Fernán González debió designar como sucesor a su hijo García en los comienzos del año 970. Murió Fernán González en ese mismo año, en el mes de junio, según los Anales Complutenses.
En el 972, el Califato de Córdoba empieza a tener dificultades entre las tribus africanas que exigieron la presencia del general Galib al otro lado del Estrecho. Tras el éxito militar, los reinos del norte envían embajadas al Califa en septiembre de 973. El conde García Fernández también envía su embajada. El 30 de septiembre se hace gran en la corte del Califa con motivo de la llegada de las embajadas de León, Pamplona, Castilla y Monzón. Hablan de paz y amistad, pero señalando que amistad no significaba obediencia. Después de haber dominado a las tribus africanas, Córdoba deseaba otra cosa de los Estados del norte de la Península. Hubiera castigado rigurosamente o los embajadores a no ser por ampararles el fuero diplomático. León rompió las relaciones con Córdoba, y lo mismo debió hacer García Fernández. Se hacen necesarios preparativos de guerra.
El conde García Fernández, dejando atrás el castillo de Lara, se internó en los pinares de Vilviestre y Duruelo, pasó cerca de Garray, "antigua ciudad quemada" (Numancia), sin intentar ningún acto de violencia contra la ciudad que ya entonces llamaban los musulmanes Medina Soria, siguió hasta Almenar y Noviercas; y ya en el valle del río Deza, atacaron a la fortaleza de este nombre. Desconcertados por la sorpresa, los musulmanes apenas opusieron resistencia. García avanzó hasta las puertas de Medinaceli. Viéndola bien defendida, siguió hasta las puertas de Sigüenza, dando por terminada su expedición. Era el 2 de septiembre. El 12 ya había llegado a Córdoba la noticia, causando gran indignación. El consejo califal resolvió la guerra contra Castilla.
El 26 de abril de 978, el conde García Fernández se encuentra en León. Se celebra junta general del Reino. El conde García insistía en la guerra contra los musulmanes. Estando en León, los musulmanes realizarán una campaña a la región de Salamanca, resolviendo atacar la frontera del Tormes, formada por los leoneses después de la victoria de Simancas. García vuelve a Castilla.
El 6 de agosto, los expedicionarios musulmanes están de vuelta en Córdoba. El conde García se dirige a Gormaz que se rinde a los primeros asaltos, llega hasta Barahona y después hasta Atienza, donde deja guarnición militar.
Durante el año 980 los castellanos van a disfrutar de una tregua inesperada. Pero, poco a poco, Almanzor va concretando sus planes. Le urge hacer tres cosas dentro del Califato: aislar por completo al Califa, reorganizar el ejército y deshacerse de su suegro Galib. En la primavera del año 980, Almanzor comunica a Galib, su suegro, que piensa hacer una aceifa contra las fortalezas meridionales de Castilla. Galib le aguarda en Atienza y le preparó un banquete. En la conversación salió el tema del Califa, y Galib hizo a su yerno toda suerte de advertencias y recriminaciones. La discusión llegó a ser tan violenta que Galib, desenvainando la espada, se arrojó contra su yerno que huyó herido, saltando desde lo alto de una torre y salvando milagrosamente la vida.
El desafío entre los dos hombres más importantes del califato se resolvió en una guerra civil. Tres de las cincuenta campañas que, según los historiadores hizo Almanzor fueron dirigidas contra su suegro. Una de ellas tuvo lugar en Torrevicente. Galib acampó allí el día 8 de julio. Como ese día era viernes, la batalla se aplazó hasta el 10. En el campamento de Galib estaba el conde García Fernández. Galib se lanzo al combate abierto con una cota de malla, que le llegaba hasta los pies, y un casco dorado. En una carga de caballería, pegó con la cabeza contra el arzón de la silla, cayó de su caballo y hubo que sacarle del combate agonizante. La batalla estaba perdida para él. García Fernández pudo escapar con su gente. Pocos días después, Almanzor entraba triunfante en Córdoba. Antes que él había llegado la cabeza de su rival, presente macabro que hizo a su mujer Asma, la hija del vencido.
El descanso fue breve. Almanzor hizo una campaña contra León en los meses de agosto y septiembre del año siguiente, 981. Vino luego el castigo al castellano.