevo continente y que merecen conservarse en mármoles con letras de oro. Afirma el gran Le Play, hablando de ellas, que no ha hallado ni en Europa, ni en Asia, ni en América, raza ninguna en la cual la paz social reine en tan alto grado como entre nuestros vascongados, lo cual consiste en que en parte alguna existe una sumisión más completa a las instituciones fundamentales de la humanidad.
GALICIA
Capital: Lugo
Provincias
Asturias
Coruña
Lugo
Orense
Pontevedra
CASTILLA LA VIEJA
Capital :Burgos
Provincias
Ávila
Burgos
Santander
Segovia
Soria
CASTILLA LA NUEVA
Capital :Madrid
Provincias
Ciudad Real
Cuenca
Guadalajara
Madrid
Toledo
ANDALUCÍA OCCIDENTAL
Capital:Sevilla
Provincias:
Badajoz
Cáceres
Cádiz
Canarias
Huelva
Sevilla
ANDALUCÍA ORIENTAL
Capital:Granada
Provincias
Almería
Córdoba
Granada
Jaén
Málaga
VALENCIA
Capital:Valencia
Provincias
Albacete
Alicante
Castellón
Murcia
Valencia
CATALUÑA
Capital:Barcelona
Baleares
Barcelona
Gerona
Lérida
Tarragona
ARAGÓN
Capital:Zaragoza
Logroño
Huesca
Teruel
Zaragoza
VASCO-NAVARRA
Capital:Tolosa
Provincias
Álava
Guipúzcoa
Vizcaya
Navarra
Las Diputaciones Regionales, lo propio que las Provinciales y como los Ayuntamientos, son corporaciones exclusivamente administrativas, de cuya gestión estarán encargados cuatro diputados por cada provincia de su demarcación, elegidos por las Asambleas municipales y con el procedimiento que hemos propuesto para las elecciones provinciales, siendo preciso para ser electo Diputado regional, haber sido todo el tiempo legal Diputado provincial ó Vocal de una asamblea municipal, con juicio de residencia favorable, sin haber sufrido condena por comisión de delito. La Comisión regional se compone de tres Diputados elegidos á suerte; los turnos en forma idéntica á las Comisiones provinciales, á fin de que en ningún turno haya dos diputados de una misma provincia, y como en las regiones que tengan más de cinco provincias sobrarán diputados, se procurará repartir equitativamente los turnos, quedando de suplentes, á suerte también, los diputados á quienes no les haya tocado turno. En cambio las Regiones como la Aragonesa y Vasco-Navarra, por tener solamente cuatro provincias, elegirán cinco diputados en vez de cuatro, como las otras, para tener personal para los seis turnos. Las Diputaciones y Comisiones regionales, se constituirán y funcionarán de la misma forma que las provinciales y serán para estas lo que ellas para los Ayuntamientos, es decir, que las Diputaciones regionales son los superiores jerárquicos de las provinciales. El Presidente disfrutará cinco mil pesetas y cada Vocal de la Comisión regional tendrá cuatro mil pesetas de indemnización, siempre que no sean vecinos de la Capital, y los Diputados quince pesetas por sesión.
Los gastos obligatorios para las Diputaciones regionales serán:
1º Personal y material de sus oficinas.
2º Sostener una facultad de Medicina y Cirugía y otra de Derecho o de Farmacia o escuela de Veterinaria; una escuela de maestros y maestras superiores y una granja escuela de agricultura y ganadería, propia de los cultivos de la región y subvencionar las escuelas mixtas de las provincias de su demarcación, ejerciendo así un verdadero patronato. La enseñanza regional hará que se fomenten las aptitudes é inclinaciones eminentes de sus habitantes, y esos centros de enseñanza extenderán legítima influencia en toda la Región, dándole su genuina individualidad y facilitando á las familias, sin gastos onerosos, la vigilancia inmediata de sus hijos.
3.° Un hospital de crónicos incurables y un manicomio.
4.* La construcción d: ferrocarriles económicos que unan las capitales de las. provincias de su demarcación y los transversales más importantes para unir líneas de ancha vía, los cuales redunden en beneficio del comercio y de la producción regional y sobre tomo han de subvenir á la canalización de nuestros grandes ríos, cuyas aguas se pierden en los mares, sin utilizarlas ni para riegos, ni como vías fluviales, ni como fuerza motriz, y los canales hay que convencerse son instrumentos de mayor prosperidad que los ferrocarriles y sin duda por eso los españoles los tenemos tan preteridos, habiendo construido bastantes cientos de kilómetros de líneas férreas, sin preocuparnos de proporcionarles productos que transportar, es decir, que tenemos jaula y no tenemos pájaro.
5º Servicio industrial minero.
6º Consignación para subvenir á las calamidades de la Región.
El contingente regional no podrá exceder del 10 por 100 del total de presupuestos de las provincias de su demarcación, así como también el gasto de personal y de material no excederá del 6 por 100 del presupuesto total. Para la derrama del contingente regional se tendrán presentes las advertencias y circunstancias expuestas al hablar del provincial.
Las Diputaciones regionales se reunirán, alternativamente en las capitales de sus provincias en sus sesiones ordinarias; en las extraordinarias siempre en la capital de la Región, y se sostendrán da repartimiento que giren sobre los presupuestos provinciales en Septiembre, á fin ele que en Octubre lo conozcan las Diputaciones para el reparto del contingente. Los acuerdos de las Diputaciones regionales son apelables ante el ministro de de la Gobernación, quien dictará sus fallos con precisa audiencia de la Sección de Gobernación y Fomento del Consejo de Estado, interviniendo también en la misma forma para la aprobación de los presupuestos y cuantas de las Diputaciones regionales, para que estas jamás puedan empecer y embarazar la acción y unidad nacionales.
Todo cuanto hemos manifestado sobre acuerdos, responsabilidad en ellos, marcha económica, libros de actas, etc., etc., en las Diputaciones provinciales y Ayuntamientos, tendrá aplicación a las Regiones. Lo mismo que sobre recurso contra sus acuerdos y responsabilidad de sus Vocales.
Las Diputaciones regionales tendrán también iniciativa legistaiva.
Como se ve en la organización local que proponemos , hay el verdadero engranaje y trabazón para su ordenado funcionamiento, a la vez que la necesaria subordinación, sostenida por una inspección escrupulosa, entendida y constante, que empieza desde el Estado a las Regiones, de estas a las Provincias, y de las Diputaciones provinciales a los Ayuntamientos, base y cimiento de nuestra administarción local , y en esta división harmónica y complementaria de servicios, hijos de la fecunda y prodigiosa asociación, habremos de hallar la regeneración local y la prosperidad nacional, como en la asociación y división del trabajo han hallado los tiempos modernos el alma del progreso industrial, asombro del mundo.
No desconocemos cuan expuesto y hasta peligroso es transformar los organismos actuales, para encaminar la vida nacional por otros derroteros de más amplitud para la iniciativa individual y. por ende de más solidez; pero por desgracia nuestra, la atonía del cuerpo social es grande, le vemos sin cariño y sin entusiasmo por ninguna institución, por este incesante cambio de leyes que no echan raíces, ni adquieren estabilidad para que puedan apreciarse los fines que con ellas se persigue: esto nos hace creer que con mesura y prudencia en el desenvolvimiento de la reforma que proponemos, se habrán de desarrollar las iniciativas en las corporaciones, se habrá de robustecer la vida local, se circunscribirá á sus límites propios la del Estado y sobre todo se habrán de producir grandes economías que habrán de ir á avivar empresas y no se consumirán en la estéril empleomanía, que es la autocracia burocrática lo peor de todas las tiranías.
De esta manera lograremos encerrar la acción del Estado dentro de su esfera peculiar y atendiendo exclusivamente a los servicios, propios de su función, como son la organización económica, administración de justicia y establecimientos penitenciarios todos, la seguridad interior y exterior, la sanidad, la deuda nacional, la acuñación de moneda, las relaciones exteriores, los servicios estadísticos, las comunicaciones postales, los altos Cuerpos consultivos y la inspección de las regiones, que todo esto basta y sobra para que los paternales gobiernos no den paz a la mano en sus buenos deseos en favor del país, y sobre todo la acción oficial se contendrá dentro de prudentes límites, dejando á la iniciativa individual y corporativa local ancho campo y no moriremos por la asfixia que nos produce la absorción del Estado, logrando así que los gastos se reduzcan, que el impuesto disminuya, y sobre todo se debe establecer este sobre una base racional, científica y equitativa, que le haga revestir el carácter de verdadera contribución y no de despojo, como ahora sucede al hacer contribuir una misma riqueza bajo varios conceptos, que esto es además de irritante, injusto y hasta inmoral, y no menos inequitativo es, que la propiedad y las personas tengan el mismo tipo contributivo en las poblaciones que en la más arrinconada y apartada aldea, en donde de nada se disfruta, ni aun de seguridad personal y todo se paga; pero que á ello nos lleva ese cúmulo enorme de gastos, esa centralización perniciosa de servicios. consecuencias funestas de nuestra pasada grandeza, no puliendo ni sabiendo contenernos dentro de nuestros recursos, en nuestra decadencias, viviendo como modestos, pero honrados plebeyos, nosotros que hemos sido los señores del mundo. Con cuanta acierto exclamaba nuestro comprofesor Florentino, el inmortal Dante:
¡Nessum maggior dolore che ricordarase
Della fetlcitá nella disgraccia.
Elías Romera
Administración Local, Almazán 1896, pp 293-304
jueves, octubre 07, 2010
Reorganización de las Diputaciones provinciales (Elías Romera, Administración local, Almazán 1896)
XII
Reorganización de las Diputaciones sobre nuevas bases y aumento de servicios.
Destruam et aedificabo
Jesucristo
Hicimos notar en lunar oportuno, la influencia tan inmediata de los gobernadores en estos organismos, acaso más sensible y más manifiesta que en los Ayuntamientos, por la contangencia y coexistencia de ambas entidades en las capitales de provincia. Allí también marcamos las deficiencias y vicios de las Diputaciones provinciales, tanto en su origen y constitución, como en sus funciones, habiendo señalado la enfermedad, fácil nos será hallar el remedio, porque, como dijo Hipócrates, un buen diagnóstico, prepara el oportuno tratamiento.
El procedimiento electoral para las Diputaciones provinciales será el mismo que hemos indicado para los ayuntamientos, con la diferencia, de que así como allí son electores todos los vecinos, cuyo requisito hemos indicado, aquí, á fin de dar fuerza social á !as corporaciones provinciales, proponemos sean sus electores, todos los ex-concejales, los vocales de las Juntas de los gremios y de los Sindicatos de obreros y todos los vecinos que posean un titulo de facultad o de enseñanza superior o profesional,, según la Ley- de Instrucción pública, siempre que no cobren sueldo del Estado, de la Región, Provincia o Municipio; se procurará que en un mismo año no haya elecciones de Ayuntamientos y Diputaciones, sino que vengan alternadas; proponemos este cuerpo electoral para las Diputaciones:
1º' Para evitar la conmoción y perturbación que siempre llevan consigo las elecciones en los comicios numerosos.
2º Porque siendo las Diputaciones provinciales corporaciones que se sostienen, casi exclusivamente, del contingente á repartir entre los contribuyentes, justo es que estos sean los que las elijan y además así tendrán las Diputaciones una especial representación que les dará la experiencia y la capacidad de sus electores, además de la corporativa de los gremios; condicionados, así bien, como se propone á los elegibles, las Diputaciones serán las genuinas representantes de las fuerzas contributivas de la provincia.
Por otra parte, lo mismo en Francia que en Bélgica y que en Italia, el cuerpo electoral provincial es distinto que el municipal, por exigir otras condiciones de aptitud y capacidad, como aquí proponemos y con cuerpo electoral tan selecto, se logrará que las Diputaciones salgan de las fuerzas vivas y de las capacidades del país, no por virtud de la coacción y del soborno y por imposiciones nauseabundas de la política, sino que busquen su raíz y, su fundamento en las fuerzas sociales, anteriores á toda ley, inspirándose y afianzándose esta y aquellas, proveyendo a que los organismos sean fiel reflejo del orden social, para que así reciban sus mutuas influencias.
Para ser Diputado provincial se requiere:
1º Haber sida Concejal todo el plazo legal por un Ayuntamiento del distrito, con certificado favorable de residencia de la asamblea municipal.
2º También pueden ser Diputados provinciales los que tengan un título universitario ó sus similares, llevando diez años de ejercicio en el propio distrito.
3.º Los Presidentes de los Gremios y de los Sindicatos de obreros.
4.º No haber sufrido condena por comisión de delito y no tener las excepciones prescritas para los Concejales.
El cargo para Diputado provincial, es insolicitable, irrenunciable, obligatorio, juramentado, irrelegible y sujeto á responsabilidad y periódicamente renovable como el de Concejal, por las razones allí expuestas. De este modo se evitará monopolicen el oficio de Diputados provinciales los vecinos de !as capitales que se creen con más derecho y personalidad que los rurales y sobre todo irán á las Diputaciones personas de aptitud reconocida en la administración, de capacidad contrastada y así se considerará el cargo de Diputado provincial como un ascenso merecido en la vida pública y no será tan fácil haga mella en estas corporaciones el sórdido, grosero y
tan funesto egoísmo de la política, que en su exagerado proselitismo peca de poco escrupulosa en el reclutamiento de sus adeptos, así que las Diputaciones están pidiendo a voces un expurgo y una selección que las limpie y las emancipe de las imposiciones estupendas y de las improvisaciones fenomenales que de ordinario exhibe en esos Museos políticos en ejemplares, tan raros como preciosos, la avasalladora omnipotencia de nuestros partidos, y de esa manera se logrará que personas autorizadas, notables y competentes, administren las provincias, constituyendo una verdadera jerarquía en la carrera administrativa local, conforme al pensamiento del gran Cicerón. “Quiero, decía, en el Estado un Poder Supremo, que otra parte se reserve a los mejores ciudadanos y que los asuntos locales se entreguen al juicio y voluntad del pueblo.» Restringiendo las condiciones legales de los candidatos á las Diputaciones, haremos que se les conozca más por sus hechos laudables, que por sus palabras hueras y capciosas y que algunos no traten de deslumbrar y sugestionar por el traje correcto y elegante, que es la cáscara para encubrir la podredumbre, sino que habremos de lograr que la coerción moral de las autoridades sociales, de los hombres de bien y de buena voluntad y de aptitud reconocida, es decir, que la virtud y el talento de toda notoriedad, sean la legítima y saludable influencia en el cuerpo electoral, para que tenga o pueda tener acierto en la elección y garantía en los elegidos, anulándose las impaciencias y las ambiciones de los advenedizos.
Las Comisiones provinciales permanentes son hoy muy numerosas y por tanto excesivo el coste de sus indemnizaciones que suelen ser el cebo de bastardas ambiciones, por todo lo que procede reducirlas á un tribunal trino y por tanto a dieciocho el número de diputados en cada provincia, que elegirán otros tantos distritos en que se dividirán las provincias, atendiendo al número de habitantes, demarcación que harán las Diputaciones con aprobación de la Diputación Regional y confirmación, con resolución definitiva, del Consejo de Estado. Las capitales de provincia no podrán, cualquiera que sea el número de habitantes, tener más de un Diputado provincial, en el caso que ellas solas formen distrito y en el distrito que sean cabeza, se les procurará agregar suficiente número de Ayuntamientos que no solo equiponderen, sino que superen en número de habitantes á los que tenga la capital, para evitar así la preponderancia y hegemonía oligárquica de las capitales sobre los pueblos.
La Diputación provincial se reunirá todos los años el primer día hábil de Febrero y de Octubre para ocuparse respectivamente de cuentas y presupuestos y de todos los demás asuntos que crea oportunos, verificándose la reunión en las cabezas de los distritos, alternando cada vez, para lo cual se fijarán á suerte los turnos. La Diputación se reunirá en sesión extraordinaria, cuando lo crea oportuno y necesario la Comisión permanente ó cinco de los vocales que lo solicitaran de ésta, qué hará la convocatoria- si la cree conveniente. Los acuerdos de la Diputación y de la Comisión san ejecutivos y se efectuarán antes de la sesión inmediata, por sus Presidentes y se harán públicos en el término de una semana en el Boletín Oficial y son apelables ante la Diputación Regional, la que al revocarlos, si notase negligencia ó ignorancia inexcusable ó mala fe notoria, procederá en todo, conforme á lo expuesto en los acuerdos municipales que habrían de servir de regla aplicable a las Diputaciones y á sus Comisiones permanentes, así como cuanto hemos dicho sobré responsabilidad civil y criminal en el desempeño de su cargo.
La misma autonomía relativa y sobre todo el alejamiento del Poder ejecutivo que hemos reconocido á las Ayuntamientos, la misma habremos de otorgar á las Diputaciones provinciales, libres de la ingerencia y de la intromisión de los Gobernadores, quia ubi est eadem ratio, esse debet eadem dispositio. Las Diputaciones provinciales serán los superiores jerárquicos de los Ayuntamientos, inspeccionando todos los años los servicios, aprobando sus presupuestos y cuentas, revisando sus acuerdes cuando no se hayan confirmado por la asamblea municipal, y por último, nombrando Concejales interinos cuando proceda, a propuesta de la misma asamblea. Las corporaciones provinciales deben ser autarcas en la gestión de sus intereses y sus acuerdos ejecutivos en las materias de su competencia, que es todo lo que puede afectar material y moralmente a la Provincia, salvo el recurso ante la Diputación Regional. El Presidente podrá suspender el acuerdo cuando conceptúa perjudica los intereses de la provincia ó pueda afectar al orden público, dando cuenta inmediata, en el acto, a la Diputación Regional, cuya Comisión se reunirá ad hoc lo antes posible para resolver sobre el particular. También lo comunicará á la Diputación para que pueda sostener y representar los fundamentos de su acuerdo. Los tribunales también podrán suspender los acuerdos de las Diputaciones, en los mismos casos que hemos marcado á los acuerdos de los Ayuntamientos. Las Comisiones provinciales hacen las veces y voces de las Diputaciones, cuando no están reunidas, pero no pueden hacer aumento de gastos y todos los acuerdos son provisionales, ínterin recae la aprobación de la Diputación. A cada reunión de ésta, la Comisión redactará una Memoria respecto a todos sus acuerdos y estado de la administración provincial por servicios, la cual se publicará en el Boletín Oficial. La Comisión provincial hará la distribución mensual de fondos y su Presidenta será el Ordenador de pagos, y hará la cuenta mensual de presupuesto que se publicará en el Boletín Oficial; la de movimiento de fondos hecha por el Depositario, con el atestado del Contador, también se publicará mensualmente en el Boletin. Las Depositarías provinciales podrían suprimirse, teniendo cuenta corriente en la Sucursal del Banco de España, que podía ser el cajero de las Diputaciones, como lo es del Estado, con gran beneficio para las provincias.
Los gobernadores de Provincia que deberían más propiamente apellidarse Delegados Provinciales del Gobierno, por conveniencia á la unidad de mando y por economía, deberán asumir, como los antiguos Intendentes, lo gubernativo y lo administrativo. así al propio tiempo se dignificara y enaltecerá el cargo, porque la política trae hace muchos años averiado el personal y desarregladas las Provincias, desde que cualquier Diputado á Cortes ó Senador se cree capacitado para arreglar y dirigir o mandar provincias y desde que el sueldo del gobernador es termómetro para regular jubilaciones de amigos y paniaguados de los Dioses mayores de nuestros partidos políticos, que han abierto por ahí gran portillo á las clases pasivas, a costa del Erario público, sentando una jurisprudencia abusiva que ha de costar muchos miles de pesetas á los esquilmadas contribuyentes. A los nuevos Delegados provinciales del Gobierno les queda que hacer bastante todavía con la administración económica, con el orden público, establecimientos penales, sanidad, comunicaciones y con la política, pero es preciso que en adelante esos cargos sean menos políticos y más administrativos, á fin de que aislando la administración pública, como preponemos en la local, de la política, ésta se encauce por otros derroteros y reduzca su acción á su propia esfera y no perturbe y convierta en botín de sus prosélitos, la administración local y del Estado.
Las Diputaciones se renovarán por terceras partes de dos en dos años en la forma actual, verificándose las elecciones el primer domingo de Diciembre para entrar los electos á ejercer el cargo el 1º de Enero. El cargo de Diputado provincial es insolicitable, irreelegible, incompatible con todo empleo público renumerado, irrenunciable y sujeto á responsabilidad como el cargo de Concejal.
El proyecto de presupuesto lo hará la Comisión provincial en unión del Contador. El año económico será el natural, sin periodo de ampliación y sin presupuesto adicional, por ser ambos innecesarios. El presupuesto se aprobará en la primera quincena de Octubre por la Diputación que lo pasará á la Diputación Regional para su aprobación definitiva, al fin de que los Ayuntamientos puedan en Noviembre conocer el contingente provincial, para su inclusión en los presupuestos municipales. Los gastos obligatorios de las Diputaciones provinciales, serán:
1º Personal y material de sus oficinas, que no podrá exceder del 8 por 100 de sus presupuestos, fijándose en la Ley, el personal que deben tener, categorías y, sueldos en analogía á lo dispuesto por el Decreto de Mayo de 1892.
2º Indemnizaciones para los Sres. Diputados y Vocales de la Comisión permanente.
3º Sostenimiento de un Hospital de crónicos y operandos, una casa de maternidad, un asilo de expósitos y ancianos desvalidos, cucos establecimientos se situarán, á ser posible, en distintas poblaciones de la provincia.
4º Costear un Liceo ó Instituto de 2ª enseñanza, con su agregada Escuela Normal de Maestros elementales y otra de Maestras de la misma clase, varias escuelas de artes y oficios situadas en distintas poblaciones de la provincia y escuelas de náutica en las provincias marítimas.
5º Construcción, conservación . administración de las carreteras y obras provinciales.
6.° Calamidades públicas provinciales.
7º Contingente regional.
8º Obligaciones eclesiásticas de la Diócesis.
9º Contingente de Guardia Civil y de Orden Público.
10º Servicio agronómico y forestal.
11º Construcción de pantanos.
12º Material de oficinas municipales y de escuelas.
13º Imprevistos que no excederán del 1 por loo del presupuesto.
14.° Suscripción de la Gaceta Oficial y Colección Legislativa.
15º Publicación del Boletín Oficial de la provincia.
Las Diputaciones Regionales aprobarán en definitiva en la segunda quincena de Octubre, los presupuestos provinciales. Queda terminantemente prohibido todo pago ó subvención pecuniaria de fondos provinciales que no redunde directamente en provecho de la provincial toda y de todos y cada uno de sus ayuntamiento y vecinos, ya moral,ya materialmente.
Las Diputaciones provinciales y Regionales, así como los Municipios, no podrán invertir sus recursos sino en gastos de reconocida utilidad para los intereses morales y materiales de la colectividad toda, sin que jamás puedan redundar directa ó indirectamente, exclusivamente, en favor de una persona, de una familia, pueblo ó comarca. Las corporaciones, debiendo mirar por la prosperidad de sus administrados, especialmente las provincias y regiones, procurarán fomentar la agricultura, la industria y la instrucción, presupuestando premios á los productores que más se distingan en su tráfico, á los autores de obras científicas ó de artes industriales, nunca de literatura, porque estamos padeciendo una peste de retórica que se ha hecho endémica en España hace dos tercios de siglo.
Las Diputaciones provinciales no usarán otro papel para toda su documentación que el papel sellado de oficio del año correspondiente, en la misma forma que hemos expuesto al tratar de los Ayuntamientos, lo mismo que respecto á los libros de actas y de contabilidad que les facilitará la Diputación Regional, abriéndose y cerrándose con las formalidades allí indicadas. Las multas que la Diputación ó Comisión permanente impongan, serán en papel provincial de multas, análogo al papel municipal.
El contingente provincial no podrá exceder del 25 por 100 y recaerá no solo sobre contribuciones directas y consumos que hoy prescribe el art. 117 de la Ley provincial, sino sobre el 20 por 100 de propios, 10 por 100 de repoblación de montes, inscripciones de bienes desamortizados, cédulas personales y descuento sobre sueldos y en general sobre toda clase de contribución directa ó indirecta que se pague por los Ayuntamientos al Tesoro público. Para el pago del contingente provincial, se considerarán las poblacioness distribuidas en las siguientes categorías: 1º La capital de provincia, población con Sede Episcopal ó capital de departamento de marina o puerto o aduana de primera clase o plaza fuerte de igual categoría. 2º Cabezas de partido. 3º' Matrices de Ayuntamiento. 4º Pueblos agregados. Es decir, las mismas circunstancias que análogamente hemos expuesto como bases para el reparto de la contribución al Estado, advirtiendo que la población que tenga establecimiento de beneficencia ó instrucción sostenido por la provincia, ó industrial ó penitenciario ó de otra clase del Estado, pasará a la categoría inmediata. Para verificar la derrama proporcional se hará el reparto del presupuesto provincial entre el total de las contribuciones al Tesoro de cada Ayuntamiento, rebajando una décima de su cupo ó cuota a la segunda categoría, dos á la tercera y tres á la cuarta y recargándola en cambio á la capital en la misma proporción que se rebaja al las gradaciones inferiores. El contingente provincial lo pagarán los Ayuntamientos durante los meses de Enero, Abril, Julio y Octubre en las cabezas de distrito electoral, en donde la Diputación tendrá un recaudador con la fianza correspondiente y éste lo ingresará en la Caja de la Diputación. Los Concejales responden solidariamente con sus bienes al pago del contingente provincial, en caso de no ingresarlo en el tiempo y plazos marcados y. contra ellos y sus bienes se dirigirá el procedimiento de apremio por el mencionado recaudador.
Los grandes atrasos que hoy tienen los Ayuntamientos por contingente provincial, se satisfarán en cuatro plazos, que figurarán en los presupuestas municipales en cuatro años sucesivos á fin de que escalonados les sea más llevadero su pago y las Diputaciones tendrán presentes esos débitos para menos repartir á los que vayan corrientes en su pago; estos plazos de los atrasos serán comunes y empezarán a regir en un mismo año para todos los Ayuntamientos morosos.
Los turnos de la Comisión provincial no se harán á votación sino á suerte y por distritos á fin de que los Diputados de todos los distritos turnen en la Comisión. No disfrutará de gastos de representación la Presidencia de la Diputación, que la desempeñará, lo propio que en la Comisión permanente, el Diputado más antiguo en el cargo o que más veces lo haya desempeñado y en identidad de circunstancias, el de más edad; así se evitarán las componendas más repugnantes para el disfrute y usufructo de las dietas y gastos de representación, no por desempeñar esos cargos más o menos honoríficos, sino por las indemnizaciones y gastos de representación, que han convertido á esas puestos en unos beneficios curados, que se disputan, con todos los medios imaginables, hasta los más indecorosos, los padres de la provincia. Los diputados disfrutarán de 10 pesetas de indemnización cuando asistan á las sesiones, menos los Vocales de la Comisión y los que sean vecinos ó residentes en el punto de la reunión, a fin de no lesionar sus intereses y porque lo que poco cuesta poco vale. La Comisión permanente de la Diputación tendrá su residencia en la capital de la provincia y será precisa y obligatoria la presencia de sus tres Vocales para constituirse en sesión: en caso de enfermedad ó ausencia, les sustituirán por turno los Diputados residentes en la capital. Los Diputados Vocales de la Comisión permanente, disfrutarán de indemnización dos mil pesetas en las provincias 1ª clase, dos mil quinientas en las de 2ª y tres mil en las de 3ª, y de esta manera se aquietará la gula por las dietas, demasiado insaciable, casi hasta la glotonería de algunos del oficio y de ese modo revestirán el carácter de indemnizaciones. Los Presidentes de las Comisiones provinciales disfrutarán 1000, 750, y 500 pesetas más que los Vocales, en las provincias de 1.*, , 2ª y 3ª categoría. Los Diputados que sean vecinos ó residan con casa abierta en la capital, no percibirán indemnizaciones, porque en ellos serían verdaderas gratificaciones. El Diputado que traslade su vecindad ó domicilio fuera del distrito que represente en la corporación, se entiende que renuncia el cargo. El cargo de Vocal de la Comisión provincial es incompatible con el ejercicio de la abogacía.
I.as Secretarías v Contadurías de las Diputaciones provinciales se proveerán por antigüedad, sin defecto, unas veces y otras por méritos, alternando en este concurso entre los Secretarios y Contadores municipales de las capitales de provincia de la misma Región, mediante terna propuesta por la Comisión Regional para que elija la Diputación. Los empleados de las Diputaciones no podrán disfrutar de sobresueldo, ni gratificaciones mas que el sueldo asignado á su cargo. Las Diputaciones nombrarán á todos sus empleados, pero no podrán separarlos, sino mediante expediente que justifique la medida, con audiencia del interesado. Las plazas de escribientes y oficiales de Secretaría y Contaduría provinciales, estarán asimiladas por sus sueldos á las Secretarías municipales y se proveerán en la misma forma que éstas.
De la propia manera las Diputaciones deben de ser las Gerentes de la asociación cooperativa de sus Ayuntamientos para adquirir material de oficinas y. de escuelas, servicios en los cuales se derrochan algunos millones y. adquiriéndolo por subasta las Diputaciones legrarán economía para los Ayuntamientos, pues los intermediarios en toda clase de comercio, son la carcoma, en la actual sociedad, de consumidores y. productores y en esa dirección cooperativa las Diputaciones y especialmente los Ayuntamientos, pueden hacer mucho en obsequio de sus administrados y en bien de las clases menesterosas, proporcionándoles alimentos sanos y baratos y habitaciones higiénicas para ya en ese camino ir después más allá, pues las obras cooperativas, dice Ch. Perín, producen el hábito le la acción concertada, de la fijeza de relaciones y de la mutua confianza, preparando de esta suerte los vínculos más internos y sólidos de la verdadera asociación.
Si á las corporaciones municipales les fiemos reconocido la iniciativa legislativa, con mayor razón todavía, por la capacidad más extensa que hay que suponerles, se la habremos de otorgar también a las Diputaciones provinciales.
Las Diputaciones tendrán los Arquitectos necesarios, no solo para atender á sus edilicios, sino para todos los de los Ayuntamiento de la provincia.
Ya hemos indicado anteriormente, que es preciso aligerar a los presupuestos provinciales de la pesada carga del sobre-sueldo á los maestros, que no tienen razón de ser, ya que lo hemos compensado con el aumento de sueldo personal y jubilaciones.
De otro servicio que no es pequeño conviene librar a los presupuestos de las provincias; ya nos hemos lamentado cómo la maledicencia pública ha hecho presa en el servicio de quintas que prestan las Comisiones provinciales al Estado y sin que nosotros salgamos á su defensa, porque tal vez pareciese interesada y sin que nosotros creamos que todo el monte es orégano, rechazamos todos esos ataques calumniosos, mientras no se prueban, con toda nuestra enérgica entereza, comprendiendo que el mejor medio de que los abusos, si lo hay, desaparezcan, es descargar de ese servicio á las Comisiones provinciales, porque, no es de su incumbencia y, que lo presten comisiones militares de reclutamiento como se hace en todas partes y así se economizarán algunos míles de pesetas los presupuestos provinciales y las Comisiones de las Diputaciones el trabajo y el sambenito consiguientes.
Elías Romera
LA ADMINISTRACIÓN LOCAL, Almazán 1896 pp.263-275
Reorganización de las Diputaciones sobre nuevas bases y aumento de servicios.
Destruam et aedificabo
Jesucristo
Hicimos notar en lunar oportuno, la influencia tan inmediata de los gobernadores en estos organismos, acaso más sensible y más manifiesta que en los Ayuntamientos, por la contangencia y coexistencia de ambas entidades en las capitales de provincia. Allí también marcamos las deficiencias y vicios de las Diputaciones provinciales, tanto en su origen y constitución, como en sus funciones, habiendo señalado la enfermedad, fácil nos será hallar el remedio, porque, como dijo Hipócrates, un buen diagnóstico, prepara el oportuno tratamiento.
El procedimiento electoral para las Diputaciones provinciales será el mismo que hemos indicado para los ayuntamientos, con la diferencia, de que así como allí son electores todos los vecinos, cuyo requisito hemos indicado, aquí, á fin de dar fuerza social á !as corporaciones provinciales, proponemos sean sus electores, todos los ex-concejales, los vocales de las Juntas de los gremios y de los Sindicatos de obreros y todos los vecinos que posean un titulo de facultad o de enseñanza superior o profesional,, según la Ley- de Instrucción pública, siempre que no cobren sueldo del Estado, de la Región, Provincia o Municipio; se procurará que en un mismo año no haya elecciones de Ayuntamientos y Diputaciones, sino que vengan alternadas; proponemos este cuerpo electoral para las Diputaciones:
1º' Para evitar la conmoción y perturbación que siempre llevan consigo las elecciones en los comicios numerosos.
2º Porque siendo las Diputaciones provinciales corporaciones que se sostienen, casi exclusivamente, del contingente á repartir entre los contribuyentes, justo es que estos sean los que las elijan y además así tendrán las Diputaciones una especial representación que les dará la experiencia y la capacidad de sus electores, además de la corporativa de los gremios; condicionados, así bien, como se propone á los elegibles, las Diputaciones serán las genuinas representantes de las fuerzas contributivas de la provincia.
Por otra parte, lo mismo en Francia que en Bélgica y que en Italia, el cuerpo electoral provincial es distinto que el municipal, por exigir otras condiciones de aptitud y capacidad, como aquí proponemos y con cuerpo electoral tan selecto, se logrará que las Diputaciones salgan de las fuerzas vivas y de las capacidades del país, no por virtud de la coacción y del soborno y por imposiciones nauseabundas de la política, sino que busquen su raíz y, su fundamento en las fuerzas sociales, anteriores á toda ley, inspirándose y afianzándose esta y aquellas, proveyendo a que los organismos sean fiel reflejo del orden social, para que así reciban sus mutuas influencias.
Para ser Diputado provincial se requiere:
1º Haber sida Concejal todo el plazo legal por un Ayuntamiento del distrito, con certificado favorable de residencia de la asamblea municipal.
2º También pueden ser Diputados provinciales los que tengan un título universitario ó sus similares, llevando diez años de ejercicio en el propio distrito.
3.º Los Presidentes de los Gremios y de los Sindicatos de obreros.
4.º No haber sufrido condena por comisión de delito y no tener las excepciones prescritas para los Concejales.
El cargo para Diputado provincial, es insolicitable, irrenunciable, obligatorio, juramentado, irrelegible y sujeto á responsabilidad y periódicamente renovable como el de Concejal, por las razones allí expuestas. De este modo se evitará monopolicen el oficio de Diputados provinciales los vecinos de !as capitales que se creen con más derecho y personalidad que los rurales y sobre todo irán á las Diputaciones personas de aptitud reconocida en la administración, de capacidad contrastada y así se considerará el cargo de Diputado provincial como un ascenso merecido en la vida pública y no será tan fácil haga mella en estas corporaciones el sórdido, grosero y
tan funesto egoísmo de la política, que en su exagerado proselitismo peca de poco escrupulosa en el reclutamiento de sus adeptos, así que las Diputaciones están pidiendo a voces un expurgo y una selección que las limpie y las emancipe de las imposiciones estupendas y de las improvisaciones fenomenales que de ordinario exhibe en esos Museos políticos en ejemplares, tan raros como preciosos, la avasalladora omnipotencia de nuestros partidos, y de esa manera se logrará que personas autorizadas, notables y competentes, administren las provincias, constituyendo una verdadera jerarquía en la carrera administrativa local, conforme al pensamiento del gran Cicerón. “Quiero, decía, en el Estado un Poder Supremo, que otra parte se reserve a los mejores ciudadanos y que los asuntos locales se entreguen al juicio y voluntad del pueblo.» Restringiendo las condiciones legales de los candidatos á las Diputaciones, haremos que se les conozca más por sus hechos laudables, que por sus palabras hueras y capciosas y que algunos no traten de deslumbrar y sugestionar por el traje correcto y elegante, que es la cáscara para encubrir la podredumbre, sino que habremos de lograr que la coerción moral de las autoridades sociales, de los hombres de bien y de buena voluntad y de aptitud reconocida, es decir, que la virtud y el talento de toda notoriedad, sean la legítima y saludable influencia en el cuerpo electoral, para que tenga o pueda tener acierto en la elección y garantía en los elegidos, anulándose las impaciencias y las ambiciones de los advenedizos.
Las Comisiones provinciales permanentes son hoy muy numerosas y por tanto excesivo el coste de sus indemnizaciones que suelen ser el cebo de bastardas ambiciones, por todo lo que procede reducirlas á un tribunal trino y por tanto a dieciocho el número de diputados en cada provincia, que elegirán otros tantos distritos en que se dividirán las provincias, atendiendo al número de habitantes, demarcación que harán las Diputaciones con aprobación de la Diputación Regional y confirmación, con resolución definitiva, del Consejo de Estado. Las capitales de provincia no podrán, cualquiera que sea el número de habitantes, tener más de un Diputado provincial, en el caso que ellas solas formen distrito y en el distrito que sean cabeza, se les procurará agregar suficiente número de Ayuntamientos que no solo equiponderen, sino que superen en número de habitantes á los que tenga la capital, para evitar así la preponderancia y hegemonía oligárquica de las capitales sobre los pueblos.
La Diputación provincial se reunirá todos los años el primer día hábil de Febrero y de Octubre para ocuparse respectivamente de cuentas y presupuestos y de todos los demás asuntos que crea oportunos, verificándose la reunión en las cabezas de los distritos, alternando cada vez, para lo cual se fijarán á suerte los turnos. La Diputación se reunirá en sesión extraordinaria, cuando lo crea oportuno y necesario la Comisión permanente ó cinco de los vocales que lo solicitaran de ésta, qué hará la convocatoria- si la cree conveniente. Los acuerdos de la Diputación y de la Comisión san ejecutivos y se efectuarán antes de la sesión inmediata, por sus Presidentes y se harán públicos en el término de una semana en el Boletín Oficial y son apelables ante la Diputación Regional, la que al revocarlos, si notase negligencia ó ignorancia inexcusable ó mala fe notoria, procederá en todo, conforme á lo expuesto en los acuerdos municipales que habrían de servir de regla aplicable a las Diputaciones y á sus Comisiones permanentes, así como cuanto hemos dicho sobré responsabilidad civil y criminal en el desempeño de su cargo.
La misma autonomía relativa y sobre todo el alejamiento del Poder ejecutivo que hemos reconocido á las Ayuntamientos, la misma habremos de otorgar á las Diputaciones provinciales, libres de la ingerencia y de la intromisión de los Gobernadores, quia ubi est eadem ratio, esse debet eadem dispositio. Las Diputaciones provinciales serán los superiores jerárquicos de los Ayuntamientos, inspeccionando todos los años los servicios, aprobando sus presupuestos y cuentas, revisando sus acuerdes cuando no se hayan confirmado por la asamblea municipal, y por último, nombrando Concejales interinos cuando proceda, a propuesta de la misma asamblea. Las corporaciones provinciales deben ser autarcas en la gestión de sus intereses y sus acuerdos ejecutivos en las materias de su competencia, que es todo lo que puede afectar material y moralmente a la Provincia, salvo el recurso ante la Diputación Regional. El Presidente podrá suspender el acuerdo cuando conceptúa perjudica los intereses de la provincia ó pueda afectar al orden público, dando cuenta inmediata, en el acto, a la Diputación Regional, cuya Comisión se reunirá ad hoc lo antes posible para resolver sobre el particular. También lo comunicará á la Diputación para que pueda sostener y representar los fundamentos de su acuerdo. Los tribunales también podrán suspender los acuerdos de las Diputaciones, en los mismos casos que hemos marcado á los acuerdos de los Ayuntamientos. Las Comisiones provinciales hacen las veces y voces de las Diputaciones, cuando no están reunidas, pero no pueden hacer aumento de gastos y todos los acuerdos son provisionales, ínterin recae la aprobación de la Diputación. A cada reunión de ésta, la Comisión redactará una Memoria respecto a todos sus acuerdos y estado de la administración provincial por servicios, la cual se publicará en el Boletín Oficial. La Comisión provincial hará la distribución mensual de fondos y su Presidenta será el Ordenador de pagos, y hará la cuenta mensual de presupuesto que se publicará en el Boletín Oficial; la de movimiento de fondos hecha por el Depositario, con el atestado del Contador, también se publicará mensualmente en el Boletin. Las Depositarías provinciales podrían suprimirse, teniendo cuenta corriente en la Sucursal del Banco de España, que podía ser el cajero de las Diputaciones, como lo es del Estado, con gran beneficio para las provincias.
Los gobernadores de Provincia que deberían más propiamente apellidarse Delegados Provinciales del Gobierno, por conveniencia á la unidad de mando y por economía, deberán asumir, como los antiguos Intendentes, lo gubernativo y lo administrativo. así al propio tiempo se dignificara y enaltecerá el cargo, porque la política trae hace muchos años averiado el personal y desarregladas las Provincias, desde que cualquier Diputado á Cortes ó Senador se cree capacitado para arreglar y dirigir o mandar provincias y desde que el sueldo del gobernador es termómetro para regular jubilaciones de amigos y paniaguados de los Dioses mayores de nuestros partidos políticos, que han abierto por ahí gran portillo á las clases pasivas, a costa del Erario público, sentando una jurisprudencia abusiva que ha de costar muchos miles de pesetas á los esquilmadas contribuyentes. A los nuevos Delegados provinciales del Gobierno les queda que hacer bastante todavía con la administración económica, con el orden público, establecimientos penales, sanidad, comunicaciones y con la política, pero es preciso que en adelante esos cargos sean menos políticos y más administrativos, á fin de que aislando la administración pública, como preponemos en la local, de la política, ésta se encauce por otros derroteros y reduzca su acción á su propia esfera y no perturbe y convierta en botín de sus prosélitos, la administración local y del Estado.
Las Diputaciones se renovarán por terceras partes de dos en dos años en la forma actual, verificándose las elecciones el primer domingo de Diciembre para entrar los electos á ejercer el cargo el 1º de Enero. El cargo de Diputado provincial es insolicitable, irreelegible, incompatible con todo empleo público renumerado, irrenunciable y sujeto á responsabilidad como el cargo de Concejal.
El proyecto de presupuesto lo hará la Comisión provincial en unión del Contador. El año económico será el natural, sin periodo de ampliación y sin presupuesto adicional, por ser ambos innecesarios. El presupuesto se aprobará en la primera quincena de Octubre por la Diputación que lo pasará á la Diputación Regional para su aprobación definitiva, al fin de que los Ayuntamientos puedan en Noviembre conocer el contingente provincial, para su inclusión en los presupuestos municipales. Los gastos obligatorios de las Diputaciones provinciales, serán:
1º Personal y material de sus oficinas, que no podrá exceder del 8 por 100 de sus presupuestos, fijándose en la Ley, el personal que deben tener, categorías y, sueldos en analogía á lo dispuesto por el Decreto de Mayo de 1892.
2º Indemnizaciones para los Sres. Diputados y Vocales de la Comisión permanente.
3º Sostenimiento de un Hospital de crónicos y operandos, una casa de maternidad, un asilo de expósitos y ancianos desvalidos, cucos establecimientos se situarán, á ser posible, en distintas poblaciones de la provincia.
4º Costear un Liceo ó Instituto de 2ª enseñanza, con su agregada Escuela Normal de Maestros elementales y otra de Maestras de la misma clase, varias escuelas de artes y oficios situadas en distintas poblaciones de la provincia y escuelas de náutica en las provincias marítimas.
5º Construcción, conservación . administración de las carreteras y obras provinciales.
6.° Calamidades públicas provinciales.
7º Contingente regional.
8º Obligaciones eclesiásticas de la Diócesis.
9º Contingente de Guardia Civil y de Orden Público.
10º Servicio agronómico y forestal.
11º Construcción de pantanos.
12º Material de oficinas municipales y de escuelas.
13º Imprevistos que no excederán del 1 por loo del presupuesto.
14.° Suscripción de la Gaceta Oficial y Colección Legislativa.
15º Publicación del Boletín Oficial de la provincia.
Las Diputaciones Regionales aprobarán en definitiva en la segunda quincena de Octubre, los presupuestos provinciales. Queda terminantemente prohibido todo pago ó subvención pecuniaria de fondos provinciales que no redunde directamente en provecho de la provincial toda y de todos y cada uno de sus ayuntamiento y vecinos, ya moral,ya materialmente.
Las Diputaciones provinciales y Regionales, así como los Municipios, no podrán invertir sus recursos sino en gastos de reconocida utilidad para los intereses morales y materiales de la colectividad toda, sin que jamás puedan redundar directa ó indirectamente, exclusivamente, en favor de una persona, de una familia, pueblo ó comarca. Las corporaciones, debiendo mirar por la prosperidad de sus administrados, especialmente las provincias y regiones, procurarán fomentar la agricultura, la industria y la instrucción, presupuestando premios á los productores que más se distingan en su tráfico, á los autores de obras científicas ó de artes industriales, nunca de literatura, porque estamos padeciendo una peste de retórica que se ha hecho endémica en España hace dos tercios de siglo.
Las Diputaciones provinciales no usarán otro papel para toda su documentación que el papel sellado de oficio del año correspondiente, en la misma forma que hemos expuesto al tratar de los Ayuntamientos, lo mismo que respecto á los libros de actas y de contabilidad que les facilitará la Diputación Regional, abriéndose y cerrándose con las formalidades allí indicadas. Las multas que la Diputación ó Comisión permanente impongan, serán en papel provincial de multas, análogo al papel municipal.
El contingente provincial no podrá exceder del 25 por 100 y recaerá no solo sobre contribuciones directas y consumos que hoy prescribe el art. 117 de la Ley provincial, sino sobre el 20 por 100 de propios, 10 por 100 de repoblación de montes, inscripciones de bienes desamortizados, cédulas personales y descuento sobre sueldos y en general sobre toda clase de contribución directa ó indirecta que se pague por los Ayuntamientos al Tesoro público. Para el pago del contingente provincial, se considerarán las poblacioness distribuidas en las siguientes categorías: 1º La capital de provincia, población con Sede Episcopal ó capital de departamento de marina o puerto o aduana de primera clase o plaza fuerte de igual categoría. 2º Cabezas de partido. 3º' Matrices de Ayuntamiento. 4º Pueblos agregados. Es decir, las mismas circunstancias que análogamente hemos expuesto como bases para el reparto de la contribución al Estado, advirtiendo que la población que tenga establecimiento de beneficencia ó instrucción sostenido por la provincia, ó industrial ó penitenciario ó de otra clase del Estado, pasará a la categoría inmediata. Para verificar la derrama proporcional se hará el reparto del presupuesto provincial entre el total de las contribuciones al Tesoro de cada Ayuntamiento, rebajando una décima de su cupo ó cuota a la segunda categoría, dos á la tercera y tres á la cuarta y recargándola en cambio á la capital en la misma proporción que se rebaja al las gradaciones inferiores. El contingente provincial lo pagarán los Ayuntamientos durante los meses de Enero, Abril, Julio y Octubre en las cabezas de distrito electoral, en donde la Diputación tendrá un recaudador con la fianza correspondiente y éste lo ingresará en la Caja de la Diputación. Los Concejales responden solidariamente con sus bienes al pago del contingente provincial, en caso de no ingresarlo en el tiempo y plazos marcados y. contra ellos y sus bienes se dirigirá el procedimiento de apremio por el mencionado recaudador.
Los grandes atrasos que hoy tienen los Ayuntamientos por contingente provincial, se satisfarán en cuatro plazos, que figurarán en los presupuestas municipales en cuatro años sucesivos á fin de que escalonados les sea más llevadero su pago y las Diputaciones tendrán presentes esos débitos para menos repartir á los que vayan corrientes en su pago; estos plazos de los atrasos serán comunes y empezarán a regir en un mismo año para todos los Ayuntamientos morosos.
Los turnos de la Comisión provincial no se harán á votación sino á suerte y por distritos á fin de que los Diputados de todos los distritos turnen en la Comisión. No disfrutará de gastos de representación la Presidencia de la Diputación, que la desempeñará, lo propio que en la Comisión permanente, el Diputado más antiguo en el cargo o que más veces lo haya desempeñado y en identidad de circunstancias, el de más edad; así se evitarán las componendas más repugnantes para el disfrute y usufructo de las dietas y gastos de representación, no por desempeñar esos cargos más o menos honoríficos, sino por las indemnizaciones y gastos de representación, que han convertido á esas puestos en unos beneficios curados, que se disputan, con todos los medios imaginables, hasta los más indecorosos, los padres de la provincia. Los diputados disfrutarán de 10 pesetas de indemnización cuando asistan á las sesiones, menos los Vocales de la Comisión y los que sean vecinos ó residentes en el punto de la reunión, a fin de no lesionar sus intereses y porque lo que poco cuesta poco vale. La Comisión permanente de la Diputación tendrá su residencia en la capital de la provincia y será precisa y obligatoria la presencia de sus tres Vocales para constituirse en sesión: en caso de enfermedad ó ausencia, les sustituirán por turno los Diputados residentes en la capital. Los Diputados Vocales de la Comisión permanente, disfrutarán de indemnización dos mil pesetas en las provincias 1ª clase, dos mil quinientas en las de 2ª y tres mil en las de 3ª, y de esta manera se aquietará la gula por las dietas, demasiado insaciable, casi hasta la glotonería de algunos del oficio y de ese modo revestirán el carácter de indemnizaciones. Los Presidentes de las Comisiones provinciales disfrutarán 1000, 750, y 500 pesetas más que los Vocales, en las provincias de 1.*, , 2ª y 3ª categoría. Los Diputados que sean vecinos ó residan con casa abierta en la capital, no percibirán indemnizaciones, porque en ellos serían verdaderas gratificaciones. El Diputado que traslade su vecindad ó domicilio fuera del distrito que represente en la corporación, se entiende que renuncia el cargo. El cargo de Vocal de la Comisión provincial es incompatible con el ejercicio de la abogacía.
I.as Secretarías v Contadurías de las Diputaciones provinciales se proveerán por antigüedad, sin defecto, unas veces y otras por méritos, alternando en este concurso entre los Secretarios y Contadores municipales de las capitales de provincia de la misma Región, mediante terna propuesta por la Comisión Regional para que elija la Diputación. Los empleados de las Diputaciones no podrán disfrutar de sobresueldo, ni gratificaciones mas que el sueldo asignado á su cargo. Las Diputaciones nombrarán á todos sus empleados, pero no podrán separarlos, sino mediante expediente que justifique la medida, con audiencia del interesado. Las plazas de escribientes y oficiales de Secretaría y Contaduría provinciales, estarán asimiladas por sus sueldos á las Secretarías municipales y se proveerán en la misma forma que éstas.
De la propia manera las Diputaciones deben de ser las Gerentes de la asociación cooperativa de sus Ayuntamientos para adquirir material de oficinas y. de escuelas, servicios en los cuales se derrochan algunos millones y. adquiriéndolo por subasta las Diputaciones legrarán economía para los Ayuntamientos, pues los intermediarios en toda clase de comercio, son la carcoma, en la actual sociedad, de consumidores y. productores y en esa dirección cooperativa las Diputaciones y especialmente los Ayuntamientos, pueden hacer mucho en obsequio de sus administrados y en bien de las clases menesterosas, proporcionándoles alimentos sanos y baratos y habitaciones higiénicas para ya en ese camino ir después más allá, pues las obras cooperativas, dice Ch. Perín, producen el hábito le la acción concertada, de la fijeza de relaciones y de la mutua confianza, preparando de esta suerte los vínculos más internos y sólidos de la verdadera asociación.
Si á las corporaciones municipales les fiemos reconocido la iniciativa legislativa, con mayor razón todavía, por la capacidad más extensa que hay que suponerles, se la habremos de otorgar también a las Diputaciones provinciales.
Las Diputaciones tendrán los Arquitectos necesarios, no solo para atender á sus edilicios, sino para todos los de los Ayuntamiento de la provincia.
Ya hemos indicado anteriormente, que es preciso aligerar a los presupuestos provinciales de la pesada carga del sobre-sueldo á los maestros, que no tienen razón de ser, ya que lo hemos compensado con el aumento de sueldo personal y jubilaciones.
De otro servicio que no es pequeño conviene librar a los presupuestos de las provincias; ya nos hemos lamentado cómo la maledicencia pública ha hecho presa en el servicio de quintas que prestan las Comisiones provinciales al Estado y sin que nosotros salgamos á su defensa, porque tal vez pareciese interesada y sin que nosotros creamos que todo el monte es orégano, rechazamos todos esos ataques calumniosos, mientras no se prueban, con toda nuestra enérgica entereza, comprendiendo que el mejor medio de que los abusos, si lo hay, desaparezcan, es descargar de ese servicio á las Comisiones provinciales, porque, no es de su incumbencia y, que lo presten comisiones militares de reclutamiento como se hace en todas partes y así se economizarán algunos míles de pesetas los presupuestos provinciales y las Comisiones de las Diputaciones el trabajo y el sambenito consiguientes.
Elías Romera
LA ADMINISTRACIÓN LOCAL, Almazán 1896 pp.263-275
martes, octubre 05, 2010
PATATAS DE PUEBLO (Villeguillo, Segovia)
Villeguillo (Segovia), octubre 2010. Como el año pasado, oferta para los amigos de la Tradición:
PATATAS DE PUEBLO
variedad: Monalisa
origen: Villeguillo (Castilla)
directamente desde la tierra
precio: 0,35 / kg
disponibles en sacos de 5, 10 y 20 kg
Venta en Salamanca, Valladolid y Madrid
Teléfono 661512954
Concertaremos lugar de entrega
(Tomado de Agencia Faro)
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Reorganización y restauración de los antiguos gremios (Elías Romera, Administración Local, Almazán 1896)
XI
Reorganización y restauración de los antiguos gremios de artesanos, menestrales y mercaderes.
Destruyendo en vez de mejorar el ejercicio de los derechos colectivos, los jurisconsultos y economistas modernos, arrojan con sus propias manos al terreno removido de nuestra sociedad las semilla del socialismo revolucionario y violento
Laveleye.
Si los gremios de artesanos nacieron con nuestras instituciones municipales y marcharon al compás de ellas, siendo uno de sus más poderosos auxiliares, lógico y racional será que al restaurar y vivificar nuestras municipalidades, se restauren y reorganicen también los gremios con su espíritu corporativo, sí, pero no con la reglamentación de egoísmos y de irritantes trabas que tuvieron antes y que los hizo odiosos y por lo que las RR. 00. de 26 de Mayo de 1790 y 10 de Marzo de 1798 molificaron su reglamentación hasta que las Cortes Constituyentes, los suprimieron plagiando fatalmente á la constituyente francesa en 1813, si bien restablecidos en 1815 no gozaron ya de los privilegios y monopolios anteriores; en 1834 y 1836 se volvió á legislar sobre la materia, hasta que las Cortes en 1836 restablecieron la legislación de las constituyentes.
El espíritu corporativo de la Edad Media se imprimió en los gremios de menestrales artesanos y mercaderes que respondían á: la comunidad de intereses de los ciudadanos de una misma profesión, correspondiendo á tan fecunda solidaridad, el poder y significada importancia de la asociación, no tan solo para el progreso de las artes, sino para el bienestar y comodidad de los asociados que se socorrían en sus necesidades y tribulaciones, acogiéndose bajo la advocación de un santo patrono y constituyendo las famosas cofradías, dando así tan marcado color religioso á la asociación.
El ciego odio á lo antiguo llevó á los revolucionarios franceses y españoles á destruir esas instituciones tan seculares como sólidas, sin fijarse en que bien pudieran modificarse y adaptarse los principios de libertad que informaban sus reformas, privándolos del espíritu egoísta y asaz reglamentario y monopolizador que les hacia tan privilegiadas, especialmente desde el siglo XVI, así que desde un extremo se fue a otro contrario, huyendo de Scilla se encalló en Caribdis, libertando á los obreros y emancipándolos de las garras de los fueros y reglamentos de los gremios pero sin la experiencia de la libertad, sin el auxilio y protección de los jurados que velaban antes por la protección de sus intereses y aquellos artesanos aturdidos y desalentados por súbita libertad, se hallaron aislados, sin dirección y con su porvenir incierto y nebuloso, así es que en su mayor parte se precipitaron aquí y en Francia en las huestes revolucionarias, siendo uno de los más poderosos auxiliares de los sectarios de las nuevas ideas. Deplora Laveleye que la revolución francesa ha cometido la falta, cada día más manifiesta, de haber querido fundar la democracia destruyendo las únicas instituciones que podían hacerla viable: la provincia con sus libertades tradicionales, los municipios con sus propiedades indivisas, los gremios que unían por un vínculo fraternal los obreros del mismo oficio. »
Después los economistas con su individualismo exagerado, han venido á aislar más y más al obrero y hacer más guerra á los gremios, esa institución tan veneranda como las antiguas municipalidades, sus hermanas. Ese individualismo atómico tiene en perpetua guerra al obrero con su patrono, al capital y al trabajo. La fraternidad comunal que inspiraba la agremiación, ha muerto á manos de la libertad individual que han predicado nuestros tan ligeros como entusiastas reformadores, más movidos del odio al pasado, que convencidos del venturoso porvenir. Al obrero le ciega el egoísmo, la envidia, el deseo de goces materiales, el sensualismo brutal, suprema aspiración de los tiempo; modernos y estas aspiraciones traen inquieto y receloso al capital, distanciando cada vez mas elementos que en su conjunción y solidaridad de intereses, estriba no solo la prosperidad de ambos, sino el progreso y la ventura de las naciones.
La división en las operaciones manuales del trabajo, ha llevado a constituir las grandes industrias que han aniquilado, sino muerto, á las pequeñas industrias que vivían antiguamente agremiarlas y de ahí que esto sea no pequeño inconveniente para vivificar y restaurar en principio y en sus fines las seculares instituciones gremiales. Las grandes fábricas, con sus funestas consecuencias sociales, han transformado la producción y matado al trabajo doméstico que tan saludable era, física como moralmente, para la familia obrera. Por otra parte, las grandes fábricas han constituido una nueva aristocracia industrial, que si bien contribuye especialmente al fomento de la industria, también es causa de que los obreros estén acicatados por mayores apetitos y se acrezcan más sus aspiraciones y exigencias; si bien los sindicatos de los fabricantes vienen á constituir un blindaje tan infranqueable para los obreros como para el consumidor, también es cierto que esas grandes industrias practican con el obrero un socialismo gubernamental, proveyendo á sus necesidades, facilitándole por medio de sociedades cooperativas, de consumo y de construcción de casas, alimento y morada baratos y dándoles asistencia en hospicios, asilos y hospitales y escuelas, así como también tienen constituidos montes de piedad y cajas de ahorros, es decir, todo cuanto puede solicitar del capital el obrero.
Una autoridad tan poco sospechosa como el revolucionario Luís Blanc, dice, hablando de los gremios; La paternidad fue el sentimiento que presidió en su origen á la formación de las comunidades de artesanos y mercaderes. Una pasión que ya no existe ni en las costumbres ni en !a cosas públicas, la caridad, unía entonces las condiciones de los hombres. La Iglesia era el centro de todo, en derredor de ella y a su sombra tomaba asiento la infancia de las industrias, ella marcaba la hora del trabajo y daba la señal de reposo. Verdad, es que no se conocía entonces ese ardor febril de ganancias que engendra a veces prodigios y la industria carecía de la brillantez v de la fuerza que hoy se admiran en ella, pero tampoco la vida del obrero se veis turbada por amargas competencias, por la necesidad de odiar á su semejante, por el ingrato deseo de arruinarlo sobrepujándolo ¡Qué unión, por el contrario, tan saludable entre los artesanos de una misma industria!". También merecen elogios los gremios á plumas tan significadas entre los revolucionarios como Blanqui Cauwes y Larousse y entre nosotros el malogrado Perez Pujol, nuestro primer sociólogo, el Profesor P. Hurtado y el renombrado Azcárate y S. Escartin, son partidarios entusiastas de la agremiación. Pero una autoridad para nosotros indiscutible por su elevadísima jerarquía, el sabio y augusto Pontífice León XIII, recomienda á las naciones católicas en condiciones apropiadas á las necesidades presentes la reconstitución de las instituciones gremiales, sodalitia opfiicum. en su famosa Encíclica Humanun genus de 22 de abril de t984 y en sus alocuciones á las peregrinaciones obreras francesa y española, fundando sobre ellas el mejoramiento y seguro bienestar de la clase obrera, cuya prosperidad en siglos anteriores la debió a la agremiación, especialmente en la Edad Media, esa Edad de oro del pueblo, como la llama Loescevitz. El sindicato de grandes industriales franceses decía en 1888 que era preciso hacer revivir la sustancia de los antiguos gremios como corporaciones libres pero cristianas, inspiradas en la fraternidad y en la patrimonialidad que las inflamó á su nacimiento en el siglo XIII, en el que formaban parte del municipio, ese Estado de pequeña base, como le llama C. Janet.
La libertad del trabajo es indudablemente una gran conquista, pero es preciso armonizarla con el espíritu cristiano y con la solidaridad fraternal que informaba á los antiguos gremios, acercando y aliando el presente al pasado, pues reformar no es destruir, porque esto último hicieron por ciega pasión contra el pasado los revolucionarios franceses y españoles y es preciso ir á su restauración como lo han verificado Prusia en 1848 y Austria en 1882. Los gremios ya para la elección de la asamblea municipal como proponemos, ya para la forma de repartir y cobrar los tributos como vamos á continuación á exponer sumariamente, ya también como colegiación de los del mismo oficio ó profesión, para protección mutua ó progreso del arte, sin darle la extensión que tenían los antiguos gremios, en cuanto de moribus et vita de sus miembros, ni a la reglamentación excesiva de maestros, oficiales y aprendices, así como respecto a la tasa ó precio de la obra, deben de ser un elemento valioso para el desarrollo de las instituciones locales, bajo una dirección saludable y progresiva tan beneficiosa para la verdadera y genuina descentralización en la cual consiste el verdadero progreso de los pueblos.
Para evitar ocultaciones y defraudaciones en la tributación y al propio tiempo restaurar y vigorizar la histórica institución gremial, torpemente muerta á mano de las revoluciones, se hace preciso establecer el encabezamiento forzoso con los gremios que habrán de conciliar los intereses de productores y consumidores al propio tiempo que los del Estado y los de los municipios sin, menoscabo de la percepción para éstos y sin que la investigación odiosa de aquel tenga en perpetua alarma al contribuyente, de ahí cuán provechosa habrá de ser tal medida, exigiendo a los gremios una sólida organización por especies y clases de tributaciones, constituyendo Sindicatos formados por el Presidente, Tesorero y Secretario elegidos a pluralidad de votos y la reunión de Sindicatos el Sindicato general y la de los Presidentes de los mismos la Junta directiva que resolverá todos los asuntos en segunda instancia y en tercera y última el Sindicato general. Para evitar la oligarquía de los gremios, se habrá de constituir una Junta municipal de encabezamientos, compuesta de dos productores y dos consumidores de la especie gravada y de otros dos vocales que no pertenezcan estas dos clases.
Los cereales y sus harinas deben exentarse de todo impuesto, por ser elementos precisos para la vida y las tarifas con que contribuyan los demás artículos de primera necesidad, como el bacalao, las sardinas, las patatas, la leche, los huevos, el vino, el aceite y el petróleo, se irán aminorando a medida que aumente la recaudación de los gremios.
La sustitución de los gremios, tan respetables como permanentes, ofrece toda clase de garantías para la percepción de las contribuciones, así para el municipio como para el Estado, sin las vejaciones que impone ordinariamente el egoísmo ó los abusos de los recaudadores, puesto que los beneficios habrán de ser todos para todo el gremio y como éste, son casi todos los contribuyentes, recauda para beneficiar á los que sostienen el gravamen; de ahí que de esa comunidad de intereses venga la equidad y no pueda haber ocultaciones ni defraudaciones en grande, y la odiosidad al pago desaparece y la guerra latente entre pagador y exactor queda casi amortiguada. Del concierto ó encabezamiento forzoso, nace la libertad de acción de los gremios para variar los tipos contributivos y por tanto en la territorial habremos de caminar á nuevos amillaramientos, es decir, á nueva base contributiva, la que habrá de salir todo lo perfecta posible de manos de los gremios, esta colectividad tan ligada con la manera de ser del vecindario, que bien podemos conceptuarlos como verdaderos instrumentos de los intereses sociales.
Con el procedimiento indicado de recaudar por los gremios salen, pues, beneficiados, el contribuyente, el municipio y el Estado, disminuyendo las defraudaciones y haciendo contribuir a todos y al propio tiempo cubra fuerza y vigor esta institución gremial que tan significativos antecedentes históricos tiene en España y que puede revivir al amparo de la ley de asociaciones de 1887 y infiltrando en ella algo de las Trade’s unions inglesas, título Vlll del libro 4º del Código civil,y artículos 116 al 238 del Código de comercio y sobre todo que la práctica desde hace años en Valencia, la ciudad del insigne y patriarcal tribunal de aguas, supera á todo encomio, comprobándose que la solidaridad de intereses está en ligar lo particular con lo colectivo, estimulando en todos el más activo celo por el bien general, llevando por guía el lema de los antiguos gremios:
Unos por otros y Dios por todos.
Elías Romera
LA ADMINISTRACIÓN LOCAL, Almazán 1896, pp. 251 -256
Reorganización y restauración de los antiguos gremios de artesanos, menestrales y mercaderes.
Destruyendo en vez de mejorar el ejercicio de los derechos colectivos, los jurisconsultos y economistas modernos, arrojan con sus propias manos al terreno removido de nuestra sociedad las semilla del socialismo revolucionario y violento
Laveleye.
Si los gremios de artesanos nacieron con nuestras instituciones municipales y marcharon al compás de ellas, siendo uno de sus más poderosos auxiliares, lógico y racional será que al restaurar y vivificar nuestras municipalidades, se restauren y reorganicen también los gremios con su espíritu corporativo, sí, pero no con la reglamentación de egoísmos y de irritantes trabas que tuvieron antes y que los hizo odiosos y por lo que las RR. 00. de 26 de Mayo de 1790 y 10 de Marzo de 1798 molificaron su reglamentación hasta que las Cortes Constituyentes, los suprimieron plagiando fatalmente á la constituyente francesa en 1813, si bien restablecidos en 1815 no gozaron ya de los privilegios y monopolios anteriores; en 1834 y 1836 se volvió á legislar sobre la materia, hasta que las Cortes en 1836 restablecieron la legislación de las constituyentes.
El espíritu corporativo de la Edad Media se imprimió en los gremios de menestrales artesanos y mercaderes que respondían á: la comunidad de intereses de los ciudadanos de una misma profesión, correspondiendo á tan fecunda solidaridad, el poder y significada importancia de la asociación, no tan solo para el progreso de las artes, sino para el bienestar y comodidad de los asociados que se socorrían en sus necesidades y tribulaciones, acogiéndose bajo la advocación de un santo patrono y constituyendo las famosas cofradías, dando así tan marcado color religioso á la asociación.
El ciego odio á lo antiguo llevó á los revolucionarios franceses y españoles á destruir esas instituciones tan seculares como sólidas, sin fijarse en que bien pudieran modificarse y adaptarse los principios de libertad que informaban sus reformas, privándolos del espíritu egoísta y asaz reglamentario y monopolizador que les hacia tan privilegiadas, especialmente desde el siglo XVI, así que desde un extremo se fue a otro contrario, huyendo de Scilla se encalló en Caribdis, libertando á los obreros y emancipándolos de las garras de los fueros y reglamentos de los gremios pero sin la experiencia de la libertad, sin el auxilio y protección de los jurados que velaban antes por la protección de sus intereses y aquellos artesanos aturdidos y desalentados por súbita libertad, se hallaron aislados, sin dirección y con su porvenir incierto y nebuloso, así es que en su mayor parte se precipitaron aquí y en Francia en las huestes revolucionarias, siendo uno de los más poderosos auxiliares de los sectarios de las nuevas ideas. Deplora Laveleye que la revolución francesa ha cometido la falta, cada día más manifiesta, de haber querido fundar la democracia destruyendo las únicas instituciones que podían hacerla viable: la provincia con sus libertades tradicionales, los municipios con sus propiedades indivisas, los gremios que unían por un vínculo fraternal los obreros del mismo oficio. »
Después los economistas con su individualismo exagerado, han venido á aislar más y más al obrero y hacer más guerra á los gremios, esa institución tan veneranda como las antiguas municipalidades, sus hermanas. Ese individualismo atómico tiene en perpetua guerra al obrero con su patrono, al capital y al trabajo. La fraternidad comunal que inspiraba la agremiación, ha muerto á manos de la libertad individual que han predicado nuestros tan ligeros como entusiastas reformadores, más movidos del odio al pasado, que convencidos del venturoso porvenir. Al obrero le ciega el egoísmo, la envidia, el deseo de goces materiales, el sensualismo brutal, suprema aspiración de los tiempo; modernos y estas aspiraciones traen inquieto y receloso al capital, distanciando cada vez mas elementos que en su conjunción y solidaridad de intereses, estriba no solo la prosperidad de ambos, sino el progreso y la ventura de las naciones.
La división en las operaciones manuales del trabajo, ha llevado a constituir las grandes industrias que han aniquilado, sino muerto, á las pequeñas industrias que vivían antiguamente agremiarlas y de ahí que esto sea no pequeño inconveniente para vivificar y restaurar en principio y en sus fines las seculares instituciones gremiales. Las grandes fábricas, con sus funestas consecuencias sociales, han transformado la producción y matado al trabajo doméstico que tan saludable era, física como moralmente, para la familia obrera. Por otra parte, las grandes fábricas han constituido una nueva aristocracia industrial, que si bien contribuye especialmente al fomento de la industria, también es causa de que los obreros estén acicatados por mayores apetitos y se acrezcan más sus aspiraciones y exigencias; si bien los sindicatos de los fabricantes vienen á constituir un blindaje tan infranqueable para los obreros como para el consumidor, también es cierto que esas grandes industrias practican con el obrero un socialismo gubernamental, proveyendo á sus necesidades, facilitándole por medio de sociedades cooperativas, de consumo y de construcción de casas, alimento y morada baratos y dándoles asistencia en hospicios, asilos y hospitales y escuelas, así como también tienen constituidos montes de piedad y cajas de ahorros, es decir, todo cuanto puede solicitar del capital el obrero.
Una autoridad tan poco sospechosa como el revolucionario Luís Blanc, dice, hablando de los gremios; La paternidad fue el sentimiento que presidió en su origen á la formación de las comunidades de artesanos y mercaderes. Una pasión que ya no existe ni en las costumbres ni en !a cosas públicas, la caridad, unía entonces las condiciones de los hombres. La Iglesia era el centro de todo, en derredor de ella y a su sombra tomaba asiento la infancia de las industrias, ella marcaba la hora del trabajo y daba la señal de reposo. Verdad, es que no se conocía entonces ese ardor febril de ganancias que engendra a veces prodigios y la industria carecía de la brillantez v de la fuerza que hoy se admiran en ella, pero tampoco la vida del obrero se veis turbada por amargas competencias, por la necesidad de odiar á su semejante, por el ingrato deseo de arruinarlo sobrepujándolo ¡Qué unión, por el contrario, tan saludable entre los artesanos de una misma industria!". También merecen elogios los gremios á plumas tan significadas entre los revolucionarios como Blanqui Cauwes y Larousse y entre nosotros el malogrado Perez Pujol, nuestro primer sociólogo, el Profesor P. Hurtado y el renombrado Azcárate y S. Escartin, son partidarios entusiastas de la agremiación. Pero una autoridad para nosotros indiscutible por su elevadísima jerarquía, el sabio y augusto Pontífice León XIII, recomienda á las naciones católicas en condiciones apropiadas á las necesidades presentes la reconstitución de las instituciones gremiales, sodalitia opfiicum. en su famosa Encíclica Humanun genus de 22 de abril de t984 y en sus alocuciones á las peregrinaciones obreras francesa y española, fundando sobre ellas el mejoramiento y seguro bienestar de la clase obrera, cuya prosperidad en siglos anteriores la debió a la agremiación, especialmente en la Edad Media, esa Edad de oro del pueblo, como la llama Loescevitz. El sindicato de grandes industriales franceses decía en 1888 que era preciso hacer revivir la sustancia de los antiguos gremios como corporaciones libres pero cristianas, inspiradas en la fraternidad y en la patrimonialidad que las inflamó á su nacimiento en el siglo XIII, en el que formaban parte del municipio, ese Estado de pequeña base, como le llama C. Janet.
La libertad del trabajo es indudablemente una gran conquista, pero es preciso armonizarla con el espíritu cristiano y con la solidaridad fraternal que informaba á los antiguos gremios, acercando y aliando el presente al pasado, pues reformar no es destruir, porque esto último hicieron por ciega pasión contra el pasado los revolucionarios franceses y españoles y es preciso ir á su restauración como lo han verificado Prusia en 1848 y Austria en 1882. Los gremios ya para la elección de la asamblea municipal como proponemos, ya para la forma de repartir y cobrar los tributos como vamos á continuación á exponer sumariamente, ya también como colegiación de los del mismo oficio ó profesión, para protección mutua ó progreso del arte, sin darle la extensión que tenían los antiguos gremios, en cuanto de moribus et vita de sus miembros, ni a la reglamentación excesiva de maestros, oficiales y aprendices, así como respecto a la tasa ó precio de la obra, deben de ser un elemento valioso para el desarrollo de las instituciones locales, bajo una dirección saludable y progresiva tan beneficiosa para la verdadera y genuina descentralización en la cual consiste el verdadero progreso de los pueblos.
Para evitar ocultaciones y defraudaciones en la tributación y al propio tiempo restaurar y vigorizar la histórica institución gremial, torpemente muerta á mano de las revoluciones, se hace preciso establecer el encabezamiento forzoso con los gremios que habrán de conciliar los intereses de productores y consumidores al propio tiempo que los del Estado y los de los municipios sin, menoscabo de la percepción para éstos y sin que la investigación odiosa de aquel tenga en perpetua alarma al contribuyente, de ahí cuán provechosa habrá de ser tal medida, exigiendo a los gremios una sólida organización por especies y clases de tributaciones, constituyendo Sindicatos formados por el Presidente, Tesorero y Secretario elegidos a pluralidad de votos y la reunión de Sindicatos el Sindicato general y la de los Presidentes de los mismos la Junta directiva que resolverá todos los asuntos en segunda instancia y en tercera y última el Sindicato general. Para evitar la oligarquía de los gremios, se habrá de constituir una Junta municipal de encabezamientos, compuesta de dos productores y dos consumidores de la especie gravada y de otros dos vocales que no pertenezcan estas dos clases.
Los cereales y sus harinas deben exentarse de todo impuesto, por ser elementos precisos para la vida y las tarifas con que contribuyan los demás artículos de primera necesidad, como el bacalao, las sardinas, las patatas, la leche, los huevos, el vino, el aceite y el petróleo, se irán aminorando a medida que aumente la recaudación de los gremios.
La sustitución de los gremios, tan respetables como permanentes, ofrece toda clase de garantías para la percepción de las contribuciones, así para el municipio como para el Estado, sin las vejaciones que impone ordinariamente el egoísmo ó los abusos de los recaudadores, puesto que los beneficios habrán de ser todos para todo el gremio y como éste, son casi todos los contribuyentes, recauda para beneficiar á los que sostienen el gravamen; de ahí que de esa comunidad de intereses venga la equidad y no pueda haber ocultaciones ni defraudaciones en grande, y la odiosidad al pago desaparece y la guerra latente entre pagador y exactor queda casi amortiguada. Del concierto ó encabezamiento forzoso, nace la libertad de acción de los gremios para variar los tipos contributivos y por tanto en la territorial habremos de caminar á nuevos amillaramientos, es decir, á nueva base contributiva, la que habrá de salir todo lo perfecta posible de manos de los gremios, esta colectividad tan ligada con la manera de ser del vecindario, que bien podemos conceptuarlos como verdaderos instrumentos de los intereses sociales.
Con el procedimiento indicado de recaudar por los gremios salen, pues, beneficiados, el contribuyente, el municipio y el Estado, disminuyendo las defraudaciones y haciendo contribuir a todos y al propio tiempo cubra fuerza y vigor esta institución gremial que tan significativos antecedentes históricos tiene en España y que puede revivir al amparo de la ley de asociaciones de 1887 y infiltrando en ella algo de las Trade’s unions inglesas, título Vlll del libro 4º del Código civil,y artículos 116 al 238 del Código de comercio y sobre todo que la práctica desde hace años en Valencia, la ciudad del insigne y patriarcal tribunal de aguas, supera á todo encomio, comprobándose que la solidaridad de intereses está en ligar lo particular con lo colectivo, estimulando en todos el más activo celo por el bien general, llevando por guía el lema de los antiguos gremios:
Unos por otros y Dios por todos.
Elías Romera
LA ADMINISTRACIÓN LOCAL, Almazán 1896, pp. 251 -256